Reinaldo Cedeño en medio de la descarga… (+Tuits)

No es la letra, sino la llama. No es la cáscara, sino la nuez. El periodismo cultural, para Reinaldo Cedeño Pineda es una inmersión en el infinito universo de las subjetividades y la creación. Muchas veces una inmersión en apnea, como si en ello le fuera la vida. Recientemente galardonado con el Premio Nacional de Periodismo Cultural José Antonio Fernández de Castro y con una trayectoria de más de treinta años en el ejercicio periodístico, su trabajo demuestra que a la hora de dejar una impronta en el complejo corpus nacional de esta profesión, valen más las jerarquías y no las geografías.

tomada del perfil de facebook de reinaldo cedeño

Poeta y narrador, Cedeño es autor de los poemarios Los corderos alzan la vista, Poemas del lente y Tejiendo un país; la investigación A capa y espada, la aventura de la pantalla; y los libros de periodismo cultural El hueso en el papel, Las pequeñas palabras y Ser periodista, ser Quijote. Un periodista cubano habla, publicado en 2016 por Ediciones Claustrofobias y Ediciones UO, y que tendrá próximamente una reedición por La Luz. Su nombre es asiduo, además, en disímiles publicaciones en Cuba y fuera de la isla.

Esta conversación –vía correo electrónico y aun con la noticia del Premio y sus alegrías quitándole el sueño en la cerrada noche insular de su hogar en Boniato– inició una tarde holguinera en el café Tres Lucías, de la mano del promotor cultural Joaquín Osorio, hace casi ocho años. Reinaldo presentaba su libro de cuentos La edad de la insolencia. De alguna manera ese diálogo se ha extendido en el tiempo hasta el día de hoy.

A los múltiples reconocimientos y premios por su quehacer reporteril y literario, como el Reconocimiento al Mérito Periodístico del Icrt en 2017 y el Diploma Nicolás Guillén de la Uneac en 2011, Reinaldo suma una sencillez sin cortapisas que le ha permitido –con el asombro de quien, a pesar de la experiencia de la profesión, se maravilla como la primera vez–, narrar la “novela cotidiana” de su Santiago de Cuba. De sus artistas y sus habitantes más sencillos. De su propia vida. Aun hoy –como hizo cuando niño– se planta en medio de la sala y grita sus verdades en forma de poema o crónica. La diferencia es que ahora somos más los que le escuchamos y admiramos su trabajo. No importa que arrecie el vendaval sobre la llama, él siempre tiene bien resguardada la lumbre, para que nada la apague. No fueron “chispazos” los que lo llevaron al arte y el periodismo, asegura. Reinaldo Cedeño Pineda ha vivido y sigue en medio de la descarga.

Reinaldo casi siempre existe ese primer “chispazo” –puede ser un amor a primera vista o un enamoramiento paulatino– que nos hace maravillarnos con la cultura, la literatura, el periodismo… Podría asegurar que en el chispazo del niño Reinaldo aparece tu madre Caridad, ese ángel tutelar que ha acompañado siempre tus días, pero quiero que seas tú precisamente quien me hable de ella y de cómo te fuiste apasionando sin vuelta atrás… ¿Llegas al periodismo motivado por la literatura o viceversa?

Te confieso algo: desde que abrí los ojos, vi libros a mi alrededor; esa ha sido siempre mi mayor riqueza. Cuando mi madre me regaló un libro por primera vez, la abracé tan fuerte que tuvo que despegarme, porque podía haberle hecho daño. Desde siempre vi a mi madre escribiendo clases, poemas y un día sorprendí a todos y a mí mismo, leyendo un cartel en la pared de mi casa, cuando nadie me había enseñado formalmente a leer.

Caridad Pineda Anglada fue mi primera maestra, mi mejor maestra. Un maestro es sagrado.

Tampoco olvido a mi hermana Esther –hace tiempo una consagrada en la enseñanza artística–, pero que entonces aprovechaba cualquier oportunidad para endilgarnos un pirouette. Nada ha podido borrar mi primera gran salida al Camagüey donde ella estudiaba. Encontrarme en aquellas llanuras inusitadas para un chico acostumbrado a las montañas, recorrer la vieja casona que era la escuela de ballet y el recibimiento con aquella frase: Bienvenidos a la tierra agramontina… todo reforzó la atmósfera de encantamiento que suponía.

