Con el cuaderno de poesía Los secretos del fuego, el joven escritor tunero Raúl Leyva Pupo fue ganador del Premio Reyna del Mar Editores, resultado dado a conocer recientemente como parte de las actividades de celebración por el aniversario 27 de esa editorial.
En diálogo con 26, el autor confesó que se trata de «un libro de poesía libre, por la corriente conversacional, con toques místicos. Su motivo es el fuego y su tema los secretos». Y añadió: «Es la primera vez que envío al concurso. Doy gracias a Dios porque las obras de mis manos están siendo bendecidas».
El certamen, auspiciado por la Asociación Hermanos Saíz (AHS) y el Centro Provincial del Libro y la Literatura en Cienfuegos, contó como jurado con los escritores Kryster Álvarez, Atilio Caballero Menéndez y Juan Edilberto Sosa Torres, este último ganador de la edición anterior. En la lid -además- obtuvo mención el matancero Brian Pablo González Lleonart.
Los secretos del fuego será publicado por Reyna del Mar Editores y, en la próxima edición en que se convoque en el género poesía, Raúl Leyva formará parte del jurado, según consta en la convocatoria. En el cuaderno los lectores podrán encontrar poemas al estilo de este: «Poetas: Salamandras de colores gris claro o gris oscuro, que al prender algún fuego salen de donde menos te imaginas y se destrozan unas a otras, garantizando sus raciones de luz».
Pero, ¿quién es Raúl Leyva más allá de un premio? ¿Un tipo normal intentando dejar una huella? ¿Un muchacho atrapado en la telaraña de la realidad y la ficción? ¿Una joven promesa? Veamos.
OTRAS INSPIRACIONES
Conocí a Raulito como lo llaman hace más de una década, en el taller literario Guillermo Vidal, que por aquel entonces atendía el escritor (ya fallecido) Antonio Gutiérrez. Al escuchar sus creaciones, siempre tuvimos la certeza de que pronto seríamos testigo de libros suyos. Y así fue.
Un día cualquiera, en mis andares periodísticos, nos sentamos en el Patio del Cerezo, que acoge la filial tunera de la Fundación Nicolás Guillén (FNG), a conversar sobre algunos de esos «hijos de papel» y otros tópicos literarios, «paternidad» que ha llevado de la mano junto a su oficio de artista de la plástica, especialmente la caricatura.
El diálogo inició hablando sobre su primer nacimiento: El árbol de los vientos, publicado por Sed de Belleza, en el 2019. «Es un libro de sonetos, dividido en cuatro secciones, dedicado a los vientos (el viento norte, el sur, el oeste…) y sus características. El viento sur, por ejemplo, versa sobre las cosas cálidas, el fuego, los pueblos originarios… Son sonetos bastantes líricos. Podían ser referentes en ello Raúl Hernández Novás y Gastón Baquero».
Después dialogamos sobre Avenida 99, que «fue escrito a la misma vez que Cucarachas verdes«. Me contó que «Avenida 99 se puede leer como cuenti-novela, cada historia separada, aunque el conglomerado es una historia en sí, una especie de matriuska. Tiene un poco de mi vida, y la vida de mis amigos, de misticismo y realismo sucio».
En ese entonces le dije que esa novela me remitía a Guillermo Vidal y también al Maestro y Margarita, de Mijaíl Bulgákov. Alegó: «Este último será por la crítica social a través del misticismo, mientras el Guille -como me dijo un maestro de las letras de nuestra tierra- es mi padre intelectual.
«A través de él empecé a leer a Vargas Llosa, que a la vez era uno de sus referentes. Y esa mezcla ha marcado mi narrativa y es posible que lo siga haciendo en el futuro».
¿Siempre pensaste que todo giraría en torno a Ana o fue algo que fuiste construyendo sobre el camino?, le pregunté en aquella ocasión a propósito de Avenida 99. «Ana siempre fue la obsesión del personaje principal, de Anthony y de otros personajes, ese es el hilo conductor de la novela, además de la propia Avenida 99«, respondió.
