Humildad, sinceridad, cubanÃa… fueron los valores que se definieron en el primer Encuentro con…, espacio que la Asociación Hermanos SaÃz (AHS) lleva adelante en los meses estivales; y no podÃa ser de otro modo, cuando el invitado de Magda Resik, en esta ocasión, fue Polito Ibáñez.
Las preguntas de Magda llevaron al público a entender cómo se conforma un artista de la estatura de Polito; hombre salido de un pequeño pueblo, perdido en la geografÃa cienfueguera, y cómo la convergencia en un contexto propicio con contemporáneos y amigos que le inculcaron la necesidad de crecer intelectualmente, de decir; le impusieron un estilo que en sus canciones nos revelan a un ser humano profundamente sensible, cimentaron al cronista, poeta y músico que nos ha legado letras siempre conmovedoras.
Polito —con una manera fresca, auténtica— reveló cómo el miedo, el miedo a su entorno, quizás algo agresivo en su infancia, lo hizo querer ser diferente, parecerse a esos otros que pasaban horas leyendo o haciendo otras cosas criticadas por los más «duros» del pueblo. Luego, ya en La Habana, en el hervidero cultural que supuso el ISA de los 80, La Habana de los 80, la Cuba de los 80… fue supliendo sus carencias culturales; el asombro ante los altos edificios, el encuentro con la poesÃa de Eliseo Diego, César Vallejo; conocer a VÃctor Fowler, Teresa Melo, Alex Pausides…; músicos como Frank Degado, Donato Poveda… y fundamentalmente, frente a un concierto de Silvio y Pablo en la escalinata de la Universidad le alumbró que quizás no iba a ser el actor que esperaba su maestra MarÃa Elena Ortega porque definitivamente llevaba dentro la canción.
También se refirió a lo definitiva que habÃa sido la AHS en su trayectoria profesional; esta organización —que está cumpliendo 30 años— recientemente lo declaró Miembro de Honor, una de sus más importantes distinciones.
La agonÃa de estos tiempos, en los que se ha perdido la poesÃa y «es muy fácil estar de moda», fue otra de las preocupaciones —que como es obvio— tenÃa que aludir un cantautor como él. Por eso reiteró la necesidad de volver a los maestros, los de vocación y aptitud probada; además de a la familia, a esa que lega valores que hacen aferrarte a tus ideas y no dejan margen a una persona «fluctuante».
«Una nación, si la llevas muy adentro, no se tiene que demostrar en ningún momento, si eres capaz de ser profundo y estar enamorado de todas y cada una de las partes de tu paÃs, que se llama Cuba, es un privilegio que se tiene, con la humildad que eso lleva…  para mà es suficiente». Fueron las palabras con las que Polito, una vez más, demostró que ser auténtico es la mejor fórmula de quedarse para todos los tiempos aún sin «estar de moda».
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