Se empezaron a preocupar porque no jugaba tanto como otros muchachos de mi edad, hasta que hice un poema-protesta que algunos de la familia todavía recuerdan y lo leí plantado en medio de la sala. Me dejaron tranquilo. Yo no sabía entonces lo que era la literatura ni lo que era el periodismo, solo que me gustaba leer y escribir. No fueron chispazos como ves… vivía en medio de la descarga.

Iniciaste tu trayectoria laboral en el periódico Venceremos, en Guantánamo, y has transitado, entre otros sitios, por Sierra Maestra y Radio Siboney, en Santiago, donde eres redactor/reportero. O sea, has ejercido el periodismo no siempre desde la mirada del intelectual que puede adentrase con más detenimiento en fenómenos, personas o sucesos, sino también desde el reporterismo que alimenta la cotidianidad en nuestros medios… ¿Cómo influyen las rutinas productivas en el ejercicio del periodismo cultural?

tomada del perfil de facebook de reinaldo cedeño

Guantánamo, mi querido Guantánamo. Algunos piensan que nací en el Guaso, en la aldea de Boti: es que en esa tierra tuve mis primeros desafíos, peleas y descubrimientos profesionales. Pregúntesele a Haydée León Moya o a Martha Cabrales Arias. A un periodista le toca hacer la novela cotidiana: cada acción es una página que agrega. El periodismo es exigente, hermoso y tantas veces ingrato, todo mezclado; pero nunca he sido una persona con pensamiento de estancos, ni que se arredra fácilmente.

El periodismo –el periodismo de ley– de ninguna forma puede estar despegado del análisis, aunque a primera vista pudiera parecerlo. No hay que confundir la brevedad o la síntesis con la falta de rigor. Puede haber novelas mediocres y crónicas fabulosas (y viceversa). Por ejemplo, el mundo del documental sonoro, al que me he acercado últimamente, esas historias contadas con sonidos, puede tocarte tanto como una obra narrativa. De hecho, creo que nos hemos quedado en Cuba afincados a algunos esquemas. La narrativa de la realidad es tan legítima como la narrativa de ficción. Búsquese por ejemplo la obra de Svetlana Alexeivich, galardonada con el Premio Nobel de Literatura (2015), que dio voz a los sobrevivientes de Chernóbil.

La palabra rutina no me gusta, por más que me la expliquen o le pongan apellidos. Alguna vez escuché al colega José Aurelio Paz hablar de procesos creativos más que de rutinas productivas. Asumo esa misma cuerda. El periodismo cultural es una inmersión en el infinito universo de las subjetividades y la creación. Nunca lo he concebido como el que llega a testimoniar, como el que asiste; sino como parte integrante del proceso cultural.

Hombre de la prensa escrita, la radio, la televisión, la blogosfera… cada una con diferentes lenguajes, maneras de hacer… y en todas el periodismo cultural como brújula. Has sido reconocido y podría asegurar que te desenvuelves muy bien en todas ellas. ¿Cómo lo logras? ¿La vida te ha llevado a cada una de ellas o te lo has propuesto?

Gracias por tus consideraciones. La vida siempre impulsa, mi querido Erian, siempre. Uno empieza dando pasitos y en algún momento, debes tomar la pértiga. O lo haces, o te quedas. Cada una de las formas de expresión tiene sus lenguajes, pero todas son ramas de un mismo tronco: la comunicación y la pasión.

tomada del perfil de facebook de reinaldo cedeño

Has reunido varias de tus opiniones sobre el periodismo cultural en Ser periodista, ser Quijote (Claustrofobias-UO y próximamente La Luz). ¿Qué encontrará aquí el lector?

Mis amigos Yunier Riquenes y Naskicet Domínguez me invitaron a escribir inicialmente un texto que reuniera algunas de mis experiencias teórico-prácticas en el periodismo, a modo de ensayo. Fue emocionante presentar aquel primer resultado en la Universidad de Oriente en 2017; pero siempre supimos que necesitaba ampliarse.

A esta nueva propuesta le adicionamos un capítulo sobre la construcción de los títulos –grito, vitrina y latido de la información que preside–, resultado de mi investigación para la Maestría en Comunicación. También pueden encontrarse apropiaciones sobre José Martí, definiciones sobre la entrevista y la crónica, e incluye algunos ejemplos de estas últimas, como la que dediqué a mi encuentro con el escritor Fernando del Paso, Premio Cervantes de Literatura, en la hermosa ciudad de Colima, México. No ceso de agradecer a Luis Yuseff, a la editora Liset Prego, a las bellezas de Ediciones La Luz. Estoy muy atento a su salida.

