Mi acercamiento no ha sido solo desde la perspectiva de la amistad, una amistad que surge desde las letras, inmersos todo el tiempo en el arte del bien decir, en la estética del párrafo visto desde el marco en una hoja de Indesign. El oficio de diagramador y librero le han proporcionado esa quietud que necesita un poeta para liberar sus miedos, una paz que radica en liberar sus expresiones, que lo hacen transportarse y tener ante nosotros el verso luz, ese que irremediablemente aparece en cada estrofa de su primera obra, Poses.
Mi acercamiento más preciso radica en un análisis minucioso, con algún enfoque subjetivo, porque indagar en los versos de un poeta-amigo tiene la ventaja de apropiarse de ellos, sentirme reflejada en cada acto donde enumera el bien y el mal o donde rechaza el orgullo y la injusticia.
Hay un sinnúmero de tropos que enmarcan los hemistiquios, haciendo de la poesía de Labrada un lenguaje recto, natural pero conocedor de los giros y modismos de la retórica. Innumerables intertextos y exergos proporcionan la inspiración, series de ficción, filmes, épocas difusas y hasta los contextos medievales, circundan una posición semántica que abarca los sentimientos de un hombre homosexual, atraído por la belleza del espíritu o la misma estética que cubre la piel de los que piensan con razón, una razón contundente que lo convoca a amar, a sentirse atraído por hombres de letras, o alquimistas.
Hay tanto de Labrada en cada verso que no podríamos dilucidar con certeza cuando es él o los otros, porque cada pose que adopta es trabajada para esclarecer los distintos estados de ánimo por los que atraviesa, algunas veces atado, sin poder hacer nada, solo leer o escribir y otras devorando al mundo.
El poeta está preso
un círculo lo mantiene cautivo
quiere buscar un soporte en sus pertenencias
solo encuentra libros.
Resuelve con el desnudo sus sentimientos más apasionados, el poeta se desnuda en cada verso, en cada acto que compone la dramaturgia de su obra y lo hace de diferentes maneras, poeta-amante, poeta-ambiguo, poeta-animal, poeta-raza, poeta-ave, poeta-fiera, poeta-muerte. Todos estos pares semióticos definen su realidad, pero hablemos entonces qué logra una lectura minuciosa.
Si bien es cierto que el autor no se esmera en encontrar un lenguaje artificioso, independientemente de verse condicionado por referentes de trabajada tropología, saltan a la vista símiles, metáforas, metonimias y algunos recursos de sustitución que hacen del texto poético una belleza en la expresión que el poema en sí es un canto.
…vamos a descuidar
las ausencias
del caballo blanco
del asesino
como yo descuidé la isla
voy a hacer cualquier cosa
para luego desaparecer
La vida es demasiado aburrida para vivirla eternamente.
Y estaríamos entonces ante un poeta vencido, por la angustia y la frustración, por la búsqueda incesante de ese amor platónico que no lo deja avanzar, quizás convierta en otra pose su incomprensión, y en esa mirada constante desde el centro, desde su mismo eje, desarrolla su foco delirante. Esas serían sus figuraciones, y como el agua del río Sena sustancia que compone su microuniverso, Norge Luis Labrada, en una pose resuelta, se purifica.
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