En tiempo relativamente breve, Raúl Piad se ha abierto paso en el mundo de la literatura de fantasía y ciencia ficción. Su nombre ya no es desconocido, sino que forma parte de lo más destacado de la reciente hornada de autores del género. Raúl Piad escribe sobre lo humano en todas sus dimensiones, explora los límites de la posibilidad. A propósito de su reciente Premio Calendario en la categoría de Ciencia Ficción versa esta entrevista.
¿Cómo definirías tu estilo? ¿Sientes que un autor perfila su estilo a lo largo de toda su vida como una búsqueda consciente, o prefieres pensar en un estilo plural y cambiante, siempre móvil?
Creo que aún no me atrevo a afirmar que poseo este u otro estilo. Tal vez de aquí a quince o veinte años… Es un ejercicio difícil, casi de autodescubrimiento, ese de definir el estilo propio. No obstante, muchos colegas escritores y lectores entusiastas me han hecho ver que suelo emplear un lenguaje directo, que se aparta de barroquismos literarios, cinematográfico en ocasiones. Me preocupa mucho la limpieza y claridad del texto, también que el trabajo final pueda ser disfrutado por la mayor cantidad de lectores posibles. Pero, como decía antes, todavía estoy probando, a veces me atrevo con una prosa más cargada, imbricada de lirismo, y pienso que en ese aspecto está dada esa “dicotomía estilística”. Para algunos autores, la búsqueda de una forma que los identifique es casi una obsesión, y cuando la encuentran, se apegan a ella hasta las últimas consecuencias. En cambio, para otros, constituye un reto no acomodarse nunca a una forma, y convierten cada libro en un experimento.
Cuéntame un poco del libro con el que acabas de obtener el Premio Calendario 2021 en la categoría de ciencia ficción y fantasía.
En esencia, A la sombra del mundo hogar es una novela negra de ciencia ficción, pues comparte mucho de los elementos del género definido por Raymond Chandler: un ambiente oscuro donde prima la resolución de un crimen/misterio, la moralidad de los personajes se difumina en grises, etc. El argumento comienza con el regreso de Ilona Ibarra, una persona derrotada que busca la verdad o, cuando menos, algún atisbo de ella, al planeta donde solía vivir. A partir de ese momento, y space opera al fin, allí se verá envuelta en una conjura junto a su antigua compañera de trabajo y amante, la alienígena Ladai N´Tili, que las arrastrará hasta la guarida de una especie de capo de la información: todo esto aderezado con viajes y combates espaciales e inmersión en realidades virtuales a lo cyberpunk.
Luego de no pocos años de historia del género fantástico en Cuba, en tu opinión, ¿cuáles han sido los mayores logros y desaciertos?
El género fantástico en Cuba, paradójicamente, ha sido de lo menos favorecidos, en cuanto a política editorial e interés institucional. Digo esto porque suele ser un género muy demandado por el lector (que, en última instancia, es a quien se deben autores y editoriales) y que solo en los últimos años pudo disfrutar de una nueva era de solaz… que ahora parece terminar de forma abrupta. Por una parte, es buena la persistencia de algunos concursos y premios (sobre todo en el apartado de ciencia ficción, que ha sido más favorecido que la fantasía) y el entusiasmo de las legiones de fans y creadores que organizan eventos promocionales, aunque todavía permanece la creencia de que (sobre todo en la rama literaria) no es algo que se deba tomar muy en serio, y por ende tampoco se deberían derrochar muchos recursos en su desarrollo.
¿Cuán relevantes han sido para ti las alianzas con escritores que cultivan el mismo género que tú?
Decisivas. Si bien la interacción con escritores (en toda la aceptación de la palabra) siempre es beneficiosa, acercarse a quienes comparten y han transitado ya los mil y un vericuetos de este difícil camino, constituye una satisfacción inmensa, sobre todo dentro del nunca muy extenso grupo de cultivadores del fantástico.
¿Cuáles son los temas sobre los que te interesa, en la actualidad, escribir?
Mi principal interés siempre es el ser humano, desdoblar la cubierta que mostramos al mundo y exponer lo que hay debajo. Escribo sobre lo que temo: la deshumanización, la falta de empatía, el olvido. Me gusta colocar a mis personajes en situaciones límites y luego averiguar la forma de sacarlos de allí. A veces lo logran.
¿Sientes que el público lector está más preparado para recibir obras de ciencia ficción y fantasía en estos tiempos que en décadas anteriores?
En cierta medida, sí. La proliferación de producciones audiovisuales y videojuegos ha traído consigo la aparición de una nueva hornada de lectores, aunque es válido señalar que muchos de ellos buscan algo que a veces la literatura no llega a satisfacer del todo. La realidad ha probado no ser tan diferente de lo que años atrás auguraban los mejores autores del género, así que también muchos buscan encontrar respuestas a varias de las principales problemáticas y preocupaciones que hoy nos aquejan.
¿Cuán importante es para ti la relación con el público? ¿Te interesa la retroalimentación?
Cuando un escritor expone su obra ante una cantidad significativa de ojos ajenos, la obra deja de pertenecerle. A veces se subestima el poder que posee un único lector; ese que, en la soledad de su habitación, lee el libro que hasta hace poco solo habitó en las profundidades de tu mente. En mi caso, la relación con el público es crucial: me interesa que los lectores se acerquen y me comuniquen sus impresiones, positivas o negativas, qué les gustaría leer a continuación, o si pudieron o no avanzar más allá de la primera página.