 ¿Cuál recuerdas como el momento más difícil en la profesión? ¿Y el más grato o aquel que sin esperártelo te ha ofrecido gratas sorpresas y alegrías? ¿El entrevistado más complejo?

Lo más difícil son la ausencias de las personas queridas, las de la sangre y las del espíritu. Lo otro, los obstáculos que te salen al camino o las sinrazones y excesos de algunos –en la profesión, en la vida–, son como el vendaval sobre la llama. Los he tenido, mas uno también ha de tener bien resguardada la lumbre, para que nada te la apague.

Complejas por circunstancias diferentes fueron mis diálogos con un pensador de la talla de Joel James, director de la Casa del Caribe, y con el pintor José Julián Aguilera Vicente. Joel era un hombre de verdades rotundas, con flechas en su carcaj; a mí me encantaba, pero otros le temían. La entrevista con él en la emisora CMKC, resultó inolvidable… Mi amigo Aguilera me pidió que lo entrevistara, que le quedaban cosas por decir, porque se estaba muriendo. Así de simple, de dramático. También son entrevistados difíciles, al menos para mí, los niños: su espontaneidad te reta; y los humoristas, porque tú puedes hablar en serio y a cada paso, ellos asoman una broma. Tienes que estar muy centrado.

He comentado muchas veces el intercambio que sostuve en 1994 con Dulce María Loynaz, pero es inevitable volver. Ver a esa anciana afincada en una cubanía rotunda frente a mí, cuando yo no tenía trabajo, cuando vendía maní, cuando todo a mi alrededor se ensombrecía, me salvó.

tomada del perfil de facebook de reinaldo cedeño

Has investigado la historia de la radio y la televisión en Santiago de Cuba. Cuáles fueron los mayores retos en un tema que desde un inicio se encontraba ante la falta de registro audiovisual y los aportes y al mismo tiempo dificultades que el testimonio ofrece…

Los medios hacen su propia historia, cuentan la historia de los demás; pero suelen tener una gran orfandad de memoria sobre sí mismos. Así que aproximarnos a la creación de Tele Rebelde en Santiago de Cuba, a sus fulgores y sus angustias, requirió en primer lugar de mucha paciencia. Para hacer el libro A capa y espada, la aventura de la pantalla procesamos más de 200 entrevistas… ¿Te imaginas? Exigió convencer a muchos desde muchos sitios, indagar en archivos y viejos álbumes, seleccionar, establecer asociaciones…

Contar una historia colectiva a través de testimonios individuales en el transcurso de años, enhebrar un hermoso, pero disperso tejido de recuerdos de una generación que salió en busca de su propia imagen… requiere una dosis de concentración y otra de locura. Nos enfrentamos, efectivamente, al paso del tiempo y a la evocación, con los riesgos de que se desdibujaran fechas o se trastocaran detalles; pero solo quedaba asumirlos.

El surgimiento de Tele Rebelde en Santiago de Cuba (1968) es uno de los capítulos más singulares de la cultura cubana en el último medio siglo. Una epopeya que no ha sido valorada en su justa dimensión, un gran casting, un trabajo cultural comunitario a escala mayor. Agradezco mucho a la Fundación Caguayo el privilegio que me posibilitó al auspiciar este proyecto investigativo. Desde la primera línea escribí que el libro era apenas el inicio de la hebra. He animado a muchos a contar otras aristas, otras historias, ojalá algunos se decidan.

tomada del perfil de facebook de reinaldo cedeño

Podrías comentarme en breves palabras qué significa para ti o cómo definirías:

La crónica.

Una crónica es un do de pecho, la cresta de la ola. Cronicar es salvar.

La radio.

Un medio imbatible. En las situaciones más difíciles puede ser el único asidero con la realidad, como pude comprobar al paso del huracán Sandy.

La música.

Un pórtico a otro mundo.

Los jóvenes.

Como Varona, creo en las capacidades, más que en las edades. Entre los jóvenes hay muchas, como entre las personas de mayor experiencia. La lozanía del espíritu no tiene arrugas.

La isla y la espina (tu blog).

Una creación que alguna vez me quiso secuestrar.

Santiago de Cuba.

Un caballo brioso.

El Premio Fernández de Castro recientemente obtenido.

La ratificación de que importan las jerarquías, no las geografías.

tomada del perfil de facebook de reinaldo cedeño

Alguna maña o secreto para hacerle mejor el amor a las palabras…

Entregarse.

Libro que recomendarías sin pensarlo dos veces.

Enterrad mi corazón en Wounded Knee, de Dee Brown.

Canción.

“Canción de las simples cosas”, cantada por Chavela Vargas.

