Las confesiones más conocidas, sin duda, son las judiciales y las religiosas. La primera es la declaración que, sobre lo sabido o hecho, hace alguien (testigos, acusados…) voluntariamente –o no– o preguntado por otro (abogado…) ante la autoridad judicial. En la segunda alguien (el penitente) declara al otro (el confesor), los pecados cometidos, que a la postre serán perdonados a través del mismo Dios u otra deidad. Quizás entre ambas formas de confesión la similitud más expedita sea el acto declaratorio en aras de lograr, finalmente, la absolución (indulto–perdón).
Ambas procuran, tomando como punto de partida al sujeto de la confesión “en estado de crisis,” establecer una forma (acción) de comunicación, hasta cierto punto dialógica, donde la palabra cobra fuerza como expresión, entre otras esencias de la ecología interior del ser humano, de sus valores personales. Procuran, además, recuperar “algo” llámeseme libertad, felicidad, goce, tranquilidad…, o sea, llegar a un estado deseado, presumiblemente de bienestar espiritual. Entonces si se suscribe la afirmación, que la comunicación es un arte –el de lograr el impacto interpersonal–, la confesión puede ser asumida como tal: un arte –herramienta– para la expiación (reparación, enmienda, satisfacción, compensación), incluso la sanación.
Así lo han entendido artistas y escritores cuyas obras giran en torno al tema de la confesión. En 2016, Gideon Jacobs y Gregor Hochmuh, dos artistas radicados en Nueva York, pusieron en práctica un polémico proyecto artístico denominado Confessión,[1] un mecanismo de confesión a través del cual las personas podían declarar ese secreto impronunciable o bien, funcionar como receptores de las más oscuras revelaciones. Esta experiencia–experimento dio cuentas de la necesidad que muchas personas tenían de expresarse, de externalizar sentimientos. Más atrás en el tiempo, la pensadora, filósofa y ensayista española María Zambrano en su obra La Confesión: género literario (1943), planteaba las claves que encierran un lenguaje del sujeto entendido como confesión, que se comunica en –a través de– la escritura bajo el secreto y la soledad.
Los ejemplos anteriores mucho tienen que ver con la poesía, a la que le es consustancial –o le atañe– tales sensibilidades inherentes a la expresividad humana. En este sentido, la poeta y profesora santiaguera Ileana Rosabal, en la introducción al libro Confesiones del poeta (Editorial Oriente, 2006), de la autoría de Jesús Cos Cause, traído a colación a propósito de la edición homenaje al Festival del Caribe, dijo que la poesía, al menos lo concerniente al aspecto creativo, “no será nunca un rito colectivo, que ella ha nacido y ha de extinguirse con el hombre solitario”, que independientemente que el autor la denomina “pordiosera de la soledad”, también nos salva del olvido. Algunos opinan que la poesía es propensa a convertirse en un hecho colectivo toda vez que, en lecturas o recitales, se comparten los textos. Ciertamente es válida esta forma para involucrarse, esencialmente, con el poema.
En este poemario de Cos Causse, el ritual solitario está cargado de voces, lo cual se percibe cuando se recorren sus líneas. Quizás porque es un pleno ejercicio de confesión y de comunicación con el otro –con su otro–: el náufrago, huérfano, sonámbulo, artesano espía del amor. Quizás porque no está escrito por el poeta que se sienta en una piedra/ a esperar la soledad y la muerte, sino por el poeta que hace un examen de conciencia, ante el inminente crepúsculo, revisitando hermosos fantasmas, que de un modo u otro le irán dictando las premisas para encontrar las palabras entre los escombros/del tiempo y las incertidumbres de la historia.
Cos Causse o El Quijote Negro si se prefiere, del cual el próximo mes de octubre del presente 2020 se estará conmemorando el aniversario 75 de su natalicio, encontró las palabras, además de entre los escombros del tiempo, en la ciudad de Santiago y en el pasado histórico del Caribe, sus islas, su gente.
Así explicó los derroteros del presente y entendió, como pocos, las poéticas de esta región geográfica cultural. Ello le llevó, por ejemplo, a gestar Encuentro de Poetas del Caribe y el Mundo, en el contexto de la Fiesta del Fuego, espacio donde aún se sigue promoviendo la literatura y la integración cultural caribeña. Sobre esto daba cuentas Pedro López Cerviño, editor de una buena parte de su obra, en el panegírico dedicado a este embajador de la poesía titulado Fuegos que arman la luz XI.[2] En él acotaba que era un poeta “insólitamente vivo a pesar de la muerte, conocedor a fondo de los rumbos de las luciérnagas del Caribe.”
El Caribe, constante en la obra de Cos Causse, es sinónimo de resistencia, de modo que la resistencia (cultural): reconstrucción histórica de expresiones diversas y unidad, es asumida en el libro de manera casi natural. El poeta, una especie en peligro de extinción, habla desde estas claves, no se arrepiente de lo que será su único delito (pecado) probable: buscar el amor a toda costa. Así lo anuncia en “Confesiones a Saint-John Perse”: Como un delincuente /voy a violar tu ventana/y robarte el corazón/ y estaré preso en tu recuerdo. Saint-John Perse, premio Nobel de Literatura 1960, es un nombre venerado por mucho poetas del orbe, cuyos versos Y es la hora, ah poeta, de declarar/tu nombre, y tu nacimiento y tu raza constituyen en Confesiones… un leitmotiv para (re) construir la historia de ese hombre–poeta caribeño, viajero en mar a la deriva/…el Crusoe conversando con su fantasma […] bautizado con la sangre de un animal sacrificado/ en una ceremonia entre tambores.
