Malena Salazar: «Me conformo con ser parte de los sueños» (+Fotos, video y tuit)

Desde pequeña se inventa mundos y fantasías que enriquecen su vida. Adoraba visitar al abuelo en su taller, donde lo veía desarmar radios, televisores, medir transistores, soldar… y escuchaba sus explicaciones sobre cómo funcionaban los equipos. Él, lector voraz, siempre se ocupaba de que la niña tuviera algún libro.
 
Poco a poco, la infante desarrolló la pasión por la literatura y la tecnología. Hoy es técnica en Informática, autora de varias obras literarias, y ganadora de algunos de los más importantes concursos para escritores en Cuba.
 
No le gusta hablar sobre su vida privada, ni siquiera la comida preferida, pero cuando escribe todo cambia. “No soy Malena. No soy nada y, a la vez, lo soy todo.”, dice quien tiene entre sus reconocimientos el Premio David de la UNEAC, en la categoría de novela de ciencia-ficción (2015), el Calendario de la Asociación Hermanos Saíz (2017) y el Oscar Hurtado (2018).
 
Graduada del Centro Nacional de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso, recuerda con agrado sus primeros años, cuando se entretenía con los juegos tradicionales y gracias a su imaginación disfrutaba sin salir de casa.
 
Al comenzar a leer abrió una puerta nueva. “Conocí autores que creaban historias maravillosas; las bebía, las soñaba, las vivía… Sentí que también tenía otras para contar, así que comencé a fabular desde una edad temprana”, dice quien actualmente se desempeña como técnica en Informática, y cursa la Licenciatura en Derecho en la Universidad de La Habana.
 
Para ella la Literatura y la Informática están conectadas de una manera especial, por eso no extraña que comenzara a escribir fantasía y ciencia ficción con historias relacionadas precisamente con la tecnología.
 
Otros de sus galardones son la beca de creación La Noche (2019), que concede la AHS, el premio de novela HYDRA, La Edad de Oro (2019), el Luis Rogelio Nogueras (2019) y el Regino E. Boti (2020).
 
Para ella tiene un significado singular el que lo inició todo: el David de ciencia ficción, su opera prima, por la obra Nade. “Antes, pasaba sin penas ni glorias por los concursos, luego llegaron las menciones, a veces a cuentagotas, en otras ocasiones a chorros. Cuando me sentía algo desesperanzada, me recordaba que nada se logra de la noche a la mañana y continuaba intentándolo con los concursos, hasta que el David me sorprendió.
 
  • “Actualmente, siento que he crecido como escritora y mi literatura ha cambiado, pero pienso que ese primer libro, aunque no sea una obra maestra, siempre va a ocupar un lugar especial en mi lista personal de logros”, asegura esta joven con brillo especial en los ojos.
Agrega que para ella lo más importante en cuestiones literarias es el lector. Que su obra lo marque de alguna forma. Que lo haga disfrutar, reflexionar, que lo impulse y se adentre en él para dejar una huella, un recuerdo.
 

—¿Cómo logras construir seres tan diferentes a ti o es que no lo son tanto?

 
—No sé si otros escritores tengan el mismo sentir, pero cuando me siento a escribir, ya no soy yo. Me debo a la creación, a la historia que he comenzado a tejer. Dejo que los personajes nazcan como deseen ser, dejo que el argumento me guíe desde la primera palabra hasta la última.
 
Por supuesto, el escritor deja su impronta en sus textos. A veces cuando se leen varios libros de uno mismo se suele encontrar una línea, una temática que se repite, pero abordada desde diferentes visiones. Y es que nos valemos de nuestros conocimientos, experiencias de vida, interacciones, análisis, investigaciones, entorno…, para crear. El escritor juega con estos elementos y los transforma para obtener verosimilitud, variabilidad, incluso dentro de los escenarios más agrestes.
 

—¿Qué podrán encontrar los lectores en el libro Secretos en lo alto de ciudad Ventosa, ganador del premio Regino Boti (2020)?