Por su parte, Cucarachas verdes (que vio la luz por la editorial El Mar y la Montaña) «se trata de un cuaderno de cuentos para adultos, basado en la vida de un adolescente que entra al Servicio Militar Activo y no quiere estar ahí, sino con su familia, sus amigos, su novia… Aborda estas y otras angustias y tribulaciones».
Sobre el particular me contó que, aunque se dilató un poco su proceso de publicación, tuvo la dicha de que el tristemente fallecido maestro de las letras Eduardo Heras León le diera el visto bueno y que lograra con ese texto reconocimientos en algunos certámenes como el premio colateral que otorga la AHS en el Concurso Regino E. Boti 2018.
A esas publicaciones se les añadirá próximamente Los secretos del fuego, en versos libres. También dijo tener aprobado por la editorial Sanlope los volúmenes Casa Roja (novela en coautoría con Alexander Jiménez del Toro) y Figuras en cruz, merecedor del Premio Portus Patris.
Al preguntarle cómo logra llevar por tan buenos caminos tanto la poesía como la narrativa, respondió: «Todos tomamos de esa gran amalgama que es el universo. Dios nos ha dado el poder de crear y yo no puedo estar sin nada que hacer. Cuando dejo de crear, pienso que estoy perdiendo el tiempo. Esa página en blanco de mi vida no puede estar vacía».
¿Y la caricatura?, exploré. «La caricatura forma parte de mi modo de vida. Sigo defendiéndola e, incluso, tengo varias inéditas y he participado en algunos eventos. No la he abandonado, solo que me he imbuido un poco en la literatura porque -pienso- que si vas a hacer algo, debes hacerlo bien».
Este miembro de la AHS, del Círculo de Humoristas e Historietistas Gráficos de la Prensa en Las Tunas y fisioterapeuta de profesión, confesó: «Me gusta vivir intensamente aunque los demás no lo vean, pero también tener estados de aislamiento para crear. Cuando estoy escribiendo no me gusta que me molesten. Aunque depende mucho del estado de ánimo y el tipo de creación, porque hay cosas que puedo perfectamente escribirlas en un parque.
«La vida es mi materia prima. De ahí parten las historias. En la narrativa, a mi entender, hay que contar una buena historia, con un poquito de técnica. Lo más difícil para un escritor es organizar sus ideas, que siempre están dispersas, coger parte del universo y darle forma».
Reyva (como firma sus obras de artes plásticas), se inició como escritor alrededor de los 18 años de edad y ya ha obtenido varias menciones en el Premio Cucalambé, de décima escrita, y en otros certámenes importantes como el Calendario y los Pinos Nuevos.
Siempre le he comentado lo interesante que me resulta la simbiosis que hay en su obra entre lo contemporáneo y lo tradicional, lo real y lo filosófico. A lo que suele responder frases como esta: «No siempre estuvimos en esta época, en estos cuerpos».
Este joven me confesó que le hubiera gustado haber escrito La casa de las bellas durmientes, de Yasunari Kawabata, ganador del Premio Nobel, o El guardián entre el centeno, de J.D. Salinger.
Él, como parte del personal de la FNG en Las Tunas, ha contribuido a promocionar las obras de la editorial Sensemayá, el quehacer de Nicolás Guillén y actividades culturales relacionadas. Actualmente, por ejemplo, imparte allí -cada jueves, a las 2:00 pm- un Curso de Escritura Creativa, con el nombre del Poeta Nacional.
Raulito también tira las cartas, siente atracción por la filosofía hindú y lleva a su obra el sincretismo cultural que ha marcado a parte de su familia (un tío babalao, una tía cristiana, algunos espiritistas…). «Siempre estamos rodeado de lo real maravilloso. La literatura para mí es un medio de vencer la muerte. Para que Raúl Leyva continúe existiendo, trato de dejar una huella en la vida», concluyó.
Así volvió el joven incansable y místico, con su imagen beatleriana y su morral de ideas, a imbuirse en la bendita página en blanco, esa que siempre le augura un nuevo desafío.
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social.