Cuando corren tiempos tan turbios que entorpecen el impulso de seguir, y un día de pronto, como por obra de caridad, te llegan unos audios de poesías, alimento para el alma (al menos para el alma), no sé ustedes, pero yo, me dejo llevar y agradezco. Abro paso dejando que me invada la magia, que no siempre viene dulce, a veces escuece dentro, pero igual, se disfruta; hay cosas que no traen sabor y de todas formas debemos tragar, así que no importa contar otro buche agrio si esta vez somos nosotros quienes elegimos. Ojalá y cuando de elegir se trate sea siempre entre poesía, porque hay días…
Hay días como sacos de arena donde es más fácil mear que mirarse/ Hay días que van de prisa, traen la muerte como un incienso/ Un hombre se acerca y todo parece ser áspero, como una soga en el cuello/ El aire no parece ser suficiente/ Hay días que ladro como perro y es mejor estar bajo la mesa, creo, sería la mejor forma de reconcilio/ Hay días que solo miro por los barrotes de la ventana y entiendo la imposibilidad de los pájaros, la coherencia del vuelo/ Días que solo pasan, que algo solo rompe desde adentro/ Días donde somos la calle y el polvo/ Días donde un papel puede salvar/ Días donde creo que mi lengua es un objeto adaptable como quitar y poner una pieza en una cosa/ Hay días donde soy memoria y otros puedo ser braza y fraguar mi cuerpo templado en agua/ Días donde soy solo una palabra hueca, torcida, un sonido invariable/ Hay días donde todo reposa y es fácil redireccionar la columna, cambiar la casa, el cuerpo/ Días como grandes desiertos donde hay otra carga que uno mismo/ Días degradados que parecen eternos/ Días para purgar los surcos del cuerpo/ Días donde soy otro o el mismo y es difícil sostener mi imagen al espejo/ Días como el agua de un vaso en reposo/ Hay días donde solo hay que darle piernas, donde puedes soltar los brazos y perder la cabeza.
La jaula, Carlos Gil Calderón.
«Miro por la ventana y sale esto», me dice, «no gusto de escribir así, pero… ¿por qué no?»
Pareciera que vamos a volvernos locos, todos encerrados en casa, 18 meses de esconder media cara. Las ganas de volver a leer poesía frente a los amigos invaden, y Carlos decidió que no aprisionaría más su voz, que, a fin de cuentas, podría ser la de todos. «Envié esos audios de poesía como una opción para compartir. Hoy me desperté con ganas de hacer eso».
Yo cocinando corría de un lado a otro como siempre y la voz de Carlos me acompañaba. Preparábamos los materiales para El Escriba. ¿Qué estilo prefieres seguir a la hora de escribir poesía?, pregunté teniendo en cuenta su comentario anterior sobre no gustarle escribir “así”.
Me gusta ser más minimalista. Captar la esencia del gesto, de la “cosa” en sí, sin darle tanta redundancia. Ser más concreto, eso intento. Creo que cada uno escribe según su personalidad.
Anatomía discursiva
yo afilo mi lengua
la enrosco
la preparo para perforar a hombres con prisa
que roen roen
que mastican globos
que se pisan que besan que se tragan
que escupen geométricamente
yo enrosco mi lengua
para ejercer mi discurso
la abro de piernas de manos
mi lengua es una lengua viperina
carnicera
no es lengua de hombres que se mastican entre sí
que respiran sus nucas
bla bla bla bla
(caminante que sigue al caminante
que no domina su discurso
su verbo es hacer pero su cuerpo yace en la no-acción
su sentido es no tener sentido
su palabra es su propio obstáculo
su no-lenguaje)
yo preparo mi lengua
lengua-cuerpo
lengua-mente
lengua que no duerme y no se domestica
yo enrosco mi lengua
la estiro para penetrar la córnea de hombres que caminan en círculos
que caminan que caminan
bla bla bla bla
yo preparo mi lengua y ejerzo mi discurso
le doy a comer hombre cabeza hueco
yo enrosco mi lengua
la estiro
te abro con una palabra
un sonido de lengua en casa
mi lengua es una herramienta
una herramienta
herramienta
es recta es curva
(curva es
la lengua
lengua-tacto
contacto
lengua constructora
des-constructora
lengua lengua lengua)
Yo enfundo mi lengua
la adormezco
la ensalivo
Para hombres muertos
no se puede ejercer
mi discurso.
