Hermanos de sangre e ideales

El 13 de agosto de 1957, cuando se disponían a realizar una acción para homenajear el cumpleaños del líder Fidel Castro Ruz, quien encabezaba la lucha revolucionaria desde la Sierra Maestra, Luis y Sergio Saíz Montes de Oca, fueron cobardemente baleados muy cerca del portal del otrora cine Martha, por sicarios de la dictadura de Fulgencio Batista. Antes de salir de la casa le habían dicho a su madre: «no temas, algún día te sentirás orgullosa de nosotros».

No pasaría mucho tiempo en que el orgullo de una madre se convertiría en el de todo un pueblo y, en especial, de una joven generación de intelectuales y artistas que, agrupados hoy en la Asociación Hermanos Saíz (AHS), rinden tributo a Luis y Sergio a través de su compromiso con la Revolución y la labor cotidiana. En los últimos años, cada 13 de agosto, como tradición y en gesto de gran simbolismo, un selecto grupo de asociados asciende a la cima del Pico Turquino, para homenajear en un solo haz de luz a Fidel, Martí y los Hermanos Saíz.

Ambos jóvenes, prácticamente adolescentes —Luis tenía 18 años y Sergio 17 en el momento de su muerte— de San Juan y Martínez, Pinar del Río, cultivaron en su corta vida los más preciados valores revolucionarios, forjados en gran medida por sus padres, el juez Luis Saíz y la maestra de instrucción pública Esther Montes de Oca, quienes lograron sembrar en sus hijos el amor y el conocimiento del pensamiento y la vida del Apóstol, así como un alto compromiso con la justicia social.

Despertaron, además, en ellos el interés por el arte y la literatura, de ahí que ya en el momento de ocurrido el crimen que les quitó la vida Luis y Sergio dejaban a la posteridad testimonio de su talento literario y artístico. A su edad ya habían leído a José Martí, Julián del Casal, Simón Bolívar, Benito Juárez, Federico García Lorca, José Ingenieros, José Enrique Rodó, Víctor Raúl Haya de la Torre, Carlos Marx y Vladimir Ilich Lenin. El alegato de autodefensa de Fidel Castro Ruz, La historia me absolverá, fue un texto que evidentemente ejerció mucha influencia en ellos.

Pero sin duda, la mayor pasión de estos jóvenes fue la revolución. Luis estaría entre los fundadores del Directorio Revolucionario al ingresar en la Universidad de La Habana en la carrera de Derecho, y se destacó en las luchas estudiantiles, aunque apenas pudo vivir esas emociones durante un año, pues la universidad sería clausurada por la dictadura.

Al volver al municipio de San Juan y Martínez en noviembre de 1956, Luis se incorpora al Movimiento 26 de Julio participando en numerosas actividades clandestinas. Por los méritos alcanzados llegaría a ser su coordinador municipal, mientras que su hermano Sergio fungiría como jefe de acción y sabotaje, y fue fichado por el Servicio de Inteligencia Militar (SIM) como «el joven del jacket verde».

Con apenas 13 años, cuando estudiaba en el Instituto de Segunda Enseñanza de Pinar del Río, Sergio intentó crear una cátedra martiana, mientras que su Elegía a Carlos Marx, fue escrita solo cuatro días antes de su asesinato. Es el mismo Sergio que en su texto ¿Por qué no vamos a clases?, había escrito: «Ser estudiante no es solo repetir en un examen materias, la mayor parte de las veces aprendidas ligeramente, ni asistir todos los días a clases y hacer de vez en cuando una trastada(…)». «Hay mucho de comercial en el estudiante solo preocupado por la obtención de un título: para él, el instituto o la universidad, serán graciosamente estanques de juegos». Ser estudiante «es algo más que eso, es llevar en su frente joven las preocupaciones del presente y el futuro de su país, es sentirse vejado cuando se veja al más humilde de los campesinos o se apalea a un ciudadano. Es sentir muy dentro un latir de patria, es cargar bien pronto con las responsabilidades de un futuro más justo y digno». Es «dolor por el espectáculo de un pueblo que como quiere pan y circo y solo pan y circo, no mira quién se lo da».

Impresiona la madurez y profundidad que alcanzó el pensamiento político de estos hermanos, así como la vigencia de muchas de sus ideas. Revisando sus escritos, se devela inmediatamente cómo abrazaron las ideas marxistas desde una raíz profundamente martiana. A decir verdad, la vida, ejemplo, pensamiento y obra de los hermanos Saíz, debiera ser más conocida y difundida como ejemplo e inspiración no solo para los miembros de la AHS, sino para toda la juventud cubana.

Varios libros hacen referencia a su historia y compilan gran parte de sus textos literarios y políticos, pero merecen ser más divulgados a lo largo y ancho del país, fundamentalmente en los centros estudiantiles y de trabajo donde se concentran los jóvenes. También puede disfrutarse el documental ¿Por qué luchamos?, dedicado a Luis y Sergio, realizado por el periodista Danny González Lucena en el 2011, al conmemorarse el aniversario 25 de la AHS.

Apenas una breve aproximación a la vida y obra de Luis y Sergio basta para estremecerse con su ejemplar actitud revolucionaria y antimperialista, el calado y originalidad de sus ideas político-sociales, su humanismo, solidaridad hacia los oprimidos, sus sentimientos internacionalistas y su profunda sensibilidad artística. Encoleriza el hecho de pensar cuánto más hubieran podido aportar a la Patria de no haberse producido aquel siniestro asesinato el 13 de agosto de 1957.

De la poesía de Luis que, igual a la de Sergio está marcada por la denuncia de los males sociales en que vivía el país y por su compromiso revolucionario, destacaría: Presencia, Partida, Llanto por José Antonio Echeverría y Brisa Nueva. De sus textos políticos: La Generación del Centenario, Las razas: el problema racial en Cuba, Juventudes y ¿Por qué luchamos?, considerado este último el testamento político de ambos hermanos en el que se observa cierto paralelismo con La historia me absolverá. Y en el caso de la obra poética de Sergio: Un verso me piden, Canto a la muerte, Desalojo, A un burgués, Déjame llevarte en ansias y Elegía a Carlos Marx. De su pensamiento político: ¿Por qué no vamos a clases?

Pero hay mucho más para sorprenderse con la obra de los Hermanos Saíz, por ejemplo, el conocer que ambos realizaron apuntes para la redacción de una futura Constitución o el hecho de que Sergio diseñara todo un programa de cinco años para una Cátedra Martiana donde debía estudiarse la obra del Apóstol.

En su testamento político: ¿Por qué luchamos?, ambos hermanos defienden una revolución martiana y socialista, alejada tanto del «tío Sam» como del «oso ruso», una revolución de los humildes, con los humildes y para los humildes. Y para nada debe sorprendernos el distanciamiento de Luis y Sergio del «llamado socialismo real» infestado ya en esos momentos por el estalinismo, y es que ellos forman parte de la originalísima tradición marxista cubana de profunda raíz martiana, al igual que lo fue Mella, Villena, Guiteras, Pablo, Roa, Fidel y otras destacadas figuras de la lucha revolucionaria del siglo XX.

Luis y Sergio aspiraban a una revolución que naciera de las propias entrañas cubanas, tomando en cuenta la idiosincrasia de la Isla y su inserción dentro del contexto latinoamericano y caribeño, a un socialismo muy propio, que tuviera como basamento esencial el pensamiento del Apóstol. A 65 años de su desaparición física, estos dos jóvenes siguen siendo semillas en el surco del porvenir luminoso de la Patria e inspiración para las nuevas generaciones de cubanos.

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