El cuento como herramienta para viabilizar denuncias sociales

En medio de tantas tesis y dilemas respecto a las técnicas narrativas del cuento en comparación a la novela y sus potencialidades para tratar cabalmente ciertos asuntos polémicos como reflejo de la realidad, amén de sus ficciones, resulta interesante la hipótesis que plantea Ana Rita Sousa en su artículo “La economía del cuento: el caso de María Fernanda Ampueroâ€. El mismo fue publicado en el no. 9 de la revista académica francesa CECIL (Cahiers d’études des cultures ibériques et latino-américaines) en el pasado año 2023. Basada primariamente en los numerosos y diversos argumentos propuestos por estudios del género en el siglo pasado, como los de Cortázar, Ricardo Piglia, Lauro Zavala, Ignacio Padilla y Andrés Neuman, sugiere que en este nuevo siglo un grupo cada vez más amplio de lectores y autores han venido y vienen solidificando la tradición cuentística latinoamericana. Expone, además, como conjetura medular de su artículo, que “el cuento como género literario está, en el siglo XXI, reuniendo consensos y acercando escritores de regreso a ese proyecto cultural que denominamos Latinoamérica†(226). Fortuito que trate la obra de María Fernanda Ampuero, narradora ecuatoriana catalogada dentro del llamado Nuevo Boom Latinoamericano protagonizado por mujeres, fenómeno mediático que dicho sea de paso pondera al cuento como género bandera en esta retórica literaria. El estudio de caso perfila su mirada crítica en torno al modelo de mediación narrativa con la realidad del continente que caracteriza a dos de los libros de Ampuero: Pelea de gallos (2018) y Sacrificios Humanos (2021). Ambos publicados por Páginas de Espuma, editorial española que se ha dado mayormente a la tarea de brindar espacio a este género (de manera semejante a lo que ocurrió con la novela en el XIX) y a ponderar temáticas en torno a la evidente y antaña (aunque ninguneada) apropiación de un discurso colectivo con enfoques feministas, así como a su relación muy particular con ciertos contextos marginalizados que, en este siglo, se han tornado tópicos literarios: el cuerpo como territorio, el colonialismo interno y la violencia social creciente.

El artículo analiza de forma concreta y objetiva varios acápites que hoy resultan de interés para los estudios acerca de la cuentística latinoamericana. Partiendo de la archidiscutida subalternidad del cuento como género ante la novela, la autora expone en la introducción argumentos para validar dicha sentencia:

(…) mientras la novela es indisociable del objeto libro, el cuento, más antiguo, proviene de una cultura oral que desde el eurocentrismo gráfico se consideró —y aún se considera— menor. Si la primera va conectada con una cultura regida por el binomio escritura/lectura, y todo lo que implica —alfabetización, cierto nivel de desarrollo económico y social, cierta cercanía a las instancias productoras y divulgadoras del libro y, por lo tanto, mayor control institucional y cultural—, el segundo, debido a su origen socio-cultural fue largo tiempo comprendido como el pariente pobre de la narratología que se fue, lentamente, instalando en la casa familiar de la cultura escrita (228).

Sin embargo, resulta una lectura a contrapunto cuando analizamos la praxis, pues, precisamente contemplando los orígenes populares del cuento, la oralidad como herencia latente e indisoluble, constatamos lo pragmático del mismo al ser herramienta de análisis y catalizador de denuncias sociales necesarias. Esta manifestación, lenguaje universal de todas las artes, lleva en su composición génica la posibilidad de deconstruir, criticar de forma más directa y contundente como mismo plantear soluciones a realidades, bien fabuladas, matizadas o contextualizadas tal cual en los argumentos de sus historias. Así lo planteó Cortázar en sus Teorías del Cuento I, 1995, cuando sentenciaba que, a diferencia de la novela, que va ganando puntos capítulo a capítulo, en el que no todos tienen por qué estar en el mismo nivel de impacto ya que cada uno lleva su propio objetivo, previamente calculado y analizado según avance el croquis de la historia, el cuento sí funciona por knockout. La novela acumula progresivamente sus efectos en el lector, tiene tiempo de narración para ello, pero el cuento va a contra reloj y para estar bien logrado debe ser incisivo, mordiente, mantener el ritmo de inicio a fin, contundente desde la primera frase. Pero, tengo la convicción de que esto no debe entenderse literal a pie de letra, porque el buen cuentista también puede ser un boxeador muy astuto, y muchos de sus golpes iniciales quizás parecer poco eficaces cuando, en realidad, están minando ya la resistencia más sólida del adversario.

