Delfín Prats se inclina sobre la mesa, abre el libro y busca la página precisa aunque no la necesite; podría asegurar que Delfín se sabe casi de memoria la mayoría de sus poemas.
Oscurece sobre Holguín, es verano, justo ese momento indescriptible en que la tarde agoniza y deja escapar sus últimos estertores en la calidez del trópico. En la terraza de Ediciones La Luz, a pocos metros del salón Abrirse las constelaciones, nombrado así precisamente por uno de sus poemas más conocidos, Delfín Prats —ese poeta inmenso al que los jóvenes disfrutamos y sentimos cercano, generacional— lee irresoluto y tempestuoso, varios de sus textos. Lo hace con una soltura poco común, un desenfado particular, una especie de gracia aurea que lo invade todo sin remedio.
La voz casi performática de Delfín se esparció aquella tarde en La Luz, una editorial que lo ha tenido como ángel tutelar, entre escurridizo y vital, casi desde los días fundacionales en 1997, para reafirmarnos esas palabras harto conocidas: Delfín Prats Pupo, autor de apenas unos pocos libros, que ha escrito y reescrito desde su germinal Lenguaje de mudos en 1968 hasta su Poesía completa, que justamente le publicara Ediciones La Luz, y con varias nominaciones a un Premio Nacional de Literatura que cada año los seguidores de su obra esperamos reciba, por una cuestión de justicia literaria, de verdadero calado en el corpus lírico nacional, es uno de los escritores más necesarios de Cuba.
Por un buen tiempo guardé en mi celular un video —hoy perdido lamentablemente en algún desliz tecnológico— en el que Delfín leía —o buscaba en los entresijos de su memoria— en aquella peña estival donde un joven acompañaba a un autor reconocido, aquello de No vuelvas a los lugares donde fuiste feliz/ a la isla que con él recorriste/ como Adriano los dominios de su imperio/ con el muchacho de Bitinia/ (ese mar de arenas negras/ donde sus ojos se abrieron al asombro/ fue solo una invención de tu nostalgia).
La Luz, después de su nacimiento con Bufón de Dios, del entonces joven decimista José Luis Serrano, siguió “un camino azaroso, con discontinuidades y parpadeos que amenazaban la permanencia de un sello que en sus inicios sumó los primeros libros de algunos autores o dio continuidad a la carrera literaria de otros”, escribió el poeta Luis Yuseff en “Recorrido de la luz: onda o partícula”, prólogo al Catálogo de la editorial 1997-2015.
Muchos de estos títulos aparecieron en la colección Libros de Bolsillo, a la que seguiría una época de coedición con Ediciones Holguín. A partir de 2000, el sello de la AHS en Holguín no volvió a publicar en solitario hasta 2006, cuando —gracias a diferentes empeños, tenacidades y gestiones, subraya Yuseff— salieron a la luz tres títulos que pudieron presentarse en la Feria Internacional del Libro de La Habana, entre ellos una selección de poemas de Delfín Prats aparecida en la colección Capella, con ilustración de cubierta de Armando Gómez: Striptease y eclipse de las almas. Desde ese momento —y sospechamos que desde los propios orígenes— la obra de Delfín estaría ligada a La Luz.
Al año siguiente, en 2006, la editorial estrena la colección Abrirse las constelaciones, homenaje explícito a Delfín. El primer libro aparecido en esta colección —y también primero del autor— sería Fábula del cazador tardío, poemario del holguinero Moisés Mayán.
La mayoría de los títulos publicados en La Luz pertenecen al género lírico: Muchacha de Eliot, de Alina Alarcón; Toda la sombra, de Kiuder Yero; Herederos de la culpa, de Lisandra Navas; Música de fondo, de Yanier H. Palao; Tratado sobre la emoción, de Fabián Suárez, entre otros libros. Pero incluiría, además, otros géneros: Morir con las botas puestas, cuentos de Alex Jorge, Cierra la boca, teatro de Yunior García…
Poco después, en 2009, la AHS le entregaría el premio Maestro de Juventudes, a propuesta de la filial holguinera, en un acto presidido por el entonces ministro de Cultura, Abel Prieto. Era un acto de justicia reivindicativa a uno de los autores más influyentes en los jóvenes poetas cubanos. Más de una generación, desde la cristalizada a fines de los años 80 hasta acá, había sentido cercana la obra del poeta holguinero nacido en La Cuaba, en 1945.
En 2010 en la colección Quemapalabras —estrenada poco antes con El sol eterno. Antología de jóvenes poetas holguineros—, La Luz publicó un audiolibro con la poesía de Delfín. El brillo de la superficie, gestado por el poeta y realizador audiovisual Pablo Guerra, quien dirigiera, además, un documental homónimo en el que registra las sesiones de trabajo, fue grabado por Delfín en mayo de 2010 en los estudios de Radio Holguín La Nueva. Por primera vez su voz quedaba “atrapada” en un audiolibro —que se reeditaría en 2017—, mientras leía y comentaba los poemas. Ya no podría deshacerse de ella, pasaría de USB en USB entre los jóvenes lectores, sería escuchado en la intimidad del hogar, en los reproductores cerca del mar… Ámala pero ámala/ como si todo hubiese concluido y pasado/ como si desde el futuro más remoto/ recordaras el vino de tus mejores años/ el verano de mil novecientos ochenta/ el catorce de abril/ cuando fue tuya/ en un hotel cercano del mar/ cuyas ventanas no daban al mar/ pero en el viento su rumor llegaba/ y ella venía a ti como una ola/ muriendo a las orillas de tu cuerpo.
