Cuando salí de Manzanillo de nadie me despedí. Torrenciales han caído de entonces a estas teclas. No importa, tengo boleto de regreso sin fecha de caducidad. Por estos días en que a uno le da tiempo para hurgar en los recovecos del yo, he vuelto a Manzanillo. Allí desafié kilómetros del malecón con los amigos de guitarras a la espalda, a veces con mi soledad. Confieso que no sobrevivió minuto a mis andanzas. En cada una de las tres visitas gustaba de compartirme entre la Casa de la Trova y la Casa del Joven Creador. A la distancia de una cuadra sus dinámicas de interacción son bien diferentes y la verdad que en ambas encontraba algo para permanecer. Las trovas del bayamés Ormán Cala conectaban uno y otro epicentro, mientras yo descubría la lírica por entonces del trovador.
Muchas creaciones del hacedor me habré perdido desde que nos vimos en fechas del Pepe Sánchez varios marzos atrás. Compartí en el espacio teórico algunas de las impresiones que me causó su obra. Ormán trajo consigo a la sala Titón de la Uneac a las protagonistas, sus canciones.
Hoy las escucho desde la memoria sonora; tampoco conservo los mp3, que perecieron cuando una antigua laptop decidió abandonarme sin previas notificaciones. Por eso, borracha de trovar, comparto la fe.
Retrospectiva Canción
La Canción Cubana Contemporánea manifiesta esa heterogeneidad distinguible en la autenticidad que aportan los cantautores de las distintas zonas geográficas del país. Tal es el caso de la obra que desarrolla el trovador Ormán Cala desde la ciudad de Bayamo, en una constante retroalimentación con los códigos más extendidos por la cancionística nacional. En su quehacer distingue una notable influencia de la trova primigenia cubana, específicamente de conformación oriental, en lo que sobresalen elementos heredados de los sones, lo que imbrica al influjo también de la guajira, ritmos afrocubanos, incluso la añadidura en ciertos pasajes que van del country al rock, la bossa nova, y la introducción de segmentos rapeados, de modo principal.
Escuchar a Ormán presupone adentrarse en una música que entrelaza tradición y contemporaneidad, capaz de resemantizar temáticas inmortalizadas por el discurso trovadoresco de siempre. El viaje o trasiego trovadoresco, las preocupaciones socioeconómicas, la relación amatoria o el estereotipado espíritu bohemio se asumen desde una voz individual.
El tratamiento del núcleo Viaje se ancla a un eje central en la lírica trovadoresca cubana y en la biografía de sus cultores.
Por estos entresijos resalta en la producción de Cala del periodo al que me remite la nostalgia, un texto remisorio a exponentes del entorno trovadoresco y lo sonero como Sindo Garay, Ñico Saquito, Miguel Matamoros y el mismo Compay Segundo. Por supuesto, en el caso del hecho musical cuando solo aludimos al texto/letra y carecemos del texto/música, el acercamiento solo puede ser incompleto. Aun así asumo el riesgo:
- Oye Fragancia yo sí te quiero
- Pero este tren pá Manzanillo
- me va a robar lo cuerdo
- hay que ir de pie
- que no hay asiento pá sentar las ganas de volver
- (…)
- y menos mal que permutaron lo del carnaval
- si no se llena esto de bote en bote
- como concierto de la Original
- no puedo permitir que dudes de mis sentimientos
- que me acuses de la ausencia
- no falta el recelo
- que no piense del desamor.
- Oye Fragancia yo sí te quiero
- si eres mi té de resedá
- mi pastillita pá los nervios
- ay apúrate,
- Longina seductora sí espérame
- sentada en la terminal
- que ahí viene el tren Penélope.
- Oye Fragancia yo sí te quiero
- Pero este tren pá Manzanillo
- me va a robar lo cuerdo.
- Con el recurso de la intertextualidad, el autor logra recontextualizar los significados de una canción antológica de la trova, Pensamiento, de Rafael Gómez, Teofilito. Si en el texto original la intención primordial consiste en convencer a la mujer interpelada del amor incondicional que ella inspira en el enunciatario, en esta reapropiación, el autor se valdrá de la afirmación original para introducir las adversidades que viaje de por medio se interponen para su realización. En torno a Fragancia se organiza una red de asociaciones que, en lo adelante acogerá a otras figuras femeninas ineludibles de la cancionística.
