I
Qué ingenuos quienes proclamaron el fin de la historia y pensaron trascender con una teoría irracional que nació muerta. Quizás a propósito se olvidaron del carácter acontecimental de la vida; quizás se olvidaron, porque era conveniente, que la historia no es una sola y que el curso de la misma está compuesto por infinidad de relatos, microrrelatos, de experiencias y vidas que no necesitan asentarse como grandes épicas para tener a la existencia como una posibilidad.
Treinta años después de declarada aquella muerte, la historia está viva; la hacemos nosotros los que no nos hemos negado el privilegio construir una realidad diferente, los que trabajan por un porvenir venturoso, los que amamos, soñamos y sentimos que este es el momento de hacer y de crecer.
Si hace 40 años alguien hubiera escrito un guion cinematográfico para una película futurista donde la tierra sería azotada por una pandemia global que reduciría la movilidad humana a la mínima expresión, donde los contactos humanos serían virtuales, lo hubiesen acusado de apocalíptico. Cuarenta años después henos aquí al comienzo de esa película.
Sin embargo, para vivir nuestra película hay que ver el guion como un material sujeto a cambios, un material que puede dejar de ser apocalíptico en la medida que seamos sujetos capaces de transformar la realidad y labrar los posibles hilos narrativos de nuestra trama, sin forzarla pero con la convicción de que la que escojamos sea creíble por ser precisa.
Nosotros a través de las pantallas
Al anunciar las Romerías virtuales un torrente de escepticismo invadió a más de un participante de en Memoria Nuestra, el concurso de investigaciones que convoca la filial holguinera de la Asociación Hermanos Saíz. Muchas interrogante sobre cómo serían las sesiones, los intercambio que haríamos en ese espacio común en el que estábamos a medias. Los cierto es que desde el principio fluyó bien, desde las coordinaciones previas se respiraba una empatía singular.
Se pensaron las reglas, se creó el grupo y se coordinó la manera en que funcionarían las ponencias. Era importante la disciplina para avanzar en esta experiencia nueva, las reglas se hicieron más útiles que nunca porque permitieron no andar a tientas frente a la experiencia novedosa.
Aunque todo parecía normal nadie puede soslayar que en ese ánimo de no sucumbir ante la imposibilidad de reunirnos, estábamos nosotros ante nuestras pantallas como Alicia a través del espejo, descubriendo un mundo que creíamos que conocíamos y ajustando constantemente nuestro mecanismo para funcionar bien. El grupo fue creciendo sus dinámicas, complejizándose; primero se subían las ponencias, pero luego aparecieron los posters, las fotografías, los audios, los videos, cada quien comunicando desde el lenguaje que le parecía más cómodo. Las experiencias personales respecto a la participación fueron entrañables. Para la investigadora Laritza Rodríguez, quien es santiaguera, pero por estos días se encuentra en Jamaica, este encuentro fue particular:
“Cuando me llegó la convocatoria me entristecí, estaba fuera del país y pensé en qué momento. Pero cuando comprendí la dinámica me sentí muy motivada y decidí participar. El desarrollo de las sesiones superó mis expectativas. Me sorprendió la cantidad de jóvenes con proyectos e investigaciones; me llamó mucho la atención el deseo de investigar el ámbito local con el cual se nota que tienen mucho compromiso. Es superinteresante la manera en la que se enfocaron problemas medulares de nuestro contexto cultural que fue abordado desde diversas disciplinas sobre múltiples temáticas. Los investigadores de todo el país están muy preparados, lo que habla de la salud de la sección en todo el país y estoy feliz de ser parte de este movimiento. Participar en este Memoria Nuestra me sirvió para comparar por dónde andamos en relación con el país. Estoy encantada de formar parte de este movimiento juvenil aunque esté lejos”.
Por su parte, la avileña Liset Prego asegura que “este trabajo me ha posibilitado ampliar mis horizontes como investigadora. Tengo que confesar que al comienzo tenía mis dudas sobre la forma en que se podía generar el intercambio en un grupo virtual abierto al que todos los días se podían incorporar nuevos miembros. Pero la práctica me demostró que mis inquietudes eran infundadas y que este trabajo tenía muchas potencialidades para desarrollar el trabajo en colectivo a partir de unificar el interés común. Otro de los logros, quizás el más notable, es la permanencia en el tiempo del grupo para continuar socializando experiencias el resto del año.”
