Espacio Dialogar, dialogar: Forodebate El 26 de Julio y la mística de la Revolución cubana

Por: Yasel Toledo Garnache

Como parte del espacio Dialogar, dialogar, que habitualmente realizamos en el Salón de Mayo del Pabellón Cuba, convocamos al forodebate El 26 de Julio y la mística de la Revolución cubana, el cual se realizará este viernes a partir de las 10:00 am.

¿Qué significa verdaderamente evocar aquel hecho y a sus protagonistas? ¿Cómo el simbolismo del 26, esa fuerza y coraje, sigue acompañando a nuestro pueblo en momentos muy complejos? ¿Cuánto conocemos a esos jóvenes que dispararon, soñaron y muchos hasta murieron? ¿Cómo aquellos hechos aportaron y están presentes en el universo simbólico y el alma de la nación? ¿Cómo esa mística iniciada mucho antes se ha enriquecido con sucesos del presente?… son algunas de las preguntas que pudieran motivar el intercambio.

En esta ocasión nos acompañan como invitados la Doctora en Ciencias Filosóficas Yuleidys González Estrada, quien se desempeña como profesora en la Universidad de Granma; la investigadora santiaguera Sahay Fajardo Videaux, y el sociólogo habanero Alejandro Gumá Ruíz, todos miembros de la sección de Crítica e investigación de la AHS.

Ya podemos dejar nuestras opiniones e interrogantes en la parte de los comentarios.

Emancipación, memoria y reconfiguración en la mística de la Revolución Cubana

Por: Yuleidys González Estrada

Parecía que el Apóstol iba a morir en el año de su centenario, que su memoria se extinguiría para siempre, ¡tanta era la afrenta! Pero vive, no ha muerto, su pueblo es rebelde, su pueblo es digno, su pueblo es fiel a su recuerdo; hay cubanos que han caído defendiendo sus doctrinas, hay jóvenes que en magnífico desagravio vinieron a morir junto a su tumba, a darle su sangre y su vida para que él siga viviendo en el alma de la patria. ¡Cuba, qué sería de ti si hubieras dejado morir a tu Apóstol!

Fidel Castro Ruz

A esto, expresado con belleza inexplicable por Fidel, me refiero cuando hablo de la mística de la Revolución Cubana. Sí, hablo de esa espiritualidad omnipresente que camina con nuestro pueblo haciendo que –religiosos y ateos– sientan cercano y vivo el legado de nuestra ancestralidad rebelde. No creo que nuestra mística tenga explicación desde las doctrinas teológicas tradicionales ni en las interpretaciones filosóficas encartonadas. Somos lo real maravilloso y –como dice Buena Fe– nacimos en el Caribe mágico.

En una ocasión conversaba con un amigo cubano radicado en Costa Rica sobre nuestra identidad como pueblo y le preguntaba ¿Qué nos hace diferentes? ¿Qué lazos nos unen tan fuerte a esta gota de esmeralda ceñida por los mares?[1] La esencia emancipatoria de nuestra identidad, me contestó con esa naturalidad que dan las certezas. Y es cierto, pero esa identidad emancipatoria está nutrida por un universo simbólico que el pueblo cubano resguarda en ese espacio terrenal y cósmico llamado MEMORIA.

Fue esa memoria la savia que nutrió a aquellos jóvenes que en 1956 decidieron tomar el cielo por asalto de la mano de Martí, ese Misterio que nos acompaña, casi sin saber que ellos mismos inspirarían a otros más tarde. Es esa memoria la que me hace llorar de emoción cuando canto el Himno nacido en las entrañas de esta ciudad fecunda de Patria en la que vivo. Es también la que me motiva a escribir este texto que nace desde mi profundo sentipensar-actuar de revolucionaria cubana.

Sin ánimos de dar una conferencia de historia, quiero retomar la idea de la mística de la Revolución Cubana como ese universo simbólico condicionado por la emancipación y la memoria. En ese sentido, los hechos del 26 de julio son trascendentales pues devolvieron la esperanza a muchos cubanos y les dotaron de una multiplicidad de símbolos que todavía son expresión de nuestra rebeldía y resistencia: el nombre del movimiento, la bandera bicolor, el programa de la revolución, la Marcha del 26 de Julio y la figura renovada de un Martí que ahora se nos mostraba estratega militar y espíritu de la nación.

La lucha llevó a la victoria y ella a la necesidad de construir códigos para expresar la realidad nueva que la revolución requería. Los símbolos no fueron construidos solo desde el arte, si bien este los visibilizó, los recreó y los hizo accesibles para todas y todos. Vinieron de una cosmovisión que defendía la igualdad de todas. Expresión de esa cosmovisión fue –por solo citar un ejemplo– la sustitución del uso de los términos señor o señora por los de compañeros/as. Un cambio tan elemental como ese significó una transformación radical, a la cual no prestamos suficiente atención, porque pasábamos de mirar a las otras como entes externos, a asumirles como colegas de viaje en la tremenda aventura que protagonizábamos.

En esa misma lógica de transformación simbólica vinieron los Comités de Defensa de la Revolución, la Federación de Mujeres Cubanas y otras organizaciones. Con ellas se impulsó una nueva forma de relacionamiento social; una nueva manera de empoderamiento y construcción colectiva. No puedo dejar de mencionar grandes frases como: “¡Patria o muerte!”, “¡Venceremos!”, o esa legendaria que contiene todo el llanto y la rabia de Fidel: “Cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla”.

Pero la memoria tiene sus plazos y la mística, nuestra mística, se reconfigura. Por eso, sería un error pensar que solo está compuesta por los hechos y las frases del pasado. Insisto en que se nutre del día a día, de nuestra creación individual y colectiva. Hoy el grito de ¡Patria o muerte! se ha convertido en ¡Fuerza Cuba!, ¡Viviremos y Venceremos!; la bandera de la estrella solitaria es también una marca-país que exhibimos con orgullo en nuestros perfiles de facebook y ya no vamos a la plaza el 26 de julio a escuchar a Fidel sino a Santa Ifigenia; ese lugar donde un grano de maíz guarda sus restos con una inscripción que solo reza FIDEL, porque no hacen falta, aún, más palabras. Dependerá de nuestra labor con las nuevas generaciones que nunca haga falta añadirlas.

