En Moa, a principios de este siglo, un muchacho aprendÃa de memoria nombres de actores, actrices y directores, tÃtulos de pelÃculas, años de su estreno, perseguÃa las ceremonias de los Oscar y era cliente ilustre de la videoteca local, cuando aún se veÃan clásicos cubanos y extranjeros en VHS, novedades para coleccionar, éxitos rotundos.
Ni él mismo creÃa que podÃa estarle pasando eso de estudiar cine, o sea, entrar en la Facultad Arte de los Medios de la Comunicación Audiovisual en la especialidad de dirección era casi improbable, si se piensa en Moa como un lugar agreste, rojo y lejano en que solo se dan mineros y médicos, ecologistas y geólogos.
Luis Abel Oliveros Matos tiene 35 años, una edad para tomarse en serio. Desde el Canal Habana ha liderado varios proyectos que se distinguen por la hechura, la voluntad casi quisquillosa de perfección, la búsqueda de eso que vuelve único lo aparentemente intrascendente:
“A Contraluzâ€, espacio cultural dedicado al Teatro Musical (Arte LÃrico), aquà también fungió como guionista; “Breves Estacionesâ€, cinematográfico sobre el cortometraje cubano; “Cinecito en TVâ€, otro cinematográfico, esta vez para el público infantil; “Banda Sonora†y “Banda Sonora Juvenilâ€.
Este verano, la televisión nacional y el Canal Habana llevan a los espectadores dos propuestas que cuentan con su liderazgo: “Lista Topeâ€, programa juvenil del cual es director y guionista y la segunda temporada “12 minutosâ€, espacio de entrevistas, con una interesante propuesta y cuidadoso empaque.
Abel ha dirigido y en varios casos escrito documentales como “CorAlina†(2016); “La cuarta villa†(2014); “MarÃa†(2013); “Grado de protección II†(2010).
La docencia lo ha atrapado; es que su talento para la decodificación de lo abstracto, para la densidad teórica, para las esencias que sostienen la creación artÃstica también lo ha llevado por el camino del magisterio. Es profesor de la maestrÃa en Realización Audiovisual de la Universidad de las Artes y hace ya cinco años lo llamaron de la Escuela Internacional de Cine y Televisión, en San Antonio de los Baños, y labora en la Cátedra de Nuevos Medios, como coordinador. Es un trabajo envolvente, demandante, de tiempo completo.
Cuando el curso reinicia en San Antonio de los Baños, los proyectos no cesan, va de una provincia a otra, estudia, sueña, se ejercita, lee, organiza, duerme un poco y comienza todo de nuevo. Y en esa vorágine le robo tiempo y megas para hablar de 12 minutos, una de sus novedades en pantalla, en el perÃodo estival.
“La cuarentena me sirvió para entender que no podÃa estar todo el dÃa sin hacer nada en mi casa, que tenÃa que escribir, además de estudiar, tenÃa que sacar provecho a estar encerrado y debÃa crear proyectosâ€.
En diciembre comenzó a salir la primera temporada y una segunda temporada se coció entre los creadores de este equipo. Está en la pantalla este verano contándonos de una forma distinta la vida de esos artistas que admiramos en menos de un cuarto de hora.
“12 minutos es un reto que le pongo a un artista para que cuente o haga el intento de resumir en ese tiempo su vida artÃstica. Es lo que deben enfrentar y guÃa el programa. A partir de esa idea van narrando cosas que para ellos han sido importantes a lo largo de su carrera, lo mismo puede ser su primera vez en televisión o el escenario, la primera pelÃcula, y va a momentos que pueden no ser muy conocidos por el público y a otros que lo son más. Esto va acompañado de fragmentos visuales de lo que cuentan.
Por las condiciones de producción en medio de la pandemia pensé en un entrevistado en el set, sin presentador, alejado de las cámaras, a las que le habla todo el tiempo sin intermediario, como un youtuber, lo que es otro de los referentes del programa, y para mà era importante porque en la circunstancia epidemiológica que vivimos no me iban a aprobar un proyecto que no fuera respetuoso con todas las normas de bioseguridad.
Filmé entre noviembre y diciembre. A finales de ese mes estaban saliendo los primeros programas. En la materialización de este proyecto debo agradecer a Grabiela Labrada, directora del canal y Liuvar Lozada.
Para mà 12 minutos bebe mucho de los youtubers. Aunque se hable muy mal de ellos en ocasiones, creo que han demostrado ser un formato, estructura o lenguaje que se ha lanzado al mundo audiovisual, muy eficiente. Es cierto que hay proyectos frÃvolos, pero también los hay muy interesantes de divulgadores cientÃficos, por ejemplo.
QuerÃa que esto se reflejara, no solo desde la estructura del presentador que mira a cámara y cuenta su carrera. El programa tiene además el montaje, con el empleo cortes directos, rápidos, con el mismo encuadre y valor de plano, algo que los youtubers heredan de la Nueva Ola.
Empecé a trabajar con un grupo de jóvenes llamado La Boca Estudio que se unen en una especie de cooperativa. En la edición está Leisa Capote, de solo 21 años, y ha sido maravilloso trabajar con ella porque es una editora muy inteligente. Con ella tomamos una entrevista de una hora y armamos un producto coherente desde la estructura de la oración. Y como Leisa es nativa digital y ella misma ve youtubers, le es muy fácil entender dónde va el corte, cuándo generar ese jump cut, que estaba buscandoâ€.
Gerard MartÃnez es el postproductor cuyo rol es de los más importantes pues da el acabado a todo lo que yo imaginé con el diseño, la corrección de color. Para que tenga ese toque atractivo, moderno, él genera toda la gráfica y da el empaque.
Asà pasó una decena de entrevistados por el set blanco, sobre blanco que se inventaron Abel y su equipo. Las experiencias fueron intensas, diversas, geniales, conmovedoras, asà las describe el joven realizador, asà las imaginé mientras veÃa por el Canal Habana estos doce minutos en que Fernando Pérez, Monce Duany, Roberto Diago, trataban de contar su vida profesional en menos de un cuarto de hora, aunque al equipo le tomara más filmar aquellas narraciones y llevar a ese breve tiempo la experiencia vital de quienes accedieron al reto propuesto por Abel.
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