La sinceridad como recurso para engendrar canciones y una sonrisa estampada en el rostro a modo de bandera. Yunier Pérez García, o simplemente GAPE, es una de las voces más desenfadadas del universo trovadoresco actual. Recientemente ganó la Beca de Creación Musical Ignacio Villa y ya se encuentra listo su primer fonograma Oda al plagio, bajo el auspicio del sello EGREM.
––Estudiaste Historia del Arte en la Universidad de La Habana, no obstante, te dedicas a la creación musical y estás muy vinculado a las artes escénicas, además, escribes canciones, lo cual denota una sensibilidad hacia la palabra. Pareciera que la creación se precipita en ti de cualquier forma y, que es precisamente esta mezcla de impulsos lo que te define como artista. ¿De dónde proviene tu instinto creativo? ¿Alguna influencia familiar?
Ninguna influencia familiar, aunque mucho debo a mis padres y mi hermana menor por haberme servido de horcón para poder dedicarme a pensar en las musarañas. Mi instinto creativo, como lo llamas, supongo que nació conmigo y luego fue creciendo a partir de las diferentes influencias estéticas externas y de la educación que recibí.
Entonces creo que sí, la palabra me atrae de un modo poderoso. De siempre preferí la Historia a la Química, el Español a las Matemáticas y definitivamente considero que la palabra tiene un poder precioso. Luego la Licenciatura llegó para hacer coincidir con más exactitud las imágenes de mis fantasías con las que al fin y al cabo materializaban mis creaciones.
––¿Cuándo supiste que este era el camino que querías emprender?
Tal vez esto vaya a sonar poco modesto, pero lo supe desde siempre. Soy un artista y mi razón de ser en este mundo es la de legar a la humanidad algo que un segundo antes no existía y que sólo yo puedo extraer de la nada.
––¿Qué géneros y temáticas abordas en tus composiciones musicales?
Me gusta pensar que lo imaginable es mi temática. Tal vez por eso preferí la trova, una música que asimila orgánicamente todos los ritmos y todos los temas, porque su intención es cantar desde el alma con la mente y el corazón, sin tiempo ni espacio preestablecidos, ni mordazas de mercado. La trova se parece a la libertad y eso me enamora.
––Desde el 2011 perteneces a la Compañía Ópera de la Calle. ¿Cómo ha sido el trabajo con esta compañía que, por mucho, ha logrado cambiar la visión elitista con respecto al género?
Es cierto lo que dices, la Ópera de la Calle fue concebida con el afán de desacralizar y actualizar el género lírico, aprovechando las posibilidades de intertextualidad que provee el lenguaje postmoderno para acercarlo al pueblo. Esta fue una de las razones que me hizo gravitar a ella.
En la Compañía lo único que he hecho es crecer como artista. He aprendido a dominar mejor mi voz y mis movimientos y a interrelacionarme con el público. He tenido mucha suerte de formar parte de esta familia, la verdad.
––¿Qué crees que deben hacer los artistas de estos tiempos para llegar a todo tipo de público, teniendo en cuenta que aquellos que no van a conciertos y teatros, y que por lo general consumen otro tipo de música para muchos considerada escasa de valores, también pueden sentirse sensibilizado por el llamado arte inteligente?
Te confieso, alguna vez soñé con ser tendencia, y llenar estadios y que me hicieran la ola, y ver filas de muchachas hermosas esperando su turno para recibir un autógrafo mío, luego la vida me liberó de ese gran peso y me hizo más feliz.
Creo, amiga mía, que la cuestión no está en llegar a todos los públicos más que en sentirse bien con uno mismo. Nada deben hacer los artistas de estos tiempos al respecto: el artista debe sólo educarse para hacer arte y los públicos educarse para apreciar arte. Alterar este orden produce el riesgo de generar un producto empobrecido. Luego si la consecuencia de ello es un arte popularísimo, bienvenido sea entonces.
Por otra parte, habría que definir con qué concepto de inteligencia vamos a tratar. Si por inteligente vamos a entender un arte diverso, original y que expanda el espíritu y el intelecto aun cuando nos haga bailar, pues sí, desafortunadamente no prima en el gusto popular tal arte inteligente, sin embargo, me niego a pensar que es la sociedad la que se ha embrutecido. El gusto se crea.
––Tus inquietudes creativas te han acercado al mundo de la narración oral. Has recibido clases de excelentes profesoras como Mayra Navarro y Elvia Pérez, y formaste parte de la Compañía Teatro de la Palabra, en la cual también obtuviste algunos reconocimientos. ¿En qué medida crees que los músicos deben desarrollar habilidades histriónicas que le ayuden a desenvolverse en la escena?
