Hasta el mediodía del sábado 11 de noviembre de 2023, o quizás un poco antes, Florencia Bullich tenía más incertidumbres que certezas respecto a si se iba a dedicar a la escritura en el sentido más profesional de la expresión. Llegó desde Argentina con su partner in crime, el conocido escritor Kike Ferrari, para disfrutar de una semana negra a la cubana: La ciudad de Santa Clara es la plaza más importante del noir en el país, y eso se debe, según asegura el escritor Rafael Grillo, al trabajo constante de Lorenzo Lunar y Rebeca Murga, quienes comandan el Encuentro Hispanoamericano de Escritores de Literatura Negra Fantoches.
Para Florencia Bullich, esta séptima edición del Encuentro resultó especial en más de un sentido. En primer lugar, con su novela “Los perros que perdimos” se erigió como ganadora del Premio Internacional de Género Negro que convoca el evento. Al decir de un jurado que integraron los escritores Liany Vento, Juan Pablo Rojas y el propio Kike Ferrari, el fallo se debió a su “tratamiento ágil a la vez que contundente, el cual interpreta de manera productiva el carácter plebeyo del género negro y sus intersecciones con las otras formas de la literatura popular y le propone al lector un universo narrativo que desde la ficción atestigua, de manera dinámica y profunda, un nosotros latinoamericano”.
En segundo lugar, Bullich encontró en Fantoches un espacio donde crecer humana y profesionalmente. Y no solo por haber conocido a escritores cubanos de la talla de Lorenzo y Rebeca, así como a otros extranjeros, sino también por haber escuchado sus reflexiones en torno al mundo de la literatura. “A mí me parece que eso es riquísimo”, aseguró. “Es una de las cosas más lindas que tiene este festival. Más allá de la presentación de libros, disfruté encontrar la reflexión sobre la literatura, la vuelta de tuerca que se le puede dar al género. Cómo se la piensa, cómo se piensan los conflictos sociales en torno a, y a través de, la literatura”.
A Florencia Bullich tampoco le pasó inadvertido el hecho de que esta edición del Fantoches estuviera dedicada al papel de la mujer en la literatura de género negro, y tampoco que contara con paneles sobre el subgénero domestic noir, presentaciones de libros, lecturas que abordaron el tema de la violencia contra la mujer, así como la proyección de películas, tanto clásicas como recientes, de lo que se conoce como cine negro.
“Me siento un poco abrumada”, comentó al Portal del Arte Joven Cubano. “Yo no tengo libros publicados. Es mi primera experiencia en este sentido, y por eso me resulta un poco abrumadora. Pero estoy muy contenta, muy feliz. Lo veo también como un desafío, porque me empiezo a tomar un poco más en serio a mí misma, y eso es un acto de fe necesario para seguir trabajando”.
Por razones nunca conocidas, pero fácilmente deducibles, eventos de este tipo suelen recibir la indiferencia de algunos medios culturales del país. Sin embargo, el Portal… fue testigo tanto del Encuentro como de la premiación. Así que nos acercamos a conversar con la autora argentina para realizarle la primera de las muchas entrevistas que enfrentará en su prometedora, y quizás extensa y exitosa, carrera literaria.
PAJC: ¿Cómo llega a Fantoches el libro “Los perros que perdimos”?
LB: Este libro llega a Fantohces sin que yo me animara a enviarlo. Tenía que sentarme a corregir, hacer una cantidad de cosas. Entonces no podía, y estaba dilatándolo, pero mi compañero me decía: tenés que mandarlo, tenés que mandarlo. Bueno, sí, no sé, después vemos, le contestaba. Un día me dijo que se lo mandara, porque quería ver unas cosas que no recordaba cómo eran… Y después me dijo: mirá, ya te lo mandé. Así llega a Fantoches. Yo me enteré después, así que fue toda una sorpresa. Y fue una sorpresa también haber ganado, porque no lo esperaba, realmente.
PAJC: ¿Qué te parecieron los paneles en torno al domestic noir y la violencia contra la mujer, mirándolos un poco desde el contexto argentino, donde tanto se debate en torno a la lucha feminista?
