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A la espera de un tren

Los títeres llegan de la mano del clown a Titereando con la puesta El tren de la vida, de la joven directora Ana Chelys Matos y el grupo Teatro Ríos. La fábula del espectáculo se construye a partir de la socorrida situación de personajes que esperan un tren. Una clown triste y una alegre se encuentran en la estación. El diseño de vestuario identifica a cada personaje desde los tonos utilizados: la payasa feliz viste de colores vivos y la otra de blanco y negro. Cada una lleva la típica maleta y una sombrilla, con estos elementos se arma una visualidad que consigue atrapar al niño y ubicarlo sin confusiones ante el conflicto que mueve la acción. La payasa alegre intenta alejar la tristeza de su compañera de viaje y para conseguirlo apela a trucos de magia, a los títeres y a situaciones cómicas.

Una de las ideas más interesantes de la puesta es la mezcla de los tipos de clown, el Vagabundo, triste, silencioso e inconforme con su suerte, y el payaso de fiesta con sus colores y sus ocurrencias. Aún cuando esta premisa está esbozada en obra, sería conveniente explotarla al máximo en términos de interpretación. El encuentro entre estas dos payasas, representantes de la tradición clownesca puede convertirse en una motivación para poblar la escena de gestos y acciones sugerentes.

La directora Ana Chelys Matos parte del universo del clown y transita por diferentes técnicas titiriteras para recrear su historia. Si bien la inclusión de la técnica digital, la sombra y la luz negra amenizan la fábula, también puede resultar equívoca. Algunos de los pequeños cuadros que se narran a través de estos recursos resultan desconectados de la situación original, como las historias del rey, de la serpiente y de la luz. Así mismo, estas no tributan a la misión de la payasita alegre que es hacer feliz a su amiga.

Otra recomendación útil sería revisar la banda sonora, por momentos inconexa y excesivamente ilustrativa. El clown debe sugerir, jugar, inventar, llenar la escena de acciones que revelen su ingenuidad y su ingenio para cambiar su suerte y lograr lo imposible. Le falta aún a El tren de la vida consolidar un lenguaje tan complejo y rico como el del clown.

Las actrices sostienen la puesta con su gracia natural y su imagen atractiva, sin embargo les falta la interacción con el espectador, como aliado y testigo de su espera. Más allá de aciertos y desaciertos, es importante destacar el valor de esta puesta como primer trabajo de dirección de Ana Chelys Matos, como la entrada al mundo fantástico del clown y sus maravillas.

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