Hace algunas semanas me recomendaron leerme el cuento ganador del Concurso Iberoamericano de Cuentos Julio Cortázar. Año tras año lo hago, pero no habÃa tenido la oportunidad de hacerme con la revista La Letra del Escriba, en formato fÃsico. De modo que, acudà a descargarla. Sobre todo, por la curiosidad ante la insistencia de mis amistades a que leyera el relato ganador.
El tÃtulo Polvo gris sobre los párpados, (inmediata reminiscencia a Los Párpados y el Polvo, de Fayad JamÃs), me resultó interesante, pues como lector se disfruta mucho cuando un escritor ostenta una prosa llena de poesÃa e imágenes exquisitas. Otro punto a favor del cuento fue la valoración del jurado, y cito: “…este premio le fue otorgado «por la elegancia al narrar, por la atmósfera lograda al convertir a un autor de renombre en personaje y por asumir con habilidad el recurso hipertextual con el que logra un justo equilibrio entre lo universal y lo local».†Fin de la cita.
No obstante, antes de proceder con la reseña del texto ganador, es necesario realizar una alerta de spoiler para quien que no lo haya leÃdo.
El inicio del cuento atrapa por el misterio que rodea al personaje protagónico (Ali Zayn), pero al avanzar en la lectura, comenzaron a acudir algunas máximas que he escuchado en múltiples contextos. La primera: “Este cuento es especial porque tiene todo lo que no se debe hacer en un cuentoâ€, y, la segunda, es parafraseada por muchos escritores, y pertenece a Anton Chéjov: “Si dijiste en el primer capÃtulo que habÃa un rifle colgado en la pared, en el segundo o en el tercero tiene que ser descolgado inevitablemente. Si no va a ser disparado, no deberÃa ser puesto ahÃâ€.
Esta frase de Chéjov es el principio dramático que dicta que cada elemento en la narración debe ser necesario e irremplazable; de lo contrario ha de ser eliminado, pues: “está mal hacer promesas que no se piensan cumplir (…)â€, como dijo Chéjov a Aleksandr Semiónovich en una carta.
Dicho principio no se cumple en Polvo gris sobre los párpados.
Escritores de diferentes latitudes coincidimos en puntos imprescindibles que determinan la calidad de una obra narrativa: La originalidad, verosimilitud, ortografÃa, el punto de vista del narrador escogido y su uso, caracterización de los personajes y del/los narrador/es, ser consecuente con la historia, no dejar cabos sueltos, mantener un registro uniforme, además, claro, de escribir una buena historia. Pero este último punto es bastante subjetivo, ya que los gustos personales no deben influir en la valoración final de una obra.
El cuento narra la historia de Ali Zayn (un personaje del Premio Nobel de literatura Naguib Mahfuz), quien escapa de Egipto a causa del extravÃo de un rubà que debÃa entregar por encargo de su jerarca. Desde ese momento, una serie de posibles amenazas lo obligan a escapar desde allà a Estambul y luego a la Habana, donde se desarrolla la mayor parte de la acción.
Quizás el mayor mérito y elemento a favor en Polvo gris sobre los párpados, es el intento o la intención del autor, al pretender en la persecución de ese aliento poético, habitual en demiurgos de su nivel, crear imágenes novedosas, atractivas y originales. En la mayor parte de las ocasiones, solo consiguieron crear un velo oscuro entre el lector y el texto. En lugar de adornos al relato, estos intentos crearon obstáculos que el lector debe sortear o desentrañar, y tales errores en la trama, atentan contra la fluidez de la lectura.
Sin embargo, el mayor intento que, de conseguirlo, hubiera redondeado la historia, fue el de la tesis principal del cuento, y no es otra que “de nada vale huir de tus problemas, porque siempre terminarán encontrándoteâ€. La idea era magnÃfica. Sobre todo, si se considera la grandiosa sapiencia sobre la obra de Naguib Mahfuz y el exceso de cultura universal desplegado a lo largo del texto. Aun asÃ, el cuento está plagado de sucesos y personajes inverosÃmiles e incongruentes en su caracterización, veamos:
Ali Zayn arriba a La Habana, sin dinero, en apariencia (lógica que supone el lector) con papeles falsos, y encuentra luego de dialogar con algunos locales que acaba de conocer, a una mujer que contrata a extranjeros. Para cualquier habanero, por no decir cualquier cubano, este suceso está, en el mejor de los casos, en los lÃmites de lo imposible –en una situación más verosÃmil hubiera sido al revés–. La dueña del local (Lucy The Head, cuyo nombre es difÃcil de rastrear su concepción), lo contrata por un sueldo mÃsero y lo hospeda gratis en su local. Allà es donde Zayn conoce a Yeny la Tatuadora y a Rolo, el hermano de Lucy, ambos inquilinos del mismo edificio que Ali.
