«Soy un guajiro moderno»

La primera vez que vio la torre-campanario de Manaca Iznaga le pareció inmensa. Tenía dos años de edad cuando su familia plantó bandera bajo su sombra y su historia comenzó a gestarse entre los cañaverales, ruinas de barracones y guateques campesinos.

“Donde sonaba una lata, yo estaba ahí, dice con nostalgia Carlos Paz, un joven cantautor que a fuerza de constancia viene inscribiéndose en el pentagrama musical de nuestro país.

“Era superlindo porque aquellos hombres no tenían saberes musicales, pero lo hacían de forma muy perfilada, tras muchos años de fiestas. Me quedaba deslumbrado al escuchar a sus repentistas como Marcial Antúnez y Emelio Arrechea. Soy guajiro y conservo todo aquello. Por eso es que me siento un guajiro moderno, tanto así que en Manaca Iznaga me quito los zapatos y no me los pongo hasta que regreso a La Habana”.

Era la época en que el niño de cuna santaclareña estudió percusión en la Escuela Vocacional de Arte (EVA) Olga Alonso, de Villa Clara, durante algunos años, y luego apostó por la Escuela de Instructores de Arte Vladislav Volkov de Sancti Spíritus, de donde egresó en su primera graduación.

“Dice mi mamá que no había un tema con el que no me moviera. Por eso me llevó cuando estaba en preescolar a la Casa de Cultura de Trinidad porque en Manaca no hay. Y ya en la escuela me di cuenta que la percusión no me llenaba”.

Un vacío que sólo se borró cuando Carlos Paz, con 17 años, tatuó en un papel su primera canción.

“Empecé a leer mucho, sobre todo poesía. La primera en escucharlas era mi mamá, con quien siempre lloraba cuando terminaba de mostrársela y quien me alentaba a presentárselas al público”.

Mucha fue la influencia, primero de los profesores y compañeros de la escuela de instructores espirituana, y luego de los amigos que la música le regaló.

Los 10 temas de Endémico son de la autoría de Carlos Paz/ Tomada de su perfil de Facebook.

“Me siento orgulloso de haberme formado en ese centro porque crecí como ser humano. Pero ser uno de sus egresados me ha costado dolores de cabeza y mucho tiempo de mi carrera profesional, porque durante el proceso para alcanzar esa categoría muchas empresas me cerraron sus puertas, a veces, sin escucharme, sólo al saber que procedía de esa enseñanza.

“Estoy seguro que de esa primera graduación, Cuba se ha nutrido de excelentes artistas, algunos de ellos siguen como instructores –expresa como si en sus 35 abriles fuera la mayor de sus tristezas–.

“Tras culminar los estudios me presenté como guitarrista suplente en el Septeto Manacanabo, una verdadera escuela, dirigida por Gradelio Pérez. Luego, en la ciudad de Trinidad me tendieron sus manos Pedrito González, el Dúo Cofradía y Carlitos Irarragorri”.

Fue la época en que anduvo escoltado con la guitarra o tres, seduciendo recodos e instalaciones turísticas de la añeja villa trinitaria, junto a los cuartetos Ácana e Isla.

Mas, este mediador entre amigos –como suele identificarse al reconocer que su apellido Paz se le ciñe a su estatura– sintió la necesidad de echar a volar. Nuevos horizontes musicales resultaron tentadores y hasta La Habana no detuvo sus ansias.

“El cambio fue radical. Dejé grupos, mis peñas, amigos, familia… Mi equipaje fue una guitarra y empecé de cero. Conocí la jungla de cemento”.

Un año difícil para Carlos Paz. Tanto así que depuso por ese período la composición hasta que los sueños fueron teniendo forma, colores y sonidos.

“Comencé a presentarme poco a poco en varios sitios y más tarde retomé la composición influenciado por la nueva realidad. La llegada de mis dos hijas ha sido mi mayor regalo –dice y siento al otro lado del WhatsApp una sonrisa inmensa–. “En una de las presentaciones conocí al maestro Justo Aboy y me comenta que le gusta mi trabajo. Me sugiere hacer algo juntos.  Así comenzamos a trabajar en las primeras canciones de Endémico sin saber que sería el disco”.

