La conocí en las aulas del ISA. Compartimos no solo el salón de clases sino también la experiencia teatral del descubrimiento, ese instante en el que el artista joven se devela como hacedor de su propia materia, de su cuerpo y espíritu. Desde entonces, Ana Patricia Martin Pomares ha aparecido en mi vida como dramaturga en no pocas ocasiones (debo decir que ha sido un ejercicio recíproco). Conversar con ella es volver, por un instante, a aquel espacio aún idílico de la creación.
¿Cuándo y cómo descubres que la actuación formaría parte de tu vida? ¿Fue este un hallazgo temprano o tardaste años en descubrir tu vocación?
La vocación siempre la tuve. Me atrevo a decir que nací siendo actriz y que siempre lo he llevado en la sangre. Desde chiquita, el hecho de bailar, cantar y declamar me llamaba mucho la atención y siempre era líder en las actividades de ese tipo. Ya en el pre gané un premio de actuación en un concurso de aficionados y desde entonces fui encaminándome por esa vía.
Me decidí precisamente cuando terminaba el pre, porque también me gustaban otras cosas y estaba un poco confundida, pero hoy sé que incluso esa etapa también fue parte de mis inclinaciones por la actuación. Hice las pruebas para el ISA y aprobé. A partir de ahí, todo el mundo se transformó en el universo de la actuación. Hoy sé que es mi vida y no me imagino haciendo otra cosa.
En tu experiencia, ¿cuánto valoras la formación académica?, ¿de qué manera construyes a tus personajes y cuál es tu búsqueda para encontrarlos?
La formación académica es importante porque siempre es bueno cultivar el talento. Por ejemplo, yo no conocía nada de nada de actuación y mi paso por el ISA dejó huellas en mí, fundamentalmente en lo referente al aprendizaje de diversas técnicas teatrales. Considero que un actor debería por lo menos tener una pizca de conocimientos de todo tipo: arte, música, filosofía, historia, danza, cultura general integral. Estas son herramientas que en algún momento vamos a utilizar y siempre es bueno estar preparados. En mi caso, tuve formación académica, pero sé que tengo todavía mucho que aprender, muchos libros que leer y nuevas experiencias que vivenciar.
Cuando construyo un personaje paso por etapas, pero he tenido la suerte de lograrlos en procesos de corto tiempo. Me ayuda mucho lo que puedo copiar de la vida cotidiana. En la calle hay personajes interesantísimos y con historias muy fuertes, tristes y buenas. Me inclino por los personajes que de alguna forma me obligan a transformarme. O sea, que no se parezcan en nada a mí… pero es gracioso porque inconscientemente tienen mucho de lo que soy. Me gustan los personajes negativos, como a muchos actores, porque creo que te permiten tener más facetas. Adoro el humor y todo lo que venga de él, y también he tenido la suerte de tener carisma para este género tan complejo.
Siempre digo que soy actriz del método, por eso admiro mucho a Meryl Streep, por ejemplo. En los procesos de montaje he tenido baches, ¿y quién no?, pero el ensayo y la repetición ayudan mucho. Es cómplice también lo que tengo dentro y que busco expresar.
En materia artística, ¿qué es lo fundamental para un actor o actriz? ¿Qué herramientas técnicas le son indispensables?
Es muy importante la persona que te dirige. He visto obras de teatro donde, sinceramente, el texto da poco que desear, sencillamente no es bueno, pero un buen director sabe sacarle provecho a la obra, sabe transformarla y hacer que el actor sobresalga.
El actor necesita también dominar su cuerpo y su voz, pero hoy día, o por lo menos en este país, los actores de teatro (odio decir esto) son los que le ponen más interés a su cuerpo debido a la energía que te piden las tablas. El entrenamiento es primordial. Fíjate que cuando dejas de entrenar un tiempo y luego lo retomas, cuesta mucho lograr lo que antes tenías, volver al punto donde te habías quedado. Yo soy un poco “cangreja”, pero nada que el ejercicio y la persistencia no corrijan. Aquí entre nos, tengo una envidia sana por los bailarines, porque tienen la suerte de tener un buen físico y dominan más el ejercicio, la resistencia, la elasticidad.
En cuanto a técnicas creo que todas son útiles y es ahí donde la escuela ayuda, porque te enruta, te otorga herramientas para abordar o llegar a determinado punto en el camino de la actuación. Por ejemplo, me atrae mucho el teatro hecho por Eugenio Barba, un teatro donde solo el actor se basta, él es el signo, el que cuenta la historia a través de su cuerpo y su expresividad. Es un teatro que se nutre mucho de otras culturas, sobre todo la oriental, en donde el cuerpo es sagrado. La comedia del arte también es muy buena en la formación técnica de un actor, te ayuda en la creatividad, el gesto, la voz. Y, por supuesto, también es importante el teatro más naturalista, en donde de alguna forma sale a lucir Stanislavski, porque creo que ayuda al actor a conocerse más y a descubrir sus resortes, a lograr emociones y momentos verídicos.
