Sobre los desafíos de la producción cinematográfica en Cuba dialogó Inti Herrera, de la productora i4films, en el Festival Nacional del Audiovisual “Por primera vez”, un espacio de retroalimentación entre las nuevas generaciones de cineastas y realizadores audiovisuales, donde se abordó el papel del productor más allá de un simple gestor de fondos.
El encuentro, moderado por el periodista y crítico Rafael Grillo, propuso nuevas miradas a los modos de producir el cine (sobre todo para los creadores más jóvenes) y los caminos arduos de la realización, distribución y comercialización de un producto audiovisual, así como hacer un recuento necesario de cómo han sido estos procesos a la par de las transformaciones del país, su desenvolvimiento económico y sus relaciones sociales.
De entre todas las artes, el sector audiovisual, probablemente sea el que más haya cambiado su escenario de trabajo en los últimos años, y dentro de este, el rol del productor se ha expandido en proporciones vertiginosas. “Considero que los años 90 en Cuba supusieron un giro importante en la labor del productor, momento de grandes retos, donde surgen puntos de vista diferentes y otras variantes a la hora de trabajar”, precisó Inti Herrera.
A partir del 2000 la digitalización ayudó en parte la labor cinematográfica en el país, aunque en el mundo la industria cinematográfica ya iba a un ritmo acelerado. “La producción de cine se hace más íntima, en grupos de trabajo más pequeños y surge el concepto de realizador independiente, lo que de algún modo influyó tanto en lo estético como en la mentalidad productiva. Aunque para mí la producción independiente es un impulso y una forma de hacer”.
Actualmente las nuevas prácticas influyen en nuevas necesidades. Entre los retos que impone la contemporaneidad en la producción del cine se encuentra encontrar formas de apoyo a los realizadores para participación en eventos internacionales, buscar soluciones a la hora de recaudar y manejar los presupuestos para el rodaje, venta y distribución de las obras.
“El desafío principal es hacer un cine genuino, que no pierda su valor autoral y creativo. El productor debe tener un impulso importante de criterio dentro del equipo. Igual de necesaria es la lectura del guion para los desgloses posteriores, pues la producción va mucho más allá de la gestión de fondos”, destacó.
El comprometimiento con la obra del director también es importante, pues es la persona con quien el productor converge durante mucho tiempo. “Hay que tener una fe ciega en los proyectos y analizar cuál es la mirada del director para ciertos temas, sin perder de vista que la principal línea de trabajo del productor es generar una industria que debe ser diferente y auténtica”, subrayó. Para todo esto es necesario seguir expandiendo y haciendo más sólida la visión que tenemos en Cuba de los productores, superando la idea de que su función está limitada a la gestión logística, para verlos en toda su dimensión como lo que son: columna vertebral del sistema de la creación cinematográfica y audiovisual.
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