(El Grupo de Experimentación Escénica La Caja Negra cumple cinco años)
I
Han pasado cinco años desde que un grupo de jóvenes teatristas santiagueros, decidieran fundar un nuevo camino. Una nueva imagen para entender y entenderse dentro del mundo. Un concepto para ofrecer otra alternativa. ¿Herejía? La lucha contra el espasmo siempre es una contradicción. Todo lo que simule (al menos) una salida a la obediencia a la que nos somete el lenguaje, es una entropía reprochable y fácil de ver como enemigo. El lenguaje suele subyugar a los artistas a consonancias muy rígidas y tóxicas. El lenguaje busca someternos cuando la fórmula funciona para algunos.
Han pasado cinco años y nuestra disputa por vencer al lenguaje continua. El ego perdió su pulso tras obras como “El plan B es seguir el plan A” y “Bonsái”. Nuestra escena sigue caótica/imperfecta/enérgica/simbólica/política/familiar. Después de estos cinco años, todo empieza a encajar en el puzzle. Todo es una visión sobre lo exacto. El camino nunca fue casual, elegimos esta imagen porque nos representa. Elegimos esta conducta escénica porque nos permite dialogar. Elegimos LA CAJA NEGRA porque era una necesidad creativa.
Fundar siempre es complicado. El arte es una mezcla de todas las cosas bellas del mundo pero también de todas las miserias. Ser un concepto para el ojo que observa puede significar cambio, y el cambio es un susurro demoledor que siempre amenaza con ensordecer al pasivo.
II
Si algo ha sucedido durante este tiempo es que nuestra identidad como grupo se ha fortalecido. Cada trabajo es una consecuencia del anterior. Cada trabajo es divergente pero mantienen la unidad estética de LA CAJA NEGRA.
Desde que la pandemia se instauró en la isla, los planos simbólicos del arte cubano (y del teatro específicamente) han mutado o se han paralizado en algunas zonas. Nuestro grupo ha encontrado en el espacio virtual y la producción audiovisual, un ejercicio de resistencia para producir y compartir todo el material simbólico que generamos a diario. Durante este periodo hemos creados distintos materiales: videoarte, cortometrajes, video-poesía, micro teatro, cápsulas promocionales, y exposiciones fotográficas. El número de colaboradores ha crecido, últimamente hablamos más de usuarios y suscriptores que de público. Nuestra voluntad nos ha introducido en un mar sin fondo. Allí, frente a una platea infinita construimos memoria. ¿Será que se puede existir sin ese ejercicio?
Filtrar la realidad con nuestro hacer y transformarla en arte, siempre fue nuestra premisa más determinativa. Somos un grupo que experimenta con las emociones de los otros, somos un grupo que construye nuevas narrativas a partir de las historias de los otros. Nuestra imagen del mundo es posible gracias a la multiplicidad de voces que nos inspiran. ¿Podría ser de otra manera? ¿Experimentar/construir/hacer? Nada le es ajeno al arte. Todo lo que yace a la vista puede ser naturalizado por las emociones y los sentimientos.
III
Nuestro teatro busca ser transparente. No asumimos la escena como un espacio para entablar una disputa con el espectador. La escena es un lugar sagrado donde cabemos todos sin distinciones. Sin importar nuestras fragilidades y nuestras diferencias. Nuestro teatro busca ser trasparente porque se rige por el amor y la verdad, aunque esos parezcan conceptos muy cursis y gastados en pleno siglo XXI. Asumir esas palabras o el sentido que ellas generan es una necesidad que no podríamos evadir. Para nosotros no hay nada más transgresor que lo que se genera desde el amor y la verdad.
Trabajos como Bonsái (la película) nos han conducido a explorar nuestra cotidianeidad desde su sentido más absurdo y simbólico. Seres insignificantes habitan una sociedad de colmo donde los minutos trascurren como condena. Seres que desafían la credulidad del ojo que observa y nos ponen frente al espejo. ¿Puede este árbol dejar de ser nuestra sombra? ¿Por qué no generar otra luz menos uniforme y rígida? ¿Podemos evitar la práctica del Bonsái? ¿Cómo entender la acción distintiva en un individuo condenado al fracaso?
La serie Juego de Agua nos introdujo al mundo de la poesía como literatura. Allí nos acercamos a Dulce María Loynaz y al universo que generó su búsqueda. Diez capítulos entre performance, video y literatura nos fueron suficientes para continuar por esos senderos. Fue entonces cuando decidimos llegar a José Lezama Lima. De todos los textos abordados del gran poeta, Muerte de Narciso ha significado nuestro mayor reto. Una representación sobre el discurso del texto, nos llevó a ver la poética de Lezama como un canto a la experiencia acumulada en vida. Una experiencia que desaparece con la muerte, y eso significa libertad.
Muerte de Narciso pudo ser otro tipo de material, pero para nosotros hablaba del amor y eso nos generaba otras conclusiones: amor al cuerpo, amor a la memoria, amor a la vida, amor a la muerte, amor a transitar libre despojado de todo credo y convicción. Así Narciso se convirtió en otro de nuestros personajes, como si Lezama le hubiese dado esa orden.
Desde el teatro, Ofelia como espectáculo puede ser un buen ejemplo de nuestra investigación en aislamiento. El texto fue extraído de la obra Máquina Hamlet de Heiner Müller y trabajado como un material cercano al micro teatro. Un abordaje de un texto teatral, con una visualidad teatral, pero que funciona como un dispositivo audiovisual/cinematográfico. Ofelia es una experiencia que se nutre de nuestra participación en los espacios virtuales. Es un dispositivo con el que podemos dialogar en el cibermundo y aun parecer que estamos aferrados al escenario. A ese lenguaje que busca el convivio y la participación activa desde platea.
IV
Han pasado cinco años desde que el lenguaje se convirtiera en nuestro único enemigo. Ha sido el inicio de un viaje contra el ego y todo lo que agreda espiritualmente a las cosas esenciales de la creación artística. En ese viaje muchos han quedado atrás pero no sin antes aportar y dejar su huella en nuestro colectivo. Otros han llegado para incorporarse a un sueño que le es común y por el que vale la pena sacrificar el orgullo y otros aranceles.
El teatro para el Grupo de Experimentación Escénica LA CAJA NEGRA es un acto de fe. Una respuesta al fracaso y a las contradicciones de nuestra generación. Es nuestra manera de enfrentar y superar al lenguaje. Es nuestra voluntad y nuestra propuesta para crear un mundo regido por el amor y la verdad. ¿Será esto la construcción de una utopía?
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social.