En el desarrollo del texto en cuestión, Sousa transita por algunos de los planteamientos que hoy agenda la ginocrítica: “El cuento y las mujeresâ€, “María Fernanda Ampuero y la urgencia de contarâ€, “Arquitectura del cuento: la doble historiaâ€, “La juventud: un tiempo doble†y “Cuerpo: territorio de luchaâ€. Aspectos que ya venían debatiéndose desde los años 70 en otras latitudes sin quedar fuera del todo el contexto latinoamericano, que, aunque a ritmos que ha costado más dinamitar acorde al contexto socio-político y la necesidad de análisis social ante muchas otras problemáticas existentes, de igual modo no ha quedado mudo.

En El cuento y las mujeres brinda un resumen un tanto ambiguo respecto a su postura, en el que no precisamos la voz crítica de acuerdo al auge de la literatura escrita por mujeres, sin embargo, acota una mirada necesaria en torno al fenómeno comercial detrás de cada boom:

(…) La euforia teórica por despatriarcalizar el canon por parte de varias academias, tanto en España como en América Latina –independientemente de sus consecuencias futuras o permanentes– está claramente teniendo un efecto indirecto de motivación en jóvenes escritoras e incluso en las editoriales, en las últimas dos décadas; lo que, obviamente, no está separado de la apropiación del mercado de las mareas feministas que han tomado las calles en los últimos años. Se pasó, como explica Sara Sefchovich en su trabajo más reciente, Del silencio al estruendo (2020), subrayando que ultrapasada la etapa en que las escritoras eran continuamente ocultadas, subvaloradas u olvidadas, vivimos hoy una fase distinta, en que el incremento considerable de la presencia de mujeres, tanto en la literatura como en la academia, promueve nuevas rutas para comprender y valorar su escritura (…)

“Las escritoras ecuatorianas hacen historiaâ€, es la idea esencial que une el último párrafo del acápite anterior con el próximo, donde analiza la forma de armar y narrar el amasijo de realidad y ficción que hilvana María Fernanda Ampuero (Guayaquil, 1976) en sus obras. Y lo hace con un análisis particularmente auténtico, referido a la estrategia de titulación que usa su autora en los dos libros de cuentos analizados en el presente artículo: Pelea de gallos y Sacrificios humanos. Sousa remarca la composición más elaborada de dichos títulos al no ser solo una compilación de cuentos escritos y reunidos bajo un hilo conductor casual. “Cada uno de estos relatos participa, por un lado, de un fragmento de una cruda realidad y, por otro, encuentra en la familia como institución social, el eje central de la crueldad y la violencia†(230). Acá vemos otro argumento, en el que de hecho marco especial importancia debido a los aportes que brinda a mi tema de investigación, relacionado al rol de la familia como perpetuadora de la violencia de género, lo cual analizo en este mismo objeto de estudio (Pelea de gallo). “La reproducción, en una espiral descendente, de estructuras de control, opresión y violencia cotidianas, en espacios casi siempre reducidos, es el tema de cada una de estas ventanas a la sagrada casa de la familia†(230), como mismo se evidencia en Sacrificios humanos.