El viaje resulta motivación recurrente en los textos trovadorescos, evidente herencia de la trova legada por los primeros bardos. Pienso en el recurso viaje como entidad perenne en varios textos del Compay Segundo, tradición textual, sin ingenuidad, asociada a la característica trashumante del trovador en sentido genérico, provocada entre otras causas por la inestabilidad laboral y económica de la mayoría. El viaje simboliza entonces para el trovador no la aureola de felicidad y mito edénico con que suele asociársele, sino la vía de carácter migratorio para garantizar posibles fuentes de empleo y con ello los ingresos económicos para solventar su vida. En otro sentido también relacionado, el movimiento migratorio encarna la búsqueda y afán por el reconocimiento a la creación, sin que por ello obviemos la dimensión festiva que muchas veces les acompañó.
El viaje como motivación, así como la alusión a sitios tales como poblados, ciudades, playas, calles o barrios figuran entre los tratamientos predominantes en las rutas trazadas por la lírica de varios de los trovasoneros de la primera mitad del siglo XX cubano. En el abordaje de la temática destaca Francisco Repilado.
Las canciones Pasaje para Holguín, Ahora me da pena, Balcón de Santiago, Se secó el arroyito, Chicharrones –canto al popular barrio de la ciudad santiaguera– y por supuesto, la síntesis sociomusical planteada por el Chan Chan, singularizan la relevancia del tópico Viaje, que en sentido polisémico se instituye en la obra Compaisera.
Al decir de Danilo Orozco (2010) el Chan Chan se reinserta, recontextualiza y resignifica en el contexto de las andanzas festivas y amorosas del Compay, quien de joven recorría en tren una conocida trayectoria de poblados y zonas urbano-rurales orientales. La trayectoria seguida por este viaje señala zonas donde las expresiones bailables, los intercambios, la sicología de relaciones, los modos ingeniosos del decir, forjan profundas tradiciones y expresiones populares de las que se nutre el autor.
En el texto perteneciente a la autoría de Ormán es posible encontrar, en su estructura significativa, varios guiños respecto a esta tradición temática comentada al vuelo, en lo que texto y acompañamiento musical conforman una unidad indisoluble en la idea de este otro recorrido ferroviario.
En este nuevo pasaje dentro de la cancionística cubana no debe obviarse la importancia de la ciudad de Manzanillo para el desarrollo del género trovadoresco desde sus orígenes a la actualidad. En esta zona oriental no sólo tuvieron un importante devenir las trovas decimonónicas y las correspondientes a las primeras décadas de la siguiente centuria, sino que también fue aquí donde se celebraría el Primer Encuentro Nacional de Jóvenes Trovadores, en 1972. En la actualidad cuenta Manzanillo con la Casa de la Trova Jaime Benemelis; una calle después se encuentra la sede de la AHS, sitio al que concurren los más jóvenes exponentes que defienden este quehacer.
Aunque la mayoría de los trovadores hoy pertenecen a algún catálogo de agencia o empresa de la música, lo que en la condición de músico subvencionado o a rendimiento, debe generarles fuentes de empleo, el motivo viaje persiste en sus canciones como rasgo definitorio del modo de vida trovadoresco. Traslado mediante los juglares del presente buscan en algunos casos mejores propuestas de trabajo y promoción, otras veces la participación en la red de festivales de la trova en el país les garantiza una mayor promoción a su obra y el intercambio con otros cultores.
El recorrido que hacemos junto al trovador suma a su connotación sociológica la exploración en el paisaje urbano de la cotidianidad en el ir y venir de pasajeros entre una y otra ciudad (Bayamo/Manzanillo). Aunque hay otros medios de transporte, ha sido la vía del tren una costumbre ya arraigada en la provincia Granma. Coches y trenes en la provincia Granma, y en especial ciudades como Bayamo y Manzanillo, forman parte indisoluble de su identidad local, tradiciones arraigadas a procesos históricos. Ejemplo de su trascendencia la encontramos en una pieza antológica de la autoría de Adalberto Álvarez, A Bayamo en Coche, popularizada con gran éxito nacional e internacional por el conjunto Son 14 y luego retomada por Adalberto Álvarez y su Son, amén de las versiones que ha propiciado. Coches y trenes permanecen interconectados en estas ciudades y en derredor de ellos se organizan no sólo costumbres e idiosincrasia, sino también redes socioeconómicas.
