A sus tres años la miré como si no hubiese salido de mis entrañas. ¿“Tal vez†y “Quizás†son hermanos? Pasaron algunos segundos antes de que lograra reponerme. Casi de inmediato me vi envuelta en una explicación sobre sinónimos que en verdad no sé si fue acertada. A partir de entonces los retos se multiplican a diario. Todo alrededor de ella despierta curiosidad. Los dÃas, todas las cosas y las palabras entre juegos y verdades se antojan laberintos. Ante mà hasta el aire, como entonces a Teresa, también me parece nuevo. Por eso El mundo de Daniela resulta espejo que comparto. Lo leà en su primer nacimiento por Ediciones Santiago, y años después de la mano de la Editorial Oriente (2018) y junto a mi Adriana fue que, en verdad, hallé el reflejo.
Desde su colección de poesÃa Ala y Espuela, la Editorial Oriente personalizó el primero de los libros que Teresa Melo escribió para los niños, por el que mereció el premio La rosa blanca. Este es un volumen de indagaciones sobre asuntos sencillos y complejos de la existencia, de esos que también agradece descubrir el adulto lector. Estas páginas no solo hurgan en las interrogantes de las que dispone el universo de quienes en años crecen. Si bien por la estructura literaria estos textos clasifican como poesÃa, sus esencias son relatos en los que la vida se personaliza y en los que en cada planta del jardÃn, gatos y perros, floreros, retratos, juguetes y vestidos crecen aprendizajes, recuerdos y porvenir.
El apartado El mundo de Ellas ofrece un paisaje de letras e imágenes que bien invita a la estancia. La edición descansa en el estilo de Rosana Mena. Sergio RodrÃguez tuvo a su cargo el diseño de una cubierta que desde la mesura de la grafÃa y los tonos al uso resume las esencias literarias. Las ilustraciones a cada una de las interrogantes y sapiencias de Daniela tuvieron para sà la segunda ocasión de la artista argentina Mariela de la Puebla, quien realizó unas completamente nuevas para este “mundoâ€.
Abel Prieto dijo en su dibujo-prólogo El lobo de los cuentos: “Estos poemas son demasiado bellos y demasiado tiernos y delicados y respiran por sà mismos de un modo demasiado limpio y auténtico y hay demasiada luz de la buena en este libro para venir yo con un lápiz a llenarlo groseramente de monstruos, que son, realmente, mi especialidad. (…) es por eso que aquà aparece alguien que asoma brevemente su hocico en el poema Mentiras y verdades (…). Ahà lo tienes: lo pinté lo más lindo que pude, con una flor y un elegante pulóver, incluso, para dulcificarloâ€.
En el apartado Mi deseo la autora confiesa que este libro le ha sido dictado por Daniela, escrito con algunas de las frases con que su hija de tres años le hablaba. Solo discrepo en algo, Teresa, estos poemas no son pequeños. Tal vez en su estructura lo parezcan, pero sus respuestas al interior del ser humano alcanzan lo contrario.      Â
¿Alguno de ustedes olvidó cómo era ser niño? ¿Alguno abandonó el hábito de las preguntas? Los hallazgos se componen de ellas, por eso Daniela hurga a su alrededor. Las fotos muestran sitios y personas desconocidas, un antes donde no estás pero contiene las esencias de lo que eres hoy: “Yo las miro una a una/ con atención/ y a mamá le pregunto: / ¿dónde estoy yo?â€. Lo confieso, para mà la parte más divertida no son esas interrogantes, porque de alguna manera sabemos que en cualquier momento nos emplazarán. En este juego lo risible casi siempre son nuestras respuestas para explicarles, por ejemplo, cómo llegaron ellos al vientre materno. Hay quien incluso desplaza las respuestas a otro adulto, y a quien le falla la voz o lo aplaza. Pero es en vano, quien busca también tiene hipótesis y no cesará hasta encontrar tu palabra.
