Un universo escultórico muy particular conforma la poética de Lesmes Larroza González (La Habana, 1982), inconforme, iconoclasta, irreverente.
Lesmes es el autor del Monumento a la Esperanza (2010) emplazado a la entrada del Instituto Nacional de Oncología y Radiobiología. Hoy esa flor blanca, con cinco pétalos, y tres columnas, así como elementos circulares y semicirculares, ha devenido símbolo de la salud cubana. El monumento vio la luz como resultado de la Beca de creación Juan Francisco Elso que le otorgó la Asociación Hermanos Saíz (AHS).
Una vez más, puso su arte en función de la salud humana, en el estado venezolano de Miranda, donde inauguró su Llave de Yakoó Yagüerá (2013), en un centro de rehabilitación para jóvenes y adolescentes con problemas de consumo de drogas y sustancias psicoactivas, conocido como La casa de la felicidad.
En una tarja escultórica suya quedó inmortalizado el momento de la grabación clandestina del Himno del 26 de Julio en la emisora Radio Cadena Habana. Mientras tanto, un busto, un jardín y un conjunto con siete estrellas, representativas de los días de la semana, es su Monumento al Héroe Nacional de las Artes Plásticas (2012) que se ubica en el patio interior de la Academia de Bellas Artes San Alejandro, donde hace cinco años ejerce la docencia como profesor de escultura.
Al también pintor e ilustrador se debe Benny Moré en la onda de la alegría (2010), una escultura a relieve, de carácter figurativo, que les da la bienvenida a los artistas y oyentes que acceden al Estudio # 1 Benny Moré de la emisora Radio Progreso.
En México ejecutó un grupo de esculturas para los Juegos Panamericanos Guadalajara 2011. Tan alta como nuestras palmas. Dirección Nacional de Tribunales Militares (2002) fue la primera obra de su autoría.
Pienso que la escultura debe contribuir a incrementar la calidad de vida de los ciudadanos. Me interesa mucho el trabajo en las esculturas monumentales y ambientales para espacios públicos de la ciudad, porque creo que las ciudades son el rostro y la expresión de un pueblo.
He corrido creo que con bastante suerte en la vida, porque algunos especialistas me consideran como el joven escultor cubano con más obras emplazadas en espacios públicos. Eso ha implicado un gran esfuerzo, primero, por el diseño de las obras; segundo, por llevarlas a término de aprobación por parte de las instituciones encargadas de esa función y tercero, para poderlas materializar.
¿Eres miembro del Consejo Asesor para el Desarrollo de la Escultura Monumentaria y Ambiental (CODEMA)?
Siento mucho respeto hacia los artistas que pertenecen a ella, pero es una institución que se ha esquematizado con el tiempo, ha perdido la perspectiva acerca de qué es la escultura monumentaria y ambiental. Ya no tiene el esplendor de cuando Rita Longa estaba al frente de CODEMA.
Dentro de su nómina hay muchos que generalmente sobrepasan los 50 ó 60 años, con muchos reconocimientos y prestigio por sus obras emplazadas, pero que no han detenido la mirada hacia la búsqueda de un relevo joven, y cuyas obras se reducen a fórmulas ya establecidas. Creo que uno de los más vinculados con los jóvenes, a quienes apoya, ampara y guía, es el maestro José Villa Soberón, Premio Nacional de Artes Plásticas.
¿Qué te ha aportado pertenecer a la AHS?
La AHS ha realizado muchos empeños para rescatar este tipo de ejecutoria artística. En un momento determinado conversé con Rubiel Delgado, el actual presidente de la AHS, acerca de la importancia de una beca específica para el desarrollo de la escultura monumentaria y ambiental, desde la mirada joven.
Finalmente, fue aprobada por el Ministerio de Cultura y otras instituciones, la Beca de Creación Rita Longa, que trata de limar asperezas y tender un puente cultural institucional entre CODEMA y la Fundación Caguayo —con una labor muy destacada gracias a Alberto Lescay— que sí ha defendido la joven creación cubana.
Esta beca tuvo su primera edición en el año 2015 y el ganador resultó ser Aluan Argüelles, también profesor de San Alejandro. Este es un terreno que hemos ido ganando, pero debemos mantener. En cualquier lugar del mundo son muy difíciles los emplazamientos en espacios públicos, que pertenecen a la sociedad y la ciudadanía. Por eso debemos ser muy respetuosos a la hora de abordarlos.
Los jóvenes merecemos una oportunidad. Somos herederos del legado de Florencio Gelabert, Rita Longa, Juan José de Sicre, Teodoro Ramos Blanco. Sus obras constituyen guía para seguir avanzando desde una mirada contemporánea y fundar un patrimonio para las generaciones futuras.
¿Cuál fue el tema de tu tesis de grado de la Universidad de las Artes (ISA)?
