En fÃsica, el sonido es resultado de la propagación de ondas, audibles o no para los humanos, a través de un fluido u otro medio. Este fenómeno, en combinación con el silencio, constituye la materia prima de la música y, por tanto, elemento indispensable para la construcción de cualquier tipo de lenguaje musical.
El pasado sábado 16 de enero de 2016 aconteció en la sala teatro del Museo Nacional de Bellas Artes, la segunda muestra de arte sonoro de Ricardo MartÃnez Ramos, joven flautista y docente universitario, devenido productor musical. Esta cita, titulada Solo para cello, fue auspiciada por el Laboratorio Nacional de Música Electroacústica, el Centro Nacional de Música de Concierto, la Universidad de las Artes ISA y el Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas, entre otros actores sociales sin los cuales hubiese sido imposible su realización.
Con un total de ocho obras, en las cuales primó la desintegración a niveles experimentales del sonido del violoncelo, el creador buscó “reintroducir†al escucha el hábito de oÃr, en busca de una conmutación de «los sentidos condensados en su evolución fisiológica», según notas al programa. El también futuro autor de un ensayo sobre el tema menciona que «el oÃr nos renueva en la atención primera, (…) atención que no rinde cuentas ante una memoria enraizada», y que, por tanto, no debe estar condicionado por determinantes sociales, al menos a priori.
Rompiendo con la barrera existente en la postura tradicional sobre la relación intérprete-público, en este caso productor-público, la poética de Ricardo MartÃnez partió de su interacción personal con los asistentes a la muestra en el espacio de las plateas, asà como la relación de estos últimos con la escenografÃa. No siempre entendido por los participantes, sólo pocos se tornaron cómplices del autor para aventurarse a guardar silencio, oÃr y traspasar la frontera imaginaria del escenario, acercándose al cello expectante.
Por demás, el autor generó debates silentes entre algunos de los tradicionalistas asistentes, pero más importante aún fue la puesta en valor de “el gesto audible†como vehÃculo creativo, experiencia que sistematizará en el Taller de Arte Sonoro, espacio creado junto a VÃctor Piverno en los predios habaneros del Instituto Superior de Arte.
Foto: Del autor
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