“Mi primera palabra fue papá. / Pero él no estáâ€. La vida es tan plural como quienes la habitan. Este libro nos introduce en un escenario donde los modelos de familia son disÃmiles y válidos. Palabra nos remite a un modelo fuera del clásico “Mamá, Papá y Nenéâ€, para presentarnos la maternidad independiente como un camino donde también es posible la realización del hogar. La figura paterna es un personaje cuya presencia se reitera desde los silencios en cada una de estas páginas. Sin embargo, es un planteamiento sereno, no hay una visión traumática en esta verdad. La protagonista comparte el disfrute de su vida infantil a través de los espacios de la casa y el entorno, y a partir de los roles maternos que de forma inevitable y feliz se pluralizan: “Con ella voy al patio/ a ver la tierra,/ nos mojamos las manos/ de lluvia fresca. Con ella voy al parque; / sobre la arena/ en el columpio rojo/ me balancea./ Ella tiene tesoros:/ libros, flores, botones/ y hace letrasâ€.
El patio hogareño es muchas veces centro del universo madre-hija. En el apartado Como el mundo, cada elemento de la naturaleza cobra realce. Las flores, los colores, las hormigas, las plantas, los zunzunes y la tierra crecen en la inmensidad del entorno familiar como sÃmbolo de amor. El patio es espacio de esta intimidad madre-hija, donde cada elemento se antoja tierra fértil para el crecimiento humano: “El patio de mi casa/ como el mundo es:/ yerbas buenas/ yerbas malas/ que las manos de mamá/ separan.
¿Sienten los ladridos, el maullar de un gato? ¿Alguna travesura de mascota interviene su lectura? Yo los percibo, acaricio sus orejas y con la ilusión los alimento. Recuento todas cuantas han pasado por mi historia. Colecciono en la memoria las miradas de mis perros y los gatos que aunque no busqué, también comieron en mi casa. Porque ellos en esta entrega literaria cobran vida.
El poema de mi gato es una reflexión sobre la ruptura de prejuicios por cualquier diferencia. El color del gato es metáfora para que entendamos: “Yo le explico bien despacio/ que no importa cuál color/ tenga su pelo sedoso:/ basta con que esté orgulloso/ de lo que ser le tocóâ€.
Dina, es el nombre de la perra que recibió la niña como regalo de una amiga y crece junto a ella, y además convive con el gato rojo-amarillo. Estos poemas presentan el amor hacia las mascotas y los afectos que estas brindan a las personas: “es mi perra, me quiere/ como debieran quererse/ los ʽhumanosʼâ€.
Un personaje habita muchos de los cuentos clásicos de la literatura universal. ¿Acaso será el mundo como la literatura? Mentiras y verdades retoma al lobo como protagonista de la cadena alimenticia que generan las diferencias: “la salamandra comió/ a la mariposa,/ el gato a unos ratones./ Unos a otros comidos y tragadosâ€.
Sensible resulta la poética que entraña el apartado Jugando con mi primo. Sus palabras desafÃan la división de juegos y juguetes según las construcciones y roles de género. Desde hace cientos de años el mundo norma lo que según, rosados o azules hayamos nacido, nos toca mañana, y en recreo lo eterniza desde el hoy. Para las niñas llegan los juegos de cocina, peluches y enfermera; para ellos los aviones, carros, soldados, espadas y pistolas. Para todos, un universo de estereotipos. Si se eliminaran las diferencias en los juegos se acortarÃan muchas distancias en la adultez: “Si yo juego a las espadas/ cruzando brillo con brillo/ no me parece que el juego/ vaya a cambiarme el vestidoâ€.
En el televisor se descubre un mundo que va entre las fantasÃas de un dibujo animado, hasta llegar al desconcierto que traen imágenes de la guerra para un niño: “Y luego veo las llamas,/ gente que corre entre ella,/ un niño llora y me dicen: es la guerraâ€. “Prefiero poner entonces/ ante fuegos y tristeza/ ronda de niños y niñas/ jugando a la rueda ruedaâ€.
