Espejismos del ser
A Tahimí Cugat Estévez la veo desde hace años en sus idas y vueltas con su instrumento musical a cuestas; sin embargo, confieso que lo que me animó a esta entrevista fue el descubrimiento de su obra como artista de la plástica. Hace meses la observo, hasta que de pronto experimenté la abstracción que nos produce el arte, al punto de hacernos parte de ella.
La tomé por asalto al chat y aunque es persona dada a la introspección enseguida accedió.
La obra de Tahimí se adentra en un universo personal que resulta compartido, de lo individual a lo social. En ella se focaliza el sujeto femenino y más allá las esencias humanas en las interacciones del yo con el entorno en cuestión. La representación del cuerpo trasciende la piel para ungir la desnudez del pensamiento, los sentimientos, las tristezas, agonías, conflictos y diversos estados del ser que en imágenes plantean un diálogo cuestionador, incisivo.
En su hecho pictórico hay prevalencia del expresionismo que le viene de la conexión con la obra de un Munch o Picasso, a ratos se hibrida de acercamientos fovistas y hasta surrealistas en formas, atmósferas y colores. Tales reinterpretaciones a partir de la emergencia de su voz hablan del medio comunicativo que encuentra la autora para entregarnos la idea desgarrada ante las situaciones que captan sus piezas. Ausencia, partidas, reencuentros, anhelos, soledades, liberación, crecimiento e incluso la alegría son algunas de las temáticas recurrentes en el discurso pictórico de Tahimí, en el que también aflora el erotismo. Aunque en temas como el abrazo de pareja se revele angustia, preocupación y el rostro de ella se oculta en la figura varonil, a pesar del dolor que se expresa hay una sensualidad que envuelve el instante.
Para el dossier de la exposición La disección del alma la artista compartió:
Trabajo directamente con las emociones y sobre todo con las mías propias. Canalizo mis sentimientos en obras donde se observe latente el dolor, la tristeza o la alegría que siento; sin dejar de soñar y de creerme que así también afecte a todos. Pinto con mis azules la soledad y el abandono; así como también en algunos de mis retratos la mujer se muestra deforme a consecuencia del parto y todos los cambios físicos que trae consigo la maternidad.
En algunas piezas empleo colores cálidos como expresión de cariño y amor entre los miembros de la familia y las figuras se abrazan y se tocan constantemente; la idea de la unión familiar y el anhelo por la felicidad se convierten en un motivo que se repite una y otra vez, como si llevándolo al lienzo lograra convertirlo en realidad.
La creación plástica de Cugat remite a varias exposiciones colectivas en galerías de la santiaguera ciudad, así como la participación en Salones Provinciales, el Salón Internacional 2015 Caribe, dedicado a los 500 años de la villa de Santiago de Cuba. En algunos de estos certámenes ha resultado premiada.
Con Génesis, 2014, en la Galería El Zaguán, inaugura la ruta de sus exposiciones personales. Cuatro años después la Galería Arte Soy la recibe con la exhibición de Redención. De La disección del alma, con la curaduría de María del Carmen Tamayo, se insertarán varias piezas en la próxima muestra de la autora. La propia curadora afirma:
Las féminas de Tahimí no son representaciones idealizadas. No existen construcciones. Estas mujeres son recreadas en diferentes escenarios y, desde allí, evolucionan. En la medida de su progreso se reconocen a sí mismas como lo que son, dejando fuera todo “complejo de castración”, aspecto que puede ser autorreferencial. Cuando la figura masculina desaparece comienza esa búsqueda en lo más profundo de su ser. Se arrancan la máscara de la “feminidad”, y con ella, la actuación, la mímica, la mascarada de un “ser-mujer” ficticio. No hay capas decorativas para ocultar la verdadera identidad.
A la revisión del catálogo de La disección… resultó inevitable la toma de apuntes en torno a algunas obras. La maternidad llega en canto sublime en piezas como Amor incondicional e Inocencia. La lactancia materna, capta ese tiempo de unión “umbilical” entre el sujeto madre y su descendencia. La figura materna aparece en la desnudez del cuerpo y el espíritu, al igual que la criatura.