Has trabajado con no pocos directores, ¿qué te llevas de cada uno de ellos que aplicas, de manera más o menos constante, a nuevas experiencias teatrales?
Bueno… en realidad no son tantos, entre cinco o seis solamente. Me gusta hacerme amiga de mis directores, generalmente me entiendo mucho con ellos. Así que lo que me llevo es su amistad y, claro, alguna que otra experiencia teatral. Cuando he tenido problemas para lograr una emoción, ellos han sabido guiarme para alcanzarla.
En 2018 obtienes Premio Caricato en la categoría de Actuación de Reparto, por la obra “Sin pelos en la lengua”, ¿cuánto se valora un premio en la carrera de un actor?
Creo que poco. Sí, muy bonito todo cuando te lo dan, pero eso no significa más nada, pasa muy rápido al olvido. Un premio debería más considerado en el círculo de talentos y en las ofertas de trabajo. Desgraciadamente el actor de teatro, y te repito que odio decir “de teatro” porque para mí el que es actor lo es de todo, tiene mayores inconformidades y caminos más difíciles a seguir. Paso mucho trabajo para enterarme de un casting, por ejemplo, y eso es triste porque creo que actores de talento deberían ser informados de esto. En fin, es solo la idea de que deberían tenernos más en cuenta.
Has trabajado tanto en obras de teatro infantil como del repertorio para adultos. ¿Sientes que tu proceso creativo varía de alguna forma cuando te enfrentas a obras concebidas para niños?
No varía mucho, prácticamente es el mismo proceso. Me atrevería a decirte incluso que es más duro y riguroso porque los niños son espectadores muy difíciles y hay que llamarles la atención con todo, con la voz, con la expresividad y la energía. A mí me gusta el teatro para niños… y el de títeres es interesante en mayúsculas. No todos pueden hacerlo, y además hacerlo bien, tiene que gustarte mucho para que funciones en él. En este aspecto, Teatro Pálpito y Ariel Bouza me han ayudado de manera capital.
¿Cuáles son las obras que te atraen más? ¿Quiénes constituyen tus referentes en el mundo de la dirección y de la actuación, nacionales e internacionales?
Me atraen las comedias. No soporto los dramas, son muy densos y creo que en definitiva el público tiende a sentirse más cercano a la comedia… y como nosotros, los actores, trabajamos para el público, me gusta entonces complacerlo.
Muero cuando veo actuar a Johnny Depp, a Glenn Close, Robert De Niro, Nicole Kidman, Charlize Theron, Natalie Portman y otros muchos. De los cubanos, admiro a Isabel Santos y a mi tío Raúl Pomares.
Sobre la dirección te cuento que me gusta lo que hacen Tarantino y Spielberg. Cubanos no sé qué decirte, estoy muy decepcionada de ellos. Aunque en radio hay muchos buenos: Aida la O, Enrique Irzula. En teatro, mi ejemplo a seguir es mi director Hugo Vargas. Es lo máximo… además es uno de esos actores que no han tenido la suerte de ser más conocido, pero que sin dudas es una bomba en la actuación.
¿Qué personajes prefieres interpretar?
Los deficientes. Los rotos.
La relación con el público es siempre esencial para el desarrollo de un actor, ¿de qué manera te enfrentas a la escena y al espectador siempre cambiante? ¿Cómo dialoga un actor con su público?
Siempre me ha chocado cuando un chiste me funciona un día y al otro no. Le echo la culpa al público y digo que está denso, y creo que muchas veces es así. Hoy en día es difícil llegar al público y ser aceptado, por eso es que me inclino más por la comedia que por un teatro más espeso. Estos son tiempos donde reír es lo que hace falta y la verdad es que el cubano es maestro en esa tarea.
Yo soy siempre la misma, a veces más alegre, otras triste, otras cansada, pero cada vez que subo a la escena trato de darlo todo. Creo que el público me acepta bien porque incluso aunque haga teatro me reconocen en la calle.
Todo actor necesita aceptación del público. Según como este reaccione nosotros lo haremos, y de alguna forma eso nos ayuda para cambiar lo mal hecho. Una de nuestras funciones es comunicar ideas, y esto lo hacemos con la emoción en bruto. Ojalá siempre el público sea inteligente, o por lo menos agradable, y pueda irse con un mensaje o con una sonrisa. Solo de esa manera un actor se siente útil y feliz.
Recientemente has comenzado un proceso de trabajo con el equipo Laboratorio Fractal. Dicho equipo obtuvo, bajo dirección de Raúl M. Bonachea, la Beca de Creación Escénica Milanés 2019 para producir el espectáculo Cuerdas percutidas. ¿Cuál crees sea el reto mayor de este proyecto que recién comienza?
El mayor reto está en que no se trate de hacer una obra por una obra, sino que tenga un mensaje, una historia que contar y que, además, llegue al público… que ya sabemos que es crítico y te puede destruir. Lo demás son cosas que se nos pueden escapar de las manos porque, desgraciadamente, necesitamos de los otros. En esencia se busca logar algo más que digno, algo que sea realmente interesante. Quién sabe, a lo mejor con esta obra vendrán nuevos premios.
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