Esas pequeñas-grandes cosas integran, a mi juicio, la mística de nuestra Revolución. Sin embargo, tenemos el enorme desafío de reconocerlas, investigarlas, visibilizarlas, hacerlas carne y sangre de sus más jóvenes protagonistas. ¿«Qué hacer» vuelve a ser la pregunta del momento? Solo si viniera en el sentido leninista. Es decir, solo si apareciera cargada de alternativas. En eso la vanguardia artística joven de este país tiene mucho que aportar, sobre todo si entendemos que nuestra condición de vanguardia nos la hemos ganado a pensamiento; a pensamiento crítico y comprometido con la justicia social y con el fuego creador que transforma vidas.

 

[1] Fragmento del poema Elogio de un poeta a su isla antillana del poeta guantanamero Ernesto Víctor Matute.

CUBANÍA Y CULTURA DE LA LIBERTAD

Por Sahay Fajardo Videaux

Dialogar sobre la mística de la Revolución implica como mínimo acercarse a la espiritualidad, detrás de un fenómeno cuya naturaleza tempestuosa y trasformadora elige y coloca sus protagonista, y en ocasiones a los hechos, en pedestales aparentemente inalcanzables. Así los hombres construyen y destruyen sus altares a través de la Historia y de acuerdo a su tiempo. En el ejercicio de nuestra doble función de resultado y elemento constructor, nos corresponde interrogar al pasado, intentar establecer de manera lógica y coherente la relación entre lo ocurrido y lo evitado, para encontrar las constantes que nos hacen lo que somos.

Desde esta perspectiva, me acerco a la dimensión de los hechos acontecidos el 26 de julio de 1953 y sus consecuencias. ¿Por qué una acción que constituyó, en su momento, un fracaso, es hoy uno de los símbolos más importantes de nuestra Historia? La respuesta más simple y directa es porque triunfó la Revolución de 1959.  Lo digo de esta forma con toda intención, pues sin ignorar el papel de los individuos, me interesa dialogar sobre este fenómeno como el resultado de una cultura popular de la resistencia.  

Ambos hechos fueron posibles en virtud de una profunda conciencia de la Cubanía. En ellos se articulan, de manera orgánica, criterios y valores enraizados en nuestro modo de ser, tales como la vocación por la soberanía y la búsqueda por la justicia social. De este modo, es posible explicar las razones personales y morales que impidieron al teniente Sarría asesinar o permitir   el asesinato del joven Fidel, o el asesinato de “las Ideas”, como lo llamara el propio Sarria.  Explicar las casas abiertas para esconder jóvenes, la ayuda que recibieron de los campesinos, de los médicos y enfermeras del Hospital Saturnino Lora, las madres en las calles reclamando por sus hijos, la movilización  de la sociedad civil para proteger la integridad de estos jóvenes  por encima de las implicaciones políticas, de enfrentarse a una dictadura sangrienta.  Explicar, por encima de las razones objetivas y concretas de  este momento  histórico, tantas manifestaciones  de solidaridad y sacrificios, articuladas de manera espontánea, para salvaguardar lo que la inteligencia popular  asumió como el futuro de la Patria: los Jóvenes del Centenario.  

Se manifestaba así la cultura cubana “como cultura de la libertad y de la independencia, en virtud de los valores consagrados como lineamientos de la conducta, como recuerdo factual y hasta como leyenda, en un combate sin descanso contra constantes asedios dirigidos siempre a hacer desaparecer la Cubanía.”[1]   

[1] Joel james: Alcance de la Cubanía, Editorial Oriente, Santiago de cuba, 2001.

 

FERNANDO MARTÍNEZ HEREDIA: CLAVES PARA LA REBELDÍA

(Fragmentos)

Mensaje de Fernando Martínez Heredia a los jóvenes durante la clausura del Coloquio: “Con arreglo a esta opinión trabajaremos. A 50 años de la revista Pensamiento Crítico”

21 de febrero, 2017

“Desde que era muy pequeño leía todo lo que hallaba, y de muchacho la revista Bohemia fue mi escuela política. Pero ni soñaba en que vendría una gran revolución, que me formó y me cambió una y otra vez, y que por ella llegaría a ser el director de una revista cubana prestigiosa. Pero nunca esperé homenajes, ni cuando éramos centro de tareas hermosas ni cuando pasamos al olvido. A eso me ayudaron José Martí y la Revolución. Ahora, aunque en estos últimos años los que hicimos la revista nos hemos tenido que ir acostumbrando, me emociona mucho recibir este agasajo. Pero me sobrepongo y contemplo y admiro su sentido profundo. No somos los protagonistas los que un día hicimos Pensamiento Crítico, los jóvenes revolucionarios cubanos comunistas de entonces. Son los jóvenes cubanos revolucionarios, los comunistas de hoy, los que al calor del homenaje, el rescate y el debate pasan la escuela política del presente y hacen la vela de armas que requiere el futuro de luchas en las que se empeñarán y vencerán. Ustedes son los protagonistas.”

SOCIALISMO

«Hay muchos más dilemas y problemas. Cómo combinar cambios y permanencias, relaciones sociales e ideologías que vienen del capitalismo —y que son muy capaces de rehacer capitalismo o generarlo— con transformaciones que están destinadas a formar personas diferentes, nuevas, y a producir una sociedad y una cultura nuevas. Cómo aprovechar, estimular o modificar las motivaciones y actitudes de los individuos —sin lo cual no habrá socialismo—, cuando el poder socialista resulta tan abarcador en la economía, la política, la formación y reproducción ideológica y la vida cotidiana de las personas, y tiende a desalentar o impedir las iniciativas de las personas en la medida en que se burocratiza. Cómo lograr que prevalezca el proyecto sobre el poder —el mayor desafío interno a los regímenes de transición socialista—, cuando, además de los ámbitos que he referido, el poder es responsable de la defensa del país frente al imperialismo y los enemigos internos, y de las relaciones con los países, las empresas y las instituciones internacionales del capitalismo. Cómo lograr que prevalezca el internacionalismo sobre la razón de Estado.

» El socialismo no surge de la evolución progresiva del capitalismo. Este ha sido creador de premisas económicas, de individualización, ideales, sistemas políticos e ideológicos democráticos, que han permitido postular el comunismo y el socialismo. Pero de su evolución sólo surge más capitalismo. El socialismo es una opción, y sólo existirá a partir de la voluntad y de la acción que sean capaces de crear nuevas realidades. Es el ejercicio de comportamientos públicos y no públicos de masas organizadas y conscientes que toman el camino de su liberación total.

