*Tomado del Portal Cubarte
Lo conocimos primero mediante sus historias, cargadas de realismo y sensaciones más allá de las palabras. TodavÃa recuerdo nuestro primer dÃa como estudiante en el Centro Onelio. Allà estaba él, junto a su esposa Ivonne Galeano y los también escritores Raúl Aguiar y Sergio Cevedo.
Muy pronto el Chino se convirtió en más que un maestro o un referente literario. Fue amigo y especie de hermano grande para nosotros, con crÃticas, consejos y una facilidad inusual para enseñar. Admiro su talento, pero especialmente la bondad, su fidelidad a la creación y a Cuba, su capacidad para soñar y seguir en el camino de las esencias, incluso en medio de cierto huracán de incomprensiones.
Seguramente los mensajes de felicitación este 5 de agosto, fecha de su cumpleaños 80, son numerosos, el sonido del teléfono debe ser permanente.
Sin dudas, es uno de esos escritores imprescindibles de la literatura de la Revolución, no solo por su calidad narrativa, también por reflejar en su obra sucesos históricos trascendentales, como el enfrentamiento a la invasión mercenaria por Playa Girón, y otras peculiaridades de etapas posteriores a 1959.
Hoy pienso también en el Heras huérfano de padre a los 12 años de edad, que fue limpiabotas, vendedor de periódicos y billetes de loterÃa, limpiador de portales… durante parte de la década de los ’50, pero que nunca dejó de fantasear. Imagino al muchacho que combatió contra los agresores en Girón y luego reflejó la experiencia en su libro La guerra tuvo seis nombres, por el que ganó el Premio David.
Me parece verlo alegre, cuando recibió la noticia de su Mención única en el concurso Casa de las Américas de 1970, por Los pasos en la hierba. Y después la tristeza, las puertas cerradas… por una muy conocida polémica en el campo ideológico-cultural, provocada sobre todo por la crÃtica Otra mención a los Pasos, de Roberto DÃaz, en el Caimán Barbudo, que desató tempestades.
También con una obra sobresaliente como crÃtico cultural, Heras es ejemplo de apego a los principios revolucionarios, al paÃs y su gente. Su obra cuentÃstica, incluidos Acero y Cuestión de principio, tiene mucho de autobiográfica.
Resulta inevitable recordar los dÃas en el Centro Onelio, cuando él y otros profesores alimentaban nuestros deseos de ser escritores. Me parece verlo otra vez aconsejar, sonreÃr y hablar de niveles de realidad, tipos de narradores, corrientes subterráneas de sentidos…, en fin, de ese otro mundo tan suyo: el de las técnicas literarias.
Compilador de Los desafÃos de la ficción, Eduardo Heras León está en las entrañas de muchos jóvenes, que le agradecen. Ganador del Premio Nacional de Literatura 2014 por la obra de la vida, el Chino, como lo llaman cariñosamente familiares y amigos, es también sÃmbolo de resistencia, humildad, y bondad, con una admirable trayectoria como literato, pedagogo y cultivador de la cultura. Un maestro, al cual respetamos y queremos.
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