La complejidad brutal de la creación

Leo Brouwer quiere explicar cómo es su proceso creativo. Comienza con un ejemplo: un coro de voces y sus diferentes registros: hay timbres agudos, graves, altos, contraltos… No es suficiente. Lo intenta con una orquesta y habla de los instrumentos, de las posiciones. Levanta las manos y las mece en el aire con la batuta erguida, aunque nosotros no la veamos. Por ahí tampoco… Se lamenta.

Habla de la guitarra y de cuanto instrumento domina pero aún no puede explicar lo que hay en su mente.

«Todo esto les digo para tratar de ilustrar la complejidad brutal de la creación».

Esto y más dijo a quienes asistieron al Encuentro con… el maestro Leo Brouwer, compositor, guitarrista y director de orquesta cubano, en el Pabellón Cuba, sede nacional de la AHS.

Después de una breve batalla interna, el maestro se convence de que no puede poner en palabras lo que su cabeza contiene en ese momento. Él lo sabe, su lenguaje es otro. Con ese “habla†mejor y no le cuesta tanto parir sus ideas.

«Lo más difícil del proceso creativo, de la composición que es lo que a mí me toca, es quitar todo lo que sobra, lo superfluo, el adorno innecesario que lo que hace es estorbar».

Su estilo es minimalista prácticamente en su totalidad, descrito por él mismo como el desarrollo de un sistema modular. En su representación, el mundo suena. No solo en las partituras que compone, sino en las imágenes que ve, en los libros que lee. De todo lo que emite vida, Leo traduce música.

Más de un teórico ha hablado de las relaciones entre las artes: del acorde musical al acorde pictórico, del color tonal al color tímbrico, leyes armónicas y leyes de la perspectiva, dibujo y melodía que se relacionan. Leo estudió pintura antes de adentrarse de lleno en la música, lo que dejó alguna huella en su creación.

Confiesa que en cuestiones musicales no le gusta hablar de lo bueno y lo malo, lo correcto o incorrecto, sino de valores.

«Los valores musicales siempre estarán ahí. No se pierden. El problema está en saber discernir entre ellos por su calidad —en dependencia del gusto— siguiendo un criterio estético; eso es lo complejo».

Dieciocho son los instrumentos que domina Leo Brouwer.

«Soplé, digité, percutí, trabajé con muchos instrumentos para poder componer piezas para ellos, para que nadie me hiciera el cuento. Tenía que saber lo que era tocar un chelo para poder componer para una orquesta; un chelo o cualquier instrumento de una orquesta».

Afirma que para el creador contemporáneo es imprescindible releer la enseñanza tradicional para comprender cómo se hace la música en otros países del mundo y cómo se hacía en Cuba. La creación musical contemporánea cubana le preocupa, no lo esconde:

leo brouwer 4«Hoy se escucha decir con frecuencia que ha nacido una estrella o esta es la nueva revelación de tal género. Esos creadores deben cuestionar el éxito fácil, ser recelosos de lo que llega sin demasiado esfuerzo.

»Algunos tienen la chispa, esa cosita que solo siente y conoce un creador, pero por hacer un poco más de dinero, se quedan en el pim pim pam pom pom básico y nada más. Y ¡oh tristeza!, ¿por qué nuestros compositores populares son tan repetitivos cuando la música ofrece posibilidades tantas? No entiendo cómo hay creadores contemporáneos que son tan superficiales, tan vanos».

Para entender el fenómeno de la música comercial hay que mencionar su elemento principal: el dinero.

«Sé que del trabajo del creador cobra el manager, el representante, el productor, el programador, el relacionista público y toda la banda, ¿qué opción hay? Pero, ¿por qué no estimular la fantasía en lugar de la idea de ganar dinero?».

En los últimos años, Leo Brouwer ha dedicado buena parte de su tiempo a la promoción musical con los festivales y encuentros organizados por su oficina.

«Llevo más de 40 años montado en un avión de aquí para allá trabajando por todos lados de este mundo, y esto me ha reunido con cientos de profesionales, de los mejores. Entre ellos he encontrado talentos maravillosos, músicos excepcionales que pienso que todos deberían tener la oportunidad de disfrutar. ¿Por qué traigo a mi competencia a quienes podrían quitarme la comida? No sé, nunca creí en la zancadilla. Soy un bicho raro.

»La música es una pasión que quiero compartir, pero también tiene que ver con vacíos que noto en el conocimiento, en la difusión musical. ¿Qué puedo darle a mi gente en Cuba, a este pueblo fabuloso? Solo música. No le voy a dar la mía, que es rarísima. Si puedo, le doy la mejor música del mundo, la que conozco».

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Fotos: Alba León

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