(…)

» La práctica revolucionaria de los individuos de las clases explotadas y dominadas, ahora en el poder, y de sus organizaciones, debe ser idónea para trastornar profundamente las funciones y resultados sociales que hasta aquí ha tenido la actividad humana en la historia. En este proceso debe predominar la tendencia a que cada vez más personas conozcan y dirijan efectivamente los procesos sociales, y sea real y eficaz la participación política de la población. Sin esas condiciones, el proceso perdería su naturaleza, y sería imposible que culmine en socialismo y comunismo.

(…)

» La transición socialista es un proceso de violentaciones sucesivas de las condiciones de la economía, la política, la ideología, lo más radical que le sea posible a la acción consciente y organizada, si ella es capaz de volverse cada vez más masiva y profunda. No se trata de una utopía para mañana mismo, sino de una larguísima transición. Su objetivo final debe servir de guía y de juez de la procedencia de cada táctica y cada política, dado que estas son las que especifican, concretan, sujetan a normas, modos y etapas las situaciones que afectan y mueven a los individuos, las instituciones y sus relaciones. Por tanto, no basta con tener eficiencia o utilidad para ser procedente: es obligatorio sujetarse a principios y a una ética nueva, socialista.

(…)

» El mayor potencial adverso a su dominación es la enorme cultura acumulada de experiencias de contiendas sociales y políticas —y de avances obtenidos por la Humanidad—, cultura de resistencias y rebeldías que fomenta identidades, ideas y conciencia, y deja planteadas inconformidades y exigencias formidables y urgentes. Todo eso favorece la opción de sentir, necesitar, pensar y luchar por avances y creaciones nuevas.» (en Autocríticas, un diálogo al interior de la tradición socialista, volumen de Ruth Cuadernos de Pensamiento Crítico, Ciencias Sociales/Ruth Casa Editorial, La Habana, 2009.)

LOS DILEMAS DE JULIO ANTONIO MELLA

«Mella tuvo que ser muy rebelde para lograr ser revolucionario, y para seguir siéndolo durante su breve vida. Muy poco conocido en su actuación y sus ideas, su grandeza, sin embargo, ha sido reconocida por todos y ha conmovido a muchos. Mella ha sido ejemplo, herencia yacente, símbolo de revolución, el líder más puro, el sacrificio, el pensamiento más alto. Debemos estudiar la naturaleza, el soporte, el alcance y la eficacia de esas emociones que sí comunican, motivan y suman voluntades. Mella está en la vocación subversiva y en los antiguos gritos que hicimos nuestros los jóvenes un tercio de siglo después, con las adiciones necesarias; está en los miles de internacionalistas que han sabido trabajar, luchar y morir en cualquier parte del mundo, tuvieran o no en el bolsillo el carné de Mella, Camilo y el Che. Que Julio Antonio Mella continúe activo, formando parte del combate en esta hora decisiva de Cuba, depende de nosotros. Si me permiten imaginar a Mella diciéndonos sólo una frase hoy aquí, quizás sería: “Sean siempre comunistas, pero sin dejar de ser manicatos”». (En el artículo «Los dilemas de Julio Antonio Mella»)

«No permitan que llegue a haber dos Cubas en la cultura»

Palabras de agradecimiento pronunciadas el martes 18 de octubre de 2011, durante el acto de entrega del premio Maestro de Juventudes, máxima distinción que otorga la Asociación Hermanos Saíz

«La cultura es, por su naturaleza, sus fuerzas acumuladas y sus logros, lo que está más cerca de ponerse a la altura de las revoluciones sucesivas, las tareas diferentes y superiores a lo que parece posible y la ambición desmesurada, tres rasgos que son esenciales para que exista el socialismo.

(…)

» Que los alumnos de todos nosotros —de los maestros de hoy—, puestos a la tarea de realizar y cumplir, no nos hagan caso en nada que hayamos dicho que pueda estorbarles para cumplir los ideales que estamos compartiendo hoy. Que sientan siempre con su propio corazón, y piensen siempre con cabeza propia. Solo así serán capaces de hacer a Cuba cada vez más libre, más justa y más próspera.»

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  • AHÍ están sus nombres, los rostros, el dolor en las familias que no olvidan. Cada julio resuenan los disparos con algunas marcas todavía en la pared y en el alma de un pueblo. A veces mencionamos el hecho, lo evocamos con palabras, miramos alguna imagen… Ellos deberán ser siempre parte de nosotros.

    Es julio, 67 años después, y alrededor de la Revolución Cubana gravita una mística, conformada por una serie de sucesos, personas y factores que enriquecen las esencias de la nación y su capacidad para resistir y soñar, para encontrar alternativas y seguir adelante, a pesar de la complejidad de las circunstancias.

    El asalto a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, es uno de esos acontecimientos con un simbolismo y una fuerza que deberá circular permanentemente por nuestras venas.

    Aquel 26 quedó marcado para siempre. Eran jóvenes, muchachos como nosotros, llenos de vida y coraje, con plena conciencia de la necesidad de lograr la libertad total de Cuba. Los disparos no eran solo contra los soldados o las edificaciones militares, eran también contra las injusticias, la miseria, el analfabetismo, la falta de derechos a la Educación y la Salud, el fraude electoral, los robos, los secuestros, los asesinatos…, que pululaban en la etapa.

    Miles de niños morían por falta de recursos, el 90 por ciento de los que vivían en el campo eran devorados por parásitos, la mayoría de las familias de zonas rurales vivían en peores condiciones que los indios que encontró Colón, según palabras del propio Fidel Castro en su alegato de autodefensa La historia me absolverá, en el cual denunció los principales problemas del país.

    Dejo de teclear unos minutos, y me recuesto en el espaldar de la silla. Me parece verlos aquel día… Retumba lo que se conocería luego como el Manifiesto del Moncada, el poeta Raúl Gómez García lee sus versos Ya estamos en combate… Escucho a Fidel: «Compañeros: Podrán vencer dentro de unas horas o ser vencidos; pero de todas maneras, ¡óiganlo bien, compañeros!, de todas maneras el movimiento triunfará. Si vencemos mañana, se hará más pronto lo que aspiró Martí. Si ocurriera lo contrario, el gesto servirá de ejemplo al pueblo de Cuba, a tomar la bandera y seguir adelante. El pueblo nos respaldará en Oriente y en toda la isla. ¡Jóvenes del Centenario del Apóstol! Como en el 68 y en el 95, aquí en Oriente damos el primer grito de ¡Libertad o muerte!…».

    Y más tarde los disparos, la sangre, la persecución, los asesinatos. Uno lee testimonios, mira fotografías de los cuerpos destrozados, y resulta inevitable estremecerse.

