Décima Cuerda o el arte de la improvisación

Cuando Rainer Nodal y Yeinier Delgado se propusieron crear un espacio atractivo y diferente, en el que el verso improvisado fuese carta de presentación, ya habían recorrido camino suficiente en los géneros de la música campesina como para augurarle un éxito rotundo a su empeño.

Siete meses después, Décima Cuerda ha superado las expectativas. Es una cofradía de amigos y un proyecto pleno, que marca un ritmo cadencioso y sutil para sumar público y deconstruir estereotipos, sobre todo, ese que señala al repentismo como un fenómeno social exclusivo de las áreas rurales y de los más viejos.

Por lógica, el primer reto de los muchachos fue demostrar que existen maneras novedosas de hacer y que hay un movimiento de jóvenes a lo largo y ancho del país removiendo los cimientos de lo que hemos asumido como tradicional y, por tanto, menos popular.

De hecho, ya le hemos seguido la pista al “neorrepentismo”, a las cibercompetencias y al certamen Oralitura Habana, que ha tratado de mezclar estilos e innovar sobre el concepto del punto cubano para ensanchar su espectro de posibilidades creativas. Sin embargo, cómo se mueven las iniciativas en el resto de las provincias del país es un camino zigzagueante, que no siempre ha encontrado la luz.

Fue Rainer quien llegó, hace alrededor de tres años, a las filas de la Asociación Hermanos Saíz y notó el vacío. Con la incorporación reciente de Yeinier, el binomio de trabajo fraguó. El “fogueo” de uno en los más importantes certámenes de repentismo de la Isla y la experiencia del otro con el laúd y en la nómina de agrupaciones musicales del terruño fueron complementos indispensables para enrumbar la creación, convencidos de que valía la pena intentarlo. Y no se equivocaron.

Desde entonces, la Casa del Joven Creador ha sido puerto seguro para que, una vez al mes, lo tradicional y lo contemporáneo converjan con abrumadora naturalidad sobre el escenario. De paso, usan las posibilidades de la red de redes para la promoción, desempolvan la obra de insignes cultores del género, rinden homenajes a figuras cimeras, estimulan el gusto por esta manifestación artística, y derrumban los muros entre los artistas y el público.

Podría decirse que cada presentación ha superado a la anterior, que cada vez son más los espectadores embebidos por la magia de la improvisación, y que a cada décima, pie forzado, tonada o guajira le sucede el aplauso desmedido, que compensa el esfuerzo y ensancha horizontes.

No son pocas las alegrías ni menos los retos, pero que una cita cualquiera adquiera ribetes de espectáculo, sin grandes artilugios, nos da la medida de la madurez de la que goza ya Décima Cuerda.

Precisamente, fue eso lo que marcó la diferencia el pasado sábado, con un elenco de lujo, que fue desde el reconocido poeta camagüeyano Nelson Lima Chaviano, hasta otros como Michel Ruiz, Lázaro Hernández, Guillermo Blanco y Armando Alfonso Padilla, ese maestro de generaciones que no ha perdido talento ni ganas, a pesar de los años.

Entre los más jóvenes estuvieron Diana Rosa Bonilla, Amanda Beatriz Ortega, Elena Sardiñas Padilla y Alexander Santiesteban Delgado, mientras que con el escritor Leo Buquet se abrieron paso las “contralecturas”, propuesta novedosa que consiste en la lectura de décimas dentro de la interpretación de una canción.

Décima CuerdaLas “contralecturas”” son una exclusividad de Décima Cuerda

Otras noches han liderado las presentaciones el pie forzado móvil, cuando es el público quien decide en qué verso debe estar, y el sordo de cañón, una tradición muy antigua, en la que uno de los poetas contesta en la controversia sin escuchar a su contrincante.

Por más que la sabiduría popular insista en que “la improvisación no se enseña, sino que se nace con el don”, hay una escuela de repentismo que sienta sus bases en estos muchachos, en los talleres diseminados por el país y en la Casa de la Décima Raúl Rondón. Los resultados desafían cualquier verdad absoluta, con tal de construir la suya sobre la marcha.

Captar el talento, moldearlo desde las primeras edades e insertarlo de manera natural en la programación cultural es una apuesta a la que no renuncian y con Décima Cuerda se concretan muchas de las aspiraciones. De momento, nos alegramos porque se visibilice el arte de la improvisación.

 
 

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