Otro suceso inverosÃmil que salta a la vista es el génesis del primer escape: en el momento en que perdió un rubà que le entregara el jerarca, no solo examinó el paquete a su custodia, al dudar de la veracidad de su palabra. Algo que suele ser incuestionable en esas culturas. Mientras examinaba las piedras preciosas, una de ellas cae; luego de buscar un poco, decide entregar el paquete incompleto y regresa a casa. La principal situación difÃcil de aceptar, es la escasa búsqueda de la gema, que para un musulmán tan paranoico como es el caracterizado por Rogelio Riverón, decidió desistir de la búsqueda demasiado rápido, asà como burlar al jerarca y al comerciante. Â
El siguiente ejemplo tiene lugar cuando Ali Zayn, luego de salir de Egipto, allá por la frontera con Israel, se encuentra con un viejo beduino que se encapricha en venderle una jaula vacÃa, con el pretexto de que es “para que sepa cuál es el valor de la libertadâ€. Ali tiene un intercambio de golpes con el Beduino, luego de un suceso que raya con lo absurdo, le quita un cuchillo con mango de ángel y se va. Una escena bastante innecesaria, con diálogos y una pelea sin sentido e injustificados.
No obstante, lo que le coloca la guinda al pastel, ocurre luego de ser asaltado en La Habana: Ali regresa donde Yeny para contarle lo sucedido. Este hecho puntual funciona como detonante definitivo revelando las grietas y parches, producto de una deficiente caracterización del personaje. Alguien tan paranoico que huye de su paÃs solo por ver a dos personas con guantillas iguales (ya que nunca se comprobó que fuera la misma) y de Estambul solo por ver a una mujer con su pareja esposada en la cama (en posible juego sexual); lo lógico es que hubiese huido directo hacia el aeropuerto, sin mirar atrás. Eso serÃa ser consecuente con la historia. Pero no fue asà con el personaje, ni la historia. Además, ¿por qué huyó de la pareja en el hotel? Un misterio. En un momento dado, el narrador (o el autor) dice que Ali “sabe que ella era una caza recompensasâ€, aunque nunca revela la razón de por qué lo sabe.
Estas buenas intenciones se encuentran relatadas por una desafortunada elección de narradores, que en muchos casos desdoblan su función y realizan acotaciones y opiniones fuera de lugar. El cuento, en una ocasión en que el narrador/autor habla de Borges, parece sugerir una simbologÃa inalcanzada debido a un exceso de imágenes malogradas, que no conducen a ningún sitio, aportando poco o nada al desarrollo de la historia o a los personajes.
Por otra parte, a mi juicio, los cambios de focalización del narrador tienden a confundir al lector, quien no logra identificar si es omnisciente, equisciente o deficiente la coherencia en el discurso del/los narrador/es. Me parece otro intento infructuoso de una buena idea; debido a que el error no es utilizar varios narradores en el cuento, sino, el uso incorrecto de estos.
Uno de los valores que tiene Polvo sobre los párpados es la idealización de su estructura. El cuento no transcurre de forma lineal, sino que alterna del presente al pasado, e incluso, el narrador relata eventos sin importancia del futuro. Esta intención hubiera resultado exitosa si la mano de un Deus ex machina disfrutara de hacer y deshacer en la historia sin justificar o argumentar en absoluto, como si por mandato divino, fuera obligatorio aceptar todo y no cuestionar nada.
Por ejemplo, no queda clara la razón de por qué escapar de Estambul precisamente a La Habana, un lugar del que conoce muy poco, como afirma el autor; es un detalle que escapa a cualquier lógica. Tampoco se dice nunca de dónde sacó el dinero para esas fugas improvisadas, ni el nombre o alias que utilizó para no dejar rastro de su ubicación (si lo hizo).