    Muchos de los sobrevivientes en la acción fueron capturados después, y torturados. A varios les trituraron los testículos, les arrancaron la visión… Ahí está, por ejemplo, Abel Santamaría, fiel a sus principios sin importar el dolor. Nos parece observar a su hermana Haydée, a quien le enseñaron un ojo de él, y la amenazaron con sacarle el otro si ella no hablaba. La joven amorosa, pero corajuda respondió con dignidad que si él no dijo nada, ella tampoco. Más tarde le comunicaron: «Ya no tienes novio porque te lo hemos matado también…». Se lee fácil, mas pensemos en el momento, en la tristeza, en aquellas pérdidas que desgarraban…, pero no hacían ceder.

    A otros les inyectaron aire y alcanfor en las venas para matarlos. Nos vienen a la mente las anécdotas del joven Andrés García, atacante al Céspedes, a quien golpearon hasta hacerlo perder el sentido y luego lo estrangularon con una soga, pero increíblemente sobrevivió.

    Nos sumergimos otra vez en La historia me absolverá, un texto que debe ser revisitado por cada generación, para comprender mejor la dimensión de aquellos sucesos y la altura de Fidel como martiano, revolucionario y cubano.

    En ocasiones repetimos el Moncada de los jóvenes de hoy es este o aquel, tal o más cual responsabilidad, esta o aquella acción, pero ojalá tengamos plena conciencia de lo que significa evocar aquel hecho y a sus protagonistas. La Cuba de la actualidad está repleta de retos diferentes, que solo podremos vencer entre todos como una familia enorme a favor del progreso y la vida, con fidelidad a los principios y la belleza.
    El espíritu del 26 de julio nos debe acompañar en cada momento, como factor indispensable para seguir en el camino de la dignidad, incluso cuando el triunfo parezca imposible. Esa decisión, esa fuerza y coraje casi místicos como pueblo, junto a la inteligencia y la unidad, deben seguir llevándonos a nuevos éxitos, como lo hizo aquella generación cinco años, cinco meses y cinco días después de los asaltos.

    Eso parece un milagro: que un grupo de jóvenes impulsara una guerra de tal dimensión que acabara con un ejército poderoso, con una tiranía apoyada por Estados Unidos…, que ellos y todo el pueblo concretaran un proyecto social convertido en referente de valor y solidaridad en el mundo… Eso es también y esencialmente Cuba, esa es parte de nuestra mística, de nuestro corazón como nación, de nuestro encanto, con la capacidad para irradiar luz al resto del planeta. La Revolución desde su inicio es un fenómeno social, político y también cultural a nivel internacional, con la belleza suficiente para despertar versos y canciones, música y bailes.

    El 26 es también Fidel, el joven y el apasionado, el revolucionario total que nos confirmó la posibilidad de conquistar los sueños. Uno piensa en el día, en los sucesos…, e inevitablemente nos viene a la mente su altura como líder que debe permanecer con nosotros.

    Venimos de ellos, y de aquellos que protagonizaron las diferentes guerras por la independencia. En nuestras mareas están Carlos Manuel de Céspedes, Francisco Vicente Aguilera, Perucho Figueredo, Antonio Maceo y, por supuesto, Martí; están Abel Santamaría, el Che, Camilo y los jóvenes del Centenario.

    Es por eso que este es un pueblo con una confianza tremenda en su fuerza, con lealtad a lo que considera valeroso. El 26 de julio jamás deberá constituir únicamente una fecha ni un acto. Es un símbolo, parte del alma de Cuba y de cada uno de nosotros.

  • Estremecen los hechos y los protagonistas. Jóvenes como nosotros, llenos de sueños, de ansias de libertad. Tenían familia, hijos algunos, pero dejarlo todo, eso es admirable, es el mejor ejemplo para las generaciones venideras. No pelearon por riquezas, lo hicieron por justicia, por equidad. Esa generación es una constelación de estrellas que inspira a la juventud de Cuba, así lo vemos los jóvenes, así de mágico es el proceso nuestro.
    Adán Presidente de la Asociación Hermanos Saiz en Granma

    1. Excelente reflexión Adán. Precisamente de eso se trata. Esa generación debe continuar siendo inspiración para la juventud cubana, para que sigamos enriqueciendo la mística con la coherencia entre pensamiento y acción.

  • Hola Yuleidys. Me gustó mucho tu texto. Creo que esa idea que planteas de reconfigurar la mística revolucionaria en Cuba es clave, y quisiera que profundizaras un poco más en ella.

    1. Buenos días Luis. Muchas gracias por tu solicitud.
      Lo que creo es que la mística de la Revolución Cubana, si bien mantiene elementos estables, es histórica y , por tanto, se va transformando en la medida en que vamos incorporando nuevos símbolos, nuevos ritos.
      Te pongo un ejemplo que creo ilustra mucho lo que quiero decir.
      En su canción Cita con Angeles Silvio Rodríguez coloca una hermosa imagen de los héroes como ángeles guardianes de las revoluciones. Esa misma imagen fue reconfigurada y dotada de nuevo sentido en la canción Cabalgando con Fidel de Raúl Torres quién los reunió a todos en la icónica Plaza de la Patria para recibir el espíritu del Comandante en jefe. Ya ahí los llamó «héroes de espaldas aladas». Para mí esa es la forma en la que se reconfigura la mística.

      1. Excelente ejemplo! Yo coincido contigo en lo que dices en tu texto de que la mística revolucionaria se nutre del día a día de nuestra creación individual y colectiva. Es decir, solo si continuamos pariendo nuevas rebeldías, nuevas resistencias, nuevas creaciones. Eso implica que nos va a llevar siempre a ser un poco incómodos, hacia afuera y dentro del país, pues si es una mística revolucionaria tiene que conducir a transformaciones sociales y personales, que chocarán con inercias, incluso por las creadas por nosotros mismos. Creo que la mística es el motorcito que nos hace caminar en una dirección revolucionaria

  • Buenos días a toda la gente buena que ha decidido conectarse esta mañana con la mística de la Revolución Cubana; tema que fuera propuesto por el grupo de debate de WhatsApp creado para el Congreso de Pensamiento y Premio Memoria Nuestra de las Romerías de Mayo y que hoy se mantiene dialogando y aportando ideas.
    Soy Yuleidys González, alías Yula, y me hace muy feliz que la Asociación haya abrazado esta iniciativa y la haya colocado en uno de sus espacios de pensamiento más reconocido.