“El cuento es un relato que encierra un relato secreto. No se trata de un sentido oculto que depende de la interpretación: el enigma no es otra cosa que una historia que se cuenta de un modo enigmático. La estrategia del relato está puesta al servicio de esa narración cifrada†(233); este planteamiento de Piglia es la columna del análisis en el acápite sobre la “Arquitectura del cuentoâ€, donde se hace alusión en los estudios de éste y de Borges a una doble historia, lo cual, en resumidas cuentas, no es más que la técnica del dato escondido. La autora aborda el análisis a partir principalmente del cuento “Monstruos†en Pelea de gallos. Brinda especial abordaje al modo en el que Ampuero trata las diferencias de clases, no solo desde lo económico-social sino desde lo afectivo, sondeando hábilmente una vez más el entorno familiar como verdadero demonio.

Una lectura hacia la construcción de sus personajes y el factor etario mereció el protagónico en el subtítulo relacionado a “La juventud: un tiempo dobleâ€. Ciertamente salta a la vista la edad de las y los protagonistas en los relatos de Ampuero, la mayoría niñas, quienes desde una conciencia pueril analizan los contextos realistas más crudos, estableciendo en ocasiones una “falsa†realidad, esa que a su corta experiencia son capaces de ver y dejando una lectura entre líneas hacia la aplastante verdad de los hechos. Pudiéramos especular análisis más profundos al respecto, como, por ejemplo: la necesidad de la autora ante esta condición de usar esos rangos etarios para dar voz a sus personajes, y más que a sus personajes a las denuncias que de una forma u otra tienen lugar en sus historias. Podríamos escarbar en el punto de vista de los niños en relación a los perjuicios físicos y psicológicos que provoca la violencia intrafamiliar, los adultos que serán para la sociedad y para ellos mismos en el mañana, perpetuando así dicha conducta violenta. Otra mirada interesante sería la del incesto, patrón repetitivo también en las dos obras de María Fernanda Ampuero analizadas en el artículo, pero en las que Sousa no reparó, sin embargo, guardan relación directa con las problemáticas bajo el foco crítico. (…) Este aprendizaje duro, forzado, cruel, violento de la niñez y juventud es asimilado aquí, como en casi todos los cuentos de la autora, como el tiempo en que se construye una agencia singular capaz de salvar la vida de las protagonistas en la edad adulta (236). Tenemos acá en esta cita textual lo que podría ser el nexo perfecto entre lo discutido en este acápite y el próximo, pues, “El cuerpo: territorio de luchaâ€, sintaxis repetida como lema en disímiles contextos para dar voz a las causas feministas, es la idea que cierra el artículo. Funciona como un embudo a través del cual pudiera comenzar a explorarse otros modos de decir y hacer, sobre todo cuando sentimos que la palabra no es suficiente, cuando nos dicen “no seas tan mujercitaâ€, como el padre de la protagonista en “Subastaâ€, primer cuento de Pelea de gallos, y toca demostrar cuan mujercitas sí vamos a ser.

(…) a partir de la producción literaria de cada momento histórico, los géneros literarios son, antes que nada, «formas del lenguaje social que funcionan como «instituciones» o «mensajes socio-simbólicos». Por su dinámica propia de la doble narrativa, el cuento parece, en María Fernanda Ampuero, el género indicado para imbricar con singular intensidad la perenne violencia social en América Latina con el etéreo cotidiano de sus personajes (237).

De esta forma, demasiado concisa para explorar los recovecos críticos de interés en la lectura analizada, me propongo ir marcando las pautas que brindan estos antecedentes teóricos para mi tesis, donde de igual modo apuesto por el cuento como herramienta de análisis y denuncias a problemáticas sociales con enfoque de género, teniendo como objeto de estudio una de las obras de María Fernanda Ampuero, Pelea de gallos. Más específicamente dirigiré la lupa crítica hacia el rol de la familia como perpetuadora de la violencia, la reproducción de estas dinámicas y sus estrategias de dominación, establecimiento absoluto de poder como práctica machista y misógina instaurada a nivel social como hegemonía patriarcal.

 

Obras citadas

Cortázar, Julio. Teorías del Cuento, vol. I. Teorías de los cuentistas, 1995

Sousa, Ana Rita. «La economía del cuento: el caso de María Fernanda Ampuero.» CECIL. Cahiers d’études des cultures ibériques et latino-américaines, vol.9, 2023, pp 226-240

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