Una desviación necesaria es aclarar que, Ali Zayn es un egipcio que viaja a TurquÃa y a La Habana, donde quiera que llega, puede comunicarse con cualquier persona. Pero, en Egipto se habla árabe estándar moderno. En TurquÃa, turco, en la Habana, español y los Beduinos hablan Badawi. Nunca se sabe cómo este personaje dondequiera que llega habla los diferentes idiomas, comunicándose con facilidad, como por gracia divina, en plena desatención por parte del autor. Y, a pesar de que cualquier polÃglota domina varios de idiomas con facilidad, todo en el cuento debe quedar justificado, en aras de la credibilidad, y aquà sucede justo lo contrario. Tal parece un Deus ex machina del autor… uno de tantos.
En un momento dado, al protagonista lo asaltan con el objetivo de robarle el cuchillo que le usurpara al beduino. En ese instante el autor comienza a preguntarse, ¿por qué lo asaltaron?, ¿cómo sabÃan lo del cuchillo?, ¿por qué lo dejaron vivo?, ¿a qué vino la frase: “Alah ve los hechos antes que ocurranâ€?
DÃas después, Ali es visitado por Rolo con la excusa de que le reparara una radio que siempre escuchaba. Es en esa escena cuando Ali, después de tanto tiempo, percibe que Rolo es aquel beduino que quiso venderle la jaula vacÃa y que lo habÃa asaltado. ¿Cómo hizo Rolo para saber quién era Ali, y cuándo y por dónde iba a escapar de Egipto? ¿Cómo pudo saber en qué lugar exacto el transporte se detendrÃa cerca de la frontera con Israel? Sobre todo, ¿cómo hizo Rolo para, desde Cuba, saber todo aquello y viajar a voluntad? Además, conocÃa la posición exacta de Ali en todo momento: dónde estuvo y a dónde irÃa. ¿Rolo era Dios, un ángel, el diablo…, Alá? ¿Cómo Ali pudo derrotarlo, no una vez, sino dos?, y, ¿cuál era el interés de Rolo por Ali?
Ali Zayn, de la manera en que fue caracterizado por el autor del relato, era un personaje paranoico y desconfiado. Pese a ello, le confió todo a Yeny la Tatuadora, para luego rechazarle su propuesta de escondite en La Palma “al dudar de sus buenas intencionesâ€. Hecho, sino inaudito, sumamente contradictorio e incoherente en el actuar del personaje.
¿Otros cabos sueltos?, muchÃsimos. Por ejemplo, ¿por qué Ali no se fue de la Habana, al tener la certeza de que estaba siendo perseguido? ¿Quién era este beduino? ¿Era realmente un beduino, hermano de Lucy The Head, el motorista de las guantillas verdes marihuana? ¿Todos? ¿Ninguno? ¿SerÃa realmente el mismo hombre o fue paranoia de Ali Zayn? Si fue paranoia suya, ¿por qué lo asaltó, habló en árabe y sabÃa lo del cuchillo? ¿Por qué nunca lo mató y siempre elegÃa pelear con él? ¿Realmente el jerarca lo habÃa mandado a buscar por el rubÃ? ¿Por qué la escena del bate de baseball si no sucede nada con él? Quizás solo el autor pueda responder esta serie de preguntas, y más.
En consecuencia, estos conjuntos de cabos sueltos emergen durante la lectura, y las preguntas se apilan en la mente de cualquier lector, quien, si no se aburrió o cansó de que le continúen disfrazando la historia, mantiene la esperanza de que, en algún momento, algunos de estos cuestionamientos sean resueltos. Empero, a medida que el cuento transcurre, la pila crece y crece, y con cada pregunta que el lector le añade, el temor de que el cúmulo se derrumbe sobre él, aumenta.
Una vez llegado al punto final, el lector continúa en busca de qué pasó en el cuento. En resumen, una secuencia de sucesos, poco o nada creÃbles, inconclusos, que dejan más preguntas que respuestas.
Tal parece que el autor nunca se preguntó el por qué, o para qué de cada hecho narrado. Quizás no era su interés responderlo, tal vez sÃ. De haberlo hecho, estos planteamientos fueran innecesarios, ya que todos los sucesos de Polvo gris sobre los párpados pueden ser bien argumentados; en algunos casos, con pocas palabras.