No veo, no oigo, no hablo, ¡no siento! resulta una pieza colmada de símbolos: la pareja se sitúa frente al espectador de la obra como si aguardase sentencia de nuestra apreciación. Una tercera figura, en este caso mujer, rodea a la pareja y al borde hay armas que apuñalan un lienzo azul, la desilusión.
En Impotencia 1 la figura femenina yace en el suelo, sujeta a las ataduras y de espaldas al espectador. Su silueta se observa lánguida y con heridas, el puñal con las marcas de la incisión se evidencia en la parte posterior a los pies del contorno femenino. Otra vez la mujer se representa al desnudo, mas no es su erotismo lo que se destaca sino su dolor.
Ella cabizbaja se muestra en Impotencia II al intento por alcanzar el caballete aun con las manos en impedimento. Su cuerpo muestra el desgaste y las estrías del cuerpo, ¿y el alma?
Muñecas (Danza) manifiesta una intensidad fovista. La figura masculina, vestida y de frente al espectador acoge a una silueta femenina de gris contraste. Ella permanece al descubierto y de espaldas a nosotros, quizás al mundo. La cabeza de ella es una pieza ausente como si penetrara en una porción oscura del universo simbólico de la obra.
Hay piezas como Muñecas 2 en que el ser femenino se muestra decapitado, lo mismo que objeto del deseo. Sin embargo llega el momento en que esta mujer regresa su rostro al espectador aun cuando permanezca la sensación de angustia, es el caso de Meditación, cuyo entorno se asume fovista-surrealista.
En Muñecas (Retrato) la figura femenina aparece sentada frente a una mesa circular, ocupa toda la focalización de la obra, su tratamiento es desde la melancolía y el azul grisáceo expresionista picassiano. Su mirada connota meditación y sus manos permanecen rodeadas por una cuerda. Es de las pocas piezas donde la figura humana se representa con vestuario. Hay un contraste entre el expresionismo azul gris de la figura central y el fondo rojo muy a lo fovista.
La Partida ofrece el clímax arremolinado, líneas ondulantes en comunicación de la ruptura familiar.
Tahimí además apuesta por Descubrir las máscaras del alma. En consecuencia Muñecas (Liberación) representa a la mujer que se retira la máscara, va en marcha y alza el rostro y la mirada, aparece una expresión de sonrisa y complacencia. Ella se representa con un rojo y en su nariz se cita el verde de Henry Matisse en La mujer de la raya verde, aunque las expresiones entre una y otra dama son totalmente contrapuestas.
Miserere I y II al igual que Reencuentro reiteran el motivo del abrazo: mujer y entorno familiar en sentimientos de acogida y preocupación entre la calidez de los colores.
Su obra toda, la convergencia entre tonos, matices, trazos, sonidos, timbres, incluso silencios, el encuentro con la artista en su pluralidad creativa se constituye motivo.
La conversación: entre el WhatsApp y el Café
Café La EGREM, Calle Enramadas; la arteria es convulsa. Optamos por compartir sobre las 11.00 a.m entre las tazas del néctar criollo y un pomo con agua como garantía de la estancia. Ella gusta de hacer letra de su espíritu en creación, yo además de la conversación a la tradicional usanza.
Eres músico de formación académica, egresada como violinista por el Conservatorio Esteban Salas. Entre tus primeras experiencias luego de graduada cuenta el estar entre los atriles de la Orquesta Sinfónica de Oriente. ¿Qué marcó esta experiencia para tu desarrollo profesional?
Antes de graduada ya tenía experiencia en el trayecto de la música, por aquellos años había un grupo de trova que, no sé si recordarás, se llamaba Tiempo Abierto. Ellos me llamaron porque necesitaban una violinista, yo tocaba y hacía coros. Fue bonito pues todos éramos muy jóvenes; trabajé con ellos en mi proyección escénica, no era la mejor porque tengo mucho miedo escénico, puede parecer ilógico, pero así es. Con esta formación también aprendí la interpretación de la llamada música tradicional, aunque en la escuela se hacen prácticas fue allí donde desarrollé todo aquello que ya tenía como aprendizaje, hasta en mi graduación ellos colaboraron.
