El grupo Teatro Guiñol Guantánamo presentó la puesta en escena Una luna entre dos casas, de la dramaturga Suzanne Lebeau con dirección del joven Yosmel López. Pluma y Taciturno son dos niños muy diferentes que se encuentran y comparten, sin darse cuenta, sus miedos y sus fantasÃas. Una vez más la autora se acerca a la diferencia como tema y como recurso expresivo construido desde el lenguaje dramatúrgico. El texto defiende una teatralidad elaborada a partir de la narración y la descripción que luego tomaran múltiples formas en la escena.
El espectáculo recrea, inteligentemente, ese proceso de construcción de imágenes y sentidos. Cuando la obra comienza sobre el escenario solo hay unas cajas de cartón que luego los actores titiriteros van componiendo hasta formar dos casas. La escenografÃa se levanta ante los ojos del niño provocando el asombro, un efecto que pudiera aprovecharse al máximo otorgándole valor a los objetos y sÃmbolos que se crean en este juego.
Entre las virtudes del diseño a cargo de Yosmel López está el mérito de llevar la poesÃa del texto a la visualidad. Sin embargo el colectivo puede explorar aun más ese universo delirante que propone la autora y encontrar, como quien juega con bloques de colores, nuevas imágenes para descomponer y volver a componer.
El espectáculo resalta por la austeridad de la palabra, es por eso que la imagen en movimiento debe ser contenedora de acción y emotividad. Pluma y Taciturno son nombres que indican una caracterización mas allá de la escasa pauta textual, definir esas caracterizaciones depende en gran medida de la manipulación, los ritmos, dinámicas y cadencias de cada tÃtere. A pesar de esas diferencias que aun el director puede remarcar, a los niños los une el miedo a la noche, a estar solos, a los ruidos grises que salen de la oscuridad. El montaje debe reforzar esta clave como premisa para el encuentro de los personajes y como resorte dramático que les permita a los actores justificar el juego con lo aparente y lo real.
La técnica de la luz negra trae los sustos y las maravillas de la noche. La luna banana, el pájaro y la mariposa nocturna son imágenes muy bien logradas que deslumbran al pequeño espectador. Lo más significativo de Una luna entre dos casas es que apela a una sensibilidad especial que conecta al niño con otras zonas de la percepción. Las imágenes que propone el espectáculo se escapan de la lógica y el razonamiento y se enlazan con el viaje de la mente a través de los sueños. El protagonismo de la banda sonora y el diseño privilegian el tránsito de lo abstracto a lo simbólico provocando lecturas diversas para el niño que debe completar esta puesta con su imaginación.
Si algo recomendarÃa especialmente al Guiñol Guantánamo es dejarse envolver con el espÃritu mágico de Pluma y Taci, jugar a descubrir luces entre las sombras e imaginar las nuevas y maravillosas imágenes que habitan allÃ, en lo profundo de la noche.
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