Por otra parte, está el tema de la inmensidad de frases muy poco felices que enrarecen la atmósfera del cuento:
“Orinó alrededor de un minuto. Devolvió el animal a su refugio cuando vio a un anciano salir de la carretera por un sendero en la margen izquierdaâ€
En esta oración no solo se refiere al pene como el animal, al parecer por el tamaño (no queda claro, aunque no es importante), sino que hay errores de gramática al decir un sendero en la margen izquierda. La forma correcta debe ser: el margen izquierdo, pues margen es de género masculino. Sin embargo, existe la posibilidad que esto sea una errata editorial telemática, sucede. Lo que no evita que el fragmento vulgar del animal rompa con el registro mantenido en la narración.
“Ajusta el pedido con un carnicero gordo, sudado y servicial que de todos modos sale ganando. Con su bolsa de plástico emprende el repliegue, atraviesa la avenida, cubre las dos cuadras hasta su calle y tuerce a la izquierdaâ€. Aquà no solo falla una vez más, el registro del narrador, quién habla de bolsa en vez de jaba (manera en que se le nombra en Cuba) y sà se refiere a cuadras, como dicen los cubanos, en vez de bloques o manzanas. También podÃa haber elegido otras palabras para narrar la escena, ya que deja muy ambiguo lo de ajusta el pedido. ¿Qué ajustó, el precio o la cantidad?, ¿cuál fue el repliegue? Para que haya un repliegue, como se usa el prefijo “reâ€, algo debió plegarse previamente, hecho que no se menciona. Además, el verbo “plegar[i]â€, se utiliza para objetos. Cuando se refieren a seres vivos, generalmente es utilizado en la terminologÃa táctico-militar al referirse a las tropas plegadas en un mapa, no como referencia a una sola persona.
“Siente que se ahoga. Siente que le hurgan en el cuerpo y comprende que buscan el puñalâ€. Le hurgan en el cuerpo. La imagen que surge en la mente es la de manos escarbando dentro de su cuerpo en busca del cuchillo. Algo bastante raro, pues buscan el cuchillo y no el dinero.
“Tú a mà no me vas a buscar un lÃo con la justicia —le advierte—. No creas que esto es jamón, que aquà todo se sabe. Si te asesinan estando a mi servicio, me van a detener y yo ya no aguanto un interrogatorioâ€. AquÃ, nuevamente, falla la verosimilitud, el registro y el equilibrio entre el lenguaje autóctono y el universal. Una mujer como la que describió el autor, de bajo nivel, de barrio, con total confianza en sà misma y tratando de coaccionar a AlÃ, nunca dirÃa “lÃo con la justicia y si te asesinan estando a mi servicioâ€, sino “lÃo con la policÃa, la fiana o la metaâ€, y “si te matan mientras trabajas para mÃâ€, por ejemplo. De esa manera, suena más natural y menos ficticio. Estos son errores de registro local que afectan la verosimilitud.
“Pero te di abrigo —lo humilla Lucy The Head—. Si pones una pata en la acera, te sumarás al batallón de vagabundos que hay por ahÃâ€. Aquà es lo mismo, lo común es que dijera “te albergué, te rescaté, te protegÃ, te di techoâ€, incluso, “te acogÆsuena más natural en boca de un cubano. Estas fluctuaciones del lenguaje, desafortunadamente, emergen como muestra del poco oÃdo o juicio de selección del autor, entre los registros marginales autóctonos requeridos para estas escenas muy puntuales
“Ahora lo conduce a juicioâ€. En el contexto referido, debió ser “Ahora lo conduce al juicioâ€, ya que ahora lo conduce a juicio puede referirse a su juicio, o sea, a su criterio. También, esto puede ser otra errata editorial telemática.
“Ali Zayn, pongamos por caso. Huyendo entre los autos la mañana en que se vio descubierto fue la imagen del desertor unánime, del que escapa incluso de la ristra de palabras donde respiraâ€. En esta ocasión, la primera imagen que causa ruido es la de desertor unánime. El asunto es que cuando se habla de unanimidad, se refiere a más de un ser.
Quizás la frase más infeliz es la siguiente: “del que escapa de ristra de palabras donde respiraâ€. Algo de lo que me declaro incapaz de interpretar en su conjunto, pues no se logra visualizar una imagen con sentido, y no creo que aporte nada relevante a la historia.
“Se pone los audÃfonos y comprueba que la canción está ahà y que se le infiltra por el oÃdoâ€. El solo hecho de imaginar una infiltración por el oÃdo, es doloroso, y un poco antinatural. Quizás el autor debió utilizar un sinónimo u otro verbo acorde a su intención. Además, solo se infiltra en un oÃdo, no los dos. Nótese que se pone los audÃfonos, un claro error de concordancia en este fragmento.