LB: Lo que pasó en Argentina con el feminismo es una cosa… Como si se hubiesen abierto dos vías paralelas: por un lado es muy interesante lo que viene pasando con el movimiento feminista, más allá de la visibilización y la conquista de derechos, el cuestinamiento de las pequeñas cosas que nosotras no veníamos percibiendo como parte de este problema tan grande que termina reventando, como si fuese pus, con la violencia física, y que tiene un montón de componentes y micromachismos que resulta necesario develar. Hay muchas cosas que nosotras como mujeres nos tenemos que replantear, y en ocasiones reproducimos actitudes machistas que van en detrimento nuestro, y por otra parte el machismo va en detrimento de los varones, quienes sufren un montón por todos estos roles y estas imposiciones que se sienten obligados a encarnar.
Por otra parte, el feminismo se montó sobre una especie de moda un poco banal, un poco superficial también, lo que hizo que actualmente se entrara en una suerte de desgaste y retroceso del movimiento. Igual, lo conseguido está, y es momento de seguir reflexionando y profundizando, pero yo tengo la sensación de que a partir de la pandemia hubo un cese en el crecimiento del movimiento, porque quedó muy expuesta la idea de que no se puede ser feminista sin ser clasista. Los conflictos de género también están atravesados por los conflictos de clase. De hecho, están subsumidos.
PAJC: ¿Te piensas dedicar al género negro? ¿O decidiste enfrentarlo como divertimento?
LB: Entré como un divertimento a la literatura en general, porque la verdad es esa. No es a lo que me dedico ni lo que a mí me da de comer. Ni siquiera en eso yo puedo meterme en una sola cosa. Me metí jugando, porque me parece una de las cosas más divertidas que puede haber. Leer me apasiona desde muy chica. La literatura es la mejor forma, o la más linda que yo encuentro, de escapar sin hacernos daño. Escapar de las cosas que agobian sin hacernos daño, y pudiendo adentrarnos en un mundo que también nos hace reflexionar sobre este. De momento me lo voy a tomar como un juego, y después iremos viendo si seguimos con el género negro o no, porque a veces una se levanta con una cosa, y al otro día, con otra.
PAJC: De las lecturas que te formaron, ¿cuáles recomendarías a los lectores cubanos?
LB: Puedo recomendar algunas lecturas que seguramente ustedes conozcan. Son clásicos para nosotros y nosotras. No voy a decir que me formaron a mí, porque capaz que me respondan que los leí con los codos, imagínate, pero… [Juan Carlos] Onetti, Juan [José] Saer, Kike Ferrari (mi compañero), Juan Mattio es un autor que a mí me gusta un montón, Ricardo Romero, Samanta Schweblin… Creo que ellos son, de esta generación media, los referentes que yo tomo. Samanta Schweblin es más internacional, no reside en Argentina, pero me parece que los relatos de ella y la forma de narrativa que encontró tienen algo nuevo, que a mí me da muchas ganas de profundizar ahí.
PAJC: ¿Tienes en desarrollo algún nuevo proyecto?
LB: Tengo una colección de relatos. Quizás me gustaría volver a trabajar en eso en una próxima oportunidad.
PAJC: ¿De qué tienes deseos de escribir?
LB: Creo que los temas no cambian, lo que cambia es la cantidad de trabajo que una le pone a este juego. Las temáticas que a mí me interesan más tienen que ver con las sensibilidades humanas, con las contradicciones también, con la oscuridad que tenemos todos, con la fragilidad. Capaz que sea por mi formación profesional: soy sicóloga. Lo que me interesa es que las historias siempre estén protagonizadas un poco por las emociones de los personajes.
PAJC: ¿Te ha ayudado tu formación a la hora de construir personajes?
LB: Tengo otras limitaciones, pero yo creo que eso es algo que ayuda. Porque se lo vi hacer a otros, en realidad: el poder reflejar qué de emociones y de pensamiento hay detrás de una conducta, detrás de lo que vemos. No es posible darlo absolutamente masticado, porque cada lector o lectora tiene su experiencia y también va a completar con lo que traiga, pero al menos dar con la punta del ovillo de por qué las cosas suceden en este mundo. Y eso está siempre atravesado por una cuestión individual, o personal, y por un factor social. Y entonces que eso aparezca sin que sea un panfleto me parece interesante, porque si no estamos hechos de eso, no estamos hechos de nada.
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