Una escritura que eche a andar la máquina de pensar

Rebeca Torres Serrano es, para mí, una voz tranquila, casi siempre pausada, a través del WhatsApp. Una voz con poesía. Una poesía que florece como un brote tímido. Una poesía que escalda cuerpos. Aunque nunca nos hemos visto cara a cara, me basta con el hecho de conocer su voz, que es conocer una parte (íntima, raigal) de su canto como poeta. Escuchémoslo.

¿Cuándo decidiste que la literatura sería tu camino? ¿Por qué elegiste ese vínculo de comunicación con el otro?

La literatura me acompaña desde pequeña, aunque no como una constante. Mis padres me compraban libros en la Feria, recuerdo con mucho cariño Pipa medias largas. Fue uno de los primeros libros que llegaron a mis manos. Era una edición preciosa con ilustraciones; aún persisten en mi memoria aquellas imágenes de Pipa con el mono o aquellas otras de cuando fue al circo. Otro de los libros que me marcaron mucho y que me encanta, es precisamente una edición ilustrada –preciosa– de Akeké y la jutía. Tuve una niñez feliz rodeada de libros. La literatura me ha acompañado en distintos momentos y la he vivido de acuerdo a mis contextos. Siempre ha estado ahí. Sin embargo, no fue hasta hace relativamente poco tiempo, unos tres o cuatro años, que decidí reciprocar a la literatura, ser parte de ella como lo ha sido ella de mí. Es por ello que he procurado dedicarme a la escritura y al estudio literario con toda la seriedad y responsabilidad creativa que conllevan.

Creo, además, que la literatura es uno de los vínculos de comunicación más poderosos y hermosos que existen. El escritor crea, pero el diálogo que se establece entre lo escrito y el público es mágico. Hay tantas maneras de recibir una obra literaria como hay personas en este mundo. Cada cual la recibe desde su subjetividad, le concede un valor, la vive de manera diferente. Es muy interesante vivenciar toda esa maravilla en la que intervienen tantas subjetividades, la propia y los rejuegos de los contextos.

Entre el momento en que el artista descubre el llamado de la vocación y el que decide dedicar su vida al oficio creativo puede transcurrir un buen tiempo. ¿Sucedió así en tu caso?

He sido una mujer muy tímida e insegura, características de mi personalidad en las que he trabajado desde adolescente y que me llevaron a un retardo de mi proceso creativo y posterior “salida del closet literario”. La vocación siempre ha estado ahí, pero la concientización de capacidades y posterior trabajo en pos de aprender, escribir, compartir mi obra, pues es relativamente joven. Ahora es cuando realmente siento que he alcanzado una madurez en mi pensamiento que me permite llevar esta vocación a la praxis, auto percibirme como escritora y serlo.

¿Cuáles son tus principales influencias creativas?

Como con el cine, en la literatura conecto con casi todo lo que leo. Me mueve la literatura escrita por mujeres de cualquier época. Me interesa una escritura que eche a andar la máquina de pensar, que lleve al lector a introspectar, a salir de su zona de confort, muchas veces sin darse cuenta.

¿Qué te mueve a escribir? ¿Qué, en el mundo real, te sirve de material para alimentar la ficción?

Escribo a base de emociones, propias y de quienes me rodean; y lo que me rodea, no solo en espacio físico, sino en cualquier tipo de espacio. Soy muy sensorial. Además, escribo a base de lo que genera la recepción de estímulos, sobre todo visuales y sonoros. Todo lo que me rodea es nutriente para la ficción. Me encanta llegar a un punto donde siento que estoy viviendo miles de experiencias a través de lo que escribo y que posteriormente otras personas lo vivirán de otras tantas formas.

¿Cómo definirías tu estilo?

Creo que todavía no podría definir mi estilo, al menos no teóricamente. Sí puedo decir que me fascina salirme de lo convencional, ser muy yo en el proceso de meterme en otras pieles para contar sus historias.

Y tu proceso creativo, ¿cómo transcurre?

Todo el tiempo estoy creando, porque me ocurre que, de cada experiencia, sale algo que luego me ayuda a recrear lo vivido, a escribir narrativa o poesía. Muchas veces voy por la calle o estoy en cualquier lugar y algo llama mi atención, anoto algunas líneas o grabo un audio y luego en casa pues escribo, para luego pulir y tener ya un resultado. También es importante no dejar de lado la organización del proceso, que este sea coherente y consecuente. 

¿Cuál es el lugar que ocupa el escritor en el mundo contemporáneo y, sobre todo, en la Cuba actual?

El análisis del lugar que ocupa el escritor en la contemporaneidad es multifactorial: el escritor es esa persona que desde su oficio contribuye al crecimiento profesional y espiritual de sus lectores. Esto sucede desde la escritura de cualquier género, pues el escritor es comunicador, es desarrollador de un tipo de pensamiento. El escritor es un influencer —utilizando un término de moda en el presente–, que connota la realidad desde el inicio de los tiempos. Hablo de los filósofos, devenidos escritores que tenían escuelas de pensamiento y discípulos que promovían sus enseñanzas y que poseían un gran impacto en la conciencia colectiva. El escritor es todo eso, y su rol es innegable para el desarrollo de la sociedad. Cuba no es la excepción. Tal vez por ello, la figura del artista, del intelectual, del escritor, sea tan polémica. Hay una conciencia del poder de la palabra.  

¿Qué tipo de colaboraciones con otros artistas te interesarían en tu vida creativa?

El enfoque colaborativo tiene un rol preponderante en mi vida personal y profesional. La construcción colectiva me apasiona y me gustaría muchísimo colaborar en cualquier tipo de proyecto escritural, visual, experimental, investigativo con cualquier colega o comunidad que así lo desee.   

