Realmente es una sorpresa encontrarse en los principales certámenes literarios de nuestro paÃs y el continente a jóvenes escritores cubanos. DirÃa yo: escritores cubanos, pero cuando son jóvenes a uno el corazón se le agita más.
Muy agradable ha sido la noticia de que la camagüeyana Legna RodrÃguez Iglesias (1984) reciba el premio Casa de las Américas en teatro –un género donde poco se habÃa dado a conocer– por el texto Si esto es una tragedia yo soy una bicicleta.
La buena nueva nos reafirma a una Legna desprejuiciada totalmente con la escritura. La encontramos en cuento, poesÃa, literatura para niños, novela, pero siempre es ella, es su escritura. A unos les crea ruido su poética, a otros la ternura que se desprende de sus textos los apasiona. Es una escritora que ha sabido encontrar a sus lectores y a sus detractores.
Por otra parte, los textos de Rogelio Orizondo (1983) –merecedor de una mención por Yelow, Dream Rd.– también van seguidos de apasionados y detractores, pero sin temor a equivocarse se puede decir que son muy leÃdos en Cuba estos dos jóvenes. Ahora a celebrar con ambos, a seguir sus libros.
También en teatro recibió una mención Subasta (Boceto No. 1 de la serie DÃasporA), de la cubana Laura Liz Gil Echenique (1992).
En ensayo de tema artÃstico-literario se llevaron menciones A flote. Dos décadas de arte en Cuba, de Mailyn Machado, y Corazones errantes: ¿Dónde está mi mundo?, de JoaquÃn Borges Triana, ambos investigadores de la Isla.
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