“Ali Zayn se repliega, pero no desapareceâ€. Aquà resurge este término en lugar de “regresa, retorna u otro similar†que serÃa lo más correcto; y el modo en que fue utilizado este verbo, sugiere que Ali se pliega sobre sà mismo, pero no lo suficiente como para desaparecer.
“Para reforzar ese estado se siente el pito de un auto en la calle y Yeny lo exhorta:â€. Aquà saltan a la vista dos aspectos: pudo mejorarse la puntuación al colocar una coma luego de “estadoâ€. Y evitar el desequilibrio del registro del narrador que reincide en el texto, al colocar el sustantivo “pito†en lugar de claxon o bocina, sinónimos de un registro superior y acorde al lenguaje empleado en el relato.
“Mantente discreto que Dios no es magoâ€. Aquà vuelve a parecer un diálogo que ningún cubano dirÃa; menos uno con el nivel del chófer del auto y en aquel contexto, donde se asume tácitamente por un problema de imaginario social y repetición popular que Dios no es mago, sino omnipotente. Un cubano hubiera dicho que se estuviera oculto, que no saliera mucho, que no resaltara, mantuviera bajo perfil, etc. Además de irreal, quiebra el ritmo y la armonÃa del texto. Â
“Saca el animal para deslastrarse y comprueba que el inodoro no descarga directamente sobre las aguas verdosas del rÃoâ€. Ningún inodoro lo hace, partamos de ahÃ. Además, ¿qué rÃo? ¿El Almendares?, ¿otro?
El autor nuevamente se refiere al pene como “el animalâ€. Y por segunda ocasión, sigue sin ser el mejor sustantivo para el texto. Sobre todo, cuando, acto seguido, dice: “guarda la piezaâ€, con lo que también se refiere al pene. El apelativo animal resulta muy vulgar en comparación con un lenguaje que en ocasiones llega a ser barroco. Al parecer, el autor tomó la decisión de no nombrar pene o falo a dicho órgano sexual masculino, quizás por no sonar vulgar, o evitar el “lugar comúnâ€; cuando, nombrar las cosas por su nombre, no es ni será nunca un lugar común, menos, un error.Â
Sabias personas aconsejan que, ante frases de este tipo, con la que no estemos seguros de cuál utilizar, empleemos el principio de la navaja de Ockham[ii]. Según este principio, aplicado a la literatura, en igualdad de condiciones, la imagen más sencilla suele ser la más probable. O sea, la más directa, la que transmita la idea de forma más clara, menos ambigua y extraña, es la más indicada para el autor.
Sin embargo, la cuestión de las imágenes poco felices no es el dilema que originó esta reseña, sino el compendio de todos los intentos fallidos en el cuento: lo inverosÃmil de la historia, la construcción de los personajes, las situaciones. Cuando encuentras personajes inconsecuentes con sus acciones o forma de pensar y poco verosÃmiles, el cuento decae en calidad. Si, además, contiene una serie de cabos sueltos, tramas inconclusas, es improbable, para no decir imposible, que el lector pueda terminar la lectura del cuento o tener una idea clara y definitiva de la historia.
A todo ello, súmenle la cantidad de rifles colgados en la pared que nos dejan con ganas de que disparen en algún momento, pero que nunca lo hacen. Estos son, a mi entender como lector, escritor y amante de la literatura, los que más exasperan, ya que vienen prometiendo disparar desde el propio tÃtulo.
Estas son apreciaciones personales luego de varios años como escritor y lector. Quizás mi opinión coincida con los de otros, quizás no. Solo que, después de ver tantos desaciertos, no hallo la eficiencia al narrar y menos la atmósfera lograda; ya que la que existe, se encuentra bastante enrarecida. Aunque, tal vez de ahÃ, se deba el nombre de Polvo gris sobre los párpados.
[i] Según la RAE: Hacer pliegues de una cosa. Doblar o igualar con la debida proporción los pliegos de que se compone un libro que se ha de encuadernar. En el arte de la seda, revolver la urdimbre en el plegador para ponerla en el telar. Doblar, ceder, someterse.
[ii] Esto implica que, cuando dos teorÃas en igualdad de condiciones tienen las mismas consecuencias, la teorÃa más simple tiene más probabilidades de ser correcta que la compleja.
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