 Un escritor es siempre un analista de su tiempo, ¿hasta qué punto lo real es importante en tu obra?

Definitivamente lo es. En mi caso, parto de lo real para luego viajar a lo imaginario. Me interesa contribuir a través de mi escritura a la reflexión y a la acción social. Me interesa que las personas no solo disfruten su lectura, sino que esta los lleve al cuestionamiento y a la reflexión.

Como traductora e intérprete de diversas lenguas, sabes que la palabra es el vehículo esencial para conectar con la realidad de los otros. ¿Cuánto valor otorgas a la traducción dentro del mundo literario? ¿Qué traductores te sirven de referente?

La traducción es vital en cualquier contexto y el mundo literario no es la excepción. Sin el traductor no sería posible que personas de orígenes geográficos y culturales diferentes pudiesen conocer unos de otros, o comunicarse a través de la literatura. Es esta otra profesión cuyo origen radica en la antigüedad y ha sido, es y será necesaria para establecer vínculos interculturales. Hay muchísimos escritores devenidos traductores y viceversa, dignos de toda mi admiración. Quisiera rendir homenaje a uno en particular, hijo de mi tierra holguinera: el profesor, escritor, traductor y editor Manuel García Verdecia. Él es un vivo ejemplo de eso que hace del traductor una figura tan importante en la promoción de la literatura de otras lenguas y culturas para contribuir al desarrollo literario y cultural de su tierra.     

¿Por qué eliges la poesía como vehículo de comunicación de las ideas? ¿Qué otorga la poesía al discurso que otras formas de creación literaria no llegan a alcanzar?

La poesía es la traducción de emociones, y además es una vía de establecer conexión directa con las emociones de los demás. Es llegar al otro sin pedir permiso, llegar con profundidad en cuestiones de segundos. En la poesía la palabra evoca, extrapola, desencadena y te da una gran libertad para hacer todo esto, porque simplemente quien la lee o la escucha la hace suya.

Provienes de una ciudad de grandes poetas, Holguín. ¿Ejerce en ti alguna presión el hecho de saber que perteneces a un espacio geográfico que ha dado tan buenos creadores?

Hasta este preciso instante no (es broma). Holguín tiene una miríada de excelentes poetas que han sido y son inspiración para mi obra. En mí prevalece una gran admiración por mis queridos poetas holguineros y me honra muchísimo su impronta.   

Háblame de tu poemario Corte angosto, ganador del Premio Nuevas Voces de la Poesía Cubana. ¿Qué temas lo transversalizan, lo contienen, le dan forma?

Corte Angosto es un poemario sobre la mujer. La mujer desde enfoques diferentes, inspirado en muchas mujeres y en la huella que han dejado en mí. Mujeres que me habitan o que yo he habitado.

¿Existe algún género que no te interesa o que no te atreverías a abordar?

Me gustaría incursionar en todos los géneros, y es esa una de las razones principales para unirme al Laboratorio de Escrituras “Encrucijadas”, que es una gran escuela de pensamiento, donde he encontrado una comunidad de gente talentosa y muy humana. Y pues he aprendido muchísimo y sé que el aprendizaje será continuo.

Siempre he sido atrevida, me gusta lanzarme de cabeza a la piscina, aunque no sepa si tiene agua. Creo que atreverse es de los mejores métodos de aprendizaje que existen.  

¿Cuáles son las principales ventajas que el mundo contemporáneo le puede ofrecer a un artista, y cuáles los principales hándicaps?

Las ventajas, creo, que vienen de la mano del acceso a diferentes herramientas de trabajo, la visibilidad, los espacios virtuales. Los inconvenientes pueden estar un poco en explotar las posibilidades reales para poder vivir de lo que haces.   

¿Cuáles son los beneficios puntuales que un premio puede otorgarle a un autor novel como tú? ¿Son los premios parteaguas en la vida de un autor?

Los premios le otorgan visibilidad a autores noveles, como es mi caso. También pueden conceder motivación para continuar el camino o validación en algunos casos. Un premio honra la labor de un creador, pero tampoco es la máxima por la que se debe trabajar. Sí pienso que tienen un gran impacto en la vida de cualquier autor, no solo uno novel.

Ganar el Premio Nuevas Voces de la Poesía Cubana ha sido una experiencia hermosísima por muchas razones, entre ellas la oportunidad de compartir lo que escribo, de que llegue a la gente. También porque el premio es la continuidad de la hermosa labor de Joaquín Osorio como promotor cultural. La entrega ocurrió en Ediciones La Luz, que es un lugar mágico con un equipo de trabajo maravilloso (y me quedo corta). Tuvo además jurado de lujo de poetas holguineros. Fue todo un sueño, uno completamente inesperado, porque todo es tan nuevo para mí que por mi cabeza no pasó que pudiera ganar.  

En tu vida como artista, ¿existe algún momento significativo que haya marcado un antes o un después?

Hay dos momentos: participar en el programa Mentoras Creativas para mujeres en las industrias creativas, fui Mentee en el año 2021, y eso me dio muchísimas herramientas de trabajo, sobre todo para auto percibirme como artista, como escritora. Definitivamente este premio es otro instante significativo, porque me ha llenado de alegría, me ha acercado a gente talentosa y buena.

Más allá de la página en blanco, ¿quién es Rebeca?

Rebeca es una escritora, una mujer sentipensante, de mente inquieta, que siempre está creando. Es una mujer que cree en el mejoramiento humano y que todo lo hace con mucho amor. Es una profesora que adora a sus estudiantes y que le gusta retarlos para que crezcan. Es una cubana, una holguinera que ama su tierra y que le encantaría que se aprovecharan todas sus potencialidades para su desarrollo. Rebeca es una mujer que ama a su familia y que a veces es demasiado sensible.

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