Andrés Cabrera ha tenido un año 2021 lleno de logros, a los premios literarios recibidos se añade la culminación de sus estudios de Derecho. De alguna manera el autor escribe con todo lo que es, lo que tiene, lo que sabe, lo vivido, y los lectores están ávidos de encontrar esos signos, las pistas de la vida otra, aunque las musas truequen lo real en maravilloso, lo irreal en verosímil, el hecho en duda.
Recientemente el joven autor holguinero fue merecedor de la beca de creación Frónesis que entrega la Asociación Hermanos Saíz, cada año, a un proyecto de novela, como estímulo a la creación. Con Cabrera conversamos, entre la curiosidad y la alegría de coincidir con alguien de imaginación desenfrenada, de sentido del humor finísimo y de exuberante creatividad.
¿De qué trata la novela ganadora de la beca Frónesis?
En esta nueva historia, titulada El día de los Santos Inocentes, encontraremos a una pareja de jóvenes que deciden formar una familia a temprana edad. Y es el nacimiento del pequeño Alejandro el motor impulsor de la problemática. La inexperiencia en la crianza de los hijos, la violencia intrafamiliar, el machismo, la sexualidad y la pobreza, serán los temas principales que se aborden.
¿En qué se diferencia y en qué se parece a tus anteriores textos de narrativa ganadores de certámenes previos?
La principal diferencia de esta novela con mis anteriores trabajos es, en mi opinión, la libertad creativa. Si bien en Al son de la calavera, “cuentinovela” que será publicada por Ediciones La Luz, experimento la soltura a la hora de crear personajes controversiales y de poner palabras en sus bocas; para esta nueva novela no he tenido reparo en el uso de la imaginación, la sexualidad y el lenguaje, algo que, debido a la inexperiencia, no había explorado cuando escribí Musita, el muy maldito, ganadora del Premio de novela Bustos Domecq; obra en la cual puse un léxico moderado en la boca de sus protagonistas. Contrario a Musita…, en esta nueva obra el narrador-personaje sí tiene un nombre: Alejandro, un niño más libre, quien se expresa como tal.
En cuanto a las similitudes, hay muchas. Entre ellas está el tema principal, la orientación sexual, el machismo, los personajes femeninos; aunque aquí introduzco un referente paterno, que no existe en Musita…, donde los personajes que rodean al protagonista son mujeres.
¿Reinaldo Arenas también late aquí?
Creo que, a lo largo de mi juventud, Arenas latirá en mi trabajo, aunque yo intente evitarlo. Y es que, precisamente, lo que hace que el nombre de ese gran escritor se relacione conmigo en más de una ocasión, no es solamente que seamos coterráneos, o que haya sido un claro referente en uno de mis primeros trabajos, y me refiero a Musita, el muy maldito, claro homenaje a Celestino antes del alba, sino la similitud imaginativa y la forma de narrar.
No puedo negar que de Reinaldo he aprendido mucho, muchísimo, y que es un orgullo para mí que se me relacione con alguien que es considerado uno de nuestros más grandes y controversiales escritores; pero en esta nueva obra todo es mío. Es una novela muy personal. Desde el título hasta el nombre de su protagonista tienen especial significado para mí. A esta novela la siento muy mía, y así he de defenderla. Mi mayor similitud con Arenas es y será el estilo, un estilo que creo poco a poco he ido haciendo mío, con el cual me desenvuelvo a mi antojo y que iré perfeccionando con el tiempo. Y es este último, precisamente, el que me hará despegarme de Arenas, cuando logre yo convertirme en Andrés Cabrera, así, a secas; y nadie más.
¿Dónde reside lo real maravilloso en una ciudad como Holguín? ¿Late en cualquier esquina o lo conjuras para hacerlo emerger en tus textos?
Los holguineros sentimos un especial orgullo de serlo. A Holguín he querido homenajearla llevándola al centro de mi universo. Mis tres novelas se ambientan en esta urbe; si bien no siempre lo menciono directamente, hago referencias que así hacen creerlo. Y ahí hay una gran diferencia entre Arenas y yo, pues este autor, en su obra, si bien, e indiscutiblemente, no podía evitar volver una y otra vez a esta ciudad, lo hacía de mala manera, denigrándola, exponiendo sus debilidades y condenándola al abandono como todo un hijo rebelde. Y hay que recordar que él no nació aquí, nunca se consideró holguinero. Yo por Holguín siento una especial pertenencia, un apego que solo puedo describir como de sangre, un deseo de enaltecerla, de brindarle todo lo bueno de mí, como a una madre. El realismo mágico en Holguín yo lo encuentro en todo momento y a toda hora, en sus calles, sus parques, sus lomas, en su gente; especialmente en su gente. Y es la vida de los holguineros, real y maravillosa, lo que engrandece a esta urbe.
¿Escribes con disciplina, con horarios y términos, o esperas a la famosa musa?
A la hora de escribir, simplemente espero a que me llegue la musa; pero esta musa llega con calma. Suelo pensar por varios días, incluso semanas, lo que sucederá en mis historias para que, en el momento en que me sienta lo suficientemente preparado para sentarme ante la computadora, pueda liberar con facilidad toda esa carga creativa que he acumulado. Esto puede suceder en cualquier momento del día, puede ser tanto en la mañana como en plena madrugada. Ahora bien, dentro de ese período creativo, una vez que ya he comenzado un trabajo extenso, como es una novela, suelo imponerme horarios y términos. Intento utilizar la mañana para escribir, respetando los horarios de las comidas y la noche. Estar sentado frente a una computadora conlleva un desgaste físico que, si no se respeta, puede tener serias consecuencias.
¿Qué otros proyectos te ocupan?
Hace un tiempo he estado tentado a retomar mi primera novela, aún hoy inconclusa, titulada: Café para la serpiente, la cual me abrió las puertas del Centro Onelio. Una primera obra que, si bien está marcada por mi inexperiencia en el momento en que la escribí, posee un nivel imaginativo que disfruto muchísimo, y que sé que en algún momento retomaré. También tengo una deuda con la poesía pues, si bien he escrito varios poemas, aún no los he organizado en lo que pudiera convertirse en un futuro libro.
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