 
—Esa novela para infantes trata acerca del maltrato animal a nivel corporativo, la manipulación de las industrias hacia sus trabajadores y la explotación infantil, desarrollado con reminiscencias steampunk (tecnología a vapor) y clockpunk (tecnología de relojería). El verdadero reto, en mi criterio, consistió en colocar a niños valientes como Nina, Dano, y la perrita Loló, en un escenario tan complejo.
 
Malena Salazar con el reconocimiento por su premio la Edad de Oro.
 

—¿Qué nos puedes adelantar sobre La otra casa, por la cual obtuviste la beca La Noche (2019)?

 
—Es una novela de ciencia ficción fantástica, una idea que desde algún tiempo quería desarrollar. Aquí se aborda la inclusión, la amistad, la solidaridad, la tolerancia y la aceptación de diferencias. Uno de los ejes de la novela es la necesidad de la familia, sin importar cómo esté conformada y fuera de los roles clásicos, como formadora primigenia de los niños y niñas, los miedos e inquietudes de quienes han perdido el apoyo familiar y la sensibilización hacia las dificultades ajenas.
 

—¿Todavía te sorprendes cuando lees…?

 
—Cuando leo siempre encuentro algo que me sorprende y me dice que, si algo tiene la capacidad de evolucionar es la literatura. Personalmente me considero en constante aprendizaje e intento leer la mayor cantidad de libros de diferentes géneros y temáticas. Sirve para enriquecerse uno mismo y, a la vez, aprender cómo se está conduciendo el panorama literario en el país y el extranjero.
 
“A veces es inevitable terminar influenciados por un autor al que admiramos, pero en algún momento surge la necesidad de encontrar voces propias y formas diferentes de contar las historias”.
 
Malena aprovechó la etapa de aislamiento para crear.
 

—¿Qué tal la etapa de aislamiento en casa, como consecuencia de la COVID-19…?

 
—Es difícil lograr concentración en una situación como la que vivimos y que ha sacudido al mundo. Surgen preocupaciones que antes no existían y resulta complicado lidiar con ellas, adaptarse y encontrar soluciones alternativas. Pero fuera de esto, he intentado mantenerme activa en materia literaria. La novela ganadora del Regino E. Boti 2020 nació durante esta etapa de aislamiento.
 

—¿Qué significó para ti pasar el curso de técnicas narrativas en el centro Onelio Jorge Cardoso?

 
—Un vuelco absoluto a mi vida literaria. Cuando entré al Onelio y recibí las primeras clases, entendí que todo lo que creía saber sobre literatura no era correcto. Cuando terminé el curso pasé cerca de un año sin escribir, porque necesité incorporar, poco a poco, todo lo aprendido. Comprendí lo que tanto repetían los profesores (el gran Heras León, Sergito Cevedo, Raúl Aguiar) acerca de la importancia de leer, de analizar cada texto, desmenuzarlo, extraer las herramientas y adaptarlas a mi forma de escribir, en orden de construirme un estilo propio.
 
Ese curso es favorable para los escritores que comienzan. Les brinda una serie de reglas, lecturas para analizar, y herramientas imprescindibles.
 

—¿Qué importancia le concedes a la Asociación Hermanos Saíz como aglutinadora e impulsora de sueños de jóvenes escritores y creadores en general?

 
—La AHS brinda la oportunidad de conocer artistas jóvenes y talentosos, e interactuar con ellos en eventos a lo largo y ancho del país. Aplaudo la forma en que la Asociación se preocupa por mantenernos activos, y las oportunidades que brinda con sus becas, premios y actividades. Hace un esfuerzo realmente grande en materia de promoción en todos los medios. Es uno de los pilares de apoyo que tanto necesitamos para avanzar.
 

—¿Principales sueños en el mundo creativo?

 
Dejar huella en los lectores. Que puedan disfrutar mis textos. Que los puedan hacer suyos. Que, de alguna forma, conformen un bloque dentro de su edificación. No pretendo estar en la cima; me conformo con ser parte de sus sueños.

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