El joven cineasta guantanamero Daniel Ross Diéguez (Darode) lo ha vuelto a hacer. Con su genio en inventiva filmó el primer largometraje de ficción hecho en Guantánamo: La Espera (The Wait), una pieza que tuvo su lanzamiento en el Festival Latino e Iberoamericano de Yale en Estados Unidos, el pasado mes de noviembre.
Se trata de la primera película en la que los actores, la banda sonora y las historias son de la provincia. A propósito del venidero estreno, se dialogó con el realizador quien funge de director y guionista. Un todoterreno.
“La espera la planifiqué, desde el guion, para hacerla con Regino Rodríguez Boti y el artista de la plástica Ramón Moya, porque son los personajes que quise; solo les incorporé circunstancias opuestas a las que viven normalmente. Trabajé con personas que no son actores en busca de la naturalidad y también porque a partir de su realidad puedo construir lo que quiero. Tampoco deseaba condicionar el tono en los diálogos. Necesitaba algo más reposado y autóctono.
“Como proyecto desde el inicio estuvo sujeto a cambios. Muchos amigos se comprometieron a participar. Hay un personaje que interpreta el rapero Sandy David González (Solda2 Razo) que lo iba a grabar un contemporáneo con Regino, pero no pudo, entonces Sandy aceptó y asumió el rol de un trabajador civil de la Frontera, quien intentará salvar del suicidio al protagonista.
“La película aborda la vida de Regino, quien enviudó y que no se resiste a vivir sin su esposa. Como parte de sus rutinas tiende el vestido de la esposa en la cama esperando su retorno en un gesto milagroso. Está traumado pero lucha contra la depresión y la posibilidad de perder los recuerdos de la amada; constantemente anda tras la salvación de su existencia solitaria y llena de dolor. Ello en ocasiones lo lleva a considerar el suicidio”, comenta Darode.
La película, según Ross, transcurre en la finca El cuero, en los límites de la base naval de Guantánamo, allí el personaje es sorprendido a cada instante por la explosión que causan quienes intentan irse del país, pero que a su vez, dejan de forma simbólica frente a la puerta de Regino los zapatos y demás pertenencias que se acumulan sobre el tejado de la vivienda.
Importante rol desempeña Ramón Moya, una suerte de consejero espiritual que acompaña al protagónico con terapias de yoga y le entretiene.
“Entre el susto, la risa, el dolor y la depresión se moverá el relato cuyo ambiente se enriquece con las maquetas de fósforos del artista plástico Geny Jarrosay, y los retratos que realicé en tiempos de la COVID.
“La banda sonora se funde con la narrativa de la película. Los solos de violín de Sarbelio Matos, el tres y la voz del ya fallecido Omar Asín, y el caverchelo de Pedro Caverdós, marcan momentos claves. La nostalgia llega a través de la música del trovador Josué Oliva, quien da voz al silencio del personaje. También uso la sonoridad de grupos tradicionales como sugerencia de la flautista Grettel Pozo. Todas las piezas son del Guaso”.
Igualmente colaboraron en el filme el destacado director de teatro dramático Amaranto Pérez Ramos, y en la producción el bailarín Yoel González, este último cedió, junto a Otro David Fernández Babastro, el tema principal de la película que se repite en varios instantes del audiovisual.
“La película es mi aporte al cine independiente cubano –afirma Daniel Ross– no tuve otro financiamiento más que el propio, mis ganas de crear historias, y el invaluable aporte de todos los participantes.
“El reto fundamental ha sido la promoción de la obra. Me ha sorprendido saber que podré estrenarla en el festival de cine de Yale, ello ayudará a probar su nivel y rigor. Además, la película fue seleccionada para otros tres festivales extranjeros que tendrán lugar en 2023”.
Al crear La espera, asegura Ross, la aspiración no es obtener premio alguno, sino visibilizar y exponer su arte al mundo, mostrar cómo desde aquí se realiza un cine con bajos recursos, pero muy rico a la hora de contar historias que entretienen, educan, emocionan, muestran los problemas de cada ser humano y ayudan a entenderlos, por encima de cualquier cosa.
Sin dudas esta obra será una propuesta para disfrutar en Guantánamo, cuyos valores resalta el investigador santiaguero Yasmani Castro:
“Tiene un gran lirismo, de una forma tarkovskyana desarrolla una trama compleja donde la soledad, la emigración y las múltiples dificultades de la sociedad cubana se ven reflejadas de forma bella y coherente. Esta película más allá de cualquier comentario es muy inspiradora porque demuestra que amén de las dificultades, el arte siempre sale delante. Además de ser un homenaje a la otrora Santa Catalina del Saltadero del Guaso”.
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