Armando García Menocal: cronista en arte para un retrato de la historia

El cambio de siglo en el arte cubano –conformado por una pléyade de artistas con variedad de tendencias, influencias y patrones estéticos aún signados por el academicismo– abrió camino a la modernización. Precisamente, dentro de la creación decimonónica finisecular y las décadas inaugurales del nuevo siglo, sobresale Armando García Menocal, el primero en incursionar en cambios y destacado por sus creaciones de género histórico.

Una divergencia epocal existe en cuanto a la fecha exacta del nacimiento de este pintor cubano. Algunas fuentes testimonian el año 1863, mientras que documentos de la Academia fijan la fecha de 1868. Lo cierto es que este 8 de julio se conmemoró poco más del sesquicentenario del natalicio de Armando García Menocal, que no solo dedicó su vida al arte sino también a la lucha independentista; motivo que hace ostensible el porqué su pluma creó sonetos a héroes y su pincel se movió por campiñas, estampas de lucha mambisa y retratos de próceres.

Con 27 años se incorporó a la Guerra de Independencia, siendo el único de los profesores de San Alejandro que dejaba a un lado la pintura. Sin embargo, nunca abandonó su pasión, ni la guerra detuvo su ímpetu, y recurrir a la pluma en sus momentos libres fue un bálsamo en tiempos de ofensiva. Estando al servicio del General Máximo Gómez dejó en bocetos escenas de la contienda, que constituyeron algunos de los testimonios pictóricos más importantes de la guerra como Carga al machete y Máximo Gómez en campaña.

Entre las obras más reconocidas de Menocal se encuentra el óleo de gran formato Muerte de Maceo, creada en 1906 y expuesta en la escalinata del Palacio del Ayuntamiento de La Habana, y que se exhibe hoy en el Museo Nacional de Bellas Artes. Años más tarde, en 1918, realiza por encargo de su primo Mario García Menocal, Presidente de la República, la decoración del otrora Palacio Presidencial, actual Museo de la Revolución, en un lienzo de 22 metros en el techo del Salón de los Espejos.

Su obra, representativa de cánones academicistas, estuvo siempre impregnada de un gran realismo. Transitó por varias temáticas pictóricas, sus paisajes y marinas con la distintiva luminosidad, los retratos de técnica exacta y naturalista como en el Retrato de Lily Hidalgo, con decorados del personaje en tonos pastel, expresividad del color y tratamiento de luz que propone cambios en las concepciones academicistas.

Este Menocal de estirpe de artista y mambí le dio un rostro a la historia de Cuba, inmortalizó en óleos la sangre viva de los que supieron luchar. Considerado, junto a Leopoldo Romañach, maestro cubano del cambio de siglo. Cronista en arte de una época, creador de estampas de una nación en ciernes, hacedor de una cubanía pictórica. En un aniversario más del sesquicentenario de Armando García Menocal, los vestigios de su arte marcan el nacimiento del retrato vívido de nuestra historia.

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