Lo demostraron en el escenario: el talento es una cualidad innata en sus jóvenes integrantes. El público los aplaudió hasta la saciedad luego de cada interpretación sobre las tablas del teatro Eddy Suñol, en la pasada edición del III Concurso de Danza del Atlántico Norte Codanza y Grand Prix Vladimir Malakhov, celebrado en la ciudad de Holguín del 24 al 30 de septiembre.
La compañía Médula (Guantánamo) marca otra manera de interpretar la danza en el panorama cubano: una manera visible, palpable en su desempeño, como lo evidencian los trabajos del joven coreógrafo Yoel González Rodríguez al frente de la compañía.
Esta manera de interpretar las coreografías hizo que Médula arrasara con varios de los premios del evento. La compañía guantanamera recibió diversos reconocimientos colaterales, entregados por instituciones culturales por primera vez en esta edición del evento.
La Asociación Hermanos Saíz (AHS) premió el trabajo interpretativo de Inés María Preval Castellanos. El acta del jurado, firmada por Lilién Aguilera, presidenta de la AHS holguinera, el periodista y escritor Erian Peña y el dramaturgo Yunior García, reconoce «el logro de una poética palpable en su desempeño escénico, la conjugación de un estilo propio que acompaña su expresión corporal y el logro de pathos visual: bailar con los sentidos —o con los sentidos de la supervivencia— mediante el ingenio, la sagacidad y el virtuosismo de la interpretación coreográfica». Inés María recibió una placa acreditativa y un original del pintor holguinero Víctor Manuel Velázquez.
Por su parte, Artex reconoció la coreografía Gen, de Yoel González Rodríguez, obra que se extrañó en la noche de premiaciones, por ser una de las coreografías más arriesgadas, conceptual y estéticamente, entre las concursantes este año. Además, la Uneac, con un jurado presidido por el dramaturgo Yunior García, otorgó su premió al conjunto de la obra coreográfica del propio Yoel González Rodríguez.
El resto de los premios colaterales lo recibió En una noche, coreografía de Liliam Padrón para la compañía holguinera Codanza; el Fondo Cubano de Bienes Culturales por el diseño de vestuario de Alejandro de la Torre y Egreem, por la banda sonora de la puesta en escena. El premio del público lo obtuvo el Ballet Contemporáneo Endedans de Camagüey, por A él, coreografía de Pedro Ruíz interpretada por los jóvenes Lizandra Gómez y Jesús Arias.
Las cotizadas becas Paul Seaquist recayeron en Lisette Saad Godoy (Codanza) por la interpretación de su coreografía Error…3.0, y en Anisleidys Estévez (Danza Espiral) por La sombra de los otros, de Liliam Padrón. Las ganadoras asistirán a los cursos de verano de las prestigiosas compañías norteamericanas Alvin Ayley American Dance Theater y Joffrey Ballet.
El Premio Codanza en coreografía lo obtuvo Osnel Delgado, por la obra Algo contigo, del Ballet de Cámara de Holguín. Por su parte, el esperado Grand Prix Vladimir Malakhov lo obtuvieron en interpretación femenina y masculina, respectivamente: Inés María Prebal Castellanos (Médula) y Leonardo Domínguez Rodríguez (Codanza). La guantanamera Inés María Preval descolló en su interpretación de Carmen 21 y en la aplaudida Gen, mientras que Leonardo Domínguez resaltó como solista en 6º de—–separación, coreografía de Vianki González, y además En una noche, coreografía de Liliam Padrón para Codanza.
Mientras el Grand Prix Vladimir Malakhov a puesta en escena, recayó, en igualdad, por lo presentado en todo el evento, en las compañías Danza del Alma (Villa Clara) y Danza Espiral (Matanzas).
Finalmente, Vladimir Malakhov entregó un premio extraordinario que permitirá al joven coreógrafo Yoel González Rodríguez (Médula) crear una coreografía para el propio Malakhov, según aseguró su manager Paul Seaquist. Esta obra será interpretada por el reconocido bailarín ucraniano en la próxima edición del Gran Prix en septiembre de 2017 y en diferentes circuitos internacionales.
Quiero detenerme, a manera de resumen, en Médula y en la obra del joven coreógrafo Yoel González Rodríguez, pues buena parte de los premios de esta edición del evento los obtuvo esta compañía.
Hay algo atroz en la danza de las transformaciones de Médula: movimientos espasmódicos, viscerales, reales, agonizantes, en camino hacia una representación de «lo no bello»… Médula se apropia de temas como el dolor, la violencia, la discriminación familiar y social hacia lo diferente… Insiste en que la violencia conduce finalmente a la violencia. Lo que vemos en Médula nos deja pensando y agradeciendo el desenfreno de esta compañía, en una de las mejores puestas vistas en la ciudad en los últimos tiempos. El arte es eso, transmitir emociones, hacer vibrar a la vez que seduce al pensamiento…
Médula se apropia de referentes musicales sobre los que se levanta parte de la historia del ballet, los desmitifica, contextualiza sus argumentos, los hace suyos…
El movimiento es visceral, incluso llega a ser «animal», agresivo, se aleja de manierismos, de cierto lirismo intrascendente en busca de fuerza visual… Es una compañía joven que va dejando a través de la constancia un sello identitario.
Por su parte Gen, coreografía del propio Yoel González, basada en experiencias personales del propio autor, toma como referente los trastornos hereditarios y psicosociales que se heredan de padres a hijos. Es una coreografía «terrible», en el amplio y buen sentido de la palabra, gracias a dos elementos principales: el trabajo coreográfico (minimalista, detallado, desgarrador, impactante) y el desempeño de los bailarines de Médula; creo que en esta conjunción radica esencialmente el éxito de esta joven compañía…
Quiero destacar, además del trabajo de toda la compañía, el desempeño de Amauris Arguelles Álvarez (Cisne 21), el finalista del concurso Leydel Portuondo Pérez (Bolero de Ravel 21) y la premiada Inés María Preval (Carmen 21). Amauris muestra todo el virtuosismo del cisne: se contorsiona, gime, se revela contra su naturaleza pero sabe que al final es un cisne y debe volver a su mansedumbre. Leydel, desde la virilidad y el desenfado lúdico, se apropia de esa melodía obsesiva repetida una y otra vez en un crescendo continuo que caracteriza la fuerza y la sensualidad del Bolero del francés Maurice Ravel: una danza española con un ritmo y un tempo invariables, casi uniformes. Por su parte, Inés María Preval derrochó ingenio, sagacidad, virtuosismo, interpretación coreográfica… Ella era, metamorfoseada, la Carmen de Bizet con su célebre habanera.
Aparte de los empeños individuales, Médula despunta como una de las compañías coherentes con su estética y osadía en el panorama nacional: su actuación en el III Concurso de Danza del Atlántico Norte Codanza y Grand Prix Vladimir Malakhov es muestra palpable de ello.
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social.