(un espectáculo del Grupo de Experimentación Escénica LA CAJA NEGRA)
Rompo las cadenas
que un día sujetaron mi voluntad/
rompo el papel
donde me escriben/
El teatro como rompe olas frente a las crisis sociales, es capaz de recuperar y preservar lo humano como necesidad. Esas crisis son material recurrente para el arte y la creación teatral en específico. ¿Cómo filtrar la crisis a través del cuerpo del actor? La violencia es un tema recurrente en las búsquedas creativas del Grupo de Experimentación Escénica LA CAJA NEGRA. Nuestros espectáculos nacen en su gran mayoría, desde la crisis provocada por el poder y su ejercicio de la violencia. Nuestro teatro se caracteriza por la proyección teatral de esa violencia social. Los cuerpos sobre la escena son un espejismo que habla del dolor y la compasión. ¿Cuánto hay de esa violencia en Ofelia? ¿Cómo se verán los cuerpos violentados desde lo teatral?
Mi cabeza en el horno
es un ejercicio de sobrevivencia
lo asumo como respuesta a los hechos
no quiero empequeñecer
no quiero rodar como una pelota sobre la arena
no quiero huir.
Ofelia también es el ejercicio de cómo construir desde la ficción, la documentación y la biografía de los actores, un tratado sobre la lucha contra la desmemoria. Cada actor o actriz que se ha involucrado con la obra ha tenido que acudir a la revisitación de circunstancias e historias particulares de sus vidas donde la memoria colectiva y particular, regulan los procedimientos de la escena. Así la escena termina siendo un pretexto para dialogar sobre la procedencia del mito de Ofelia visto desde la familia contemporánea.
¿Cuántas hojas han de caer sobre el hielo?
¿cuántas normas me persiguen?
¿cuántas voces narran este ciclo?
¿cuántas Ofelias se necesitan sobre la mesa
para cortar el rumor?
Los actores deben ponerse en el lugar donde luego se pondrán los espectadores. Debe encontrar la veracidad del proceso en los elementos que ellos expondrán en la puesta. Fotografías, ropa, elementos escenográficos, música, un sinfín de materiales que aparecen después del texto y que terminan a la larga, poniendo al espectador frente a problemáticas que pueden subvertir sus criterios.
Ofelia es un mito, una invención existencialista donde todo se acerca a su fin. Ofelia tropieza ante la resistencia que ella misma origina. Su lenguaje, su forma de vida, es una mentira con la que se desplazan los actores creando y desconstruyendo el mito familiar. Ofelia se reinterpreta a sí misma, los actores se reinterpretan a sí mismo. Ellos modifican el sentido de los hechos y su permanencia en el tiempo. Esa idealización de su personalidad es una razón para su autocastigo. Ofelia es un símbolo de identificación, un ritual donde el colectivo realiza su coronación floral. Es una mujer convertida en objeto simbólico que asume la imagen de dependencia, dada por la autoridad social.
Una niña ve en los girasoles
y margaritas secas
un acto de belleza/ ella
no sabe
que las flores
han sido víctima
del poder/ ella
asume que la familia
debe parecer ese campo marchito/ella
asume
que a pesar del poder
que posee el padre
las flores deben
dominar el jardín/
Ofelia, el personaje, representa a toda la Modernidad. Ofelia, la historia particular de cada actuante, representa la memoria familiar, la memoria colectiva. Se trata de una suicida con la que la modernidad y luego nosotros, encontramos una suerte de heroína. Una especie de Juana de Arco dando lugar a la exaltación del pensamiento conciliador. Si Juana de Arco encarna históricamente el rigor y el compromiso de lucha ante la historia; Ofelia desarrolla un ejercicio de no crueldad, un rito sobre la pérdida y la paz.
En nuestra historia, Ofelia es la muerte de la palabra como pacto social. Ofelia no determina su linealidad, su contradicción es la mirada que hacen los actores desde el presente, desde el futuro de cada Ofelia. Desde ahí, nuestra falsa suicida, es una negación que desmantela a la autoridad.
En la boca del estómago
me crecen flores silvestres
allí hay libertad/ pienso/
nada que no sea libre
puede nacer en la roca/
Frente al espectador, Ofelia es un rostro de mil voces cantando en la densidad de la noche. Los actores hurgar en su árbol genealógico y encuentran su herencia trágica. Sale entonces una partitura adyacente a la construcción ficcional que posee el texto dramático. Ellos encuentran en ambas historias las voces que se oponen a la normalización del poder patriarcal. ¿Cómo te afecta tu herencia trágica? ¿Cómo luchas contra ella? ¿Por qué el espectador necesita escuchar tu historia?
El lenguaje escénico hace referencia o conexión formal con el sentido de la estética del performance (o de búsquedas semejantes) como praxis de lo real. El espectáculo a través de los binomios espacio-tempo y el actor-personaje, introduce las siguientes líneas de acción: el actor y su Ofelia familiar, el actor y la Ofelia del texto, el actor y las Ofelias de los otros actores, el actor y las distintas biografías y materiales escénicos, el actor y el público.
Los actores se desplazan entre el espacio de la memoria, las locaciones de la obra y el escenario como un espacio teatral del que se está consiente. Ofelia es una visión sobre una textualidad atravesada por la oscuridad y la violencia al que han sido sometidos los cuerpos femeninos a través de la historia. Así se busca re-simbolizar los conceptos, métodos y conductas que rigen la resistencia de los cuerpos femeninos frente al patriarcado.
Un aspecto valioso es “la mirada”. Una acción que busca observar más que simplemente ver. Los actores buscan una conexión con el espectador a través de la mirada, en la cual encuentran material emotivo para la puesta. Este es parte del concepto que se experimenta desde el primer momento en que llega el público, allí yace el espejo. Quien viene a juzgar y ser observador debe lidiar con que sobre el escenario hay alguien que lo observa y que lo descubre, pero que no lo juzga. La implicación política de esta acción está presente durante todo el espectáculo; el actor no deja de buscar el contacto visual. No deja de implicarse con el otro.
Nuestra Ofelia, la del GEE LA CAJA NEGRA, es la historia de una mujer que encontró su propósito tras renunciar a los símbolos del patriarcado. Hija de todos y madres de todos, Ofelia representa la toma del poder por las mujeres en distintos contextos a través del devenir de la historia. Tras crecer en un convento como huérfana, fue adoptada por una familia de burgueses, con los cuales aprendió el alcance del poder patriarcal. Ofelia renunció a una vida de lujos para luchar por sus sueños y su libertad. Atraviesa distintos parajes y circunstancias para conquistarlos y hacer de su voz un grito de guerra después del lamento. Su conexión con el río Avon provoca que su cuerpo entre las aguas, simbolicen la rebelión contra el poder patriarcal en la nación de Dinamarca.
Yo soy Ofelia
la mujer que nació sin vientre
y recorre los parques de esta ciudad
en busca de su merecido/
cada árbol
cada piedra
sirven para colorear
mi historia/ soy la madre
llena de cigarros y alcohol
la madre sobre la mesa
llena de semen y talco
la madre en el altar
donde el poder miente/
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