Los contratiempos del viaje musicalizado se sustentan en estrategias argumentativas alusivas a elementos del entorno vivencial de ambas ciudades. No sólo acude a remisiones ambientales del viaje manejadas por todos los conocedores de esta vía de transportación, llamada por algunos sobre todo en el declive del pasado siglo como “el tren lechero”. Por entonces y después fue una de las formas más habituales de ida y vuelta entre varias ciudades del país.
La travesía apela además a códigos culturales propios e identitarios de las regiones Bayamo y Manzanillo, como resulta de la referencia a las festividades carnavalescas, hecho cultural de gran connotación en varias provincias del país y sobre todo, las orientales. La remisión al evento festivo en el texto incluirá a su vez el tratamiento de otros tópicos de relevancia local.
Resulta significativa la remisión a La Original, lo que en sí presupone el uso de términos de significación local y nacional. El autor interpela el conocimiento del oyente-público nacional que reconoce de inmediato la alusión a la popular agrupación. La frase podría resultar vacía para un escucha foráneo poco relacionado con el ámbito musical cubano.
Estos usos discursivos por el autor son comprensibles si apelamos al criterio que él mismo ofreciera en entrevista a Danny González (2010) para este mismo sitio, donde a las interrogantes sobre qué motivaciones encuentra para componer, y la decodificación relacionada con su entorno de origen por parte de sus escuchas, respondió:
Escribo sobre lo cotidiano y el amor, partiendo de mis propias vivencias o las de otras personas. Pretendo reflejar en mis canciones las luces y sombras del contexto social que me envuelve.
(…)
Quien conozca los entresijos de nuestra idiosincrasia, el modo de hablar, y el enorme peso histórico que nos acompaña, podrá descubrir que son canciones hechas en Bayamo. Cada imagen que se desprende de mis versos responde a patrones muy particulares de este lugar.
La pieza transcurre entre los tonos jocosos y la ironía, elementos presentes en la identidad cubana, lo que no invalida la intencionalidad del texto por abordar las connotaciones sociológicas hasta aquí enunciadas, lo cual se complementa en la fusión texto-música, donde la guitarra asume el protagónico en el afán de recrear sonoramente la noción del viaje en tren.
Quiero que la despedida de este breve trasiego concluya sobre dos ruedas. Si de rutas se trata hay en la cancionística del trovador un decenio atrás, otro texto, mucho más breve pero igualmente significativo en el imaginario no sólo granmense, sino cubano. Y es cuando el discurso del trovador trasmuta el símbolo tren por el de la bicicleta, cuyos significados hallan su referencia en la realidad cubana fundamentalmente de los noventa:
- Se te ha escapado el aire y ya hace tiempo
- que has perdido el color
- y te hundes en el fondo de la soledad
- hoy habita tu fantasma en la ciudad
- el tiempo que se pierde sin llegar
- hoy sacudo telarañas de tu silencio
- en mi portal
- en tu portal
- mi bicicleta china.
El signo bicicleta comunica toda una red de asociaciones y situaciones cotidianas, en tanto recrea un importante periodo dentro de la historia social cubana, etapa en que, entre otros renglones, se recrudecieron los problemas de la transportación urbana, y la bicicleta fue sumamente usada como medio de transporte alternativo por parte considerable de la población. Abundó el llamado modelo “bicicleta china”, de importación, que en un primer momento fuera entregada en los centros de trabajo a algunos trabajadores para facilitar el traslado desde sus domicilios a sus centros laborales. El tema remite con cierta nostalgia a un pasado de vicisitudes.
La canción de Ormán Cala devuelve una síntesis de procesos entre lo más genuino de la música cubana no sólo en cuanto a elementos formales del entorno sonoro, sino a la savia de recontextualizar asuntos y motivos conformadores de la identidad cubana y local-provincial, siempre presentes en el discurso de trovadores y soneros. A lo anterior Ormán añade elementos musicales foráneos, todo de conformidad con sus propios y peculiares recursos comunicativos al momento de trasladarlos a su público.
P.D: Mi amigo, cuando leas estos teclasos seguramente coincidirás en que debo actualizarme con respecto a tus creaciones. Nos debemos café, guitarra mediante. ¿Manzanillo, Santiago o el Messenger?
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social.