Conozco a Lourdes desde siempre, es la chica vecina con cándida timidez y el rostro soñador, cómplice de mis juegos infantiles. Con el tiempo no sólo compartimos los juguetes sino también el amor y la dedicación a una profesión que nos hizo hacedoras y portavoces de las noticias.
Con tan solo 27 años, Lourdes María Mazorra López es una excepcional periodista y una joven que ama la literatura y que sin dudas las letras la aman a ella.
Así que me atreví a entrevistar a quien me prestara sus muñecas de antaño, ahora mi colega del gremio periodístico y que hoy nos regala, desde su temprana edad, su arte y deseo de narrar con todo el talento y honestidad en cada uno de sus cuentos.
–¿Por qué escribir?
Es el espacio donde soy completamente libre, no sabría hacer otra cosa.
–Fuiste merecedora de la beca de creación El Caballo de Coral que otorga el Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso, ¿qué te propusiste con esta beca?
Como egresados del Onelio teníamos la posibilidad de concursar en esta Beca de Creación y me parece un espacio ideal para desarrollar la escritura. Al Centro Onelio le agradezco muchísimo, es una escuela certera. Me propuse, de manera ambiciosa e inmadura, iniciar el largo camino de la novela, aún lo recorro con muchas dudas todavía.
–En 2019 fuiste merecedora del Premio Celestino de Cuento con tu libro Las Fauces, ¿qué significó para ti este premio que por tercera vez consecutiva es otorgado a un escritor camagüeyano?
Me gustaría añadir que si bien es la tercera vez de manera consecutiva que se otorga el premio a una escritora camagüeyana; el primero en obtenerlo hace muchos años fue Obdulio Fenelo, un excelente narrador de nuestra tierra, demasiado olvidado por los espacios culturales camagüeyanos y que todavía puede aportarnos mucho con su obra y su oratoria.
Siempre he dicho que los premios visibilizan, abren puertas y te impulsan a trabajar más. Sin embargo, hay algo que me parece importante añadir: si la razón de escribir son los premios… entonces no te dediques a esto. La escritura es un encuentro contigo misma, es un acto de observación, entendimiento y creación; no puede estar sujeta a certámenes, concursos, premios…
Una buena amiga me iluminó cuando me dijo: “el acto de escribir y publicar es una ofrenda que se hace, tú le entregas tu obra al público y luego ya no te pertenece”. Por esta razón, en mi caso – y esto lo siento un año después del premio – valoro más la experiencia editorial y la posibilidad de formar parte de la familia de Ediciones La Luz.
–¿Qué prefieres, la narrativa o la lírica de la buena poesía?
Me gusta leer poesía y narrativa de igual modo. En cuanto a la creación literaria, en la narrativa hay más opciones de enmascaramiento, puedes disfrazarte como autora, puedes escamotear tu voz; mientras que en la poesía haces un desnudo literario, una sabe que se ha quedado descubierta ante el lector, hay riesgos en eso, hay valentías y también desgarros.
–¿Qué tan difícil es para un escritor joven publicar o insertarse en el panorama de la literatura cubana?
Es difícil, sí. Publicar es ya complicado, imagínate insertarse en el panorama de la literatura cubana, esto son palabras mayores que deberían implicar un nivel de calidad, compromiso y responsabilidad.
Pero el nivel de dificultad para publicar depende de muchas variables. Por ejemplo, si perteneces a la AHS tienes una parte del camino recorrido. Si vives en la capital tienes otras ventajas y esto es muy lamentable. Si de alguna manera tu profesión te ha insertado en los procesos culturales cubanos o en instituciones decisoras tienes otro punto a tu favor. Pensemos también en la suerte como una aliada. Y así, depende de las circunstancias; pero evidentemente no es un camino llano.
En este sentido, aunque en Cuba las demandas no determinan los planes de publicación y pensar en un mercado del libro es iluso, hay algo que me preocupa y es el hecho de que muchísimas veces la calidad literaria de la obra no está entre los primeros parámetros a la hora de decidir publicar o no un libro.
Por otra parte están los concursos que son una de las formas más directas y rápidas de publicación más allá de toda la carga subjetiva que conlleva el proceso de selección y premiación o de las inconformidades que pudieran generar las decisiones finales.
–Eres de profesión periodista. ¿Crees que el periodismo es también una forma de literatura?
Sí, claro. El periodismo es el hijo moderno de la literatura. Esa polémica es tan antigua como gastada y, por suerte, ya se ha superado. La diferencia entre un periodista y un escritor de ficción (digamos novelista, cuentista…) es principalmente de estilo, modalidades de trabajo y técnica. Aun así valoro mucho encontrar textos periodísticos que abren las puertas hacia la narrativa, lo cual demuestra que a veces nos encasillamos en poner etiquetas o clasificaciones cuando es más importante narrar los hechos.
Los grandes escritores han sido periodistas. En Cuba hay maravillosos paradigmas de escritores cuya obra periodística parece una antología de cuentos por el manejo preciso de las técnicas narrativas en el ejercicio periodístico.
Recomiendo a Onelio Jorge Cardoso. Ese estilo hay que rescatarlo en la prensa cubana y potenciarlo en la academia.
De cualquier forma me viene a la mente una excelente conferencia de Alejo Carpentier que se titula “El periodista: un cronista de su tiempo”, de 1975, en la cual queda zanjada – con creces – la gastada polémica.
Por mi parte, siempre seré periodista.
–Lourdes, eres la guionista y productora del documental Soy Maravilla, dirigido por el realizador camagüeyano Norlys Guerrero. ¿Cómo compaginas tu amor por la literatura y tu pasión por la realización audiovisual?
No necesito compaginarlas, ambas son formas de creación y ambas son maneras de narrar. Más allá del guion cinematográfico (texto evidente en cualquier audiovisual), el cine narra en su conjunto, entendiéndolo como un macrotexto que comunica con sus códigos específicos. No tengo una amplia obra audiovisual, podría decirse que coqueteo con este arte; pero si algo le agradezco al cine, como espectadora atenta, es la posibilidad de abrir mis sentidos hacia otra formas literarias.
–Eres una de los jóvenes de vanguardia de la Asociación Hermanos Saíz, ¿cómo consideras la labor que desempeña la organización en la promoción de la obra de los jóvenes noveles escritores y también de las artes visuales?
Valiosa. La AHS es esa puerta expedita entre los jóvenes creadores y las instituciones culturales que jerarquizan el arte y que lamentablemente muchas veces están movidas por otros resortes ajenos a la cultura. Con aciertos y desaciertos, esta organización impulsa el trabajo de artistas muy jóvenes que aún no tenemos una obra sólida y sin embargo, gracias a la AHS, contamos con un sistema de promoción, divulgación, becas, premios, apoyos financieros, debate e intercambios teóricos, proyección comunitaria…
–Adelántanos un poco sobre lo que te tiene inmersa en estos momentos.
La escritura. En ella siempre estoy inmersa para poder vivir.
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