Carlos Gil Calderón
(Del libro: Moimiento de un pez bajo tierra, Premio Juegos Florales, Ediciones Santiago, 2019)
(Fotos del libro)
¿Qué es poesía para ti, cómo la relacionas con el arte visual que desarrollas?
Veo la poesía como mismo veo un cuadro, es igual el mecanismo para darles forma, es un videoarte, una danza, pero también puede ser mirar alrededor, serenos, vista despierta, tan solo se trata de encontrarla, porque está ahí, la poesía está en todo.
¿Cuáles pudieran ser tus concepciones sobre el oficio de escribir?
Para mí es una manera de crear conciencia, es como caminar y apreciar el paisaje de todas las formas posibles sin dejar escapar una sola variante, es el ejercicio de estar al unísono con todo y ser consecuente. A veces es como un portal donde realmente puedo ser y transmutar mi yo. Escribir es un despojo de los días, que son como olas.
Muchas veces lo veo como la antesala de un trabajo audiovisual, un performance, una foto, un cuadro, todo es poesía, lo que en diferentes estadios de la apreciación. Yo solo tomo la esencia de lo oculto, de lo invisible, lo reorganizo, lo expulso.
Creo que la poesía muta en la medida en que mutamos como seres, se dobla y se desdobla, como un tronco, es el sonido de los inquines, es la verdad para los ojos miopes, para las mentes sordas.
¿Cuáles son los desafíos que te impone la poesía ahora mismo dentro de tu proceso creativo?
Ahora mismo estoy centrado en hacer, hacer y hacer, reencontrarme nuevamente con la escritura, pero reencontrarme desde otro cuerpo, es como desaprender una serie de cosas, para insertar otras con la idea de construir y deconstruir al mismo tiempo nuevos estados, nuevas visiones.
Tengo un nuevo libro que pensé mandarlo a concursar, pero sentí que aún no estaba listo, así que lo tengo en reposo. Mientras, como la necesidad de crear se impone, trabajo en un nuevo proyecto al que he decidido titular Ladrillo verde. Pienso probar anexarle imágenes. Tengo grandes inspiraciones con este proyecto, quiero involucrarlo con diversas formas de hacer, videoartes, performance, video-poesía. El libro sería en realidad una síntesis de todos estos procesos. De hecho, estoy hasta pensando una especie de manifiesto a partir de la postura de Ladrillo verde, esta postura que estoy ahora mismo asumiendo al pensar y escribir este cuaderno. Este libro me está ayudando a entender muchos procesos creativos, circunstanciales, a entender mejor las cosas.
No me estoy trazando con él metas en la escritura, pero me están fluyendo cosas a las que antes les temía, ahora alejarme un poco de ciertos patrones y requisitos me está ayudando a encontrarme con un estilo de escritura mucho más libre, más puro.
¿Piensas en la lectura como un paso vital dentro del proceso creativo? ¿De qué tipo de obras te nutres para dar vida a tus textos?
Percibo que en ocasiones, por períodos, leer ayuda bastante a escribir, brinda las herramientas, la agilidad de encontrar con mayor facilidad las palabras, pero hay otras donde limita bastante, porque lleva por un camino, pero no necesariamente por tu camino. Puede disociar de la ruta que se quiere seguir.
Muchas veces leo, no cosas relacionadas a la poesía, sino más bien textos que alimentan mi estado espiritual para poder después fomentar la escritura, para darle cuerpo a esa poética, pero muchas veces ni siquiera me interesa leer absolutamente nada, me interesa más bien vivir, observar, trazarme metas, pequeños ciclos de experiencias, relaciones, conocer personas, eso me aporta mucho más que leer.
¿Por qué escribes, qué persigue Carlos Gil en su arte?
Normalmente escribo por necesidad de canalizar todas las energías de las experiencias diarias. A veces me interesa publicar, promocionar mi obra, es el fin ¿no?, el poder decir, porque es la mejor forma de expandir la información que ofrecemos y que pueda llegar a otras cabezas… otros lugares.
No quiero que me vean como el típico poeta, no quiero que me vean ni como un poeta siquiera, solo como un creador, que tiene una responsabilidad sobre sus hombros y trata de ser lo más consiente y consecuente posible con esa responsabilidad. Entonces, a partir de ahí es que sale todo mi trabajo. No me gusta encasillarme en nada, absolutamente en nada, por eso, lo mismo pinto, que hago video performance, fotografía, teatro, escribo… hasta un disco estoy inventando ahora.
