Habilidades a desarrollar durante una investigación cientÃfica (II)
En este post continuamos explorando el rango de competencias que debes adquirir durante tu proceso de obtención de un tÃtulo académico. La primera parte estuvo dedicada al (1) Conocimiento y habilidades intelectuales y a la (2) Eficacia personal; en esta ocasión, nos adentramos en la (3) Organización de la investigación y en las (4) Relaciones, impacto e influencia.
Recuerda que cada una de estas esferas se descompone en un sinfÃn de habilidades y modos de comportamiento. Su dominio te ayudará a desempeñarte con suficiencia y confianza en los espacios universitarios y cientÃficos, además de facilitarte la realización del acto mismo de la investigación. El refinamiento de tales mañas toma años de entrenamiento y algunas te serán más sencillas de adquirir que otras en dependencia de tus experiencias, circunstancias y carácter. Pero no debes descuidar ninguna de estas áreas, pues conforman los pilares de la actuación profesional en el mundo académico de hoy.
El objetivo de este texto es ayudarte a descomponer cada esfera en procedimientos mÃnimos a incorporar a tu rutina. Además, espero señalarte las amenazas fundamentales que hallarás en el camino, asà podrás evitarlas o salir victorioso en su enfrentamiento. La mayorÃa de los eventos descritos corresponden a situaciones con las que yo mismo lidié y frente a las que estuve, en más de una ocasión, a punto de “arrancarme los pelosâ€. Aunque nada podrá prevenir el sinfÃn de atolladeros que supone hacer una tesis, quizás estos escritos te ayuden a desbrozar un poco tu sendero. Espero que asà sea.
Obtener un tÃtulo no tiene por qué ser un drama sórdido. Ya sabemos que es difÃcil, lento, y que puede tornarse un alud de inseguridades e insatisfacciones. Pero también sabemos que es gratificante, prestigioso y divertido. Debemos aprender a convertir ese periodo en una fase de crecimiento personal continuo, instruirnos en nuevos sets de artilugios y encontrar en los escollos los desafÃos en los que ponemos a prueba nuestros instrumentos.    Â
Organización de la investigación
Ser capaz de organizar tu investigación es un requerimiento para orientarla hacia el éxito. Implica su disección en objetivos, de los que se desprenden las tareas y su adecuada disposición en el tiempo. La identificación de metas y la administración de tus esfuerzos para alcanzarlas es el primer eslabón de una conducta profesional armoniosa. Es arduo de lograr porque conlleva un alto grado de concentración de energÃas en un pequeño número de actividades. Generalmente, los jóvenes que comienzan sus investigaciones cientÃficas tienen ambiciones diversas y un alto nivel de creatividad, lo cual se traduce, en ocasiones, en dispersión, agotamiento y dificultades para sostener el interés en tiempo. Llevar a cabo un estudio entraña performar con consistencia ante un elevado número de tareas que mantienen un único objetivo. Los estudiantes tienden a enfocarse en muchas cosas al mismo tiempo, a aburrirse y cambiar de interés constantemente. Eso es contraproducente con el nivel de enfoque requerido para completar una tesis. No es una tarea para finalistas y la procrastinación es tu principal enemigo.
Una de las claves para alcanzar la estabilidad en tu quehacer a mediano y largo plazos es el desarrollo de hábitos productivos. Es lo más engorroso de adquirir y no todos los investigadores lo logran. Para hacer un doctorado no es necesario madrugar, ni quedarse despierto durante noches enteras. Esas son cosas comunes durante la etapa de estudiante porque las metas son inmediatas (un examen, una presentación, etc.), pero son imposibles de sostener durante años. Te matan la motivación, la capacidad de concentración y, eventualmente, tu rendimiento baja.
He aquÃ, quizás, uno de los aspectos de mayor diferencia entre un nivel académico y otro. Hacer un doctorado es radicalmente distinto a otras tesis que has realizado porque, entre otras cosas, involucra la voluntad de cambiar tu forma de vida. Es imperioso desarrollar un sistema de trabajo que sea beneficioso y saludable.
La gestión de la investigación significa que, una vez que reconociste tus tareas, debes segmentarlas hasta acciones mÃnimas que has de desempeñar en tu dÃa a dÃa. Esto te permitirá no solo ejecutar los trajines con mayor celeridad, sino medir su alcance y observar, tangiblemente, tu progreso.
Organiza tu jornada, tu semana, tu mes; distingue qué acción sirve para qué; diseña tu propio sistema y practÃcalo con disciplina. En Internet podrás encontrar muchos modelos de organización de tu tiempo. Van a menudo acompañados de tÃtulos pomposos como “La rutina productiva de Elon Muskâ€, o cosas asÃ. En general, son una tonterÃa, pero uno siempre encuentra elementos pequeños aplicables a nuestro contexto. Aprovéchalos. OblÃgate a ti mismo a cumplirlos y, no lo dudes, verás los resultados.
Cualquiera que sea tu esquema de quehaceres no olvides dos cosas: una, tu ajetreo debe estar orientado por objetivos (especÃficos, medibles, alcanzables) y asegúrate de dedicar algunas horas a la semana para las siguientes tareas:
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1- Revisar bibliografÃa de tu campo. Estar actualizado de lo que sucede en tu esfera es más que importante, por lo que te recomiendo dedicar la primera hora de tu mañana a revisar un artÃculo o capÃtulo de libro relacionado con tu investigación. Te ayudará a comenzar en el tono común empleado en tu ciencia.
