Realizar cine es una osadía y más cuando se hace por primera vez. Al ímpetu inicial –luego de ver presentada la obra– le siguen más preguntas que las posibles inquietudes que se intentaron dilucidar, porque en el cine pueden ser más necesarias las interrogantes que las certezas.
El XV Festival Nacional del Audiovisual Por Primera Vez, realizado en Holguín del 22 al 25 de febrero, se reafirmó en esta edición como una cita necesaria cada año, incluso imprescindible en el sistema de eventos de la provincia. Entre otras cuestiones por la necesidad de interacción entre los jóvenes participantes de diversas provincias del país, por los talleres y paneles que demostraron ser herramientas no solo teóricas sino abiertas hacia lo práctico, por la vinculación docente con la Facultad de los Medios de la Comunicación Audiovisual (Famca) de Universidad de las Artes (Isa) en Holguín; y por permitirnos de alguna manera cartografiar, a través de las obras en concurso y la muestra paralela, la realización joven en el país.
El Por Primera Vez convoca a óperas primas y este año participaron alrededor de 30 materiales (ficción, documentales y animación) optando por un Gran Premio y tres menciones; lo que nos habla de 30 noveles directores en crecimiento, muchos de ellos, la mayoría, estudiantes; voces que empiezan, con mayor o menor desenvolvimiento, a decir, sin prejuicios, lo que desean, lo que los inquieta, y hacia dónde quieren dirigir sus pasos. Además de las óperas primas, que son las que concursan, la curaduría del certamen permitió al público apreciar otras producciones, las segundas o terceras creaciones de estos noveles autores, que marcan líneas de interés, de búsquedas, y nos posibilitan apreciar los caminos que se intentan recorrer.
Visionar las obras en concurso, esta vez como jurado, junto a la directora y productora Rosa María Rodríguez, el montador, post-productor y profesor Enmanuel Peña, no en la sala de proyecciones, sino volviendo pausadamente a un material y otro, valorando detalles, regresando sobre particularidades y haciéndonos varias preguntas, nos permitió realizar ese ejercicio crítico que es la selección de finalistas y la entrega del Gran Premio y las menciones. Así resaltó el corto Artificial, de la camagüeyana Brenda Ramírez Díaz, por condensar en apenas un minuto una historia con varias capas y riesgos, que nos ofrece más de una interrogante, logrando atractivamente un contexto enrarecido, cercano a la distopía y a lo post-apocalíptico, y mostrando una visión contemporánea y peculiar, donde las búsquedas suelen ser punto de partida de futuras producciones, y para apoyar precisamente una próxima obra. Brenda es autora, además, de Just Delicious, que también llamó nuestra atención.
Muchos de los materiales tienen los tanteos y búsquedas del estudiante de primer año de Famca y fueron realizados como parte del plan de estudios y el sistema de evaluaciones. Encontramos obras con guiones que apenas rozan lo anecdótico, lo epidérmico, con ausencia de referentes y desniveles en la dirección, la fotografía o la actuación –subrayando que la mayoría de los actores no se dedican a ello–, lo cual, de alguna manera es algo habitual en materiales que corren el riesgo de la primera vez; y también trabajos interesantes en varios aspectos como el corto Solos, de Heidi Calderón, ganador de la Mención en Animación, por reflexionar, a través de un lenguaje sencillo y minimalista, con ingenio y perspicacia, desde las posibilidades del stop motion –no siempre fáciles de lograr– sobre temas como el encierro y la libertad, vinculados al contexto de la pandemia de Covid-19; Opibabo, testimonio de un río, dirigido por Gerardo Perdomo, Mención en Documental, que demostró ser una obra que, más allá de reflejar una compleja situación de nuestra cotidianidad como la contaminación medioambiental, realiza búsquedas artísticas que exploran, con originalidad y desde las posibilidades del mito y lo ficcional, a través de la hibridad con elemento de la ficción; y el corto Praná Já, de Argel Ernesto González Álvarez, que recibió Mención en Ficción y en el que el encierro y el exterior, el rompimiento de la cuarentena y la Covid-19 –temas que, de una u otra manera, nos han marcado a todos en los últimos años– son puntos de partida para tomar riesgos y utilizar diferentes estrategias artísticas y ficcionales, y técnicas en el logro de esta obra.
Las relaciones familiares engloban, de una manera u otra, las obras: el padre ausente, los trastornos psicológicos que marcan el resto de la vida, la culpa por accidentes ocurridos, incluso la Covid-19 y su repercusión está vista desde lo social, pero también desde lo familiar y lo personal. Entre las obras podemos destacar, además: Esquema, corto de Neftalí Pupo, en la muestra paralela; Metaversus, de Heidi Calderón; A Camagüey, mi globo rojo, de Marianne Portuondo; Reminiscencia, de Rosse Suárez Fagales, y Escenas silvestres, de Reynaldo Aguilera; materiales estos, como los premiados, que nos hacen apostar siempre por el cine joven y porque en Holguín se siga realizando el Festival Nacional del Audiovisual Por Primera Vez.
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