La Luz estrenaría en 2011 la colección Analekta. Al sencillo formato horizontal y su corta tirada, se añade la ventaja de su fácil elaboración, en comparación con otros libros de mayor producción, y el hecho tangible de haber publicado el primer texto de muchos autores locales y de otros lares. El libro que inició esta colección, la Analekta 1, fue justamente Los mundos y las sombras, de Delfín Prats. Con ilustración de cubierta de Miguel Ángel Salvó, el libro contiene los poemas “Alguien está tocando una trompeta”, “Lento y difuso”, “La sombra de una mujer que amó”, “Velas”, “Evadida” y “Cavas”.
Con la inauguración de la hermosa sede actual de La Luz —donde una vez estuvo ubicada la AHS holguinera y en un local de esta, la editorial— en la calle Maceo 121 altos, el salón de presentaciones recibió el nombre Abrirse las constelaciones, homenaje al autor de Para festejar el ascenso de Ícaro, Cinco envíos a arboleda y Lírica amatoria.
Otro momento particularmente especial —tanto para la editorial como para el autor— fue la publicación en 2017 de El brillo de la superficie, la poesía completa de Delfín Prats.
Con motivo del aniversario 50 del Premio David de Poesía a Lenguaje de mudos, libro prístino de Delfín, La Luz propuso esta suerte de Poesía Completa organizada por el propio autor. “El brillo de la superficie no es una simple sumatoria de poemas en la vida de un hombre, sino una reivindicación necesaria —muy a su pesar— a una de las voces más singulares y exquisitas de la lírica hispanoamericana. Desde el mismo centro, donde se fraguan los secretos privilegios de la existencia, el autor de estos poemas ha sabido dotar de una brillantez inusual la indiscreta superficie, donde casi nada es lo que parece”, leemos en la nota de contracubierta del libro, con prólogo del poeta, narrador y ensayista Ronel González, uno de los mayores estudiosos de la obra de Delfín.
“Poeta intenso y meticuloso, dueño de la palabra y su connotada polisemia, Delfín Prats penetra en las interioridades de su isla que es la sumatoria de tosas las islas, replantea la cubanidad como un nexo indeleble con sus modos particulares de aprehender el entorno y nos dice que, de algún modo, él también es la suma de las aspiraciones de un siglo que se extingue para que nazca otro, un tránsito iluminado cuya mayor gloria es haber estado cara a cara y establecido un diálogo intemporal con las esencias de la Poesía”, escribe en el prólogo Ronel, autor de Temida polisemia. Estudio de la obra literaria de Delfín Prats, publicado por Ediciones Áncoras, de Isla de la Juventud.
Recientemente Delfín publicó, por Ediciones Holguín, El huracán y la palma, una peculiar antología de la poesía cubana que constituye “un acto de reverencia” y “no tiene otro propósito que el de comunicar a sus lectores mi experiencia en esa materia resbaladiza que es la poesía, en este caso la escrita en nuestra patria”, escribe. Y añade: “Nuestra selección tiene como destinatario a la gente que necesita la poesía, que busca en ella respuestas a sus interrogantes vitales. Estos poemas son una fiesta de humanismo y belleza que dedico a los jóvenes cubanos y de otras latitudes dentro del ámbito de la lengua”. Desde José María Heredia hasta Juan Carlos Flores, pasando por Milanés, Martí, Casal, Poveda, Guillén, Lezama, Piñera, Baquero, Eliseo Diego, Vitier, Padilla, Nogueras, Hernández Novás, entre otros, Delfín nos entrega una selección de textos de escritores ya fallecidos que integran parte del selectísimo cuerpo poético del país.
Aunque asegure que está “desasido de todo proyecto” y como el barco ebrio de Rimbaud, pretende “ir descendiendo por ríos impasibles”, por suerte esta no parece ser su poesía completa, ni mucho menos definitiva. “Escribí un poema”, me dijo Delfín hace poco. “Lo leí en la peña en Ediciones Holguín, pero aún no está terminado”, remató.
Un nuevo poema escrito por Delfín —que escribe tan poco, que insiste en reescribir versos y hasta eliminar dedicatorias de antaño de sus poemas— es una buena noticia para quienes seguimos su obra. Esperemos que su afán detallista nos deje conocerlo pronto.
Delfín carga el peso de su condena sin embestir contra los filisteos. Sabe muy bien, porque los tanques de la guerra vuelven en sueños a conmover la noche, que vivir en un recobrado y dulce lugar llamado humanidad no es suficiente. Por eso el bardo prefiere un largo alegato de amor y se decide únicamente por esa belleza transitoria y efímera.
Delfín Prats ha acompañado los viajes de la luz y la poiesis. Ambos le protegen como fieles guardianes de otros tiempos. El poeta, en cambio, sabe que sus versos se asomaron mucho más allá/ ellos vieron/ del otro lado del horizonte/ abrirse las constelaciones.
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