En 2016, quien asume el timonel de la banda WorldMusic, Carlos Paz y Mestizo gira su carrera hacia un rumbo más exacto. Gana la Beca Ignacio Villa, una de las más prestigiosas que otorga la Asociación Hermano Saíz. Justo ahí siente con fuerza el olor a cascarón de su primera producción discográfica.

“Su nombre tiene que ver porque es el discurso de un compositor cubano de estos tiempos. Pasa por muchos géneros, maneras de escribir, climas, colores, pero todo está visto, vivido, sentido y expresado por mí, quien defiende una generación, sonoridad y manera de ser muy propia”.

Carlo Paz no abandona sus raíces montunas/ Tomada de su perfil de Facebook.

-¿Por qué apostar por la Beca Ignacio Villa?

Nunca pensé concursar. Mi meta con 17 años era escribir canciones para cantarlas y esperar la reacción de mis amigos, del público… Las canciones por encargo no se me dan. Tengo que superarme para llegar a ese nivel. En Trinidad estaba muy activo con la AHS y, tras mi llegada a La Habana, retomé mi vínculo con la Asociación. Es muy beneficioso la oportunidad que te da si ganas porque puedes grabar y eso es un proceso muy costoso. Aproveché el premio para retribuirles a los músicos, y la otra la mitad del disco lo pagué con mi bolsillo.

Creo que la AHS escucha a los artistas, por eso se mantiene fresca, saludable. Un criterio de uno de los asociados puede generar nuevos conceptos, vías de crear y eso es importante.

-A tu juicio, ¿qué tiene Endémico, que artistas de la talla de Alain Pérez, David Torrens, el trío Los Embajadores… aceptaron acompañarlo?

Tiene mucha naturalidad, tal y como soy, y eso ayudó. El proceso fue largo, pero hecho con mucha sutileza. Hubo entrega y humildad. Fui a cada casa y les llevé en una memoria la música para que con tiempo la estudiaran y eso conectó. Más allá de la obra, creo que pesa mucho el ser humano que está detrás. Esto es, sin dudas, un viaje musical lleno de amigos.

El disco alcanza solidez al contar con instrumentistas como Gastón Joya, Eduardo Sandoval… ¿Cómo fue el trabajo con ellos?

Me sentía como un niño cada vez que los veía llegar. Por ejemplo, al disfrutar de Gastón Joya tocando mi tema sin equivocarse, me preguntaba “¿esto es cierto?, ¿esa obra es mía?” Aprendí que cuando se llama a grabar es de arriba a abajo.

-Te lanzas con la trova y fusión, ¿no resulta un riesgo apostar por expresiones musicales de no grandes multitudes?

Nací sin nada. Me crié en una familia humilde, pero siempre fuimos muy felices. Ese tipo de expresiones son verdaderamente ricas, alegres en el alma. No creo que sea un riesgo si son 20 o 10 seguidores, si ellos disfrutan mi música y se sienten identificados con lo que digo. Estoy feliz con eso. Los números para mí nunca han significado algo importante”.

Ya Endémico le da la vuelta al mundo, gracias a la presentación que en las plataformas digitales le hizo la Empresa de Grabaciones y Ediciones a los 10 temas de la autoría de Carlos Paz.

Un deleite por develarnos un recorrido por la historia musical desde el bolero, son, canción y géneros foráneos como el funk, blues y música country.

Melodías que ya enamoran y seducirán a muchos más oídos cuando suban a los escenarios habituales, donde este guajiro manaquero encanta cada noche a La Habana.

“Está previsto, cuando pase la COVID-19, los lanzamientos del CD en el Pabellón Cuba, en un sitio que proponga la Egrem, y otra donde yo gestione, y esa será de todas-todas en Trinidad, para tocar con mis amigos de allá. Va hacer una fiesta enorme y si me dan chance llego hasta Sancti Spíritus”, aseguró.

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