Saint-John Perse estuvo en la lista de ídolos (literarios, intelectuales y políticos) de Cos Causse junto a Roque Dalton (poeta activista político e intelectual), Pedro Mir (poeta nacional de República Dominicana), Aimé Césaire (ideólogo del concepto de la negritud), Luis Palés Matos (escritor puertorriqueño), y Federico García Lorca. Los hace desfilar (los convoca–exorciza) en este poemario que fuera publicado un año antes de su muerte, sobre la cual presagió: me voy a morir el siglo XXI.
En 2007 místicamente se despidió. Según el escritor y profesor universitario José Millet Batista, su muerte fue por “alegría incontenible de su violín roto […] de niñez, […] de poesía”.[3] Entonces no resulta desacertado subrayar que Cos entregó su poesía como una oración, como balanza entre el recuerdo y el olvido a juzgar por su poema dedicado al poeta y activista político haitiano Paul Laraque.
Confesiones… no escapa, por suerte, de las imaginerías y fabulaciones del bardo que dominaba un estilo singularísimo del lenguaje dentro del panorama literario insular. En este se vislumbra un halo testamental que iría a verse a la postre en Crónica del crepúsculo (Ediciones Santiago, 2012), definitivamente su testamento poético. Por lo tanto, no podía ser de otro modo, se registran en 66 cuartillas sus temas más recurrentes: la vida (una pesadilla), la muerte, la soledad, el tiempo, los sueños, el amor (un ciclón sin brújula. Un problema de la primavera), el misterio del hombre, la religiosidad popular, los poetas, la poesía misma. En sus propias palabras: Todo aquello que explicara, de alguna forma el mundo y una definición para justificar lo que se hace y la propia existencia.[4]
Asimismo, también destaca la muerte – el gran tema universal– por la carga imaginativa que sugieren la belleza y el horror del fenómeno, que adquiere relieves muy particulares dentro de esta obra, en tanto desfilan no la muerte, sino las muertes, lo que se encargará de introducir desde los propios títulos Epigramas y epitafios, Difuntos y sepelios, Testimonio del tiempo, Imagen de libertad de Arriba, Imagen de Ignacio Vázquez, entre otros. Su presencia y preeminencia se mueven en los poemas, cual asidero filosófico, a veces claramente otras entre líneas y puede decirse que hasta con obsesión (la obsesión de muchos poetas), entendiéndola en su Elogio y elegía a Federico García Lorca como: “una metáfora […] una máscara bellísima. / […] la imagen mas perfecta entre el hombre y la naturaleza”. El rostro que vimos la última vez en La diosa de la ciudad. Una flor y un epitafio, destaca en Identidad. Es, por sobre todas las cosas, la muerte como motivo de significación cultural.
Groso modo, en el discurso poético de Confesiones… subyace un lirismo atendible y hasta experimental. Es por ello que el citado poema a Federico García Lorca se asemeja a un “largo” ensayo poético en el que magistralmente, se resumen las ideas de los textos anteriores, sin desdeñar el rejuego simbólico y hasta las conexiones e impronta con sus ídolos. No menos importante son las coordenadas expuestas del acto poético, en sus definiciones –juicios de gran valor– sobre poesía: La poesía será siempre/ Una semilla/ Que germina. / […]. La poesía es el espejo del tiempo.
Al poeta y periodista Reinaldo Cedeño, uno de sus afortunados entrevistadores, en la entrevista Y Dios estuvo de acuerdo le revelaría: La poesía es un misterio del hombre. Creo que afortunadamente nadie, ni los mismos poetas, saben qué cosa es. Quizás el día que se sepa, comience el fin. Uno tiene que explicarse de alguna forma el mundo y todos buscan una definición para justificar la propia existencia.[5] Sobre el poema, como forma de expresar la poesía, acotaría: Cuando escribo un poema no me propongo que sea largo o corto. Termina cuando cesa la imaginación. Se antoja acercarse a Confesiones… como un largo e ininterrumpido poema.
Notas y referencias bibliográficas
[1] Alejandro I. López: El proyecto «artístico» que te hará confesar y escuchar los más oscuros secretos. Disponible en https://culturacolectiva.com/arte/el-proyecto-artistico-que-te-hara-confesar-y-escuchar-los-mas-oscuros-secretos
[2] Disponible en http://www.uneac.org.cu/secciones-periodisticas/resenas/fuegos-que-arman-la-luz-xi.
[3] Texto Completo. Disponible http://www.afrocubaweb.com/jesuscos.htm
[4] Reinaldo Cedeño Pineda: Jesús Cos Causse: el tiempo nos devora. Disponible en
https://oncubanews.com/cultura/literatura/el-quijote-negro/
[5] Reinaldo Cedeño Pineda: Y Dios estuvo de acuerdo o la entrevista recuperada a Jesús Cos Causse. La Jiribilla # 773, 30 de abril al 6 de mayo de 2016. Disponible en
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