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2- Leer ficción.Ya sé lo que piensas. ¡Hay tantos textos cientÃficos que revisar que no tienes tiempo para dedicarlo a la lectura recreativa! Conozco muchos colegas que tienen este criterio. Lamentablemente, está bastante expandido en el mundo cientÃfico. No es casualidad que esos mismos colegas son de los que peor escriben y de los que más sufren con las revisiones de sus propios artÃculos cuando los presentan a publicaciones, a pesar de estar bien preparados y tener resultados que exponer.
¡Atención a una trampa en la que no debes caer! Incorporar a tu rutina textos de ficción te ayuda increÃblemente a mejorar tu redacción porque facilita el desarrollo de herramientas retóricas, amplÃa considerablemente tu vocabulario y dominio de metáforas, y porque te demuestra que la buena escritura (no importa el tema) no tiene por qué ser aburrida. Además, unas pocas páginas en tus horarios libres ayudan a distender el cansancio del dÃa y potencian tu imaginación.
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3- Escribir… algo. Puede ser que aun no tengas resultados concretos que llevar al papel. No importa. El trance de tener una idea en tu cabeza y articularla de manera convincente para tener un efecto persuasivo en otros no puede tomarse como una banalidad. De hecho, todos sabemos que es bieeeeen difÃcil y enfrentarse a la página en blanco puede ser una verdadera tortura.
La redacción productiva es una habilidad, no un talento genético, por lo que se puede aprender y entrenar. No esperes obtener todos los datos para comenzar a escribir a tu tesis. Hay muchos otros ejercicios que puedes aplicar: escribe reseñas de los libros más recientes que se publiquen en tu ciencia (asÃ, además de ejercitarte, incorporas publicaciones necesarias en tu currÃculo y ya vas construyendo el estado del arte de tu propio informe); escribe crÃticas a procesos culturales de tu entorno (una exposición, una pelÃcula, una obra de teatro).Y más, mucho más. Un libro muy útil para trazar estrategias de escritura es How to Write a Lot. A Practical Guide to Productive Academic Writing, de Paul J. Silvia (descárgalo aquà https://b-ok.lat/bokk/932163/d4d179). A mà me sirvió de mucho.
Añadir estas tareas a tus costumbres te harán mucho más eficiente a la hora de acometer los ejercicios investigativos (el núcleo duro de tu tesis). Es preciso que no las veas como una estructura rÃgida, sino que moldees tus dinámicas de acuerdo con el momento en que te encuentras en tu estudio.
Relaciones, influencia e impacto
Tu influencia en el terreno cientÃfico se mide a partir de tu incidencia en el trabajo de otros. Para ello, no es suficiente que el resultado de tu ejercicio investigativo tenga la calidad necesaria para ser aceptado en la comunidad académica. Esto es solo un principio sine qua non. Además, es imprescindible trabajar en tus habilidades comunicativas, ya sea en su modo escrito u oral. La imagen del cientÃfico en su laboratorio que no habla con nadie ni se relaciona con nadie es una ficción cinematográfica.
En tu carrera, encontrarás disÃmiles ocasiones donde tu capacidad de expresar ideas con claridad, precisión y elocuencia será puesta a prueba. Hay muchos ejemplos: en la redacción de tus artÃculos cientÃficos o en publicaciones de divulgación (como este post que lees ahora mismo); en las clases que impartes, conferencias que asistes o posters que presentas; puede ser incluso en tus conversaciones informales y entrevistas con expertos de tu campo, editores o informantes clave de tu investigación.
Trabaja en tus habilidades retóricas: se consciente de estrategias de persuasión (cómo involucrar a tu receptor, ya sea lector o audiencia), organización de ideas y argumentos de manera coherente, asà como de un apropiado balance entre el lenguaje técnico, coloquial y metafórico.
Además, debes sumar que la pandemia nos ha puesto ante la realidad indiscutible de que tales habilidades han de ser adaptadas también a su ejecución en entornos virtuales. Debemos reconocer cuanto antes que gran parte de la comunicación presente y futura ha de estar mediada por una pantalla. Cuanto antes lo asumamos, más posibilidades tendremos para prepararnos. Nunca es suficiente el tiempo que emplees en esto.
El último elemento que debes considerar como un pertrecho a incorporar a tu arsenal de joven investigador es el impacto. Es el último porque está relacionado con la recepción de tu actividad académica, es resultado de todos los anteriores y su logro total no está en tus manos. Esto no quiere decir que sea arbitrario. Por el contrario, encarna un mayor nivel de gestión, conlleva una administración integral de todo tu empeño a largo plazo.
El impacto es el indicador de la influencia y esta se logra tomando en cuenta una conveniente diseminación de tus trabajos. De nada sirve alcanzar un resultado cientÃfico relevante y saber presentarlo a otros, si la audiencia hacia quien lo orientas es incapaz de hacer un buen uso del mismo. El cientÃfico de hoy no puede, bajo ningún concepto, ser un anacoreta.
En un ambiente apropiado, un buen artÃculo puede lograr una amplia circulación, lo cual se traduce en reconocimiento y mejores oportunidades profesionales. ¿Cómo identifico mi audiencia ideal? Pues debes tener en cuenta que la ciencia es un gremio y, como tal, tiene sus espacios exclusivos de comunión. Las tres plazas fundamentales de intercambio de ideas corresponden a las publicaciones académicas (journals), congresos y sociedades profesionales. Tus pares, los especialistas como tú, se agrupan alrededor de estos espacios y hacia allà debes posicionar tus resultados.
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El universo de competencias descrito te ayudará a formarte con solidez. Cerciórate de que tus acciones contribuyan a fortalecer tus aptitudes y sé reflexivo con respecto a tu propio apertrecho de habilidades y deficiencias. Ten paciencia y asegura mantenerte motivado. Pronto verás el crecimiento y, créeme, no pasarás desapercibido entre tus tutores y colegas.
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