  • Fernando Martínez, en esos profundos fragmentos que han sido aquí colocados, coloca una idea que me parece clave: Cómo lograr que prevalezca el proyecto sobre el poder, a lo que llama «el mayor desafío interno a los regímenes de transición socialista» Quisiera que profundizaran en ello, en particular, en cómo se desarrolla esta tesis en el pensamiento de Fernando.

  • Se agradece este debate sobre todo porque hace alusión a los símbolos y su capacidad para otorgarle sentido a la realidad. Creo que es uno de los temas a los que hay que prestarle la atención apropiada. Prefiero aportar a este debate desde la necesidad de reconocer que hay en la simbología revolucionaria algunos elementos que se han desgastado y otros cuyos códigos comunican poco o nada a las generaciones más contemporáneas a falta de contacto con realidades que se alejan en el tiempo. Por eso creo que se debe entender a la Revolución como un proceso en transformación permanente capaz de generar una iconografía y discurso propio en cada generación y si bien debe haber un tronco común es importante que esos íconos y símbolos sean también el resultado del accionar de sus portadores porque eso genera sentido de pertenencia y apropiación coherente. Por otro lado haciendo referencia a lo que plantea Yula se agradece que se piensen los elementos que hoy constituyen la marca pais. Creo que una de las razones por las que ese elemento ha funcionado es porque tiene el trabajo de profesionales formados en la revolución detrás. Probablemente haya quien se cuestione por qué hacer tanto énfasis en estás cuestiones que que son de forma cuando es evidente que la revolución supuso en sí misma un proceso emancipatorio, sin embargo el terreno de la disputa de sentidos pasa por la sensorialidad, en la contemporaneidad lo real y evidente tiene que tener estética para que guste y enamore. Muchas veces los procesos más extraordinarios les ha faltado lo estético por no ser considerado esencial y quizás ese ha sido un fallo porque se desconoce así la necesidad humana por encontrar lo bello. Por otro lado el elemento de la conexión discursiva tiene que tener un anclaje en la realidad de las personas La emancipación pasa por la consciencia y solo desde ese estado se puede pensar un país que se reinventa constantemente para construirse a sí mismo.

    1. Estimados amigos y compañeros: soy profesor de Historia e Historiador argentino interesado por la relación entre Revolución, historiografía y educación. Quisiera saber si se han producido trabajos de análisis sobre iconografía y creación de sentido en el ámbito escolar. Para quienes nos acercamos con interés y respeto al proceso cubano el acceso a textos producidos en Cuba a veces es dificultoso. Muy interesante lo que he leido en este espacio de intercambio.

      1. Buenos días Juan Pablo. Sobre ese tema hay un trabajo de Fernando Martínez Heredia que salió en el blog La Tizza. Se llama 5 problemas para investigar la Revolución Cubana.
        Es un excelente análisis que puedes revisar.

    2. Excelente, Yasmany. Completamente de acuerdo contigo. Precisamente, la Revolución Cubana es cultural. Creó una nueva estética, entendida ésta como ese universo simbólico que nos acompaña. Esa estética se construye no solo desde lo artístico sino también desde el ejercicio del poder y la participación social. Por eso es tan vital este debate. En él nos jugamos el destino de nuestro país todos los días. De él depende que haya esa coherencia entre el proyecto y el poder de la que nos habla Fernando

      1. existen algunos trabajos al respecto sobre todo relacionado con los foto reportajes que hiciera Ernesto Ocaña Odio quien registró todo lo acontecido con los jóvenes del Asalto. Y que además son las más conocidas y difundidas en nuestros libros con fines educativos.

  • Hola, muy interesante los articulos propuestos. Creo que el nacimiento de la mística revolucionaria es un tema sumammente atractivo y del cual aun queda mucho por investigar. La mistica revolucionaria ha estado muy ligada a la figura de Fidel y de ahí que, en efecto, haya que repensar la mistica de la revolucion para estos tiempos.
    Hace un tiempo, en un concierto de Silvio (el de frente a Casa de las Americas) que llovió todo el tiempo; en un momento que parecía escampar, Silvio cantó una canción y en el momento que dijo «agua» (q era el estribillo) rompió a llover de nuevo. Un amigo me dijo algo asi como: «este tipo es lo unico mistico que queda en Cuba» Mas allá de coincidir o no con el comentario; la necesidad de renovar la mistica revolucionaria es un tema mas imprescindible de lo que se suele pensar. Un saludo.

    1. Hola hermano, muchas gracias por participar. A veces nos preguntamos si en verdad estamos aportando todo lo que podemos a la mística de nuestro tiempo. ¿Cuál es o debe ser en verdad esa mística? Abrazo

      1. Tremendamente profunda tu pregunta Yasel. Va a la mismísima esencia de nuestro diálogo de hoy. Cómo aportamos. Creo que lo primero es entender que tenemos que involucrarnos con todo y con coherencia.

    2. Yo estuve en ese concierto también, fue mágico. Creo que la clave está en que esa necesidad sentida de renovar la mística revolucionaria debe llevarnos, más que a señalarla o celebrarla contemplativamente, a encarnarla. Yo la he sentido cuando me sumé como voluntario a llevarle la comida a los ancianos, y he visto como hemos logrado que se sumen muchos más, la mayoría muy jóvenes, gente valiosísima, sensible y comprometida, que no han dejado que nuestra trabazón objetiva y subjetiva para crear, posterguen sus ganas de hacer. Una de esas trabazones ha sido pensar y actuar como si Fidel agotara la mística de la Revolución, que nos impide ver el Fidel que llevamos dentro. Tu comentario a colocado cuestiones muy pertinentes.

      1. Coincido en que la pregunta de Yasel es central. Igual con Luis de que hay que encarnar la mística. Me disculpo por no haber podido participar mas en el debate. Estoy trabajando. Un saludo a todos.

  • Querid@s herman@s y foristas, mi nombre es Alejandro Gumá Ruiz y me vuelve a honrar y comprometer esta convocatoria de la AHS para pensar las rebeldías. Sobre todo porque ya sabemos el «para qué» de ese pensamiento, que no es precisamente para conmemorar un aniversario más, sino para atizar los rescoldos revolucionarios en esta Cuba peliaguda de hoy donde al menos dos tonalidades de verde (el del uniforme guerrillero y el de los dólares) vuelven a disputarse una franja del arcoiris… en realidad, el arcoiris entero.

    Trataré de ir desarrollando una reflexión que iré colocando por partes.

