Abres Facebook y descubres que la prestigiosa cantante Shakira, despechada, va a una peña de trova en Las Tunas. En otra foto aparece un camión de carga donde se puede leer, en su carrocería, la invitación a ese espacio donde se presenta con regularidad el joven trovador Jesús Pérez Cecilia. La primera vez que lo escuché daba un concierto vía Telegram, en plena pandemia. Luego coincidimos en Camagüey, en el la sede de la Asociación Hermanos Saíz, y no tardé mucho en percatarme que aquel muchacho con guitarra es una de las voces más interesantes de su generación.
La música es algo que está conmigo desde niño, bueno, el arte en general. Siempre cantaba, actuaba, recitaba poesía. Tuve mi primera guitarra desde esas edades, pero no sabía tocarla, de hecho, me refugié en ella cuando estaba en el servicio militar. Con dos o tres acordes que me sabía comienzo a hacer canciones y al ver que a mis amigos y compañeros de la unidad le gustaban, al ver que la música alivia las tempestades del alma, me di cuenta que las canciones pueden salvar al mundo. Eso es algo que la vida me confirma todos los días.
Jesús estudió actuación en la Escuela Provincial de Arte “Manuel Muñoz Cedeño”, en Granma, y aunque afirma no ser buen actor, su interacción con el público y su proyección escénica lo delatan.
Estudiar esa carrera me abrió las puertas al mundo del arte y probablemente a una visión particular acerca de las cosas. A la semana de graduarme llegó la citación para el servicio militar y al cabo de un año y unos meses comenzaron a llegar las canciones. Al principio no me planteaba escoger entre la música y el teatro, pero la vida me puso en un punto en el que no puede escapar de lo que realmente me hace feliz: cantar.
El proceso creativo de los trovadores es super curioso. Se de algunos que para componer se encierran en su habitación y salen al otro día, despeinados y hambrientos. Otros se van al bar, piden un trago, y entre el bullicio de la gente y el sonido de las copas escriben.
No tengo un algoritmo, me gusta respetar el tiempo de la inspiración, sobre todo porque las canciones siempre llegan de forma inesperada y esa sensación es infinitamente hermosa. A veces llega la música primero, en otras ocasiones es la letra o simplemente un verso que germina. También ha pasado que tengo una melodía dando vueltas en mi cabeza. Curiosamente, caminar es algo que hace que las musas bajen, incluso con mucha claridad, o sea, que he logrado canciones enteras mientras camino.
El amanecer más entretenido de mí teléfono es cuando me conecto a las redes sociales y aparecen las ingeniosas promociones de su peña Luna Creciente. Desde una una escena de película, hasta los memes mas divertidos que invitan al público a asistir.
Pienso que el arte debe llegar a las personas, o sea, que no debe quedarse en los artistas y la intelectualidad. Entonces el tema de la promoción siempre es algo a lo que le doy mucho valor, porque creo que el hecho de que la trova no sea tan seguida por las masas, se debe, en gran medida, a que hoy en día todas las plataformas promocionan los mismos géneros y los mismos artistas. Yo no tengo nada en contra de eso, pero creo que podrían ser más equitativos. En esa búsqueda de la visibilidad, se me ocurrió hacer una promoción a modo de broma para establecer un gancho y resulta que funcionó a tal punto que hasta hoy sigo inventando memes, chistes, crónicas o imágenes graciosas para la promoción de mi peña. Lo mejor de todo es que ya he tenido resultados, no solo porque las personas se divierten a través de las redes sociales, sino porque el público que asiste a Luna Creciente ha crecido de manera considerable.
En diciembre de 2022 estuvo en Báguanos, participando del evento Del Verso y de la Miel. Su música fue aplaudida en las comunidades y dentro de los centrales azucareros. Allí obtuvo el premio El Árbol que Silba y Canta, un concurso que desde el año 2000 organiza la célula de la AHS en el territorio para premiar las cualidades generales de un trovador.
Mira, conozco ese concurso desde que leí un cancionero que publicó Ediciones La Luz del trovador Manuel Leandro y siempre quise participar, pero no tenía las coordenadas. Un día una amiga me envió la convocatoria y me animó a que participara, cosa que le agradezco mucho, porque fue una experiencia muy bonita. No solo por haber obtenido el premio, sino por la misma naturaleza del evento. El hecho de que en un concurso de música se cuide y se respete la obra personal de los trovadores y que se desarrollen espacios para que esas canciones lleguen los trabajadores de la industria azucarera, es sin dudas algo admirable.
Con frecuencia en las fotos, junto al trovador, aparece Eva Luna: una niña hermosa y con unos ojos que saltan de la pantalla con la misma esencia de la música.
Eva Luna es mi vida. Soy un padre joven. Eso ha traído cosas positivas y otras que no lo son tanto. Pero Luna es mi faro, mi momento feliz, la fuente de muchas canciones. Es una niña muy inteligente. Nos parecemos mucho y tenemos buena comunicación. Ella también me ha acompañado en mis peñas, ha leído poesía, ha bailado y hasta me ha ayudado con mis promociones. Ser padre es algo que vas aprendiendo todos los días, como ser trovador, pero la magia está en el viaje.
Además de lidiar con las musas propias, Pérez Cecilia ayuda a otros a lidiar con las suyas desde su responsabilidad como vicepresidente en la AHS tunera.
¡Uf! Es complicado, ahora le dedico mucho tiempo a apoyar la creación y el trabajo de los asociados. Eso es algo que le roba tiempo para mí trabajo, pero hasta ahora todo marcha bien. El problema es que yo soy muy perfeccionista en lo que hago y me gusta sacar de las cosas lo mejor, me gusta ser justo y transparente, en mis funciones como vicepresidente y en mi trabajo como trovador.
Los difíciles años de la pandemia generaron nuevas alternativas para los artistas. Telegram y sus efectivos chats de voz permitieron que muchos trasladaran hacia allí sus presentaciones. El público fue cada vez mayor y diverso. Podías estar haciendo las labores hogareñas y a la vez escuchar, y hasta participar, en un concierto que se hacía en vivo desde cualquier latitud geográfica.
Telegram llegó gracias a mis amigos. Inicialmente fue por un Café Literario junto a ellos, luego comencé a hacer conciertos con algunos invitados y un día me atreví a escribirle a Yeni Turiño para hacer juntos una presentación, y me dijo que sí. Esa etapa trajo buenos frutos, tanto que Yeni me propuso hacer una peña entre los dos, aprovechando las facilidades de los chats de voz. Esa vía ha resultado ser efectiva, a tal punto que aún la utilizamos con frecuencia. Nos mantiene activos y hemos podido compartir con artistas de varios partes de Cuba.
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