En la situación de aislamiento social que, desde hace ya un año, enfrenta todo el mundo, ¿cuán útil te ha sido la literatura en cuanto a romper la frontera física que por ahora nos limita y nos define?
La literatura siempre ha constituido para mí el escape perfecto a la realidad, a veces cruel o falta de ese color que solo habita en las páginas de los libros. Como escritor, ese escape se convierte en exorcismo, en oficio de demiurgo. Durante este tiempo, la literatura ha sido una especie de zona segura, un túnel a través de los distintos mundos, ahora separados por el aislamiento, que existen fuera de nuestro alcance.
¿Hasta qué punto las redes sociales te sirven como una herramienta promocional?
En estos tiempos, las redes sociales constituyen el primer instrumento promocional que empleo. Si a eso le añadimos el confinamiento, a veces se convierte en el único. Creo que, bien utilizados, estos medios pueden ser muy poderosos y alcanzar a más personas de las que imaginamos.
¿Qué es lo definitorio para ti dentro de tu proceso creativo?
En primera instancia, diría que la revisión de lo ya escrito, el compromiso que lleva implícito la escritura de cada párrafo. Por lo general, parto de una idea, muchas veces vaga, que después, a base de sangre y fuego, voy desarrollando como una madeja hasta llegar al final. Sin embargo, es precisamente ese aspecto, el final, lo que considero determinante porque en ocasiones me cuesta definirlo, y el desarrollo de la obra, que tan irresistible parecía, termina de forma abrupta. Un buen final es el cuño que legitima ese libro que tanto te ha costado escribir.
En ocasiones, un galardón tarda en llegar a un autor. ¿Hasta qué punto la paciencia, la persistencia, la tenacidad influyen en el éxito de un escritor?
Cuando alguien se decide a escribir, debe deshacerse de todo orgullo y armarse de paciencia, de mucha paciencia. Se ha comparado la carrera del escritor con un maratón: resistencia antes que velocidad. A algunos les cuesta más, a otros menos, pero al pedacito de talento que siempre posee quien no es capaz ya de concebir su vida sin emborronar una o dos cuartillas diarias, se le debe unir el tesón, las ganas de trabajar y la constancia. Alguien que cultive estas virtudes puede estar seguro que el galardón y el libro publicado llegarán en algún instante. Lo demás consiste en disfrutar lo que se hace, en escribir, en primera instancia, para regocijo y consumo personal.
Del lenguaje literario de tus primeras creaciones a tu estilo actual, ¿cuáles han sido los cambios más evidentes que percibes, a nivel estético, espiritual y de forma?
Es siempre difícil, aunque interesante, retroceder en el tiempo y ver cómo ha evolucionado tu propio estilo. Pienso que mi obra ha cambiado más a nivel formal antes que temático. Aún me interesa hablar sobre las mismas cosas, pero de otra forma. Sí creo que existe otra manera de abordar la página en blanco, de desarrollar una obra donde resalte la limpieza y la frescura, la naturalidad del diálogo. Todos estos factores son, al mismo tiempo, asignaturas en curso y todavía perfectibles.
Ya no eres un autor novel. En pocos años has sabido labrarte un camino dentro de la literatura, específicamente la fantástica. Si tuvieras que pensar en un horizonte de posibilidades para ti, ¿cuál sería?
Las posibilidades son infinitas. Si bien, al menos de momento, la literatura fantástica llena y satisface todas mis inquietudes, pienso escribir en algún momento sobre otros temas. Tengo algunos proyectos en pausa que posiblemente retome pronto, algunos de ellos de géneros con los que solo comienzo a familiarizarme. Uno de ellos, o al menos el que más satisfacción me ha aportado, es una novela de literatura infantil que debe tener por título Hoja seca, y está protagonizada por un perrito vagabundo que vive lo peor y lo mejor de las calles cubanas. Curiosamente, escribir literatura realista es uno de los mayores retos a los que me he enfrentado nunca.
¿Existe la autocensura? ¿La has sentido?
Creo que sí. Puede estar dada por muchos factores: la personalidad, la geografía, el género literario, los choques con las políticas editoriales… Muchos escritores la sienten en un momento u otro de su carrera, sobre todo en sus inicios. Recuerdo que asistía a un taller literario en la universidad donde, tal vez por ser el único que escribía fantasía, se hacía algo difícil ser tomado en serio. Esto provocó que comenzase a llevar cuentos realistas, que no me gustaba escribir, pero bueno, era la única forma de ser… ¿uno más? Por suerte, y con el tiempo, eso cambió, pero el fantasma de la autocensura todavía ronda, y de vez en cuando necesita ser exorcizado.
Más allá de la página en blanco, ¿quién es Raúl Piad?
Raúl Piad es un joven de hábitos simples, que piensa que le gusta la rutina… hasta que se descubre cada día haciendo algo distinto. Un lector empedernido que no puede vivir sin café, amante de los videojuegos, el cómic y las siestas largas. Animalista convencido y orgulloso dueño de un cocker spaniel medio loco. Alguien que, a veces, necesita refrenar su cerebro para que no se desboque más allá de los límites recomendables; que tiene que obligarse a escribir, pero cuando lo hace disfruta como nadie el hecho de enlazar una letra con otra.
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