Lógica comprende otra de las conversaciones hija-madre que a lo largo de estas páginas se descorren ante el lector. En casa todo adquiere un sentido sagrado, un manténgase alejado del alcance de los niños. Las formas, materias y colores invitan al tacto pero todo tiene accesos prohibidos: “-¿Y la luna, mamá?/ -No se puede tocar…/ -Es de cristal?â€.  La solución literaria me parece uno de los mejores momentos en que el humor aparece en el volumen con la sutileza que caracteriza a la Melo. Â
Siento particular predilección por la lectura de Los Mayores. Vuelvo a él lo mismo que maquillaje por rectificar ante el espejo. El prospecto de defectos del universo adulto es extenso y camaleónico según indiquen las circunstancias que creemos maniobra: “Mi mamá es como una niña/ que habrÃa que regañar:/ fuma y fuma sin pararâ€. “En una mano la pluma/ en la otra mano el cigarro,/ pero si mojo mis pies/ me pronostica un catarroâ€. “A las personas mayores/ no las puedo comprender,/ hablan y hablan pero hacen/ lo que yo no debo hacerâ€.
El orbe de las protagonistas alcanza otros entrañables vÃnculos familiares que van de las presencias a las ausencias, de la alegrÃa de la vida a las incógnitas de la muerte. El apartado Mi tÃa Alina le canta a Daniela, pues una figura compinche que le acompaña con sonrisas y regaños. Lee los cuentos como muestra del importante vÃnculo afectivo que puede existir en estas relaciones parentales.
Todo tÃtulo infantil que se honre tiene un Tesoro. También Daniela y Teresa focalizan el personaje de la abuela en el universo familiar y en el domicilio afectivo de la mayorÃa de los niños. Los cuartos de las abuelas resultan islas ávidas por la navegación de esos piratas. Un broche o botón, una postal, fotos, collares y alfileres, para ellos todo resulta una cartografÃa: “En el cuarto de mi abuela/ hay tesoros escondidos/ en los bolsos y carteras,/ en gavetas y vestidos(…)â€. “Y hay un tesoro más grande/ cuando ella en su cuarto está:/ mi abuela joven, hermosa,/ siempre mÃa, siempre másâ€.
La muerte es un tema tabú en casi todos los hogares con niños. Varios autores en la actualidad visualizan el tópico desde la literatura cubana para infantes. De las tristezas indaga en las ausencias tras la partida fÃsica de algún familiar y en la sabidurÃa de los niños para encontrar respuestas en las evasiones y silencios de los adultos: “En el cuadro está mi abuelo./ Pregunto dónde está/ y me dicen: ʽno estáʼ/ o ʽestá en otro lugarʽ./Y nadie dice más./ Pero mamá lo mira/ cuando nadie la ve/ y los ojos le brillan,/ está triste, lo sé. (…)â€. “Pero la tristeza por el abuelo es otra./ Yo le digo: ʼno te preocupes, mami,/ donde él está,/ está mi perro Gitano/ que yo creo que se murióʽâ€.
¿Qué niño no tiene jardines de palabra?, unas con posibilidades de florecer, otras, con derecho a la poda. Noel, el de los jardines toma la palabra como plataforma de valores: “Algunos de estos jardines/ parecen dar flores raras,/ pero irás aprendiendo/ en poemas y palabras/ cómo nombrar sentimientos/ y cómo mover montañas/ con la magia de las letras:/ vida y canto, fuego y alasâ€.
 “-¿Por qué no cambiamos tu cabeza y la mÃa?/ -Porque la tuya es nueva, niña mÃaâ€. Cabeza nueva es otro de los pasajes estelares para una buena carcajada. Quienes crecen te interpelan a cualquier hora y lugar con escenas que semejan la ciencia ficción. El cuerpo es nuestra primera casa, por eso sobre su anatomÃa y funciones a diario y por años llueven las indagaciones. Lo difÃcil son las respuestas.
Sueños posibles para soñar regala el Dibujo más hermoso que haya hecho Teresa Melo tal vez en su literaria vida: “Pondré a Daniela en el dibujo,/ en cada mano lleva un color./ ¿No la conoces dentro del mundo?/ Ella soy yoâ€.
El mundo de… es de todo aquel que pueda desandarle con su lectura. Daniela es la protagonista y como uno de los poemas, GuÃa de viaje que invita al universo compartido de la literatura. Transcurrieron varios años desde que Teresa y ella comenzaran este descubrimiento por un “nuevo mundoâ€. Ya Daniela es una inteligente y hermosa joven, creo que a la madre se le cumplieron con creces sus deseos de entonces: “Como para ella el mundo es todo nuevo, acabado de estrenar digamos, yo también trato de verlo asÃ, para que ella, además de ser mi hija quiera ser mi amigaâ€.
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