Hace unas semanas, en el marco de la Feria Internacional del Libro de Antofagasta (FILZIC, 2016) que encontró cita en dicha ciudad minera de Chile, tuvo la presentación del más reciente poemario de la escritora cubana ElaineVilar Madruga. Este cuaderno llegó a mis manos por cortesÃa de la autora y mientras abordaba sus páginas, comencé a degustar ese imaginario poético tan particular que la distingue de entre la gama de autores que vienen ganando espacio y voz en el quehacer literario de la isla.
Sakura (Ed. Desbordes, 2016) reúne un conjunto de poemas escritos en versos, que dicen o desdicen condiciones, sueños, fantasÃas, la postura de una mujer frente a la vida, al contexto que le ha tocado desentrañar y que con un lenguaje coloquial expresa y comparte emociones, sus ardides para alcanzar tal meta, lenguaje fresco, acertado, sobre todo por lo contenido de sudiscurso lÃrico, por el manejo de analogÃas y metáforas que no buscan sitio en los ámbitos de la retórica.
Me adentro en estas cuartillassiguiendo la ruta de algunas estrÃas, desgarraduras que palpitan cuando repaso esas disertaciones que a mi parecer dan un peso emocional, una carga afectiva a este libro. Comienza el peregrinaje develando la cadencia de los poemas iniciales: el primero ofrece una visión perturbadora, casi fatalista del mundo —entiéndase su realidad, la manera en que asume su condición frente a ésta— cuando dice: la carcoma/ subasta lo poco que me queda de la fe/ (lo poco que me queda de todo) y ya a final continúa: el Mundo respira/ es un monstruo enorme que respira/ entre mis dientes. En el segundo el sujeto lÃrico acepta un nuevo status: la fémina que no puede—quizás no desea— procrear, circunstancia intensa y/o dolorosa, asentida por una mujer fuerte (que no desalmada): mis trompas de Falopio: un ladrido doble por la muerte. / sufren y se quiebran como nudos. / algún dÃa las veré bordadas en una bandera. / alzándose por encima de esta isla. / por encima de esta ciudad. / alzándose por encima de todo/ catedrales de hierro y esperma. Versos que espulgan un sentimiento violento para desde su matriz misma engrandecerse el ser humano.
Prosigo el andar y llego hasta «Intemporal», poema en donde regresa otra vez la turbación, el miedo al tiempo. La autora utiliza como pie forzado una cita de Baudelaire, fragmento que cede el paso a otro texto abrumador. Acá la poetisa se vale de esquirlas, brevÃsimos apuntes para exorcizar temores, esas angustias detestables ante el escape de la vida. No sólo resultan preocupantes las arrugas, el declive de la belleza, la vejez, sino toda una argamasa de pérdidas que espetan la inutilidad, la sumisión ante el flujo sin cese de las horas: I. mi juventud se hizo pedazos como una bola de estambre/ II. no pude contar mis años/ los árboles habÃan enterrado todo./ VII. el tiempo escupe mi semejanza/ labra el axis/ quiebra/ aquello que pude esconder entre las manos/ IX. sobre el polvo quedan mis huesos/ apenas disueltos en pedazos/ dicen que queda la corteza. También en el poema dedicado a Miyazaki se reitera la temática del tiempo, esta vez como una sentencia, una condición irrevocable: esas cosas que amaba sin dudas han envejecido/ hasta mi amor envejece/ cubierto por el moho de los años
Insisto en la lectura y tropiezo con argumentos capaces de inquietar, que permiten un acercamiento al mundo interno y circundante de la autora, me refiero a: Aguja, Todos querÃan tomarse una foto conmigo, Que no olvides, Yo querÃa ser Shihiro, Timeline, Flamboyán. Pero no es hasta llegar a los versos del poema: «Frida Kahlo se me parecÃa», que detengo mi viaje, conmovido por la desnudez espiritual, la entrega, y el ofrecimiento del universo subjetivo de la poetisa. Ya desde el mismo tÃtulo llega una confesión, la voz poética se compara con una figura-padecimiento, figura-irreverencia, Ãcono del dolor, de una vida atestada dequebrantos y desgarraduras, las cuales le sirvieron para erigir los muros de su subsistencia. La voz que pulsa desde las entrañas del poema expresa: Frida Kahlo se parecÃa a mà como un espejo. / mi cara/ mi boca/ mi destreza/ mi lamento/ mis escamas/ mis aletas/ mis agallas/ mi nombre/ mis monos/ mis ataques de deudas/ Sin embargo, en los versos finales encuentro insubordinación, una resistencia que sirve como tentativa para redimirse, un cierre que es más bien un atisbo de esperanza: Frida Kahlo era igual a mÃ/ por eso le mordà los ojos.
Sakura, de ElaineVilar Madruga, es un poemario que manifiesta belleza, la naturaleza interior de una autora que procura desentramar la vida, enfrentarla mediante urdimbres poéticas que vienen a ser espada y broquel para lidiar con evocaciones, conflictos, menoscabos y salvaguardar la esencia del ser. Se advierte un cúmulo de experiencias y meditaciones que alzan vuelo a través de las palabras, abordando temáticas como la infertilidad, el miedo a la muerte y al tiempo, la soledad, la familia, el amor/desamor, pero ensayados desde una perspectiva auténtica, propia.
Este examen de Sakura es sólo un intento de convocar a la lectura, a sumergirse dentro de lo sublime y lo atroz, para en el intervalo de ese recorrido descubrir la virtud de la creación, los códigos y mensajes de una autora que acentúa con decoro su permanencia en los cimientos del acervo cultural del paÃs y en la preferencia de los lectores más exigentes.
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