  • I. La historia que se hace suele rehacerse (o deshacerse) cuando es contada, pensada, sentida. Hemos escuchado más de una vez que el Moncada fue “el motor pequeño que impulsó el motor grande de la revolución”, pero esa metáfora deficitaria se instaló en nuestras escuelas, casas, medios y en el sentido común mucho después del 26 de julio de 1953. Ese es también, un relato de los vencedores, que fuimos nosotros esta vez. Pero cuando no se había vencido, cuando las desventajas eran muchas, cuando los factores de riesgo y las posibilidades de muerte eran enormes, ¿cuáles eran las “certezas” de triunfar? Subrayo la palabra “certezas” para distinguirla de la “fe”. La mística está hecha –y se pone al ruedo– más de fe que de certezas. El 27 de julio de 1953, el 28, el 29, el 30… o el 31 de diciembre de ese año, cuando todos los países cubanos comentaban el hecho mientras forcejeaban la distorsión, el silencio cómplice y la verdad quemante, ¿a quién se le hubiera ocurrido asociar aquellos asaltos con motor alguno?

    Asombro, admiración callada y cuestionamientos se entremezclan entre las reacciones suscitadas por el hecho. Cada caído es también una madre, un hermano, un pariente que se desgarra y se pregunta: ¿habrá valido la pena? ¿Es este el camino? Fidel Castro lleva sobre sí el mayor peso de esas y otras preguntas. Entre sus disposiciones está también la de contestar a cada una con la vida en la picota.

  • Sahay coloca un pregunta que considero central en esto de la mística revolucionaria: ¿Por qué una acción que constituyó, en su momento, un fracaso, es hoy uno de los símbolos más importantes de nuestra Historia? Ella lo conecta con la continuidad de la resistencia y la rebeldía que sucedió a aquel acontecimiento, y que permite verlo a la luz de esa historia, de esa vocación continuada de libertad. Yo coincido plenamente, y le añado que quienes protagonizaron aquellos hechos no perdieron la fe en la victoria y en su propia condición revolucionaria, cosa que la figura de Fidel sintetiza enormemente. Es decir, mantuvieron viva su mística revolucionaria, incluso en fracasos posteriores, porque el asalto al Moncada no fue el único. Por tanto es precisamente esa voluntad de resistir y vencer, de la que nos habla Sahay, lo que ha hecho que el 26 de julio sea hoy una una celebración patria. Cuando celebramos el 26, estamos celebrando nuestra condición rebelde, nuestra capacidad de resistencia, nuestra fe en la victoria. Creo que es importante que así lo veamos, pues las fechas políticas tienden a vaciarse de significado. Estoy seguro que profundizando en ese significado con autenticidad, lograremos que se mantenga vivo en las nuevas generaciones.

    1. Coincido contigo Luis Emilio. El artículo conecta el hecho con su impacto en la larga duraciòn e ahì lo simbólico de este día.
      Hay que trabajar para sacar de los espacios académicos estos aportes. Yo he trabajado en varios niveles de enseñaza y en los programas de estudio cuando se habla de este hecho se simplifica a los asaltos a los cuarteles y a la historia me absolverà. No hay una articulación de este hecho con otros que suceden posteriormente. Le estamos enseñado a las nuevas generaciones y pensamiento parcelario y reproductivo. Resaltamos la fecha y no su impacto.

    2. La cubania ha marcado la autenticidad de nuestras luchas. Cada una de ellas a lo largo de la historia, más que acontecimientos políticos hay sido también una Murcia constante por defender formas de hacer autóctonas. las acciones de 26 de julio más hay de su relación vinculante con varios hechos de la historia anterior y posterior al hecho, representa en esencia esa característica de la rebeldía propia del América, del Caribe y de todos los pueblos colonizados, cuya principal fortaleza el la resistencia a travez de la defensa a utransa de su identidad nacional .

  • Yula interesante texto!creo que es necesario reconfiguarar esa mîstica. Los nuevos tiempos lo ameritan. Humanizar a estos protagonista y crear nuevas fórmulas mucho más atractivas para trasmitir el conocimiento ayudarìa a valorar nuestra historia, nuestros símbolos.

  • II. La oposición a Batista y al Golpe de Estado configuraban un arco diverso cuyos elementos no pueden homologarse. Todas las “oposiciones” fueron políticas (en el sentido legal y encauzado del término). Solo la que diseñó y lideró Fidel fue “revolucionaria”. Pero no “revolucionaria” en sus efectos inmediatos, sino en aquel lugar al que Martí remitía a quienes se preguntaban por las condiciones de la guerra que predicaba: el subsuelo.
    ¿Qué cambió el asalto al Cuartel Moncada el 27 de julio de 1953 para llamarle una “acción revolucionaria”? Cambió los arredros y la orfandad de alternativas, pero, también, la ausencia de sismas. Las revoluciones necesitan producir sismas, rupturas, alteraciones, no solo después que triunfan, sino, sobre todo, cuando no han triunfado.
    El Moncada forzó respuestas nuevas a la situación nacional no porque “sugiriera” una, sino porque la representó con sangre. Y cuando hay mártires, las motivaciones y la mística adquieren una dimensión por completo nueva: hay que cumplir con ellos, hay que hacer útil su martirio, hay que realizar el ideal que los levantó hasta su caída.
    Quisiera proponer una distinción entre “derrota” y “fracaso” que me parece importante. Se es derrotado cuando fuerzas adversas a la consecución de nuestros objetivos logran impedirlos (por multiplicidad de factores, incluido el azar, que no es el caso analizar ahora). Pero fracasamos cuando abandonamos nuestros objetivos.
    Si lo entendemos así, a Fidel Castro lo derrotaron muchas veces, pero nunca fracasó.
    El Moncada fue una derrota militar, y hasta que tuvieron lugar el juicio y el alegato famoso, también política.
    El mote de “aventurerismo” y “putchismo” no provino solo de fuerzas contrarias al programa del Moncada, sino de fuerzas aliadas. Ahí están los documentos probatorios del Partido Comunista en la segunda mitad de los 50.
    Lo crucial de la actitud de Fidel –que es lo crucial de las rebeldías y la mística que al ser desplegada por ellas las reproduce y proyecta– es su desprecio por “las evidencias”, por la “gravedad social”, por “la lógica”. Es ese desprecio para mí, el núcleo hereje de su noción de “sentido del momento histórico”.

