Formar un receptor inteligente y capaz de consumir cultura críticamente constituye una de las prioridades de cualquier empeño cultural. La crítica de arte se considera necesaria en medio de un torrente informativo y es también, como escribió Cintio Vitier, “en principio, dos cosas: iluminación de la obra desde la obra misma, y, después, toma de partido frente a ella”.
Entre todas las manifestaciones el cine llama la atención por ser arte, técnica, vehículo portador de ideología y mensajes que circulan en la sociedad y por ser industria y mercado. Sobre estas cuatro miradas o maneras de acercarnos al cine y la creación audiovisual desde la comunicación, el periodismo y la crítica cinematográfica dialogó en un conversatorio el periodista y crítico Rafael Grillo, como parte del Festival Nacional del Audiovisual “Por primera vez”, realizado en la ciudad de Holguín del 21 al 24 de febrero.
El también miembro de la revista cultural El Caimán Barbudo profundizó en la capacidad del crítico como mediador, “esa persona encargada de mirar y escudriñar desde todos los ángulos y hacerlo desde todos los géneros posibles”, porque los públicos necesitan ser orientados y el crítico juega un papel importante, sobre todo en los niveles de comercialización y distribución del cine. “Debe ser ese farolito que se prende entre tanta información”, alertó.
Criticar significa, en tanto, pensar, razonar, poner toda teoría o pensamiento en tela de juicio. Pensar es juzgar; la crítica por tanto es una actitud activa en la conformación de ideas. Asumir la crítica desde la hermenéutica, propone Rafael Grillo, con un criterio que ayude a construir determinados horizontes, no así desde las opiniones valorativas. “No es destruir ni ensalzar a nadie, es ayudar a entender determinado producto desde todas las miradas, porque de las malas películas también se aprende, y de los conflictos también, pues es parte de la naturaleza y de la evolución natural de las cosas, de la propia vida”.
Para Grillo, también narrador y presidente de la Asociación Cubana de la Crítica Cinematográfica (ACPC), no hay nada mejor que una mala crítica o la censura para un material audiovisual, ese criterio que llame la atención por encima de estereotipos, pues al final logra poner un foco de atención sobre algo que también es importante, aunque reconoce que en la isla la crítica es paternalista con el cine cubano. Enfatizó, asimismo, que la producción nacional está necesitada de una crítica sólida, pues como alertaba Rufo Caballero: “En Cuba tenemos buenos críticos, pero no hay una crítica como sistema, sólida”.
En este contexto también abordó las capacidades de un periodista para ejercer la crítica con tenacidad y responsabilidad, especialmente en los medios y a través de todos los géneros posibles, observando la necesidad de interpretación que demanda el periodismo contemporáneo, cuando muchos creen que la crítica de arte debe ser prioridad y terreno casi absoluto de los medios especializados. Y lo que sucede es que en este acto del genio, como diría Alfonso Reyes, no todos la alcanzan: “Ni todo es impresionismo, ni todo es método”.
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