Al universo de la narración oral entré por embullo de mi novia. Luego me fascinó. Estos que vivimos, opino, son tiempos de extrema humanización donde mucho han tenido que ver las redes sociales. Se evitan los elitismos y se procura la integración, la visualidad, sentir texturas y olores, todo en el menor espacio y tiempo.
La música no ha podido quedar exenta de ello, de ahí la suma importancia de vincular, sin tabúes, todo cuanto pueda tributar a potenciar el mensaje que queremos transmitir como músicos y artistas. No tiene mucho sentido pasar el día horneando un delicioso pastel para que se nos caiga al suelo al momento de darlo a comer.
––Has participado en varias ocasiones en el festival de la trova cubana Longina canta a Corona, que se celebra todos los años en Villa Clara. ¿Qué importancia le concedes a estos eventos y cómo contribuyen al desarrollo de la carrera de los jóvenes trovadores?
Les concedo una importancia literalmente vital, a partir de que contribuyen a la memoria de la trova cubana. El Longina es para mí uno de los más atractivos y relevantes, pero todos los festivales donde los trovadores podemos estar son determinantes.
A través de estos eventos los que cultivamos la canción trovadoresca no sólo ganamos en promoción, también tenemos la oportunidad de reencontrar y conocer a otros trovadores del país y nuevos modos, de primera mano, de hacer la canción.
––¿Cómo puedes definir a los trovadores?
Un trovador es alguien que suele valerse de la guitarra para, bellamente, decir cosas. Pero un trovador puede desconstruir todo lo anterior para continuar siendo un excelente trovador, y es que la trova no está ni en la guitarra ni en el cantor; ni siquiera está en la relación entre ambos. Un trovador es también lo siguiente, lo posible.
––¿Qué figuras, experiencias, obras… han marcado tu formación artística?
Mis mayores influencias vienen de la música cubana en primera instancia, de la española, la brasileña, la norteamericana y la francesa. Me fascinan la fuerza armónica y las hermosas imágenes poéticas de la obra de Silvio, la ironía y el humor finísimo de Joan Manuel Serrat y las disonancias de Chico Buarque, además de la delicadeza que consigue en ciertas creaciones.
No obstante, lo que más amo de los tres es su capacidad de desdoble, de reinventarse en cada canción haciendo parecer que han sido compuestas por personas diferentes. Luego hay millones de otras influencias, aunque ya más dispersas.
––¿Para componer, sigues alguna especie de ritual, o la creatividad salta a flor de piel en todo momento?
Antes me condicionaba más a la hora de crear. Necesitaba regular las persianas para que entrara la luz exacta en la habitación, estar completamente desnudo y una gran cantidad de hojas en blanco, puesto que cada vez que hacía una pausa, ya fuera para almorzar o simplemente refrescar un poco, debía volver a reescribir desde cero lo hecho hasta el momento.
Hoy, no sé si por oficio o por la presión de lo cotidiano me conformo con algo de tiempo libre y un poco de paz interior. Luego a la musa ya la bajo yo. Algunas veces sale primero la letra, otras la música, pero lo que más me ocurre es que me vienen ambas juntas.
––¿Actualmente cuáles son los principales retos que enfrentan los músicos, en especial los trovadores?
El más importante reto es el de siempre: hacer un arte de calidad, sincero y original. Los demás problemas, que sabemos cuáles son, ya no corresponden tanto a los músicos, menos a los trovadores, son retos de la sociedad toda.
––Recientemente ganaste la Beca de Creación Musical Ignacio Villa, que otorga la Asociación Hermanos Saíz, y grabaste tu primer fonograma Oda al plagio, bajo el auspicio del sello EGREM. Háblanos un poco de la propuesta estética que traes con este proyecto.
Oda al plagio es mi benjamín fonográfico, entonces he procurado presentar a GAPE a través de él. Está conformado por 11 canciones en las que rindo un sencillo tributo a las músicas y músicos que admiro.
En el álbum el escucha podrá encontrar una diversidad temática que transita desde la crítica social hasta canciones de amor y desamor. Estoy muy contento con lo que va saliendo hasta ahora.
El diseño de portada fue por parte de los artistas Kike y Katia, y las palabras del disco, que estuvieron a cargo de Tony Ávila.
Debo siempre agradecer a la AHS y al sello EGREM por el fundamental apoyo, pero también a los Estudios de grabación Pablo Milanés Records, a la ingeniería de Giraldo García, a la producción de José Víctor Gavilondo, a los arreglos de Yasel Muñoz y al exquisito trabajo de los músicos convocados.
––¿Qué rasgos definen al artista y al ser humano que viven en el GAPE?
Muchas ganas de cambiarlo todo, respetuosidad, nobleza, autoexigencia, amor por la familia, por el arte y por la vida.
––En el espacio creativo, ¿con qué sueñas?
Sueño con poder hacer siempre lo que amo, que es la música, y vivir humildemente de ella.
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