Cuando Luis Emilio trata un tema que domina o sobre el que ya tiene conclusiones sedimentadas, solo necesita sentarse a escribir. «Se hilvanan las ideas y se procura la belleza, que suele ser un resultado de la claridad de las ideas mismas, sin adornos», dice. Pero esta vez, el ejercicio es más complejo, «por la densidad de los procesos históricos que se abordan».
El sociólogo Luis Emilio analiza escritos e intervenciones del Che, actas, reuniones, testimonios… También revisa la prensa interna del Ministerio de Industrias y otros documentos y publicaciones periódicas de los años 60 del siglo pasado. Combina la información recopilada con «determinadas claridades teóricas (viejas o nuevas) y una alta dosis de intuición y honestidad», aclara.
Todo el proceso investigativo debe concluir en un texto titulado La ideología revolucionaria en el trabajo. Una mirada desde el sector industrial (1961-1965). Lo que desconoce Luis Emilio Aybar Toledo es que unos meses después recibiría el Premio Calendario 2023, en la categoría de Ensayo, por esta obra.
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Para el actual director del Instituto Cubano de Investigación Cultural (ICIC) Juan Marinello, el Calendario constituye uno de los principales concursos para jóvenes artistas e intelectuales del país. Él se decidió a participar, sobre todo, por la posibilidad que brinda en la publicación de un libro.
En cuanto a la selección de la temática, el joven asegura que la investigación marxista en Cuba necesita investigaciones más profundas acerca de las concreciones de la ideología revolucionaria en el comportamiento social, más aún en «uno de sus campos privilegiados, aunque a menudo relegado: el trabajo».
«Esto exige ampliar el foco desde los líderes, su pensamiento y su discurso, hacia la totalidad social, única forma de dimensionar el impacto de las ideas y explicar su evolución en el ambiente histórico. Fue así como llegamos —afirma Luis Emilio— al estudio de esta singular experiencia colectiva, la del Ministerio de Industrias de Cuba».
A él le resultó gratificante el trabajo con especialistas que laboraron en aquellos años en el sector, protagonistas de ese tiempo fundacional y que han vivido las sucesivas etapas de la Revolución de modo activo. Desde luego, Aybar Toledo deja claro que esas personas tienen mucho que decir y siempre serán fuente de inspiración.
Asimismo, declara que la escritura para él no es una motivación en sí misma, sino que es consecuencia de sus certezas éticas y políticas. «Me siento parte de la humanidad, que se concreta en mi país y su pueblo, con su historia, su modo de ser y sus anhelos.
«No me considero un escritor, sino más bien alguien que desea ser útil, y para ello realiza una serie de actividades, entre las que pueden estar el trabajo en las comunidades, la formación política, la investigación y la escritura. Por ello lo mismo puedes encontrarme en un evento científico que ayudando a organizar una cola», explica.
La obra literaria que más admira Luis Emilio es El capital, de Carlos Marx. Al mismo tiempo, considera que nuestros principales ensayistas han sido José Martí y Fidel Castro, capaces de realizar las mejores disecciones de la historia cubana mientras pronunciaban un discurso. Parafraseando al Maestro, «el mejor ensayo —asegura— es aquel del que se apoderan las masas».
Por otra parte, también reconoce en él la influencia de Fernando Martínez Heredia. De este bebió mientras era investigador del ICIC. «Dominaba muy bien el arte de aguzar el intelecto y provocar la mística, no solo por lo que decía, sino por cómo lo escribía». También confiesa estar mediado por el decir del Che, de quien ha leído mucho.
A la hora de clasificar su ensayo reconocido en el Calendario 2023, el autor aclara que es un resultado de investigación que no esconde su toma de partido. «De ahí proviene su único valor literario: traslucir la belleza de la Revolución».
En cambio, el jurado del certamen destacó su rigor investigativo, un lenguaje fluido y un notable valor para el estudio de la ideología del proceso revolucionario cubano.
Para este miembro de la Asociación Hermanos Saíz, la organización es un espacio de militancia. «Quisiera no solo ser beneficiado por ella, sino aportarle todo lo posible. Eso he intentado desde que entré. El apoyo a la creación individual solo existe por el desarrollo de este espacio colectivo, lugar de encuentro, forma de cohesión y organización de gente con ganas de hacer.
«La AHS ha contribuido mucho a que la sociedad y la institucionalidad conozcan y entiendan lo que somos, desde nuestra diversidad. Ya me queda poco entre sus filas; sin embargo, siempre me sentiré parte de ella, me pondré a su servicio. Gracias a la AHS, me quedaré joven», añade.
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Para Luis Emilio Aybar Toledo, a veces solo es cuestión de sentarse a redactar para que nazca un ensayo. Mas, en el caso de su obra premiada, el ejercicio fue más complejo. «Era poner sobre el papel lo que se había descubierto, pero ello solo podía ser develado por el acto mismo de escribir. Solo cuando puse el punto final, concluyó la búsqueda de lo nuevo».
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