No me canso de decirlo y cuando he sido cuestionado ni siquiera lo he negado. Uno puede ser auténtico y, a la vez, producto de algo. Porque de hecho, somos productos de dos “alguien” que un día decidieron tener hijos.
Como mismo Sergio y Luis, asesinados un 13 de agosto de 1957, fueron el producto de un amor familiar.
Ese día que Fidel, el mío, el de todos, cumple 94 años, me manifiesto con más fuerza como un producto de la AHS.
A mí la Asociación Hermanos Saíz no me ha dado los materiales para hacer mis obras. No me ha escrito los libros que tengo. No gestionó los premios que me han hecho delirar. Ni siquiera me da dado un listado con todas las cosas que debería crear ya sea con letras, líneas, sonidos o escenificaciones.
No ha exigido dinero por representarme, ante el mundo, como un artista joven y de vanguardia.
No colocó camisas de fuerzas para que yo pensara o actuara como ella misma o, al menos, como ella quisiera. Y ha sido respetuosa.
Nunca me pidió que hiciera concesiones o que fuera comunista, Fidelista, martiano. Y, mucho menos, que la respetase a ella.
Todo lo contrario.
Ha hecho gestiones para que yo pueda conseguir, mediante terceros, los materiales necesarios para realizar cualquiera de mis obras.
Me ha dado el espacio que merezco dentro de la sociedad y la cultura de mi país.
Ha puesto en mi pecho medallas en fechas significativas y aniversarios.
Cuando tuve la necesidad de recibir alientos, ella me ha sabido motivar.
Ha puesto tribunas para que yo, y otros como yo, podamos decir lo que pensamos de la cultura, la sociedad, de mi país.
Jamás me ha perseguido por mis ideas, sino, cuando ha creído que deba darme una explicación o una respuesta.
Se ha paseado tolerante entre mis sueños y quimeras.
Ha puesto en mis manos todas las comodidades posibles para que hiciera mi obra en paz y libertad.
Ha tramitado viajes, giras, eventos, talleres, becas de creación, cursos, en los que yo tuve hermosa participación y muchos más lindos recuerdos.
Constante va creando espacios y eventos para que mi obra siga floreciendo y llegando a los sitios a donde tiene que llegar.
Consiguió que conociera a casi la mayoría de los artistas cubanos, de mi generación o de otra, que hoy me precio de conocer.
Me ha dado la libertad de ser comunista, fidelista, martiano; de amar y respetar los símbolos de esta nación.
Me ha respetado como revolucionario que soy.
Ha practicado todo los tipos de justicia que existen.
Me ha hecho feliz.
Y yo, creo, la he puesto feliz también a ella.
Ha arropado todos mis sueños de amor y valentía. Y, sobre todo, me ha formado como artista dándome la oportunidad de manifestarme después.
Por eso soy un producto de la AHS. Y lo seguiré siendo.
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