  • Creo que no solo es necesario la preservación de la mística revolucionaria a través de la memoria y los sentimientos. Para mi se hace imprescindible continuar profundizando en la construcción colectiva de la memoria. Reconfigurar los símbolos ahondando en aspectos relegados o poco visibilizados de la épica revolucionaria que enriquecen los referentes simbólicos a los que acudimos. Crear nuevos sentidos de las luchas libradas dará mayores referentes épicos emocionales a las generaciones heterogéneas que continuamos luchando por construir el socialismo con la rebeldía que la Generación del Centenario asaltó el Moncada

    1. Perfectamente de acuerdo. Pero insisto en que la mística de la Revolución no está solo en la épica . Cuando digo que es histórica lo digo en el sentido marxista que comprende que la historia la hacen las masas. Por eso tod@s tenemos un papel protagónico en ese llamado que haces.

  • III. Nada en la litósfera cubana de 1953 indicaba que la estrategia de Fidel fuera correcta. Nada. Por eso hay que desconfiar siempre de los indicadores científicos. Debemos diseñar indicadores morales, indicadores éticos, indicadores de la fe.
    Si a Fidel Castro lo hubieran matado en alguna de las tantas ocasiones propicias que hubo para ello tras el Moncada, si con ese desenlace se hubiese desmembrado y disuelto el movimiento por él inspirado y conducido, si con esa disolución hubiesen sobrevenido 67 años más de la república aquella, ¿estaríamos juzgando hoy como “desacertada” la estrategia de Fidel? ¡Cuán mezquinos seríamos! La validez de una idea no puede juzgarse por el curso de sus desenlaces sino por sus implicaciones para la liberación de las personas y las sociedades.
    La práctica no es, entonces, “el criterio valorativo de la verdad”, sino su criterio de realización. El criterio valorativo de la verdad son siempre sus contenidos.
    Las verdades de la burguesía cubana, de las clases medias, y del sentido común de los oprimidos era que tan cerquita de los Estados Unidos, podíamos tener un sistema capitalista más o menos desarrollado en sus formas, una constitución más o menos popular como la del 40, una diversidad más o menos desplegada de vehículos políticos para expresar intereses encontrados y diferentes, pero nunca, nunca plantear una subversión del sistema en su conjunto. Eran las verdades de la geopolítica y de la economía. ¿Cómo sobrevivir sin un arreglo con Estados Unidos? y ¿cómo lograr ese arreglo si no se comparte la representación de lo nacional con una clase que sea dominante hacia adentro y dominada hacia afuera? Es decir, ¿cómo mantener engañada a la gente y a sus comprensiones históricas si de pronto –al articularse los oprimidos en un nuevo empeño redentor que apuntara al conjunto del sistema y vertebrara una respuesta de desquiciamiento total y no de mera “administración”– se pierde la posibilidad de presentar los conflictos políticos entre clases sociales como “problemas entre cubanos”?
    La verdad de Fidel era otra. No la expresó con la Introducción a la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel, de Carlos Marx (“la teoría se convierte en fuerza material si se apodera de las masas”); la expresó con una saeta que conectaba a todos los oprimidos (“llamamos pueblo, si de lucha se trata…”), la expresó con los datos concretos de la realidad nacional, la expresó con sus cualidades carismáticas, con una extraordinaria flexibilidad táctica y otra extraordinaria rigidez de principios, y la expresó con la disposición a morir por esa verdad, que ha de ser otro de los indicadores para determinar la validez de una idea.

  • IV. José Martí –y no Carlos Marx– fue la fuente ideológica fundamental del Asalto al Moncada. Porque para los revolucionarios cubanos, José Martí fue la puerta de entrada un marxismo que fuera revolucionario también. Así debería seguir siendo. José Martí es la única posibilidad –y la mejor– que tiene el marxismo entre nosotros para ser revolucionarios. Ninguno de los jóvenes que fue al Moncada, lo hizo por haberse leído El Capital. “Hay verdades que caben en el ala de un colibrí”, y se comprende también desde la fe.
    El magma de las rebeldías es la sensibilidad revolucionaria, que va encontrando sus modos de explicarse, fundamentarse e ideologizarse, pero que no puede perder la condición de sensibilidad revolucionaria so pena de perder su poder disruptivo y la capacidad de adecuación de las prácticas políticas a los torrentes de su fe. Uno se rebela siempre más con el corazón que con la cabeza, digo “siempre más” porque como sabemos las revoluciones para avanzar deben amalgamar ambos órganos en un nuevo impulso histórico. El “cora(bro)” o el “cere(zón)”.
    Sin ser revolucionarios, podemos ser brillantes disertadores de Marx, Lenin, Fidel o el Che, pero nunca seremos marxistas, leninistas, fidelistas o guevarianos de veras.
    Ser revolucionarios implica también ser rebeldes frente a ellos, porque las condiciones más promisorias para la continuidad y la vinculación las provee la superación.
    Fidel pudo realizar el eslogan de “vergüenza contra dinero” del Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxos) PPC (O) porque superó los límites de actuación y las escalas que se le fijaban a los dos símbolos de la ecuación: la vergüenza y el dinero.
    En ese sentido hay una relación de continuidad entre la revolución cubana y la ortodoxia (la de Chibás y no la que vino después de su aldabonazo). Esa relación de continuidad no habría podido darse si Fidel se hubiera dedicado a sustituir a Chibás en el mismo lugar de aquel. Las comprensiones nuevas deben darse instrumentos nuevos.
    Fidel superó también los déficits de las guerras de independencia decimonónicas y de la revolución del 30, en el sentido de comprender que se debe luchar por granjearle hegemonía nueva a las posiciones más radicales y no sumar en concertaciones riesgosas o programas atenuados “poquitos” de hegemonía existentes que pueden servir para avanzar un tramo en cuestiones puntuales pero que resultan insuficientes para desencadenar una crisis irreversible del sistema.
    Si observamos con cuidado, nos daremos cuenta de que Fidel mantuvo su programa impermeable a las alianzas que estableció. Es decir, hizo confluir estas últimas hacia el aprovisionamiento de medios de todo tipo (armamento, espacios de comunicación para la agitación política, etc.), pero no compartió con nadie incapaz de defenderla hasta la muerte, las pautas de la utopía.
    Y desde 1959 hasta hoy Fidel Castro debió superarse a sí mismo una y otra vez.
    La mejor forma de vinculación entre dos procesos, ideas o exponentes revolucionarios es la de la superación. Luego, ¿cómo se vincula la revolución cubana consigo misma? ¿Cómo se vincula Fidel con sus asunciones entre nosotros? Si aceptamos que un principio, una idea, una acción humana no son vigentes solo por su contenido ético, sino por la condición de “irrealizadas” de las utopías que contienen, ¿cuánto del Programa del Moncada y de la ejecutoria y el pensamiento de Fidel permanece irrealizado hoy? Y ¿qué otro Programa del Moncada necesitamos? ¿Qué tienen los Lineamientos, la Constitución y el Plan de Desarrollo 2030 de “Programa del Moncada”? Y ¿qué les falta para serlo?

