«No he intentado enseñar a nadie», afirmó Jorge Oliver Medina este viernes en el espacio Encuentro con, una de las opciones de la feria Arte en La Rampa del Pabellón Cuba. El dibujante y director de cortometrajes animados ha mantenido durante varios años el programa Cuadro a Cuadro, en la televisión cubana, enfocado en difundir crÃticamente las populares pelÃculas de superhéroes y otras criaturas asociadas a los cómics.
La conducción “en el vidrio†–y la fama consiguiente– es resultado del prestigio ganado como estudioso y creador adscrito a dos artes enumeradas entre las últimas, por ser de las más jóvenes, pero entre las primeras si hablamos del consumo cultural durante buena parte del siglo XX: el cine y la historieta.
Por el dibujo de viñetas comenzó su carrera. El icono más reconocido de Oliver (“Oliâ€, asà firma) es el Capitán Plin, un extraño gato verde, con botas, espada al cinto y boina cuyas aventuras narra desde hace 35 años en varias publicaciones, entre ellas la revista para niños Zunzún. Plin es el lÃder de los afables y variopintos habitantes de la Isla del Coco, asediada constantemente por estúpidas ratas y hurones bajo el mando del capitán pirata Rui La Pestex.
«Me tocó vivir entre gente increÃble, como Juan Padrón y Tulio Raggi, y aprendà de ellos», contó sobre sus inicios en el dibujo.
A Juan Padrón lo une una relación de amistad que ha repercutido curiosamente en la obra de ambos. Jorge Oliver confiesa que el creador del emblemático personaje Elpidio Valdés vistió a Plin con lo poco que lleva, porque originalmente el gato andaba desnudo. Además, Padrón incluyó en el mundo de Elpidio a un personaje inspirado en su colega: el incansable inventor Oliverio Medina. La respuesta de Oli se llamó Juan Ratón Blanco, el historiador de la Isla del Coco (un ratón de biblioteca) y unos de los pocos roedores caracterizados como positivos en el cómic nacional.
Según Jorge Oliver lo mejor de la animación y la historieta en Cuba está por venir, pero es preciso invertir en las instituciones y los mejores dibujantes, y crear mecanismos eficaces para la distribución de los audiovisuales y libros. «Eso de que todo tiempo pasado es mejor es mentira», dijo y ponderó la preparación de las nuevas hornadas de animadores e historietistas, que en difÃciles condiciones y sin mucha visibilidad están creando.
«Me gusta trabajar con gente más joven que yo. Hoy salen de las escuelas de arte y diseño con un nivel profesional increÃble. En el Icaic, por ejemplo, tenemos dibujantes fabulosos menores de 30 años», declaró.
Para no quedarse atrás estudia las nuevas formas de crear dibujos animados, a contrapelo de los que miran con añoranza las antiguas técnicas de animación.
«Las nuevas tecnologÃas multiplican la capacidad de creación, solo hay que narrar una historia interesante. Si es buena conquistará a los infantes, y a los adultos también porque el niño que fuimos sigue ahÃ, solo se esconde para regresar cuando miramos un dibujo animado».   Â
Fotos: Henry Pérez
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