Me gradué en el año 2002 con 19 años, antes ya hacía prácticas en la Orquesta Sinfónica, así que ya tenía un camino recorrido; también hice mi servicio social con la Camerata Esteban Salas. En general fue una experiencia maravillosa, porque tuve un entrenamiento bien fuerte. En ese momento dirigía la Orquesta Sinfónica de Oriente el maestro Daniel Guzmán, y su proyecto era traer como invitado cada mes a un director diferente (ya fuera del patio o foráneo). La dinámica era tal que tocábamos muchísimo y a la batuta de varios directores, por supuesto se aprendía constantemente. Por esa época existía el Encuentro de Orquestas Sinfónicas de Cuba, tuve la suerte de realizar varios viajes a la Habana, donde conocí a músicos y artistas de otras ramas; con la Orquesta de Cámara me sucedió lo mismo. Fui fundadora de la Camerata y viví la mejor época, hicimos giras nacionales, conciertos y festivales. En aquel momento tuve una vida muy activa en la música, de alguna manera eso pudo haber influido en mi obra plástica, pues conocí el arte que se hacía en el país.
Desde hace algunos años a la actualidad integras la Orquesta Típica Tradicional, formato musical con dinámicas que difieren de lo anterior en aspectos como son el repertorio, espacio de presentación y públicos. ¿Cómo asumes desde tu proyección individual el rol de esta agrupación en la preservación del patrimonio musical cubano?
Hace diez años aproximadamente que trabajo en la Orquesta Típica Tradicional. Al principio fue un poco difícil, pues la plaza que ocupé era de violista, por lo que en tres meses tuve que dominar la técnica de la viola que –aunque tiene su parecido con el violín– cambia en las cuerdas y en la clave. En el pasado reciente había tenido algunas experiencias en una orquesta de música popular a la dirección de Daniel Guzmán.
Se ejecutaban danzones, entre éstos el tema Almendra, también uno que otro danzonete, bolero, o sea, aunque provengo de una formación clásica, sí participé de la interpretación en otras ocasiones de la música tradicional. Así que si en el sentido de ajustarme al instrumento fue difícil, en otros me siento más a gusto porque, por ejemplo, somos un número menor de músicos y se crea un ambiente de más confianza.
También le doy mucho valor a la música cubana en general, así que para mí tocar en una Orquesta Típica Tradicional es un privilegio y un orgullo.
¿En qué momento de tu espacio interior convergieron la músico y la artista de la plástica?
Recurro a una anécdota: ya de labores junto a la Orquesta Sinfónica de Oriente –aunque nunca había pintado ni tenía vínculos aún con las artes plásticas en Santiago–, siempre andaba con una libreta realizando dibujos… muchísimos. Recuerdo una oportunidad en la que mientras dibujaba, César Castellanos, especialista de la Sala Dolores, y yo, sosteníamos una conversación. Él ve mi dibujo y me propone ir a casa del pintor santiaguero Rafael Campañá con la finalidad de que pudiera impartirme algunas clases y así se dieran mis primeras incursiones en el aprendizaje.
En ese momento dudé un poco, no creí que podría pintar un cuadro ni mucho menos. A la semana César me llevó a casa de Campañá y sucedió la inmersión en el maravilloso mundo de las artes plásticas. Sí creo que la música tiene incidencias en mi creación plástica, estoy convencida de que el arte es una sola, expresada por diferentes medios. Aunque hasta ahora no observe en mi creación un vínculo explícito entre ambas manifestaciones artísticas, creo que en el futuro puedo realizar alguna exposición donde se entrelacen.
¿Hay un hilo discursivo que predomine en tus exposiciones personales y las colectivas en las que participas? ¿Qué temáticas te interesa jerarquizar?
Cuando tuve conciencia discursiva, es decir: pintaba y dibujaba con ideas claras, mi primer motivo fue la expresión de una situación de emociones desde lo personal. Creo que desde el inicio ese ha sido el leitmotiv de mi obra. La pintura se convirtió en el momento en que a solas podía descargar frustraciones, la impotencia ante situaciones de la vida; también la alegría de vivir. Con el tiempo eso se hizo extensivo a otras personas con las cuales interactuaba, cuyas vidas me movilizaban a hacer alguna pieza. He trabajado mayormente historias de mujeres, quizás por esa razón los observadores me sitúan en una posición feminista, pero debo decir que no es así.
