La 4ta edición del evento de tatuajes Ink Factory, gestado desde la Asociación Hermanos SaÃz en Pinar del RÃo, resultó un espacio para legitimar el tatuaje como arte.
Hablamos de una tradición de más de 5000 años en la historia de la humanidad y en todas las culturas, desde OceanÃa hasta América, con valor etnológico, antropológico y un significado psicológico para quien se lo hace.
Y aún asÃ, durante siglos, sobre el arte en la piel han pesado los estigmas. Es quizá la última centuria la que le ha abierto paso en galerÃas y museos para exponer maquinarias involucradas en el proceso y los tatuajes en sÃ, ya sea en fotografÃa, performance, video, etc.
El Ink Factory autenticó esta expresión plástica con sesiones de trabajo diurnas de viernes a sábado y muy buena acogida por parte del público. Participaron tatuadores de varias provincias con diseños propios; por lo que el evento destacó también las disÃmiles estéticas que confluyen en la contemporaneidad.
Desafortunadamente, esta edición del Ink factory no pudo contar con talleres o un ciclo teórico para discursar sobre temáticas tan atractivas como la historia del tatuaje en Cuba, las limitaciones materiales del tatuaje ante la crisis económica o el marco legal de su práctica, que arrojarÃan luz a la interrogante: ¿Es posible hablar de un tatuaje cubano? Al mismo tiempo captarÃa la atención de otras audiencias que se acercarÃan con espÃritu académico.
No obstante, el evento corroboró una verdad consabida: tatuar es un arte. El diseño de un tatuaje lleva altas dosis de creatividad y conocimiento del color y la composición. No todos los tatuadores son artistas, porque imitar un diseño concebido por otro y/o descargado de Internet, no es crear; aunque lamentablemente esta práctica ocurre con frecuencia para satisfacer al cliente que llega al estudio de un tatuador con el boceto de lo que quiere hacerse.
El tatuaje es arte cuando es una obra original y su artÃfice interpreta la realidad plasmándola mediante recursos plásticos. En este caso, las tintas recrean volúmenes, atmósferas, composiciones armónicas. Nadie duda que, como cualquier obra de arte, también tiene un valor coleccionable y puede alcanzar altÃsimos valores en dependencia de la complejidad del proceso.
Con esas motivaciones y atractivas propuestas visuales que beben de códigos culturales diversos, los tatuadores tomaron por cuarta vez el predio vueltabajero en el Ink Factory, probando que en la Isla emergen nuevos escenarios y talentosos artistas en el ejercicio del tatuaje.
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