Película.

Lucía, de Humberto Solás.

Hace algunos años, cuando realizaba mi tesis en Periodismo y te envié un cuestionario sobre el tema, me aseguraste que la práctica de la crítica en las publicaciones cubanas, incluso las especializadas, era ineficiente. ¿Sigues pensando así? ¿Qué crees debe caracterizar la crítica artística en nuestros medios? ¿Eres del criterio de que lo ideal es preparar al periodista en estas cuestiones o que el especialista tome la rienda de los medios?

Pensar, escudriñar, develar, atreverse, son palabras claves. Toda crítica contiene una elaboración subjetiva, por supuesto; mas para tender esa urdimbre, hay que tener sustento cultural, repertorio ideo-estético, claridad de fines. Ese espesor no se logra con un chasquido de dedos, naturalmente. Casi son verdades de Perogrullo. Alfredo Guevara en Revolución es lucidez lo decía así: “(…) la crítica la encarnan hombres y mujeres a quienes reclamo lo mismo que a los realizadores, cultura rigurosa y profunda, verdadera información y autonomía de pensamiento (…)”.

No me referiré a publicaciones especializadas, dedicadas con mayor o menor holgura al universo cultural, sino a los medios generales. Creo que lo esencial es fomentar la conciencia de la necesidad de la crítica artística como formadora del gusto, como defensa de las jerarquías, como antídoto contra la banalidad que abarata nuestro espectro emocional, y también, por qué no, como un desafío, como un descubrimiento a otros mundos, como una provocación al intelecto. No conozco fórmulas: hay periodistas que ejercen un criterio artístico con autoridad y hay especialistas con un gran poder de comunicación. Y los hay que ni lo uno ni lo otro. Lo principal es el conocimiento y las estrategias para adquirirlo, sean estas personales o institucionales.

tomada del perfil de facebook de reinaldo cedeño

¿Se nace periodista? ¿Y ya después de serlo, cualquiera puede realizar periodismo cultural?

Pues, contigo, también me lo pregunto… Si entramos en cuestión de genes, desemboco en un campo desconocido; si lo tomamos como una afirmación metafórica, pues casi siempre se da una señal desde temprano de hacia que horizonte se mira.

El periodismo cultural alcanza su expresión definitiva cuando la aproximación al hecho o proceso cultural parte del examen y no del mero reflejo, lo cual arroja una obra sustentable en sí misma. No es aquello que se mueve alrededor del hecho, sino su exégesis; no es la letra, sino la llama. Una vez dije que cada periodista tiene su propio periodismo, es decir sus formulaciones para aprehender, interpretar y transmitir un determinado acontecimiento. Cada profesional se ha de preguntar a sí mismo, ¿lo puedo intentar?, ¿puedo insuflar esa llama?

¿Crees que en muchas de nuestras redacciones aún existe el complejo de que el periodismo cultural es algo “bonito”, “fácil”, que no lleva estudio y cualquiera puede hacer?

La cultura no es un entretenimiento, sino un estremecimiento. No se va a la cultura, se vive dentro de ella. Desentrañar el infinito universo de la creación, ir de la contemplación al papel, de la entrevista a la inmersión, del trazo a la imagen, del gesto a la voz, de la historia al sonido… es un reto formidable. El periodismo cultural no es la cáscara, sino la nuez.

tomada del perfil de facebook de reinaldo cedeño

Has dicho que el periodista no escribe para complacer a nadie, ¿ni a sí mismo?

Búsquenme a quien no sea fan de sí mismo. No encuentro nada ilegítimo en deleitarse con lo que uno escribe o en dejar correr la pluma ante un acontecimiento que te sacudió; lo que se trata es de no caer en la loa oportunista, de no ceder a peticiones interesadas, de no ser eco de intereses espurios. Y, a veces no hay más remedio que hacer lo que hice cuando era niño, plantarse en medio de la sala.

Y el escritor, ¿puede el escritor Reinaldo Cedeño despojarse del periodismo y viceversa?

Son mis dos manos, no puedo cercenar ninguna.

Después de más de un cuarto de siglo en el periodismo, sigues siendo ese niño con los ojos siempre abiertos que se asombra ante lo nuevo o crees que más sabe el diablo por viejo…

Treinta años de experiencia profesional no pasan por gusto, pero suelo revisitar a ese niño constantemente.

¿Y por qué enfrentarse a los molinos de viento y seguir cabalgando?

Porque el periodismo es como la vida. Y uno no se baja de la vida hasta que te toca.

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