II
Nunca es estéril el “ejercicio de pensar” la concreción de este acto. Este congreso ha venido a confirmar lo necesario de las articulaciones para poner a la ciencia al servicio de la cultura. Los jóvenes que hoy son parte de este movimiento expresan con su obra la madurez que tiene el movimiento de los críticos e investigadores en Cuba, lo cual es fundamental porque habla de la capacidad actual del país para acercarse a las más diversas problemáticas culturales sin necesidad de apelar a la improvisación.
No se debe de andar a tientas cuando se cuenta con investigadores que pueden modelar soluciones y asesorar procesos de transformación social desde el compromiso. Ahí existen una gran reserva de lo que se puede aportar al conocimiento de Cuba y los resortes que hoy están en la base de muchos de los problemas que afectan a la Isla.
La calidad de las investigaciones que han tenido presencia en este evento deberían hacer visible sus aptitudes y promover la necesidad de diálogo entre los jóvenes investigadores y las comunidades e instituciones para generar un pensamiento totalizador que permita a la sociedad en su conjunto buscar soluciones propias a problemas reales. Es tiempo de desterrar prejuicios sobre los investigadores y sobre los –no pocas veces– señalados academicismos, que a decir de algunos de sus detractores, están alejados de la realidad.
Lo que encontramos en WhatsApp
Más de una treintena de ponencias animaron el intercambio de los jóvenes investigadores cubanos, cientos de comentarios y preguntas se emitieron para acercarse a enfoques diversos sobre temas tan complejos como la ritualidad de los funerales en la provincia Granma, el estudio de la arquitectura Art Decó en Guantánamo, la violencia de género entre los jóvenes universitarios, el estudio de la obra de Fernández Retamar Cartier-Bresson, la Revista Casa de Las Américas, las tradiciones populares en Camagüey, entre otros asuntos de trascendencia investigativa que confirma la riqueza que la Asociación posee actualmente en sus filas.
Una de las ganancias más notables de la celebración de este evento es que se revalida la vocación emancipadora de sus participantes, quienes desde sus argumentos proyectan una actitud anticolonial, vital para la Cuba de hoy, tantas veces tentada por la pretensión ridícula de sumarse a las tendencias globales sin una análisis profundo de los orígenes y las implicaciones culturales de las modas.
Uno de los puntos en el que muchos de los participantes coinciden es en la calidad de las ponencias. Al respecto precisó al Portal de la vanguardia artística cubana Yuleidis González, una de las más activas en el este encuentro virtual: “Es impresionante ver la profundidad analítica y el compromiso transformador de quienes participaron en esta edición del evento. Gente muy joven con criterios muy profundos en torno a las problemáticas que afronta el país, pero lo más llamativo es su práctica coherente con ese pensamiento, lo cual es constatable en los resultados presentados. Siendo honesta te tengo que decir que es muy destacable la solidaridad y camaradería que se generó en el grupo. Me sentí esperanzada en medio de las circunstancias que vivimos”
Luis Emilio Aybar Toledo, quien se desempeña como especialista a nivel nacional de crítica e investigación, en una valoración sobre el evento señaló: que “la AHS nació para para conectarnos en función de metas comunes, y esa razón hay que hacerla valer en cualquier circunstancia. Así que lo que hicimos no fue otra cosa que mantener tozudamente nuestra vocación de unidad aun cuando parecía que ello no era posible. Las nuevas tecnologías nos dieron la infraestructura para lograrlo y nuestra voluntad, entusiasmo e identidad pusieron el resto. Los bits llevaron de un lugar a otro nuestras emociones y conocimiento, lo que resultó en una tormenta de creación. Esto ha sido una tregua fecunda que deja listo el camino para la guerra de pensamiento a la que nos convocó Fidel. Solo nos queda ahora plantearnos nuevos empeños”.
III
Cualquier guion para nuestra historia deberá tener en cuenta a nuestros jóvenes que se saben protagonistas y buscan el resquicio de la realidad desde donde más pueden aportar con la inteligencia puesta en función del bien común. Hay una resistencia natural a ser definidos como diletantes snobs que pueden sostener durante horas conversaciones sobre artes y letras. El trabajo de campo, el vínculo con la comunidad, con sus conciudadanos, habla –y muy claro– de la virtud de quienes en cualquier rincón de Cuba mantienen como prioridad la obligación de autorreconocerse en los otros y trabajar para vivir mejor.