Esa fue mi primera obra de importancia dentro de mi itinerario artístico. Se trata del Monumento al hombre común (2008) emplazado en el Cementerio de Colón de La Habana. Es la segunda obra monumentaria que se emplaza allí después de 1959. La primer es Mártires del 13 de marzo, de los arquitectos Mario Coyula, Emilio Escobar y el escultor José Villa Soberón.
Algunos especialistas consideran el Monumento al hombre común como un hito dentro de la monumentaria del Cementerio de Colón. Donde quedó emplazada existía una fosa común en un espacio muy complejo, desde el punto de vista visual, social, espiritual. Mi obra parte de una mirada martiana y en ella se ve el espíritu de sacrificio y de resistencia de los héroes de la cotidianidad que somos.
Ocupa una cuadra, está construido con volúmenes geométricos, es una obra monumental en cuanto a expansión, donde hay una relación entre el paisaje y los elementos construidos. Dialoga con las personas. Se mantiene visitada casi todos los días y nunca le faltan las flores. Varias familias han recuperado simbólicamente los restos de sus seres queridos. Se ha convertido en un espacio de participación ciudadana, dignificado, dentro del cementerio.
¿Qué nuevo proyecto te apasiona ahora mismo?
Es un proyecto trasdiciplinario que requiere conocer y respetar las normas del patrimonio, la arquitectura y el urbanismo. Se llama Monumento homenaje a Juan Formell y los Van Van, la orquesta que desde su fundación ha acompañado al ciudadano de a pie en cada una de sus luchas.
Este proyecto cuenta con el apoyo de varias instituciones culturales como el Consejo Nacional de las Artes Plásticas, el Ministerio de Cultura, el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural, la Oficina del Historiador de la Ciudad, el Instituto Cubano de la Música (ICM).
La idea es hacer una obra escultórica monumental participativa e interactiva. Está compuesta por una locomotora real y un vagón sonorizado, interna y externamente, de manera permanente, con la música de los Van Van.
Queremos convertirlo en una galería de artes visuales y espacio de confluencia donde jóvenes escritores y artistas visuales, estudiantes y la propia comunidad, construyamos un discurso desde la diversidad de miradas. También sería un espacio docente para la música de pequeño formato, donde profesores de la Academia y del Centro Nacional de las Escuelas de Arte, participarían activamente.
Este tren estaría pintado de rojo y negro, los colores que han identificado toda la discografía de los Van Van en cuanto al diseño. El logotipo, que son las dos manos en símbolo de victoria, también tiene esos colores.
Al mismo tiempo, queremos rendir homenaje a la Revolución que ha sido reconocida como el tren de las transformaciones culturales y, precisamente, el negro y el rojo identificaron al Movimiento Revolucionario 26 de Julio.
Por otra parte, la primera locomotora que circuló en Cuba y actualmente se encuentra en el Museo del Ferrocarril, en Cristina, es roja y negra. También la primera locomotora que condujo Fidel Castro, en 1975, durante el acto de inauguración del primer tramo de la reconstrucción del Ferrocarril Central, es roja, negra y blanca.
Son muchas coincidencias, porque se trata de rendir homenaje a la historia ferroviaria en Cuba, al Movimiento 26 de Julio y a los Van Van, que entrañan toda una filosofía de acercamientos, de creencias, de espíritu de resistencia.
Haremos una convocatoria popular sobre lo que han representado los Van Van en las vidas de las personas para que estas puedan donar discos, escribir una carta simbólica a Formell y poner todo eso, como primera piedra simbólica, dentro de la caldera, donde antes se echaba el carbón. Eso sería como el combustible de lo popular, lo participativo, lo interactivo, lo transdiciplinario.
Un proyecto de esta magnitud necesita el auxilio de otros especialistas que conozcan sobre la historia del ferrocarril en Cuba, de técnicos ferroviarios que sepan cómo trasladar el tren, de músicos como Samuel Formell, del viceministro de Cultura Abel Acosta, de Orlando Vistel, presidente del ICM.
Queríamos inaugurarlo durante la pasada Bienal de La Habana, para el primer aniversario de la desaparición física de Formell. Inicialmente propusimos un espacio geográfico del municipio de Marianao, pero no fue aprobado por estar en un parque, cerca de una vía muy céntrica. Me aprobaron otro espacio que ahora está en estudio porque tendría que realizar algunos cambios al proyecto original.
Tengo el sueño, la esperanza y casi la premonición, de que lo podremos materializar este año, porque a medida que ha pasado el tiempo se han ido flexibilizando las miradas. Creo que este es un proyecto muy necesario.
Foto de portada: Cortesía del entrevistado (Lesmes a la derecha habla sobre su obra)
Fotos de las obras: Cortesía del entrevistado
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