Siempre intento buscar la forma de poder hacer llegar arte a todos. Creo que tenemos la capacidad de hacer lo que queramos, lo que nos han hecho aprender que deben haber personas específicas para cada cosa, que solo podemos hacer algo en concreto mientras alguien más se ocupa de lo suyo propio, lo que le ha tocado, lo que ha tenido que escoger entre las cientos de cosas que hubiera querido hacer… Una vez más etiquetando, nombrando todas las cosas, para agruparlas, clasificarlas. No me gusta eso, no quiero pertenecer a ese bulto de clasificación y etiqueta, prefiero ser algo que fluye.
Coméntanos un poco sobre algunas de las temáticas de tu trabajo, tu forma de ver el mundo, las realidades dentro de tu obra.
El mundo espiritual me ha nutrido mucho. Mis trabajos, todos, parten de cómo yo entiendo esa realidad y tengo una postura muy matizada al entender nuestro entorno. Una de las primeras experiencias que me hizo cambiar mi modo de ver la realidad fue iniciarme como sacerdote de IFA. Esa nueva filosofía, nueva estructura de pensamiento hizo que volviese a abrir los ojos y comenzara de cero a entender el mundo. Uno de los temas que me han apasionado mucho siempre y tiene que ver con mi forma de apreciar y cuestionarme la realidad es el verdadero propósito de nuestra existencia y cómo encontramos el equilibrio y coexistimos dentro del caos que vivimos, hasta qué punto ese caos es la expresión de nosotros.
Desde entonces he transitado por varios procesos místicos que me han retroalimentado el espíritu y enriquecido mis conocimientos con respecto a todo eso que me rodea. Una vez que absorbo la información, una vez que la entiendo, entonces paso al segundo nivel: desaprender y comenzar de nuevo, esta vez con otra perspectiva. Entones mi obra en general está completamente relacionada a todos estos procesos de entendimientos.
En los últimos tiempos ha habido temas específicos que vengo aprendiendo y trabajando, tiene que ver con la decodificación, física cuántica, lo cual me hace cuestionarme muchas más cosas. Por ejemplo, el último libro que vengo leyendo, sobre las proyecciones holográficas, tiene una parte que me llamó mucho la atención porque trata sobre de dónde parten los pensamientos y tiene teorías muy interesantes. De hecho, mi poesía, muchas de ellas tocan estos temas, algunas son más aterrizadas, porque también disfruto escribir sobre esa realidad más cruda, más humana, llena de cotidianeidad.
Coméntanos un poco en qué proyectos estás trabajando actualmente.
Ahora mismo trabajo en un proyecto de disco, especie de audio textos. Experimento con el arte sonoro bajo la idea de utilizar la música para intencionar mi poesía. Estoy en búsqueda de utilizar la gestualidad del sonido, el propio concepto del sonido en sí. Haciendo voces, usando instrumentos para catalizar la idea.
¿Carlos, elegirías alguna vez entre las manifestaciones artísticas que desarrollas, al punto de prescindir de las demás y crear solo para una de ellas?
Sabes, un día me preguntaron: «¿si eres escritor, ahora dejarás de pintar?». Fue una pregunta estúpida, pues todo es lo mismo, se alimentan del día a día y nuestras percepciones. Pero creo que si llegara a no tener las herramientas para pintar, o hacer un videoarte, la escritura sería el mejor refugio para pasar mi tiempos. Imagino que un día estaré solo escribiendo mucho y me sentiría bien por eso, porque hay cosas que hay que compartir. El mundo necesita que hagamos conciencia colectiva, la conciencia individual crea la conciencia colectiva sí, pero vivimos en una sociedad donde todo funciona a través de símbolos, imágenes; el sonido tiene una connotación importante porque con él se puede condicionar mucho a las personas, cuando activas un sonido con una frecuencia X influye en la energías de cada quien, pero la imagen viene siendo el calzo vital, sobre todo en estos tiempos virtuales donde lo mediático está todo el tiempo bombardeando el inconsciente y en su conjunto estamos siendo manipulados a tiempo completo, pero forma parte del juego; hay que aprender a vivir con ello, adaptarse o sublevarse, y la literatura me brinda la opción dos.
Pero espero no tener que elegir, al final todo es arte, que en mí funciona como algo natural. Si no se llamara arte, para mí solo sería una necesidad orgánica que existe para hacerme confrontar mis dudas, mis miedos, mis demonios… esa constante catarsis de mi propia existencia.
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