En ese proceder radica una de las fortalezas de los que desafían con su actuar los designios de quienes apostaron por declarar a la historia como un organismo sin signos vitales. Su actuar no es ostentoso, el diario quehacer aporta más que las pretensiones de cambiar el mundo o de entregarse a la ilusión de una épica que los inmortalice, es por eso que un grupo de WhatsApp pequeño, relativamente anónimo, es el escenario para dar los primeros pasos para los empeños que depara el futuro.
Palabras que perduran en la Memoria Nuestra
Memoria Nuestra cierra esta edición y pone alto el listón, obliga a pensar en nuestra capacidad para superar las limitantes de una realidad que siempre pone límites, que solo pueden ser superados con la inventiva y la creatividad. El tiempo, el espacio y la logística parecen desafíos menores. Ya lo aprendimos y lo hicimos justo a tiempo para saber que lo más importante es seguir apostando por el siempre saludable “ejercicio de pensar”.
Con varias ediciones de Memoria Nuestra en su trayectoria investigativa, Yolaida Duharte goza de reconocido prestigio entre los investigadores cubanos. A ella recurrimos para saber sus valoraciones sobre esta edición del evento a partir de su experiencia:
“En esencia, no fue muy diferente a lo que ocurre cada año. Vi en el escenario virtual la misma colaboración y entusiasmo de otros años. Las ganas de participar e intercambiar formas de hacer. Es digno destacar la relación entre las instituciones y los organizadores. Aunque obviamente no fueron iguales que las que se comparten habitualmente en la que uno profundiza a través del intercambio extraverbal, esta fue una experiencia nueva con tantos retos como aciertos. Creo que uno de los desafíos más grandes que se logró fue que los investigadores participaran con recursos propios a través de estas plataformas, ya que el acceso a Internet es una imposibilidad aun para muchos, y poner esos recursos a disposición del evento dice mucho de la importancia que le otorgan. De manera general el uso de estas plataformas modifica las dinámicas de los participantes, pues tiene un impacto en las formas de comunicarse y construir colectivamente discursos”.
Yanelis Martínez, una de los artífices fundamentales de este evento, afirma desde España que “prefiero no comparar porque Memoria Nuestra, en sus versiones virtual y tradicional son muy diferentes, cada una con ventajas y desventajas. Lo que sí nos debe quedar como aprendizaje es que es una gran estrategia tener un grupo en WhatsApp para extender el evento más allá del espacio físico y, por supuesto, que para nosotros ha sido esencial poder superar las limitaciones habituales de hospedajes y alimentación que muchas veces nos dejan traer a todas las personas que queremos. Creo que en el futuro será primordial combinar ambas variantes para llegar a mayor cantidad de personas”.
Solo quienes han estado presentes en la experiencia riquísima que ha sido este Memoria Nuestra, saben lo que significa. Ha habido una voluntad de convivir más allá de entender a la ciencia como una necesidad.
El grupo ha hecho compartir los momentos que nos hacen más humanos, entre tanta emoción aparecieron los niño de varios participantes para matizar y dar color a una experiencia increíble y el Día de las madres también se celebró como demostración de la capacidad para llevar de la mano múltiples roles, sin que ello dañe bajo ninguna circunstancia la voluntad de crear.
Hacer historia no es un privilegio reservado a unos pocos. Desde la sencillez de nuestras vidas hacemos cada día algo que nos constituye como seres humanos y nos permite siempre mirar hacia atrás, para beber de esas experiencias desde las claves que aporta la cubanía. El cierre de la última jornada estuvo matizado por una sumatoria de palabras que coronaron el evento, con ese poder del lenguaje para sintetizar esencias. Así describieron su experiencia algunos miembros del grupo: “trascendental, interesante, única, reconfortante, enriquecedora, esperanzadora, increíble, inefable, inspiradora, energética.”
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Este artículo, Yasmani, logra ilustrar lo Que ha significando para Los participantes en Memoria Nuestra, este even to de pensamiento. Este Que trascendió el Marco teórico, discursivo professional y académico para extenderse a las manifestaciones mas sinceras de afecto entre Los Que compartimos el.denominador común de hacer la historia. Cohincido en Que el encuetro virtual derrumbó las teorias pesimistas y reduccionistas en torno a la construcción de la historia. Gracias por recoger en estas líneas nuestra satisfacción por ser parte de este espacio Que dejó de ser la plataforma de materialización de un evento competitivo de pensamiento, para convertirse en una familiar de asociados al oficio mas necessario de todos: El de pensar.