Hasta ahora la mayoría de mis proyectos y obras han rondado el tema femenino; por otra parte trabajo mi preocupación por el medio ambiente, el amor de pareja y la maternidad. Si tengo que jerarquizar un tema –es algo que no quisiera hacer– serían los seres humanos.
Te digo que no quisiera porque soy inquieta en los temas y medios expresivos. Me gusta experimentar aquí y allá. Jerarquizar no es mi propósito, al contrario, quiero explorar todo lo que esté a mi alcance.
Este año, incluyes tu obra en la Edición del Salón de Artes Plásticas Regino E. Boti, Guantánamo 2020, con la Serie Miserere. Compártenos acerca de esta ocasión.
Como sabemos este ha sido un año muy difícil para la humanidad. Yo no quedé exenta. Todos estos meses de angustia, por el paso de la Covid 19, hice un gran esfuerzo por mantenerme creando; pasé muchas horas en las redes sociales, ahí fue donde vi la convocatoria del Salón Boti 2020, el cual conocía pero sin el registro de mi participación.
Estos salones virtuales le dan una cobertura “otra” al artista, y no tienes que llevar las piezas en físico, algo que es un poco difícil para mí porque mis piezas son generalmente medianas y grandes. En esos salones envías las fotos de tus piezas con los datos y ya está. Fue una experiencia interesante y nueva. En vez de contemplar tus piezas en una galería las ves en un video o galería virtual, puedes interactuar con los demás artistas a través de las mismas redes.
Creo que es algo que llegó para quedarse. Se han generado muchas exposiciones virtuales que ayudan a la visibilidad de artistas emergentes.
La puesta escénica de la obra Agnus Dei por Calibán Teatral integró una muestra visual homónima de tu autoría. Coméntame acerca del surgimiento de la idea y el proceso de creación.
Conocí a Orlandito[1] –como todos le dicen– en Internet. Él había hecho un comentario en la página de alguien, que me impactó mucho por lo que decía sobre el arte, y le envié solicitud de amistad. Recuerdo que le dije que el teatro era un terreno que me interesaba explorar, porque nunca había visto una obra –aunque te parezca incierto– así fue. Entonces me habló de su próximo proyecto: Agnus Dei.
Es una pieza teatral que se desarrolla en un convento, donde una monja queda embarazada. Versa en torno a tres mujeres con diferentes historias de vida con elementos que las conectan. La historia me pareció controversial por sus matices. Le planteé hacer una exposición en el Cabildo con algunas obras que tenía hechas, luego me percaté que era mucho más atractivo la creación de piezas para el estreno. Así que estuve presente en cada ensayo para empaparme del montaje, los personajes y el ambiente, incluso el vestuario. Cada día me sumergí más en el proceso. Hice piezas de algunos personajes y de situaciones que se ven en la obra. El proyecto final resultó la exposición de mis piezas una hora antes de la puesta, luego los espectadores a la salida ven nuevamente la muestra para tener una nueva perspectiva visual, condicionada por la escena. Creo que fue una idea interesante el nexo entre las dos manifestaciones artísticas.
El trabajo con los actores lo considero emocionante porque pude vivir cada ensayo, lo que debe hacer un actor para el logro de un personaje. Es una experiencia que marca mi carrera. Hoy día son todos mis amigos y he hecho grandes vínculos con el teatro, al punto de soñar con nuevos proyectos.
En la actualidad preparas tu próxima exposición personal. ¿Qué elementos de tu discurso pretendes compartir a través de la misma?
Debo entonces remitirme a mi segunda exposición personal que fue en el año 2018, en la Galería Arte Soy. Esta muestra se llamó Redención, tema que puede parecer recurrente en mi obra. La mujer: su posición ante la sociedad, qué la aprisiona, cómo se desarrolla y desenvuelve. A través de los años ha sido silenciada en el ámbito del hogar, sin embargo –en esto tiempos– ha logrado abrirse paso para ser una mujer libre que toma sus decisiones. Este proyecto con otro título, La disección del alma, se iba a mostrar en La Casa de México, en La Habana y por motivos de la Covid se suspendió. Al constituir un tema de interés el cual aún ofrece lecturas, decidí reutilizarla en mi próxima exposición, en el Centro de Arte y Diseño de Santiago de Cuba, el año próximo.
