(Una conversación vía WhatsApp con Arnaldo Sariol Valdés)
La construcción simbólica de los patrones culturales de una nación yace, por lo general, en aquellos espacios más alejados de la producción vanguardista del arte o de las grandes urbes. Es un proceso lento y a la vez constante del cual, sin un ojo bien entrenado, es difícil de identificar aun cuando participemos de dicha construcción. La lejanía de las prácticas más populares con respecto a las dinámicas que se desarrollan en las producciones artísticas actuales, tal vez se deba, a esa versión dada por el propio artista de “arte de vanguardia”. Un enfoque que busca renovar patrones supuestamente anquilosados, y que muchas veces son el resultado del arraigo cultural de “lo popular” como noción identitaria de las comunidades.
Cuba posee un sistema institucional que ayuda a diluir las barreras, pero no es suficiente. Aún hay creadores valiosos, que sin renunciar a los códigos de su comunidad, ameritan ser visualizados en ella, porque fuera de ella tal vez su obra no tendría el mismo valor.
Arnaldo Sariol Valdés alias Nao (Contramaestre 1988) es uno de esos artistas cuya obra yace en la relación con su medio. Ya sea como respuesta o como búsqueda secular a determinado patrón estético. Su creación se alimenta de su contexto y de la participación ciudadana activa con el mismo. Él es actor, guionista, director de cine, y coordinador de la célula de la AHS en su Contramaestre.
Teniendo al WhatsApp como aliado, dialogamos.
¿Por qué escoges el teatro como expresión?
El teatro me dio una segunda oportunidad en la vida, a través del arte escénico encontré la manera de ser parte de algo. Ser parte de un espacio que me permite trasgredir, que me permite encontrarme dentro de una sociedad, el arte y el escénico en específico me permitió creer como ser humano.
Te conocí cuando fui a Contramaestre a ver un monólogo interpretado por ti y dirigido por Josué Claro. Cuando entonces ambos pertenecían al grupo Reflejos Teatro. Un proyecto de la Casa de la Cultura del municipio integrado por instructores de arte y miembros del movimiento de artistas aficionaos. Un proyecto que contó con asesorías importante de profesionales de la provincia y que dio de que hablar. ¿Qué representó ese grupo para tu formación?
Reflejos Teatro fue la intención de hacer algo correcto, la otra vida, la que necesitas espiritualmente para no sentirte parte de los movimientos de un pueblo pequeño en todas sus dimensiones. Reflejos fue la casa, la comida, el trabajo, los sentimientos, un mundo al cual llegamos por casualidad y por casualidad nunca más nos hemos idos. Decir Reflejos Teatro es decir “el comienzo de lo que no termina”.
Reflejos Teatro ya no es tan incisivo, aquella generación de jóvenes ya no está en el arte en su mayoría. Solo algunos lograron entrar a la AHS y seguir el camino del arte. ¿Cómo haces teatro hoy? ¿Cómo no perder el vínculo con la escena desde tu contexto?
Cuando haces teatro por primera vez, nunca más dejas de hacerlo aun sin estar sobre la escena. El día a día te da la posibilidad de la interpretación, el teatro está en todas partes, en cada esquina, en cada detalle. Hoy no tenemos el mismo sistema de trabajo como un grupo dramático, pero nunca he dejado de escribir, y ese roce que tuve la suerte de tener con la escena, me permitió pasar a la realización audiovisual como ese medio expresivo que se alimenta del teatro y que no permite su muerte en ningún momento.
¿Si tuvieras que mencionar a un referente desde lo estético pero también desde sus búsquedas ideológicas, quién sería?
Tuve un descubrimiento con la obra de Virgilio Piñera, al que considero mi mayor referente. Soy absurdo y surrealista por ley. La identificación de la creación sobre la trasformación de lo que está y lo que podemos cambiar a través de la creación, define mis líneas de trabajo.
El teatro santiaguero tiene una ascendencia singular dentro del panorama teatral cubano. ¿Cómo ha sido tu vínculo con ese teatro? ¿Qué le falta en la actualidad según tu experiencia?
El teatro santiaguero tiene el don de lo singular. Con el aprendes a respetar la tradición como elemento identitario y a la vez te permite experimentar. Todo mi vínculo con el arte escénico está ahí en Santiago de Cuba. ¿Qué falta? Una mayor presencia en el panorama nacional e internacional. Que los grupos puedan visualizar sus obras rompiendo las fronteras. Hay que buscar nuevas fórmulas para exhibir y distribuir las obras en distintos festivales. Las estrategias de participación online pudiera ser una. Hay que volver a memorizar aquello de “si el público no va al teatro, que el teatro vaya al público”, es la mejor manera de mantener el teatro santiaguero vivo.
Decías que el teatro te llevó al mundo del audiovisual. He visto algunos de tus trabajos, he leído algunos de tus guiones. Hemos hablado en otros momentos acerca de la realización cinematográfica. De lo importante que es nuestro contexto como escenario real y simbólico. ¿Cómo aparece Contramaestre en tus obras?
Contramaestre es el mayor escenario que tengo. La ciudad es un conjunto de ideas que entre si alimentan todas las inquietudes que tengo en el arte. Una avenida, un grupo de personas, un movimiento incesante, una rutina familiar. Hasta la respiración de su arquitectura es reflejada en ese lenguaje que busco.
¿A dónde te diriges con tu trabajo?