  • V. En el “hombre nuevo” del Che, por ejemplo, no cabía la diversidad sexual. Y en no pocos pasajes de su obra, la mujer para José Martí, debía “acompañar” al hombre en las tareas de este, debía “ungir” la obra con “la miel de su cariño”. ¿Constituye lo anterior una resta a las cualidades rebeldes de uno y otro? De nuevo, ¡cuán mezquinos fuéramos si así pensáramos! Lo que nos recuerdan estos ejemplos que he expuesto es que la mejor continuidad de las rebeldías está en su enriquecimiento y superación. ¿O acaso no se enriquecen, imbrican y superan así mismas las estrategias de dominación múltiple?
    Y al superarlos a ellos, que es lo que ellos nos piden en su calidad de revolucionarios, nos seguiremos llamando martianos y fidelistas, guevarianos y mellistas. Porque es con ellos y por ellos que debemos seguir ampliando el espacio de las emancipaciones y afilando su quilla.
    Esa es precisamente la convocatoria que nos hace Fernando Martínez Heredia al pedirnos: “Que los alumnos de todos nosotros —de los maestros de hoy—, puestos a la tarea de realizar y cumplir, no nos hagan caso en nada que hayamos dicho que pueda estorbarles para cumplir los ideales que estamos compartiendo hoy. Que sientan siempre con su propio corazón, y piensen siempre con cabeza propia. Solo así serán capaces de hacer a Cuba cada vez más libre, más justa y más próspera.”
    Los auténticos continuadores de esos revolucionarios seremos los que los superemos sin dejar de realizarlos, los que los realicemos sin dejar de superarlos.

  • VI. Hoy, cuando las condiciones parecen más precarias para plantearnos la revolución comunista mundial; ahora que los asedios del imperialismo, las insuficiencias nuestras, las corrupciones, los ejercicios discrecionales y burocratizados de poder, el fracaso que consume a quienes han abandonado sus objetivos, las manos frotadas de quienes gritan “Patria o Muerte” pero cuya patria es el dinero y la muerte, la que ya pusieron otros… En este contexto difícil y peligroso, con una superficie política menos boscosa que antes pero un subsuelo más denso de continuidades revolucionarias, de legados que se filtran silenciosos para acumularse en la densidad de abajo, en la freática voluntad del pueblo de Cuba (si de lucha se trata) de continuar, obcecado, su aporte a la liberación de todos los pueblos… Ahora otra vez se yergue Fidel en la Sala de Urgencias, otra vez nos recuerda que es con los humildes, por los humildes y para los humildes, de nuevo llama a los dólares por su nombre y los cerca, los acorrala, mientras argumenta la angustia de tener que admitirlos al tiempo que lanza la movilización de almas y conciencias socialistas, única que puede impermeabilizar, de las coyunturas más adversas, el programa de todos, para el bien de todos.
    Ahora, nos recuerda Fidel que la rebeldía es el camino más expedito de “los vilipendiados” para remontar siglos de vasallaje, para condensar el tiempo en una nueva medida histórica que desajuste los ritmos conocidos del acceso a la justicia y la belleza. Ahora nos recuerda que no es por evolución histórica o por modernizaciones sucedáneas que este país ha logrado ser lo que es, y que esta utopía libertaria ha logrado hacernos sentir que apenas comenzamos. Ahora nos recuerda que la economía en una revolución debe medirse “por lo que pone adentro de la gente”. Ahora nos vuelve a convencer de que toda rebeldía entraña un acto de violencia: sobre el que se rebela porque le sacude las dominaciones que ha internalizado, sobre los modos de sentir y actuar de una época porque les siembra respuestas nuevas ante las cuales nadie puede eludir posicionarse, y sobre el enemigo, porque lo enfrenta en el único terreno donde es posible ganarle: no el de la reforma de su ecosistema complejo y una y otra vez rediseñado, que ofrece canales de drenaje a todas las pequeñas, esporádicas, desarticuladas y no del todo subversivas confrontaciones, sino el de la creación del ecosistema nuevo.
    Embarquemos en el Granma con Fidel otra vez. Opongamos a la procacidad del sargazo y a la cruda bienvenida de los mangles esta fe en los hombres y mujeres, esta fe en nosotros, esta fe en que sabremos conjurar nuestros demonios. Vayámonos con él: regresemos.

  • Creo que la mística de la Revolución es uno de los fenómenos más significativos que podemos abordar en torno a esta fecha, pues el número «26» alcanzó un significado que rápidamente trascendió los límites nacionales siendo Movimiento, brazalete, colores, identidad visual que cuando se alza en rojo sobre los muros de la hoy Ciudad Escolar 26 de Julio, lo cual dice mucho a partir del símbolo. Los jóvenes artistas e intelectuales pueden aportar desde la actualidad nuevas miradas sobre la epopeya, crear nuevos sonidos, nuevas obras de la plástica, recrear el relato que ya es obra en sí, colocarlo en las nuevas tecnologías y aportarle a esa mística, enriquecerla, renovarla. Hace muy pocos años en Santiago volvieron a utilizarse los brazaletes, y eso dice mucho y ratifica que lo «viejo» no está obsoleto si es válido. La música nos dice que «el 26 es el día más alegre de la historia» y eso tampoco envejece, como no envejecen materiales al estilo de «Los refugiados de la Cueva del Muerto». Nuestros periodistas realizan trabajos con nuevos acercamientos a la efeméride, como han hecho los santiagueros Cuscó Tarradell, Claudia González Catalán y Dayron Chang, aunque luego no sea posible acceder a algunos de esos trabajos para compartir y debatir con otros jóvenes. Es decir, que en la combinación entre lo viejo y lo nuevo se pueden generar formas novedosas de seguir enamorando desde el Moncada y con el Moncada. ¿Cómo enlazar el deber de Mario Muñoz en 1953 con el deber de los médicos hoy? A la vanguardia puede quedarle claro, pero lo de hoy tiene que ser místico también. ¿Y si el nasobuco fuera en rojo y negro? ¿Y si de Ruta por Cuba encontráramos que allí donde hubo combatientes prestos a morir (Artemisa, Colón, Encrucijada, Santa Lucía, etc.) hay razones para estar orgullosos y otras para estar inconformes, pero todavía la gente se motiva para entregar «antes del 26 de julio»? Hay razones, hay elementos, hay mística y debemos ir por más.

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