La pretensión es realizar un recorrido por hecho desde el año 2016-2017 hasta estos días, pero con una nueva mirada. Pienso en la hibridez de las obras realizadas durante el periodo con la literatura y el audiovisual, manifestaciones que siempre han marcado mi vida: me parece una oportunidad maravillosa para mostrar ese vínculo. Muchas de las obras que expondré estarán acompañadas de poemas de la autoría del escritor santiaguero Rodolfo Tamayo Castellanos.
También realicé una serie de cuatro piezas de gran formato inspiradas en un poema de su próximo libro El gran concierto; o sea, esta vez mi espectro se abre, no es solo la exhibición de cuadros sino la convergencia entre varias manifestaciones y medios que enriquecen toda la muestra y propician una mirada mucho más profunda. Con Jaulas Humanas, título de la muestra, considero que daré un paso adelante en cuanto al nivel conceptual en mi obra.
Estoy muy conforme sobre todo por el apoyo que recibo de amigos como María del Carmen Tamayo, quien apoyará en la curaduría y diseño de montaje, una joven que va por muy buen camino en la especialidad.
¿Crees que la inevitable introspección creativa ocasionada por la Covid influyó en tu creación, estilo, necesidades comunicativas como artista visual…?
La pandemia de la Covid 19 trajo consigo innumerables situaciones. En mi caso te puedo decir que afectó la creatividad, mis ánimos se fueron al suelo. Noticias por todos lados, miles de muertes diarias, necesité varios meses para reponerme psicológicamente.
Solo hace un tiempo retomé la pintura. A duras penas hice varios estudios para un cuadro y quedaron inconclusos. Por lo que la Covid me afectó emocionalmente. Aun así en esos meses aproveché el tiempo en lecturas y un poco en el estudio de las obras de grandes referentes artísticos. En la redes pude ver que muchos artistas canalizaron todo a través de su obra, algo que me pareció muy bien. Debo decir que en otros momentos también lo he hecho, pero esta vez ha sido demasiado fuerte el estrés por la situación. Simplemente no pude.
Eres de los artistas que crea conexiones con el universo artístico-literario actual de la ciudad y desarrollas una vertiente como promotora a través de las redes sociales. ¿Qué espera Tahimí de estas interacciones?
Hace tres meses creé el grupo Promocion@arte en Santiago y ya cuenta con casi 1 200 miembros. La idea surgió a partir de las oportunidades que te brinda la tecnología; además con la situación del coronavirus tuve mucho tiempo para pensar mejor los proyectos, oportunidades e intereses.
Internet se convirtió en el sitio donde la gente se reunía para saber de todo, donde nos manteníamos unidos a pesar del distanciamiento social. Siempre quise encontrar un lugar en Internet con la información de lo qué se hacía en Santiago en materia de arte, y me di cuenta que se necesitaba un sitio para agruparlo todo, ¿quién mejor que uno que es artista para hacerlo?
También en todo este proceso vi la relevancia de todos los espacios y peñas que se realizan en Santiago y merecen la atención; solamente peñas literarias hay unas cuantas, igualmente existen sobre teatro, música y artes plásticas. Creo que se necesita un mejor enfoque promocional y por eso doy mi pequeño aporte a mi ciudad desde el grupo. En estos sitios se hacen muchas conexiones entre artistas, se comparte información, se le da visibilidad a todos sin distinción. Por ese medio los propios artistas pueden hacer sus publicaciones: videos, fotos, carteles de sus peñas… es decir, es una herramienta de fuerza intelectual.
Perfiles en redes sociales de Tahimí Cugat
Facebook: https://www.facebook.com/profile.php?id=100009135395428
Instagram: https://www.instagram.com/cugatestevez/
[1] Orlando González es director del grupo Calibán Teatro.
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