Hacia el público que menos busca el arte que son los que más lo necesita. Hacia las personas comunes, de a pie, del día a día.
¿Desde tu percepción, podemos hablar de un cine santiaguero?
No hay un cine en santiaguero. Hay realizadores audiovisuales, como los puede haber en cualquier lugar. El arte cinematográfico es el más complejo de todos, su estructura industrial te inmoviliza si no cuentas con tecnología y producción. Para hablar de cine en Santiago de Cuba, hay que seguir pasos que se van más allá de una muestra que se tenga. Ejemplo: un festival propio de la ciudad, un concurso que atraiga realizadores o la presencia de cineastas importantes/consagrados. Para mi Santiago lo tiene casi todo, tal vez las locaciones más cubanas que puedas ver. Hay grandes actores, guionistas, algunos directores emergentes, equipos técnicos pertenecientes a los grupos de creación audiovisual y profesionales de los medios con experiencia. Pero además de ello, para que existiera cine en Santiago de Cuba, se necesitarían dos cosas: trabajar en equipo y creer que es posible.
Eres uno de esos creadores incansables, pero también eres alguien que piensa en el colectivo. Que abogas por el trabajo en equipo en función de la obra del otro. Desde el 2018 eres el coordinador de la célula de la AHS en Contramaestre, lo cual no es sencillo pues se trata de una de las células más activas de la organización. ¿Qué ha significado representar a los jóvenes de tu generación agrupados en este espacio?
Ser parte de la AHS ya era suficiente para crecer desde adentro, teniendo como base el arte. La coordinación de una de las células más consecuentes del país fue el mayor reto al que me he enfrentado y al cual le debo parte de mi formación. He ganado seguridad a la hora de tomar decisiones. Todo cuanto digo, hago y pienso tiene un respaldo en la responsabilidad. Estar al frente de una célula como la de Contramaestre es la oportunidad de trabajar en grupo, es aprender a defender el arte por encima de todo lo demás. Las células de las AHS en los municipios son verdaderos espacios de defensa de la cultura como método de transformación. El trabajo desde aquí siempre será doble pero necesario. La AHS en Contramaestre estará siempre en la vanguardia, defendido la cultura y la obra de sus aristas, esa es la primera gran enseñanza.
¿Por qué dices que las células de la AHS en los municipios son verdaderos espacios para la defensa de la cultura?
La atención que tiene la cultura en un municipio no es comparada a la que se puede tener en una capital provincial o en la capital del país. El arte no es visto con los mismos ojos ni intereses. El artista en una comunidad de este tipo, tal vez sea el creador más genuino con el que se cuente en nuestra sociedad porque todo lo que hace es por amor. Contramaestre no escapa de esa realidad, el creador no es valorado y su obra no es más importante que una producción de bienes y servicios. Hay que seguir insistiendo con los analistas municipales, hay que repetirles hasta el cansancio: un país desde donde primero se salva es desde la cultura. Es por eso que una célula de la AHS en un lugar como Contramaestre es tan importante, es el único lugar preparado para combatir lo inexplicable, es el bastión donde el arte, la cultura, el artista y su obra son cuidados.
¿Cómo es el diálogo en un municipio como el tuyo entre la vanguardia artística y el público teniendo como centro la obra de arte?
La AHS en Contramaestre desde los inicios ha tenido una batalla por la trasformación cultural enorme. “Hacer entender que no somos el peligro, que el peligro es desconocernos” fue y es una necesidad para todos los artistas que están y que han pasado por la organización. Hay que estar claros en algo, si esta célula ha llegado a sus 28 años ha sido ante todo por las relaciones que han creado los artistas con sus públicos.
Los receptores de nuestro arte les han dado valor a nuestros objetivos. Hoy esta pequeña ciudad cuenta con una jornada de literatura de muy alto nivel, “Orígenes”, el festival de rock “RockEvolution”, peñas de rap, la jornada de teatro “La Bota Rota”, y acaba de surgir un encuentro de trovadores; y todo eso es consumido y aceptado por este público eminentemente agrícola.
Mencionaste distintas jornadas de programación, es evidente la variedad de acciones culturales que realizan. ¿Qué es La Bota Rota?
Una jornada teatral nacida en la Asociación Hermanos Saíz con el objetivo de programar teatro joven en el panorama cultural de Contramaestre. Esta es una ciudad que necesitada de verdaderos espacios de reflexión y socialización del conocimiento y de las prácticas sociales. Contramaestre necesita confrontación estética, catarsis y análisis, cosas que solo el teatro puede lograr. “La Bota Rota” es tal vez nuestra jornada más necesaria en estos tiempos.
¿Se puede desde Contramaestre construir un país? ¿Vivir en la poesía?
La vida no está completa sin el arte. El camino (cualquier camino) siempre será difícil. Si después de asimilar lo anterior asumes el camino y aun así no te cansas, puedes descubrir que es posible construir un país. Desde cualquier lugar donde estés se puede. Vivir en la poesia es querer un lugar mejor, vivir en la poesía es crear ese mundo que todos queremos, que todos soñamos.
¿Crees en arte como restaurador de la memoria?
El arte es la huella misma de nuestro paso por la vida. Tiene el poder de recoger la información de lo que fuimos, una información que será utilizada a su tiempo cuando ya no estemos. Cuando somos capaces de hacer arte también estamos trasgrediendo el tiempo y estamos haciendo memoria. Si podemos hacer memoria también podemos restaurarla, curarla, cuidarla.
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