Desde múltiples voces, el documental La dictadura del algoritmo, estrenado este viernes en el espacio de la Mesa Redonda, nos acerca al fenómeno de las redes sociales, su funcionamiento, dinámicas y efectos posibles.
Uno de sus aspectos favorables es el análisis más allá de tecnicismos, con mezcla de vivencias personales, argumentos y rigor profesional, autocrítica, emociones y un lenguaje fácil de comprender para las mayorías.
Durante 52 minutos, el audiovisual, del realizador Javier Gómez Sánchez, nos adentra en particularidades del mundo digital y especialmente de Facebook, escenario de confrontación ideológica y una competencia –consciente o no- por posicionar contenidos, más allá de la distracción o ingenuidades de algunos. No hay tremendismos ni miedos en este material, sino conciencia de las singularidades de ese mundo virtual. En las palabras, en los gestos, en los tonos… gravita también la confianza en Cuba y su gente.
¿Cómo funciona? ¿Qué contenidos pueden llegar más lejos? ¿Qué se esconde detrás de “un like” o “un me encanta”, ¿por qué te aparecen sugerencias de páginas que nunca antes habías visto?“¿cómo son usados los algoritmos y para qué?… constituyen algunas de las interrogantes con respuestas en este documental, que pretende motivar el pensamiento en torno a la “realidad digital” y sus implicaciones.
Con una realización adecuada, esta propuesta resalta por su contenido y por como se complementan sus entrevistados, todos actores importantes en las redes sociales, y algunos con peso significativo también en la sociedad cubana por el valor de su obra en el arte y otros ámbitos, incluidos artistas psicólogos, estudiantes universitarios, profesores…
Sus análisis pueden ser útiles también para otras naciones de América Latina, que suelen mantenerse en el centro de artimañas diversas. Verdaderamente, las plataformas digitales han contribuido al redimensionamiento de fenómenos, con larga vida, como la guerra cultural. Cuando una nación conquistaba a otra trataba de imponer sus modos de vida, su religión… Las fake news existen también desde hace mucho. La misma Cuba ha sido blanco de estrategias diversas, con el empleo de agencias de prensa y otros medios internacionales.
Internet es ahora el escenario fundamental para los conquistadores del siglo XXI, que aprovechan sus posibilidades para socavar los cimientos de los pueblos, su cultura y procesos revolucionarios. Desde una computadora o un teléfono en las alturas o el subsuelo pueden llegar incluso a otros países y entrar a los hogares, a las pantallas más íntimas y a las mentes de las personas.
Indudablemente, La dictadura del algoritmo analiza un entramado complejo y apasionante, que seguirá teniendo muchísimos adeptos. Ojalá contribuya a que las mayorías estemos conscientes de la importancia de participar en estas plataformas, pero sabiendo sus beneficios y riesgos, como parte de una disputa también simbólica en la que se mezclan personajes de todo tipo. Ahí palpitan también una especie de revisión tergiversada de la historia, la construcción de “líderes” y “realidades”, en las que se intentan borrar esencias.
Como se refleja en el documental, en Internet la verdad es cada vez más emocional, por eso se emplean tanto las simulaciones y se conjugan recursos para conectar con los públicos. Todo eso impone retos para profesionales de la comunicación y la sociedad toda. En las redes debemos salir también de las burbujas de confort y llegar a otras con nuestras ideas y verdades. La fortaleza de los principios y la formación educacional y de valores son esenciales en todo momento.
Hay mucho de política e intereses económicos en estas redes, una especie de megaempresa, en la que quienes pagan mandan, incluso para llegar a públicos y sitios específicos. Existen linchamientos, ataques sicológicos, intentos de asesinatos mediáticos, una violencia digital que muchas veces renuncia a la ética y el más mínimo decoro. Todo eso mostrado también con elocuencia en el audiovisual.
La dictadura del algoritmo es solo un paso, pero falta mucho en un camino que nunca tendrá fin. Necesitamos más articulación y el aumento de una narrativa atractiva desde la izquierda. Los desafíos en el futuro crecerán. La fuerza e inteligencia de Cuba y su pueblo siempre deberán ser más fuertes que lo demás.
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